Fuente: ALFA Y OMEGA
De Gonzalo a Francisco
Gran colaborador de los Reyes Católicos en la obra de reforma de las
órdenes religiosas y del clero secular, Cisneros supo ejercer con acierto y
honestidad tareas de gobierno y se empeñó en la evangelización de los reinos
del sur de España y el norte de África
El nombre de bautismo de Cisneros fue
Gonzalo, pero al entrar en religión recibió el nombre de Francisco, el santo
que da origen a la orden franciscana. El caso de Cisneros puede considerarse el
de una llamada
dentro de la llamada, pues siendo ya
sacerdote y ocupando importantes cargos en Sigüenza, Gonzalo Jiménez de
Cisneros percibe la llamada a dedicarse totalmente a Dios, eligiendo la orden
de los franciscanos menores de la observancia, a los que ya había conocido en
Alcalá, en su convento de Santa María de Jesús.
La muerte de sus padres –que le liberaba de
las cargas familiares–, los años pasados en su reclusión en Santorcaz, su
dedicación al estudio de la Sagrada Escritura y, quizá, su desencanto al ver
las rivalidades y ambiciones de algunos hombres de Iglesia, pudieron llevar a
Cisneros a esta decisión tan radical. Lo cierto es que, retirado en varios
eremitorios y en el convento de La
Salceda , Cisneros se oculta ante el mundo, aunque por poco
tiempo, pues pronto será reclamado como confesor de la reina Isabel, como
provincial de los franciscanos de Castilla, y posteriormente como arzobispo de
Toledo, cardenal y regente. Pero, aun elevado a los más altos cargos
eclesiásticos y políticos de su tiempo, Cisneros permanecerá en su interior, y
en gran medida también exteriormente, como un fraile mendicante, un austero
religioso.
Gran colaborador de los Reyes Católicos en
la obra de reforma de las órdenes religiosas y del clero secular, Cisneros supo
ejercer con acierto y honestidad tareas de gobierno y se empeñó en la
evangelización de los reinos del sur de España y el norte de África, no
desdeñando tomar parte en las campañas militares cuando lo consideró necesario.
Y cuando llegó la hora del Nuevo Mundo, envió a su propio compañero y
secretario, fray Francisco Ruiz, acompañado de otros franciscanos y de los
padres jerónimos, para enmendar el trato abusivo que se daba a los indígenas y
asegurar la evangelización de las tierras recién colonizadas. Varón recio y
decidido, no a todos gustaban sus maneras o sus formas de gobernar, pero nadie
pudo reprocharle la búsqueda de intereses personales o de ambiciones políticas.
Muchos historiadores han señalado que si hubiera podido acompañar en sus
primeros pasos al nuevo rey Carlos I la historia de España hubiera sido
diferente. Pero la muerte le llegó cuando marchaba a su encuentro.
Cisneros y Alcalá
Alcalá de Henares debe mucho a Cisneros.
Aquí transcurrió largas temporadas de su vida como arzobispo, aquí realizó su
proyecto universitario y pudo ver cumplido su sueño de la Biblia Políglota
complutense, aquí fundó colegios y monasterios y engrandeció la Colegiata de Carrillo,
sobre el lugar del martirio de los santos niños Justo y Pastor, obteniendo para
ella el título de magistral. Aquí, finalmente, pidió que reposaran sus restos
mortales.
Pero su legado no puede limitarse al
reconocimiento de un pasado glorioso. El Año Cisneros ha de servir para
aprender de nuestra historia y responder en el presente –que es siempre el
tiempo de Dios– a los retos y desafíos que la historia nos plantea. Entre los
actos previstos por el Obispado de Alcalá para el Año Cisneros podemos
destacar: la celebración de un congreso sobre la contribución de Cisneros a la
reforma religiosa y a la evangelización del nuevo mundo, en colaboración con la Universidad San
Dámaso; una Jornada científica sobre la Liturgia Hispano-Mozárabe ,
que Cisneros reavivó y propagó; la grabación de un disco de música de los
siglos XV-XVI; una exposición en la iglesia de Santa María Magdalena de
Torrelaguna, villa natal de Cisneros; publicaciones, conferencias, recursos
didácticos y catequéticos, etc.
El 8 de noviembre se cumplieron 500 años de
la muerte de fray Francisco Jiménez de Cisneros en Roa (Burgos). Por eso, el
año 2017 será Año Cisneros. La diócesis de Alcalá, a la que pertenece el
municipio de Torrelaguna, cuna de Cisneros, y en cuya catedral magistral se
custodian los restos mortales del que fue arzobispo de Toledo, cardenal de
Santa Balbina y regente de las Españas, inauguró el 8 de noviembre con un
solemne oficio litúrgico los actos preparatorios del V centenario. El arzobispo
de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez, y el obispo de Sigüenza-Guadalajara,
monseñor Atilano Rodríguez, acompañaron al obispo diocesano, monseñor Juan Antonio
Reig Pla.
Con ocasión del V centenario el Obispado de
Alcalá realizó un examen y reconocimiento de los restos mortales del cardenal
Cisneros, pudiendo verificar que se conservan conforme a las actas custodiadas
en la catedral de Alcalá. Con el próposito de darles mayor relevancia, monseñor
Reig Pla decidió el traslado de parte de ellos desde su ubicación bajo el
actual presbiterio hasta el altar de la girola, junto a la cripta de los santos
niños, en un lugar más visible donde peregrinos y visitantes puedan honrar al
que la Iglesia
considera venerable siervo de Dios desde que se inició su proceso de
canonización hace varios siglos.
La catedral magistral encargó el escultor
Julio López Hernández un gran relieve conmemorativo en bronce, que señala desde
el día 8 el lugar donde reposan los restos del cardenal en la girola.
Juan Miguel Prim Goicoechea
Vicario episcopal de Alcalá para la Evangelización y la Cultura