Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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viernes, 26 de julio de 2019

Evangelio y comentario durante el mes de agosto




El equipo de redacción de este blog oficial remite a todos aquéllos que para su meditación del Evangelio del Domingo se dirigen a este medio a un enlace en el que encontrarán también la meditación de  las lecturas de la Misa de cada día, para que  así durante el descanso vacacional se unan cada día al Señor con la meditación de las lecturas de la Santa Misa.

Pinchando en el siguiente link:



martes, 23 de julio de 2019

El próximo viernes 26 de julio, a las 20,30 y en la Capilla del Voto, últimos rezos semanales del presente curso


Foto: N.H.D. Marco A. Velo


Como cada año, y con motivo del descanso estival, se suprimen los rezos semanales durante el mes de agosto, retomándose los mismos el próximo viernes día 13 de septiembre. Previamente, y como viene siendo tradicional, nos reuniremos en la Parroquia de San Francisco de el Puerto de Santa María el día 3 de septiembre para celebrar un nuevo aniversario del fallecimiento del tan querido por nosotros Siervo de Dios Pedro Guerrero González, S.I., primer Hermano Mayor de esta Santa Hermandad tras la reorganización de 1939.


La Junta de Señores Oficiales desea a todos los hermanos y devotos de nuestra cofradía un reparador descanso, la continua unión en la oración y un feliz desplazamiento para todos aquéllos que tengan programado algún viaje.

Recomendación libresca: CATÓLICOS EN TIEMPOS DE CONFUSIÓN




Con motivo de la reciente edición de este magnífico libro de la Editorial Encuentro, rescatamos una entrevista a colación de la misma del semanario Alfa y Omega al autor, don Fernando García de Cortázar

«Los católicos tenemos complejo de inferioridad ante el mundo moderno»

Sin mediar «una revolución o un cataclismo externo» no hay precedentes de un proceso de secularización tan acelerado como el que atraviesa España. Eso deja a muchos católicos noqueados, sin saber cómo reaccionar, explica el historiador Fernando García de Cortázar en Católicos en tiempos de confusión


«Hay momentos de confusión en la historia de los hombres y de las naciones, y España está atravesando uno de ellos». Esta es la convicción de Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942). El jesuita e historiador ha publicado en el último año tres libros con el objetivo confesado de «despertar las conciencias» ante el peligro de «naufragio de la idea de España y de su tradición». En 2018 vieron la luz España, entre la rabia y la ideay el monumental Viaje al corazón de España, cada uno, a su modo, una respuesta a la impugnación de la nación española por parte del nacionalismo. Completó unos meses después esta suerte de trilogía Católicos en tiempos de confusión(Encuentro), que ahora conoce una nueva edición aumentada con los últimos artículos publicados en Alfa y Omega, acompañados de reflexiones más amplias. García de Cortázar afronta esa misma «crisis nacional», solo que desde una perspectiva más netamente religiosa y moral. La vertiginosa secularización que se ha producido en las últimas décadas en España –dice– es consecuencia de «un laicismo tan agresivo como tramposo (porque realmente no es laicismo, solo anticatolicismo) al que los católicos no hemos sabido responder, debido a nuestros complejos históricos y a nuestra falta de formación, que han hecho que no sepamos articular una presencia consistente en el espacio público».
Especialmente desde la época de los gobiernos de Rodríguez Zapatero asistimos a «una progresiva pérdida del sentido humanista en la sociedad y a una devaluación de los principios y convicciones», todo lo cual «se ha acentuado en los duros años de la crisis económica». Se ha producido un «expolio de referentes culturales y espirituales que nos daban consistencia». Lo cual –asegura– es un asunto que no solo debería preocupar a los creyentes. «El anticatolicismo hoy no es tanto un ataque a los dogmas de la Iglesia; es una ofensiva contra los valores que determinan nuestra forma de vivir. Bajo este punto de vista, asistimos a una causa general contra una herencia cultural y moral con la envergadura de un auto de fe, de un siniestro proceso con una intolerable intimidación del acusado». Este «libro-manifiesto» –añade– no solo quiere animar a los católicos a «hacer del cristianismo un pilar fundamental de una sociedad verdaderamente igualitaria y libre», sino que se dirige a «muchos españoles no creyentes» que consideran que «no podemos encogernos de hombros ante el despojo de nuestra civilización».

