Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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martes, 28 de febrero de 2012

La Hermandad de las Cinco Llagas recibe carta y diploma conmemorativo del Cuerpo de Acólitos El Cirial

La Real Escuela del Arte Ecuestre fue sede el pasado jueves de un acto que, respaldado por más de 200 cofrades, también acogió la entrega de otros reconocimientos cofradieros y de la presentación del cartel de la Semana Santa 2012 de este conocido grupo de jóvenes acólitos

Fuente: Departamento de Comunicación del GRC.



El Grupo de Acólitos ‘El Cirial’ ha celebrado –con la colaboración directa del Grupo Romero Caballero- su anual sesión pública enmarcada en la Santa Cuaresma. Este año han confluido dos actos en uno. Ambos, naturalmente, ideados y provenientes de la actualidad de este grupo de acólitos presidido por el cofrade Diego Coiras Monge. De un lado la entrega de una serie de reconocimientos que, bajo criterios sujetos a diferentes epígrafes –al momento más emotivo, al carácter altruista, a la fraternidad y concordia-, procuran resaltar la destacada labor de instituciones –penitenciales o no- cuya acción concreta, cuya iniciativa determinada y determinante, cuyo quehacer también oculto subrayen la grandeza –a veces secreta- de la Semana Santa Jerezana. De otra parte la presentación del cartel de la Semana Santa 2012 del Grupo de Acólitos El Cirial.

Tuvo lugar esta actividad (incluida tradicionalmente además dentro de la programación cultural del Grupo Romero Caballero) en la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, el pasado jueves día 23 de febrero, ante un respaldo mayoritario de más de 200 personas.

El cartel de la Semana Santa 2012 del Grupo de Acólitos El Cirial –con foto y diseño de Sergio Coiras- está dedicado este año a la Hermandad de las Angustias. Por este motivo asistió igualmente un amplísimo número de cofrades de dicha señera institución del Domingo de Ramos encabezados por su Hermano Mayor Francisco Mancilla. Igualmente recibieron reconocimiento las siguientes cofradías e instituciones:


- ENTIDAD COLABORADORA: Fue concedido al Grupo Romero Caballero, “por su abnegada colaboración con este Grupo de Acólitos desde el instante de su creación hasta nuestros días. No tenemos palabras para agradecer tantas muestras de respaldo y de consejo sincero”. Recogieron la placa conmemorativa con los logos de ambas entidades tanto el Director de Comunicación como la Secretaria Técnica de Comunicación del GRC Marco Antonio Velo y Silvia del Ojo, respectivamente.

- RECONOCIMIENTO AL MOMENTO MAS EMOTIVO: “Los merecedores – en textuales palabras de los máximos representantes de El Cirial- son la Hermandad de la Oración en el Huerto por una breve, pero intensa estación de penitencia a causa de la lluvia arrancando un sentimiento de tristeza, impotencia y pasión; la Hermandad de Las Angustias por la propia angustia sufrida a causa del viento que azotó la noche del Domingo de Ramos en Jerez de la Frontera; y la Hermandad de la Viga por permitir a este cuerpo de acólitos ascender a la gloria junto con el Santísimo Cristo de la Viga y Nuestra Señora del Socorro. Podría ser cualquiera de ellas por lo que les hacemos entrega de una carta conmemorativa a la Hermandad de Las Angustias y de la Viga y recoge el reconocimiento la Hermandad de la Oración en el Huerto. Hace entrega Tomas Crismán, secretario de El Cirial”.

- RECONOCIMIENTO A LA FRATERNIDAD Y CONCORDIA: “Nuevamente merecen este reconocimiento la Hermandad de la Viga por abrir sus puertas de par en par y recogernos en el seno de su hermandad, la Hermandad de Las Angustias por la amabilidad demostrada en cada visita a Nuestra Madre de las Angustias, a la Hermandad de las Cinco Llagas por enseñarnos a caminar como entidad madre y madrina de este cuerpo de acólitos y la Hermandad de la Sagrada Resurrección por la complicidad entre la Hermandad y el Cirial. Reciben carta conmemorativa Hermandad de las Angustias, Cinco Llagas y Sagrada Resurrección y recoge el reconocimiento la Hermandad de la Viga. Hace entrega José Manuel González, tesorero de El Cirial”.

- RECONOCIMIENTO AL CARÁCTER ALTRUISTA: Le fue entregado este reconocimiento al cofrade de las Cinco Llagas y Loreto y Dircom del GRC Marco A. Velo “por su mimo y entrega incondicional a la formación cristiana y litúrgica de los miembros de ‘El Cirial’ y a la contribución institucional y periodística de todo lo que rodea a este grupo de jóvenes acólitos y servidores de la causa de Cristo”.

Durante el transcurso del acto se recordó la figura –fallecida en la mañana del mismo jueves 23- de quien fuese ejemplar Hermano Mayor de la Hermandad de la Viga, Juan Román Fernández. Al término de la sesión, y por gentileza del Catering Las Vides, se ofreció un jerez de honor.

“Manuel Martínez Arce, mi padre, se levantaba todos los días pensando en su Hermandad de las Cinco Llagas”

La Hermandad de las Cinco Llagas inauguró este pasado viernes una nueva edición del ciclo Memorial Manuel Martínez Arce



Suelto de manos en la tribuna de oradores: apelando a la destreza de los recuerdos, a la magnificencia de una remembranza que le pertenece por derecho propio, por congénita cronología: Manuel Martínez Cano –uno de los actuales hermanos más antiguos de la Hermandad de las Cinco Llagas e hijo de quien fuese alma mater y santo y seña de la misma: Manuel Martínez Arce- dictó el pasado viernes una muy entrañable e ilustradora ponencia en la Sala Capitular de esta señera cofradía de la Madrugada Santa cuyos contenidos enseguida vertieron el ADN de un cofrade ejemplar donde los haya, el legado inmaterial de un estético modo de hacer y de una ética manera de estar, de un espíritu corporativo –institucional- condensado y propagado e irradiado durante toda su existencia por el mencionado Manuel Martínez Arce.

Hablamos de uno de los más activos y pujantes padres de la Semana Santa de Jerez, de un periodista de artículos excelentemente plumeados, de un orador de altos fueros, de un cofrade preclaro. La celebrada este pasado viernes en la Casa de Hermandad del Silencio Blanco fue, en efecto, una conferencia in memoriam. Propicia y propiciatoria además habida cuenta inauguraba otra nueva edición del Ciclo Memorial Manuel Martínez Arce creado allá por los inicios de la década del dos mil.

Martínez Cano –que fue presentado por el Fiscal de Reglas de las Cinco Llagas Ernesto Romero del Castillo en una sesión presidida por el Hermano Mayor de esta corporación Juan Lupión Villar- habló de su padre exprimiendo toda la esponja de la nostalgia. “Mi padre se levantaba pensando en la Hermandad de las Cinco Llagas, almorzaba comentando la actualidad de su Hermandad de las Cinco Llagas y se acostaba preocupado o feliz según le fuesen las cosas a su Hermandad de las Cinco Llagas”.

Y así, en el brocamantón de un puñado de folios, surgió –casi al unísono- la urdimbre de la vida cotidiana y la entrega diaria a la cofradía. El tributo hecho cronología. Martínez Cano se sintió cómodo pues no en balde dominaba la propiedad privada de su propia memoria. Sabía de qué hablaba. Había sido testigo directo de tan hermosa historia. Historia nimbada, claro está, de intrahistorias. Y participó anécdotas de cofrades de los años cuarenta, cincuenta y sesenta que concebían su pertenencia a la Hermandad no sólo como un dignísimo don del cielo sino como una motivación permanente para fundirse en inquebrantables lazos de confraternización.