Con la Transición se produce un fuerte avance de la secularización, y sin embargo usted habla de ese período como «el regreso de España a un hilo moral conductor».
Porque la Transición es un hito de nuestra historia. Se aprueba la primera Constitución no impuesta por un partido político. Se entierran las trincheras, los trágalas… Es verdad que dejó expedientes abiertos como el nacionalismo catalán, pero en general fuimos capaces de darle a la nación el único sentido integrador y democrático que podía tener para que todos la consideraran propia. Lo que nos proporcionó un significado común no fue pensar todos del mismo modo, sino saber que nuestras ideas tenían la suficiente firmeza para convivir con las de los otros. Y que ninguno de nuestros principios valía un solo acto de exclusión, de violencia o de desprecio que atentara a la dignidad de los principios de los demás. Uno de los consensos básicos de la Transición fue la laicidad, que no consistió en burlarse de las creencias ajenas ni en tratar de expulsarlas del espacio público, sino en la exigencia de neutralidad ideológica de las instituciones, sin que eso cuestionara la aceptación de un patrimonio cultural común que nos permitía disponer de sentido de orientación histórica.

Han vuelto las trincheras. Culpa de modo especial a la izquierda.
A una parte de la izquierda, adolescente y posmoderna, que ha hecho bandera del anticlericalismo más anacrónico. Ocurrencias como intentar convertir la Navidad en la celebración del solsticio de invierno o del nacimiento de no sé qué diosa india son cosas que avergüenzan a cualquier persona mínimamente culta. Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, no compartiría las declaraciones estridentes de algunos dirigentes actuales de su partido, porque él tenía muy claro que la Iglesia no era su enemiga.

Pero lo que más le preocupa, dice, es «el silencio de los católicos» ante esta ofensiva. ¿En qué sentido?
Me escandaliza el silencio de la Iglesia antes temas como la ideología de género. El drama del cristianismo de nuestro tiempo no es la agresión que el descreimiento pueda ejercer, cosa que ya venimos padeciendo desde el principio de nuestra historia. El problema es la desquiciada conducta de quienes, atemorizados por las campañas de sus adversarios, han aceptado que los preceptos morales son un aspecto reservado a la conciencia individual de cada cual. Tenemos a una mayoría de cristianos dispuestos a despojarse de sus creencias en cuanto se acaba la Misa. No hablo de la exigencia –normal y lógica– de que respetemos las opiniones de los demás, sino de que no podemos aceptar que nos silencien ante asuntos como el aborto o las desigualdades sociales. Charles Péguy solía decir: «Esos católicos, ¡si supieran lo que tienen…!». En estos tiempos en España esto se ha acentuado. No calibramos la propia fuerza de nuestra fe, posiblemente por un complejo de inferioridad ante el mundo moderno, debido a un sentimiento de culpa por los errores de la Iglesia, a una intolerable timidez ante las exigencias de la evangelización...

En solo 20 años, las bodas religiosas han pasado del 80 al 20 % en España. Es un dato que ilustra el avance de la secularización. ¿Qué precedentes históricos existen en nuestro entorno de una transformación sociológica tan rápida?
¿Sin algún tipo de revolución o de cataclismo externo? Ninguno. En ninguna parte se ha vivido a tanta velocidad y con tal profundidad el agotamiento de referencias religiosas y culturales, la pérdida del sentido ético en la vida social... Hay que tener en cuenta que España procedía de un régimen nacional católico, más preocupado por afirmar una religiosidad de practicantes que de creyentes. Y en el momento en que ya no se impulsa desde el poder esa practica religiosa, se derrumba. Pero también hemos visto, igual que en otros países, cómo se ha desplegado una especie de policía del pensamiento. La sufren también y la propagan los partidos centrales de nuestra democracia. A diario vemos ejemplos de cómo esta policía del pensamiento impide el debate de ideas que exigiría una sana democracia. Lo que han tratado de imponer estos policías del pensamiento es que nada hay verdadero, nada que valga la pena conservar, que ninguna referencia ética debe considerarse permanente…

¿Ha sido poco hábil la Iglesia poniéndose excesivamente a la defensiva, en lugar de defender ciertas causas que perfectamente podría haber hecho suyas, como la igualdad de la mujer?
Sí, y eso ha provocado que otros hayan orientado esas causas como les ha parecido. Igual que estamos denunciando nosotros una sociedad líquida, de pensamiento débil, también la Iglesia y su jerarquía sufren parecidas carencias. Debemos reconocerlo. Es tremenda, por ejemplo, la autocensura. En el plano teórico, somos grandes defensores de la libertad, pero la realización concreta de esa libertad en el seno de la Iglesia no es para enorgullecerse. A veces se manifiestan actitudes autoritarias que parecen poco respetuosas con los derechos individuales de las personas. Como decía el cardenal Newman, no solo hay que sufrir por la Iglesia, sino que también a la Iglesia hay que sufrirla.