Regresaron a la palestra de los mejores encomios, nombres y apellidos como Enrique Fernández de Bobadilla y González-Abreu, Sebastián Santaolalla y Romero-Valdespino, Manuel González San Andrés, Rafael Cano Rodríguez, Manuel Tamayo Merino, José Soto Ruiz, Manuel Atalaya, Pepe Gómez, Manuel Guerrero Ramos, Gonzalo Baquero, etcétera.

Todos los presentes coincidieron no tan sólo en la enorme categoría cofradiera de Manuel Martínez Arce –fundador además de la Unión de Hermandades y de la Carrera Oficial junto al asimismo recordado Juan de Mata- sino su señorío en el trato social, su don de gentes, su capacidad de convencimiento al fundamentar cualquier propuesta o cualquier iniciativa o cualquier opinión, su educación elevada a la enésima potencia de la cortesía: era, en suma, un señor.



Entre los innúmeros rescates del ayer a modo de muestreo de un anecdotario enriquecedor, Martínez Cano rememoró lo siguiente: “Cuando apenas cumplí los catorce años ya pude vestir la blanca túnica de mi cofradía. Mi padre, que entonces ocupaba uno de los puestos más relevantes de la Junta de Gobierno y que además era el responsable de la organización de la cofradía y de la formación del cortejo, quiso aquel año portar un cirio para figurar de pareja de su hijo. Quiso estar conmigo, a mi lado, en mi primera estación penitencial”. Para Martínez Arce supuso un más alto honor sentir el latido de su hijo en su primera estación de penitencia que empuñar cualquier insignia que por cargo de hecho le correspondiese. Así era ‘don Manuel’ para las esencias de su sentir cofradiero.

Manuel Martínez Cano ya se convertiría en lo sucesivo en un nazareno fiel a la cofradía, donde además llevó “de todo: cirio, bocina, vara…” y sin embargo acentuó su evocación en la asignada responsabilidad de portar la actual Cruz de Guía de la Hermandad desde el año de su estreno, 1967, hasta el año 1988. “Mi padre ni siquiera me consultó mi preparación o no para asumir esta misión del horario de la cofradía y llevé la Cruz de Guía más de veinte años”.

Al final de su ponencia del pasado viernes, y de manos del máximo representante de las Cinco Llagas Juan Lupión Villar, recibió precisamente una fotografía en blanco y negro del cortejo nazareno del año 1967 encabezado por la entonces novedosa Cruz de Guía de la Hermandad de las Cinco Llagas a la sazón portada por un joven y anónimo nazareno de apenas veinte años.

Solemnes Ceremonias de Besamanos



La imposición de la ceniza nos recuerda que nuestra vida en la Tierra es pasajera y efímera y que la vida definitiva está en el Cielo…

Siempre, la oración es el instrumento más importante para estar más cerca de Dios, pero en este tiempo de inicio de la Cuaresma, la oración debe convertirse, aún más si cabe, en un ejercicio continuo para que podamos mover los cimientos de nuestro interior, seamos conscientes del legado que hemos heredado y lo transmitamos como así nos lo pide la Santa Madre Iglesia.

Y en esta dulce exhortación a la oración, a la que nos sentimos llamados y a la que nos debemos unir como cristianos, debemos fomentar la devoción a Cristo y a María Santísima y debemos irradiar y fomentar la devoción a nuestros Sagrados Titulares.

Al sentirnos llamados por Cristo, tenemos mucho que decir como Hermandad, como instrumento de la Iglesia, como fieles seguidores de Cristo, como parte de su Cuerpo Místico…





Por ello, Nuestro Padre Jesús de la Vía-Crucis estuvo en Solemne Ceremonia de Besamanos el pasado Miércoles de Ceniza, donde el pueblo de Jerez acudió en masa, donde los fieles guardaron cola para besarle sus benditas y venerables manos.







Muchos fueron los fieles que rezaron ante la Imagen de Nuestro Padre Jesús de la Vía-Crucis. De entre los entrañables momentos que se sucedieron a lo largo del día, se encuentra aquel en el que un grupo de hermanas clarisas abandonaron su clausura, por un momento, para besar las manos del Divino Nazareno Franciscano.



Otras benditas imágenes de nuestra ciudad, también estuvieron en Solemne Ceremonia de Besamanos y Besapiés el Miércoles de Ceniza. Entre ellas, la Imagen del Santo Crucifijo de la Salud. La Junta de Gobierno de nuestra Hermandad aprovechó la ocasión para besar sus benditos pies y realizar la tradicional ofrenda floral.










Asimismo, María Santísima de la Esperanza permaneció en Solemne Ceremonia de Besamanos el primer Domingo de Cuaresma donde fieles y devotos acudieron a besar sus benditas manos en señal de oración, entrega, acción de gracias por su intercesión y protección maternal ante los males de este mundo.















Posteriormente, tras la clausura del Solemne Besamanos, miembros de la Junta de Gobierno hicieron entrega de un ramo de flores a María del Dulce Nombre - Maruchi- Pemán Domecq, viuda de NHD Ramón Guerrero González, recientemente fallecido, como muestra de recuerdo y admiración que le tenía y tiene nuestra corporación nazarena.
Maruchi Pemán, junto a sus hijos y con ejemplarizante humanidad, agradeció el gesto.

La Junta de Gobierno agradece a todos los hermanos y devotos su participación y apoyo en estos días en los que nuestros Amantísimos Titulares han estado más cerca del pueblo de Jerez.



Carta pastoral cuaresma 2012




A todos los fieles diocesanos:

Acabamos de comenzar un tiempo de salvación y de gracia: la Santa Cuaresma. El Concilio Vaticano II habla de ella como una preparación a la celebración del Misterio Pascual durante la cual, los fieles, se entregan más intensamente a oír la Palabra de Dios, a la oración y la práctica de la penitencia en el recuerdo de las distintas etapas del Bautismo. (Cf. SC 109).

Es éste, por tanto, un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, nos abramos a la fuerza y al mensaje de la Resurrección del Señor y recorramos un camino de fe, en una peregrinación hacia la fuente de donde mana toda la gracia de la que vive la Iglesia y a la que ahora yo os invito a recibir participando activamente en estos cuarenta días, en que, a imagen del camino de Israel hacia la tierra prometida, o del combate de Jesús en el desierto, nos sintamos miembros del mismo Pueblo de Dios y del mismo Cuerpo de Cristo, la Iglesia.

En el mensaje de cuaresma de este año, el Santo Padre, nos invita a reflexionar sobre el texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24); en él nos exhorta a profundizar en la caridad entendida en toda su verdad: espiritual, social y moral.
Y para crecer en la caridad es necesario, en primer lugar, fijarse en Jesús, cuya Palabra se hizo carne entre nosotros (Cf. Jn 1, 14).

Y mirar a Jesús conlleva convertir nuestro corazón a Dios que nos permita no sólo “ver a Jesús” (Cf Jn 12, 21), sino profundizar en las riquezas del misterio pascual de Cristo para que, renovados en la penitencia, podamos disfrutar de los frutos de la redención, porque “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Cf. Jn 15, 13).

En este tiempo estamos llamados a “reconciliarnos con Dios”, como nos exhorta San Pablo (Cf. 2 Cor 5, 20) mediante la penitencia y la celebración del Sacramento del perdón, manifestando así que nuestra caridad comienza en el sacrificio de Jesucristo “para el perdón de los pecados” (Cf Mt 26, 28), y es fruto del conocimiento y de nuestra identificación con Él, pues -como repetía el beato Juan Pablo II-, para el cristiano el camino de Dios pasa siempre junto a la casa del hermano.

Y es en ese caminar donde se inscribe el mensaje del Papa exhortándonos a “fijarnos los unos en los otros para estímulo de la caridad”, afirmando que:
“Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien…el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón”.