El argumento acerca de la falta de libertad en la Iglesia es relativamente frecuente; más novedoso es el de la falta de formación. ¿De verdad están intelectualmente los obispos y sacerdotes por debajo de la media?
¿Comparados con un físico o un politólogo licenciados en la Universidad Autónoma de Madrid? Mi maestro el lingüista Lázaro Carreter solía achacarnos a los curas una cierta responsabilidad en el deterioro de la cultura en España puesto que, debido a la falta de cargas familiares, estamos en una situación ideal para escribir, para pensar…, y no lo hacemos. ¿Cuántos curas intelectuales destacan hoy en el horizonte español? Pocos.

¿Cómo reformaría la formación de los seminaristas?
Insistiendo mucho más en la gran cultura clásica que nos dieron a nosotros: la historia, el latín, el griego, la gran literatura… La Iglesia tiene que mostrar una mayor originalidad en la transmisión del mensaje evangélico, tiene que distanciarse de la liviandad del ambiente. Y hablo también de la escuela católica. Nuestros alumnos no saben quiénes son Galdós o Juan de Mariana. ¿Es esta la generación mejor formada de la historia de España? Saben más inglés que nosotros, dominan la informática…, pero nada más.

¿Tampoco conocen la tradición católica?
Creo que hemos descuidado el estudio de la aportación del Evangelio a la historia de la humanidad. Que el inicio de nuestra era venga señalado por  el nacimiento de Jesús es mucho más que un recurso convencional. A partir de entonces todos los hombres, sea cual fuere su condición, serían hermanos, iguales en valor. Cristo fundó un tiempo nuevo: el tiempo del hombre libre, el tiempo de la dignidad del individuo. Todas las intuiciones acerca de la libertad, la razón y la trascendencia que Grecia y Roma habían ido construyendo se sumaron a una larga tradición de promesa de redención por un solo Dios omnipotente. Me parece que de esto hablamos hoy muy poco.

Dando un salto histórico, insiste usted mucho en la reivindicación del Concilio de Trento. ¿Cómo explicárselo hoy a un joven que ha recibido una lectura negativa y oscurantista sobre Trento?
Debemos luchar contra la mentira de quienes consideran que la libertad de las sociedades modernas se ha construido como resultado de la impugnación del cristianismo y de la progresiva pérdida de influencia de la Iglesia católica. Trento significó un gran esfuerzo por preservar la esencia liberadora del cristianismo, pero se ha aceptado el mito de una batalla entre el progresismo protestante y el oscurantismo católico. Incluso el mismo concepto de Contrarreforma sugiere una actitud reaccionaria que los propios católicos han acabado por aceptar, con más ignorancia que humildad. Pero fue aquí, en el sur católico de Europa, donde los frailes de Salamanca proclamaron la ley natural y el libre albedrío. Cuando por todo el continente se halagaban los oídos reales con argumentos divinos sobre el poder coronado, el dominico Francisco de Vitoria viene a fastidiar la fiesta monárquica abriendo el camino al derecho internacional. Y el jesuita Juan de Mariana defiende la existencia de leyes nacidas del pueblo que solo pueden modificarse con el consentimiento de la comunidad. Muchos españoles lo ignoran, pero no hay escuela en el mundo que pueda compararse por su influencia internacional a la de Salamanca, equiparable a la Academia de Platón. El Concilio de Trento fue obra, en gran parte, de esa Escuela de Salamanca. Diego Laínez [futuro general de los jesuitas] defendió en Trento el libre albedrío contra los esfuerzos de algunos teólogos por hallar vías intermedias que evitaran el cisma luterano. Salvó así el sentido original del mensaje de Cristo, inseparable de la idea de libertad del hombre, recuperada gracias a su vida, muerte y resurrección.