Como podemos ver la atención al otro exige no mostrarse extraño ni indiferente a la suerte de los demás y a preocuparse de su bien, de todo su bien. Es verdad que a menudo prevalece en nosotros la indiferencia o el desinterés que nace del egoísmo. Estamos tan marcados por el relativismo y sus falsos valores, que no nos atrevemos a señalar, cuando es necesario, el camino equivocado que muchos llevan arrastrando a otros en la misma dirección. Les cuesta trabajo a los padres reprender a sus hijos, recordarles sus deberes o advertirles del peligro de los placeres irresponsables. También nosotros mismos reaccionamos mal si alguien nos corrige o nos señala una forma de mejorar. Sin embargo, no podemos ignorar que tenemos una responsabilidad respecto a los otros y esta responsabilidad significa querer el bien del otro, de los otros, deseando que ellos también se abran al bien y a la gracia.

La solicitud por el bien de los otros nos lleva, por un lado, a ser conscientes de que en nuestra sociedad existen muchas personas a las que no se les ha anunciado de forma adecuada la Buena Nueva. Por otro a descubrir en esta Cuaresma una ocasión para renovar nuestra tensión misionera, nuestros métodos de predicación y de testimonio para que resuene intensamente el mensaje de la salvación.

Igualmente la caridad espiritual nos mueve a ejercer la corrección fraterna con aquellos hermanos que habiendo escuchado y creído el Evangelio, están alejados del Espíritu de Dios. Es éste un tiempo adecuado para llamarlos a avivar la fe, a salir de ese divorcio entre la fe profesada y la vida de espaldas a los valores evangélicos. Y para ofrecerles la oportunidad de la conversión mediante la integración activa en la vida de la comunidad cristiana, pues como dice la Escritura: “ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación” (2Cor 6,2).

Por último, nos invita a no olvidar las profundas necesidades materiales de pan, trabajo, casa, etc. por las que pasan tantas personas en estos momentos. Os invito, pues, en esta Cuaresma, a ser generosos para ayudar a tantos hermanos que sufren la crisis económica, a abrir el corazón para escuchar el sufrimiento del pobre, teniendo siempre presente las palabras de Jesús “porque tuve hambre y me distes de comer, estuve enfermo y me visitasteis…”. (Cf. Mt 25).

La Iglesia, como madre espiritual nos recuerda las armas del combate: el ayuno –porque “no sólo de pan vive el hombre” (Cf Lc 4,4); la penitencia –como mortificación de aquellas pasiones que nos dominan; la limosna para combatir la idolatría de la codicia (Col 3, 5); y la oración, sobre todo, en su dimensión personal de cara al Señor: “y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará” (Cf Mt 6,6).

Aprovechar las celebraciones litúrgicas –tan abundantes en este tiempo-, así como la preparación y participación en el “Día del Seminario” y en la “Jornada por la vida” que celebraremos en la semana del 19 al 25 de Marzo, es también una oportunidad a nuestro alcance y una forma de sentirnos peregrinos y caminantes al encuentro del Señor.

Pidamos, por último a la Santísima Virgen María que nos ayude a recorrer el itinerario cuaresmal unidos –como Ella- a su Hijo, el Señor, y a toda la Iglesia en este tiempo de gracia y salvación “hacia las fuentes de la vida eterna” (Cf Sal 23).

+ José Mazuelos Pérez
Obispo de Asidonia-Jerez

viernes, 24 de febrero de 2012

Viernes 24 de febrero: Primer Via Crucis de Cuaresma y Ciclo Memorial Martínez Arce

Los viernes de Cuaresma, tras la misa de 20,00 horas, realizaremos el piadoso ejercicio del Vía-Crucis en la Iglesia Conventual de San Francisco.

Teniendo en cuenta que San Francisco de Asís acentuó y desarrolló grandemente la devoción a la Pasión de Jesús, instamos al cuerpo de hermanos concurran a tan edificantes ejercicios. Estos piadosos actos sustituirán a los rezos semanales.