Ricardo Benjumea



domingo, 21 de julio de 2019

Manolo Cuervo pintará el cartel de la Semana Santa de Jerez 2020

Fuente: ABC




El pintor Manolo Cuervo ha sido elegido por la Unión de Hermandades de Jerez de la Frontera para pintar el cartel de la Semana Santa de 2020. Aunque nacido en la localidad onubense de Isla Cristina, su obra le ha llevado a encontrarse muchas veces con Sevilla, destacando, en el ámbito de las cofradías, los carteles del 450 aniversario de la hermandad de la Hiniesta y el de la Semana Santa de la Macarena de este año. Toda su obra está enmarcada en el arte contemporáneo, destacando su estilo «pop art», tan reconocible en su obra. El Consejo de la Unión de Hermandades de Jerez apuesta por la cartelería de este artista internacional para su Semana Mayor.


viernes, 19 de julio de 2019

Primer cambio de atuendo de María Santísima de la Esperanza tras su reposición al culto

Fotos: D. Jesús Tamayo







Recopilación de textos con motivo de la Restauración de María Santísima de la Esperanza


Foto: N.H.D. Manuel Piñero


Regresa a San Francisco la Virgen de la Esperanza
Andrés Cañadas – Cofrademanía
La Hermandad de Las Cinco Llagas, acaba de culminar la restauración de la Virgen de la Esperanza, motivo por el cual emite a sus hermanos el siguiente comunicado:
"Con profundo gozo, la Junta de Señores Oficiales de esta Santa Hermandad anuncia que tras la Misa del primer viernes de julio, tendrá lugar la ofrenda floral a Nuestra Amantísima Titular, que podrá ser contemplada por todos sus hijos tras la finalización de su feliz proceso de restauración; el día anterior será recibida por los miembros del Equipo de Gobierno.
A tal fin se invita a todos a participar, especialmente a los niños, trayendo flores a sus plantas. Y como feliz culminación de todo el proceso, tras este acto de ofrenda floral podremos compartir un jerez de honor."


La Virgen de la Esperanza regresó a San Francisco
Cristina Espejo y María Josefa Segura (S&S Restauraciones) han acometido la restauración de la dolorosa
Jerez Cofrade TV – Francis Castell
La bendita imagen de María Santísima de la Esperanza, dolorosa titular de la Hermandad de las Cinco Llagas, fue repuesta al culto ayer viernes en el transcurso de la Misa que se celebró a las 20’30 horas en la Iglesia Conventual de San Francisco, a cuya finalización tuvo lugar una ofrenda floral a la Santísima Virgen.
Cristina Espejo y María Josefa Segura (S&S Restauraciones), que ya llevaron a cabo una intervención estructural y efectuaron unarecuperación de la policromía original de la talla antes de la pasada Semana Santa, han acometido ahora la restauración de los ojos de la Virgen.


Espectacular resultado de la restauración de la Virgen de la Esperanza
Los cofrades de las Cinco Llagas celebran una concurrida Misa de Acción de Gracias
Redacción – MIRA JEREZ
Regresó a su capilla como la que verdaderamente es: la Reina de San Francisco. María Santísima de la Esperanza, la Sagrada Titular de la Hermandad de las Cinco Llagas, ha sido respuesta al culto tras varios meses de restauración en los talleres S&S Restauraciones -esquina calle Clavel con Pajarete-. Tras un puñado de meses de ausencia de su céntrica Capilla del Voto.
Las manos de Cristina Espejo y Pepa Segura han obrado el milagro de un trabajo sencillamente maravilloso que dejó boquiabiertos a los muchísimos cofrades congregados este pasado viernes 5 del presente mes de julio en la misa de acción de gracias que la cofradía de la madrugada organizó con motivo de la vuelta de la Virgen.
De espectacular fue calificado el resultado por todos los presentes. La satisfacción de los cofrades y devotos de la Hermandad fue unánime. Ni
un pero, ninguna matización. Un resultado impecable que marca un hito histórico en la corporación de blancos nazarenos. ¿Influye el hecho de un restaurador, de que estas dos restauradoras, sean creyentes? ¿Existe una unción añadida al trabajo humano? La respuesta es cristalina. Tan sólo hay que contemplar el rostro de la Esperanza, con mayúsculas, que habita en la Plaza Esteve.