VII CICLO DE CONFERENCIAS COFRADIERAS MEMORIAL MANUEL MARTÍNEZ ARCE

Hoy viernes 24 de febrero a las 21´30 horas en nuestra Sala Capitular de nuestra Hermandad (C/ Diego Fernández Herrera, 6 y 8), el cofrade veterano de esta Hermandad de las Cinco Llagas e hijo del recordado Martínez Arce, Don Manuel Martínez Cano hablará sobre "Don Manuel Martínez Arce, esencia de nuestra Hermandad".

lunes, 20 de febrero de 2012

Besamanos a nuestros Sagrados Titulares























Con el fin de singularizar, aún más si cabe, las Solemnes Ceremonias de Besamanos como un acontecimiento único y de evidente trasfondo espiritual, Nuestro Padre Jesús de la Vía-Crucis permanecerá en Solemne Ceremonia de Besamanos el próximo Miércoles de Ceniza, 22 de febrero durante todo el día.

Asimismo, María Santísima de la Esperanza permanecerá en Solemne Ceremonia de Besamanos durante el primer domingo de Cuaresma, 26 de febrero.

Rescatamos hoy un artículo que, referido al Besamanos del Señor de la Vía-Crucis, hemos solicitado a nuestro hermano Marco A. Velo, Diputado de Protocolo y Relaciones Institucionales, quien publicó dicha glosa periodística en el periódico Jerez Información el Miércoles de Ceniza del año de Gracia del Señor de 2007.

Ingrávido en San Francisco


Y el Señor –mentor y adalid- de nuevo en solemne ceremonia de besamanos. Memorial de un Jerez antiguo que regresa por el camino más corto de la Fe hecha introspección del alma. Visitado por la multitud. Ingrávido su portento. En besamanos, sí, contra el túmulo del vacío. Contra el hastío de los subterfugios morales. Contra el picaporte de la cotidianidad. Contra las solfas de los pensamientos injustos. Contra las cubiertas de las entrañas podridas. Contra las trizas de la intransigencia. Contra los muros de la descreencia. Contra los lomos de los repudios humanos. Contra el linchamiento de la honestidad ajena. Contra los estertores de la mentira. Contra el resbalamiento de las ilusiones conjuntas. Contra la corrupción del poder. Contra el afán de notoriedad. Contra las máscaras neutrales. Contra las desgracias reiteradas. Contra las lenguas viperinas que propalan vilipendios a diestro y siniestro. Contra los crímenes execrables. Contra los cicerones de la polémica sinsentido. Contra los maleantes de las vidas prójimas. Contra los maremotos de los oprobios gratuitos. Contra los negativos de condición. Contra la malignidad de las estrategias burdas. Contra la indiferencia de buena parte de la sociedad… Contra los escapes del insulto encubierto. Contra la tergiversación de los cabreados crónicos. Contra el germen de cualquier otra guerra internacional…

En besamanos, sí, contra los camellos de las sustancias blancas. Contra quienes propinan palizas a la niña de sus ojos. Contra los violadores de la intimidad otra. Contra la desinformación a sabiendas… Contra las energías malgastadas en iracundas trifulcas. Contra la apatía frente a la potencialidad del futuro inmediato. Contra las secuelas del rencor. Contra las huellas del resentimiento. Contra el infortunio de los inocentes. Contra la ceguera de miradas que jamás ven más allá de lo puramente visible. Contra la sintonía del indiferentismo. Contra el pentagrama del abrazo desafinado. Contra las cuerdas del pugilato insensible a la fraternidad. Contra la escaramuza de la confusión por la mera confusión. Contra las falsedades del mundo vigente. Contra la intolerancia de los sectores radicales. Contra el libertinaje de la murmuración. Contra la fábula de las intenciones subrepticias. Contra la moraleja de los intereses creados. Contra el apego de la ojeriza…

Así y a tal fin, gallardo y sublime, tenue y portentoso, se mostrará el Señor de la Vía-Crucis en San Francisco. Limpio como la pureza de su mensaje. Cristalino como la transparencia de su Palabra. Esperando la sobrevenida de los fieles en cataratas de solemne peregrinación. La túnica revestida, recolocada, revisitada por el terciopelo de una plegaria. El cíngulo verticalizando la ascensión de su eternidad. Los pies, sí, los pies descalzos como no pocos de sus hijos cubiertos por la dimensión del silencio cuando la Santa Madrugada anuncia capirotes blancos tras las esquinas de la memoria. La cruz presente a pesar de presentida. La cruz presente aunque indisoluble a la trascendencia de su camino de la luz. La cruz presente y ausente sin embargo.

El Divino Nazareno Franciscano dedicando media verónica a las torceduras fraternales del Universo. Observamos su figura plantada en los medios de la Capilla del Voto. Arropado por la elegante estética del instante. Por el sobrio estilo cofradiero que muy cariñosamente codirigen los mayordomos. Por la finitud archisabida de los hermanos allí concurrentes. Por el sempiterno regreso de los cofrades que Gloria hayan. Por la tácita estancia de Manolito Guerrero entre aquellos que no confundieron los sentimientos del corazón -¡del amor profundo!- con la dudosa significación del sentimentalismo ulterior.

Los cofrades de las Llagas saben que el Señor de la Vía-Crucis baja a la altura de los hombres para luchar contra las inmundicias. Para insuflar el cariño que profesa a sus hijos sin decir siquiera oxte ni moxte. Los cofrades de las Llagas flanquean la estampa de un Cristo paciente y salvador. Enorme como la estatura de la tradición. Insigne como las formas de sus penitentes anónimos. Propagador de paz. De unidad. De verdad.

domingo, 19 de febrero de 2012

Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2012



«Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24)

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.

Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24).

Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.

1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.

El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús invita a los discípulos a «fijarse» en los pájaros del cielo, que no se afanan y son objeto de la solícita y atenta providencia divina (cf. Lc 12,24), y a «reparar» en la viga que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el ojo del hermano (cf. Lc 6,41).

Lo encontramos también en otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como invitación a «fijarse en Jesús» (cf. 3,1), el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada».

También hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón.

El Siervo de Dios Pablo VI afirmaba que el mundo actual sufre especialmente de una falta de fraternidad: «El mundo está enfermo. Su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Carta. enc. Populorum progressio [26 de marzo de 1967], n. 66).

La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es «bueno y hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades.

La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del hombre.

En la parábola del buen Samaritano, el sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia, delante del hombre al cual los salteadores habían despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del rico epulón, ese hombre saturado de bienes no se percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de hambre delante de su puerta (cf. Lc 16,19). En ambos casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con amor y compasión.

¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre.

En cambio, precisamente la humildad de corazón y la experiencia personal del sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía: «El justo reconoce los derechos del pobre, el malvado es incapaz de conocerlos» (Pr 29,7). Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt 5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza.

El «fijarse» en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos. No era así en la Iglesia de los primeros tiempos y en las comunidades verdaderamente maduras en la fe, en las que las personas no sólo se interesaban por la salud corporal del hermano, sino también por la de su alma, por su destino último.

En la Sagrada Escritura leemos: «Reprende al sabio y te amará. Da consejos al sabio y se hará más sabio todavía; enseña al justo y crecerá su doctrina» (Pr 9,8ss). Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un pecado (cf. Mt 18,15). El verbo usado para definir la corrección fraterna —elenchein—es el mismo que indica la misión profética, propia de los cristianos, que denuncian una generación que se entrega al mal (cf. Ef 5,11). La tradición de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de «corregir al que se equivoca». Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar.

Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano. El apóstol Pablo afirma: «Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado» (Ga 6,1).

En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. Incluso «el justo cae siete veces» (Pr 24,16), dice la Escritura, y todos somos débiles y caemos (cf. 1 Jn 1,8). Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros.

2. “Los unos en los otros”: el don de la reciprocidad.

Este ser «guardianes» de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad cristiana no debe ser así.