La Virgen de la Esperanza ya está en San Francisco
M. S. JEREZ DE LA FRONTERA – DIARIO DE JEREZ
En el marco de una Eucaristía y posterior ofrenda floral, la hermandad de las Cinco Llagas celebró en la jornada del pasado viernes la vuelta de María Santísima de la Esperanza. Han sido siete meses de ausencia al haberse sometido a la imagen a una profunda restauración en los talleres de S&S que comandan Cristina Espejo y Pepa Segura. Fue recibida por la hermandad para la salida procesional en la pasada madrugada del Viernes Santo. Ahora, los cofrades de las Llagas ya pueden rezar ante sus plantas. La imagen, con buen criterio, ha sido devuelta a su estado original. Enhorabuena a sus hijos y devotos.



Reina de San Francisco
El hermano Sebastián Núñez ruega se publique el siguiente texto en nuestro blog oficial de la Hermandad, lo que, una vez valorado, reproducimos textualmente:
A ti, Reina y Madre.
No nos tenías acostumbrado a tu ausencia física hasta que se hizo inminente y necesario. Tuviste que partir unos meses y solo nos encomendaste una cosa: “Haced lo que Él os diga”. Y creo que así lo hemos hecho. En nuestra memoria, tu recuerdo, en nuestro corazón, inquietud y desazón, en nuestra alma, ilusión en tu pronto regreso; y en tu altar nuestra humilde ofrenda a Ti; cinco rosas como las cinco llagas de tu Hijo, blancas como tu pureza.
Mira que nos enseñas cosas, Madre, pero aún yéndote nos das una nueva lección: la de esperar, la de esperarte. Nos has enseñado a saber esperar; así como tú lo hiciste mientras crecía en tu bendito vientre la Luz del Mundo y la Salvación de los hombres. Algunas preguntas, algunos miedos y algunas dudas de cuándo sería tu regreso y cómo te volveríamos a ver. Pero nuestra espera no ha sido pasiva sin más sino, que dábamos respuesta a las incertidumbres de aquellos que venían a rezarte y no te encontraban. Hemos aprendido a esperar de forma activa mientras se limpiaba tu altar o dábamos respuesta de tu ausencia. Ya nos enseñaste que esperar no te impidió acudir a visitar a tu prima Santa Isabel, que necesitaba de ti.
Y llegó el día de tu regreso. Preferiste no destacar para no restar importancia a tu Hijo, aunque fuiste sin duda la protagonista de la jornada. Vestida de Inmaculada nos recibiste, dejando el verde esperanza entrelazado con el morado de la penitencia para las Madrugadas eternas. El sonrojo de tus mejillas rompía con el blanco de tu semblante, signo inequívoco del rubor al no pensarte merecedora de tantos halagos y de tantos piropos. Benditos ojos de la fe a través de los cuales nos muestras quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
Dulcísima Señora, no solo estábamos tus hijos de las Llagas, sino también devotos de tu intercesión poderosa. Y quién sabe si a partir de ahora, deslumbrados por tu sencillez y humildad no crezcan en número. Será en todo caso, porque es designio de Dios. Tantos nombres se me vienen a la cabeza que sería injusto mencionarlos, porque sin duda se me olvidarían algunos. Ellos saben quienes son; quién mejor que ellos mismos. Algunos enjugaron sus lágrimas como signo de alegría y de acción de gracias con unos de tus pañuelos. Qué gran proeza hizo Dios al colorear de rojo esos glóbulos de la vida. Y tú estabas allí, Flor de las flores para levantar acta y dar fe. Otros tienen historias que darían para escribir, al menos un libreto, de gracias y penitencias. Hay quienes te agradecen su recuperación colaborando a que luzcas preciosa por dentro, al igual que externamente, demostrándote su devoción sin más ayuda que la aguja y el dedal. Hay quienes te recuerdan desde sus casas, marianos y “esperancistas” de la Esperanza de San Francisco, la Reina de la Plaza Esteve, la Doncella de la Capilla del Voto. Otros te imploran desde su enfermedad, medio enfadados a veces, temerosos de Dios otras. Al verte de nuevo volverán a tus plantas para confirmar esa devoción que por circunstancias varias se dejo de renovar. Ésta es la hora.
Y es que, Alondra de la Madrugada, de lo guapa que te vemos pareciera que estás menos dolorosa. Cuenta uno una lágrimas menos surcando tus mejillas, tal y como permanecían cuando te conocimos. Estás guapa hasta decir basta, aún en medio de tu dolor de Madre. Te quiero pedir por nuestra querida Hermandad de las Llagas, que seamos siempre dignos de ser discípulos de tu Hijo de la Vía Crucis; por tus devotos y almas ansiosas de esa esperanza tan necesaria en la vida. No nos dejes de tu mano, cúbrenos con tu manto, Esperanza del alma mía.


Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

XVI Domingo del tiempo ordinario (ciclo C)
La parte mejor

Con frecuencia, al leer el pasaje evangélico de la visita de Jesús a las hermanas de Lázaro, Marta y María, se piensa que el Señor plantea una contraposición entre dos modos de vida, la activa y la contemplativa. Marta, que «andaba muy afanada con los muchos servicios», sería la representante de la vida activa, mientras que María, que «sentada junto a los pies del Señor, escuchaba la palabra», reflejaría un estilo más contemplativo de vida. La consecuencia del episodio sería que no merece la pena la intensa actividad de Marta, pues todo lo que no sea una actitud contemplativa es vano y vacío. Semejante conclusión del texto de este domingo podría ser adecuada, de no ser porque es parcial, es decir, verdadera pero incompleta. Para comprender con exactitud el Evangelio, no se puede desgajar este episodio del resto de actividades de la vida de Jesús. Precisamente el domingo pasado éramos testigos de la parábola del Buen Samaritano, en la cual Jesús terminó llamando a la actividad con ese «anda y haz tú lo mismo». Además, los Evangelios dejan constancia repetidas veces de la intensa actividad del Señor e, incluso, de la preocupación de sus familiares y amigos por la ausencia de descanso. Por lo tanto, no se puede pensar la vida contemplativa que plantea el Evangelio de Marta y María como una pasividad o suspensión de actividad.

La hospitalidad
Sin duda, un tema central este domingo es la hospitalidad, como bien prepara la primera lectura, tomada del libro del Génesis. Ahí, en ese escenario junto a la encina de Mambré, Abrahán recibe a esos tres misteriosos personajes a los que llama Señor, y la tradición ha querido ver representada a la Trinidad. Puesto que para el mundo oriental la acogida al huésped era una obligación de primer orden, el Génesis detalla el caluroso recibimiento ofrecido por Abrahán y Sara, los cuales ofrecen todo tipo de atenciones y alimento. Llama la atención la frase «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo». Se pide, por lo tanto, al Señor que se quede con ellos, ya que se considera un privilegio haber recibido esa visita. En el mismo sentido, la atención con la que escucha María a los pies de Jesús constata, igualmente, que han recibido una visita excepcional. En realidad, ambos pasajes están aludiendo a la gran visita que Dios ha hecho al hombre a través de su encarnación. En el canto del Benedictusdecimos: «por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte». Se produce, por lo tanto, una hospitalidad recíproca. Ciertamente, Abrahán acoge a estos tres hombres y Marta y María reciben a Jesús en su casa, pero en el fondo, quienes reciben se convertirán en los huéspedes del Señor. Los realmente beneficiarios de estos pasajes son Abrahán y Marta y María, hacia quienes Dios ha mostrado su misericordia, del mismo modo que la ha extendido sobre toda la humanidad visitando al hombre, que buscaba desde hacía siglos cómo llegar a Dios. La pregunta del salmo responsorial, «Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?» apoya esta visión, puesto que es Dios mismo el que nos recibe cada vez que le damos cabida en nuestra vida.

La importancia de la escucha de la Palabra
No es posible, por lo tanto, establecer una contraposición entre la vida activa y la contemplativa. Lo que se pretende poner de manifiesto es la relevancia de primer orden de la escucha de la Palabra del Señor. A pesar de que nosotros no vemos a Jesús del mismo modo que Marta y María, seguimos escuchando su Palabra, especialmente en la celebración de la Eucaristía y del resto de los sacramentos; Palabra que sigue siendo eficaz y que es capaz de transformar nuestro corazón y nuestra vida. Así pues, esa «mejor parte» de la que habla el Evangelio es el fundamento de nuestra actividad cristiana. Sabemos de la intensa actividad que desarrollaba el Señor. Pero conocemos también sus largas noches en oración y recogimiento para recibir fuerzas del Padre, a pesar del natural cansancio físico. Así pues, el alimento que recibimos a través de la Palabra del Señor es insustituible y será la garantía de una vida cristiana cargada de sentido.




  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».



Lucas 10, 38-42




jueves, 18 de julio de 2019

Rogad a Dios en caridad por el alma de don Manuel Márquez Márquez, padre, abuelo y tío de hermanos de nuestra Santa Hermandad




Hemos tenido noticia de que falleció el pasado domingo 14 de julio a los 74 años de edad.


sábado, 13 de julio de 2019

Jerez y el regreso de la Esperanza


Magnífico artículo de N.H.D. Marco A. Velo publicado en Diario de Jerez sobre lo vivido por nuestra Hermandad el pasado viernes 5 de julio

Foto: N.H.D. José Soto


 La atardecida es epidérmica. La atardecida ya no acaricia el lomo de las andanzas sin rumbo. Ya no bascula entre el gris mate y el azul oscuro casi negro. Porque ahora todo brota color verde Esperanza. La atardecida ya no es una singladura desorientada. Ni una lengua vernácula que cabrillea dársenas y melindres. La atardecida tiene algo de sustracción del calendario. Y de media verónica a la retrospectiva del tiempo. En la jerezana Capilla del Voto, este pasado viernes día 5. Regresaba la Virgen tras meses de ausencia en un adiós de ida y vuelta que nos sustrajo a los cofrades de las Cinco Llagas como en una especie de concatenación de vacíos sin visualizaciones compensatorias. Como en la antítesis del abrigo materno: como en una extraña vacuidad de las emociones: ¿verdad que sí, María y Alicia y Carmen Ruiz-Henestrosa?

Meses de ausencia de Ti: ausencia que dimanaba de ese (acrisolado) rincón de San Francisco -entonces puntiagudo como nunca, entonces tendente al horror vacui- que ha encarnado la arritmia de la nostalgia. Cada mañana, a las claritas del día, rezar al Divino Nazareno y besar la ingravidez de su talón alzado y, al dirigirte a su derecha, toparte con la nada… Y sacudirte en un amén los versos de Gerardo Diego: “Un día y otro día y otro día./ No verte./ Poderte ver, saber que andas tan cerca,/ que es probable el milagro de la suerte./ No verte./ Y el corazón y el cálculo y la brújula,/ fracasando los tres. No hay quien te acierte./ No verte./ Miércoles, jueves, viernes, no encontrarte,/ no respirar, no ser, no merecerte./ No verte”.

Y regresó la Esperanza: ¡y cómo la recibimos en unción trascendental el equipo de gobierno durante la noche del jueves y cómo se acristalaron de nuevo sus retinas de Mediadora y cómo se humedeció -por el agua bendita de la devoción- nuestra ocular dimensión!: ¿digo verdad Ernesto Romero, Pepe y Cristóbal Barrera, José Andrade? ¡Qué trabajo cum laude de las doctoras en Cirugía de las Cosas de Dios Cristina Espejo y Pepa Segura! ¿Sí o sí, Pepi Guerra e Isabel Mateos, Maribel y Mercedes Rendón?

Cuando la observaba, tan Reina y tan llena de Gracia, durante la eclosión vespertina del viernes, yo estaba contemplando a la misma vez las ciento y pico de miradas de espartos a la cintura que, en madrugadas de Luna de Nisán y tras el anonimato del blanco antifaz, rezan a la Virgen en su palio de plata y oro. ¡Sus hijos nazarenos de sandalias color avellana! Y a los costaleros de Eduardo Torné -¡vamos con Ella, valientes!- y a los de Manolo Campos -cireneos de amor-. Y en todos ellos -nazarenos y costaleros- también el eco de la magistral obra ‘Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen’ del teólogo francés Luis María Grignion de Montfort.

Y, a sus plantas de Soberana, presentí asimismo, -¿verdad que sí Pepe Soto: ¡qué bonita charla sabatina nos regalamos!?- a quienes ya no vemos a simple vista pero que habitan en el fuero interno de las actas de la memoria: ¿acaso en cada flor ofrendada por los niños y bebés de la Hermandad no germinaron al punto los apellidos Martínez Arce, los Guerrero, Fernández de Bobadilla, Soto, Tamayo, Gil, Oteo, Santaolalla, Piñán, Holgado, Atalaya, Quirós, Álvarez Adame? Y en esta remembranza de los hermanos difuntos flotaban de nuevo las páginas de ‘Las Glorias de María’ de San Alfonso María de Ligorio. ¿Estáis conmigo mis Hermanos Mayores Rafael Cordero, Paco Barra y Juan Lupión?

Y en Ella -tan bellamente engalanada por Jesús Tamayo- atisbé la Spes Nostra del mundo: los niños. Porque en chiquillos y adolescentes debe hoy sustentarse cualquier proyecto de Hermandad. ¿O acaso aún no hemos leído ‘María, el Carpintero y el Niño’, de Pedro M. de Iraolagoitia? La Esperanza de San Francisco, ya restaurada, tiene título de libro de Pemán: ‘Lo que María guardaba en su corazón’. Un corazón que sigue irrigando luz. Verdad. Vida.


viernes, 12 de julio de 2019

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

XV Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)
«Anda y haz tú lo mismo»

Nos encontramos con una página del Evangelio, de sobra conocida, en la que el Señor, una vez más, da un nuevo sentido a la cuestión que le plantea uno de sus interlocutores. La parábola del buen samaritano es propia de Lucas, ya que es el único evangelista que la recoge, y guarda un estrecho paralelismo al inicio con el encuentro entre el Señor y el joven rico. Sin rodeos, este maestro de la ley formula a Jesús la pregunta clave: «¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». La pregunta pide una respuesta concreta para la cuestión más importante que el hombre puede plantearse: su propia salvación. Puesto que su interlocutor es un maestro de la ley, sabe de sobra lo que Moisés establecía al respecto. Por eso, el Señor fundamentará su repuesta a partir de lo escrito en la ley. Obviamente, el maestro de la ley sabía que el mandamiento más importante de todos era amar a Dios «con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo».
«Quién es mi prójimo»
Una vez establecido el fundamento del obrar en el amor a Dios y al prójimo, el maestro de la ley, «queriendo justificarse», pregunta a Jesús quién es su prójimo. Tras su excelente respuesta tratará de que el Señor precise los límites del amor que se debe tener hacia los demás. Entre los judíos había discusiones sobre si el amor debía circunscribirse a los miembros de la familia o ampliarse a los de la misma ciudad o, como máximo, llegar hasta los habitantes de la misma nación. Por eso la respuesta-parábola de Jesús es magistral. Comienza afirmando que «un hombre» bajaba de Jerusalén a Jericó. Nada más se nos dice sobre esta persona. No sabemos ni su procedencia, ni su posición, ni sus creencias. Para Jesús nada importa quién fuera. Únicamente se indica que estaba en una situación de extrema necesidad. Es entonces cuando Jesús alude a los dos personajes que pasaron de largo. Es interesante destacar que tanto el sacerdote como el levita eran personas cuyo comportamiento se presumía ejemplar. Y probablemente tenían una buena excusa para no atender al misterioso herido que estaba medio muerto. Una de las razones para pasar de largo podría ser evitar el contacto con la sangre, lo cual implicaría incurrir en impureza legal, inhabilitándose así para el culto, según la ley. Por el contrario, el samaritano, que será el que se detenga, es el paradigma de persona despreciada por los judíos. Sin embargo, de él dice Jesús que «se compadeció», «le vendó las heridas» y «lo cuidó». El Evangelio insiste, por lo tanto, en que la actitud del samaritano no se reduce a un diagnóstico o a experimentar lástima por el gravemente herido, sino que se puso manos a la obra para procurar restablecerle hasta que se curara.
Jesús, el Buen Samaritano
La parábola del buen samaritano cambia por completo el sentido de la pregunta inicial realizada por el maestro de la ley, ya que el Señor pone en el foco de atención no al herido, como prójimo, sino al samaritano, como quien se ha comportado a modo de verdadero prójimo. La respuesta final de Jesús, «anda y haz tú lo mismo», supone una advertencia del Señor a todos los que escuchamos este texto de Lucas. No es posible vivir un amor a los hombres genérico y sin concreción. Para «heredar la vida eterna», pues, no son suficientes las buenas intenciones o propósitos. Es imprescindible hacerse el prójimo, de manera real, de quien nos necesita. Si alguien se ha comportado como verdadero prójimo con nosotros es Jesús, quien nos ha mostrado la misericordia que Dios ha tenido con nosotros, y quien asumiendo en todo la condición humana, salvo en el pecado, nos cura, nos lleva en su propia cruz y nos cuida constantemente. Una vez más, el reconocimiento de Jesucristo como modelo de vida nos ayuda a practicar la misericordia con quien está necesitado de nuestro auxilio.



  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con todo tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”». Él dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».


Lucas 10, 25-37