El apóstol Pablo invita a buscar lo que «fomente la paz y la mutua edificación» (Rm 14,19), tratando de «agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación» (ib. 15,2), sin buscar el propio beneficio «sino el de la mayoría, para que se salven» (1 Co 10,33). Esta corrección y exhortación mutua, con espíritu de humildad y de caridad, debe formar parte de la vida de la comunidad cristiana.

Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social. En la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios de virtud y de caridad, que se multiplican. «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25), afirma san Pablo, porque formamos un solo cuerpo.

La caridad para con los hermanos, una de cuyas expresiones es la limosna —una típica práctica cuaresmal junto con la oración y el ayuno—, radica en esta pertenencia común. Todo cristiano puede expresar en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único cuerpo que es la Iglesia. La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer el bien que el Señor realiza en ellos y agradecer con ellos los prodigios de gracia que el Dios bueno y todopoderoso sigue realizando en sus hijos. Cuando un cristiano se percata de la acción del Espíritu Santo en el otro, no puede por menos que alegrarse y glorificar al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).

3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad.

Esta expresión de la Carta a los Hebreos (10, 24) nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad, el camino constante en la vida espiritual, a aspirar a los carismas superiores y a una caridad cada vez más alta y fecunda (cf. 1 Co 12,31-13,13). La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, «como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (Pr 4,18), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Así la Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13). En esta perspectiva dinámica de crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.

Lamentablemente, siempre está presente la tentación de la tibieza, de sofocar el Espíritu, de negarse a «comerciar con los talentos» que se nos ha dado para nuestro bien y el de los demás (cf. Mt 25,25ss). Todos hemos recibido riquezas espirituales o materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación personal (cf. Lc 12,21b; 1 Tm 6,18). Los maestros de espiritualidad recuerdan que, en la vida de fe, quien no avanza, retrocede.

Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31). Al reconocer y proclamar beatos y santos a algunos cristianos ejemplares, la sabiduría de la Iglesia tiene también por objeto suscitar el deseo de imitar sus virtudes. San Pablo exhorta: «Que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10).

Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10). Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua. Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma, os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.

Vaticano, 3 de noviembre de 2011
BENEDICTUS PP. XVI

sábado, 18 de febrero de 2012

La Diócesis de Asidonia-Jerez se prepara para la llegada de la Cuaresma



Fuente: Gabriel Álvarez, delegado de Medios de Comunicación Social - Diócesis Asidonia-Jerez

Monseñor José Mazuelos Pérez presidirá la celebración de la Eucaristía en la que, el próximo miércoles a las 20 horas en la Catedral, será impuesta la ceniza a los fieles

La ceniza en la frente de los fieles será signo, el próximo miércoles día 22 de febrero, de la llegada del tiempo litúrgico de Cuaresma, el que prepara la llegada de la Pascua y que se reviste de oración, ayuno y limosna como símbolos de la verdadera conversión que se reclama de los cristianos.

El obispo diocesano, monseñor José Mazuelos Pérez, tiene previsto oficiar la celebración de la Eucaristía que tendrá lugar ese día, a las 20 horas, en la Santa Iglesia Catedral. Él mismo se ocupará, al final de la misa, de imponer la ceniza a los participantes. Todos los templos acogerán ceremonias similares.

Convivencia cuaresmal de la Pastoral Juvenil

Por otra parte, la Delegación Diocesana de Pastoral Juvenil ha convocado una convivencia cuaresmal para los chicos y chicas de toda Asidonia-Jerez que tendrá lugar en la Cartuja de Santa María de la Defensión y que se celebrará el domingo día 25 de febrero. Se ha previsto que tenga lugar entre las 10 y las 13 horas.

Se trata de una cita que aspira a reunir a todos los jóvenes que deseen participar en esta preparación para el tiempo de Cuaresma y que, en el clima distendido con el que se convoca los invita a participar en una comida compartida que fortalezca el sentido de convivencia.

Santo Evangelio según San Marcos 2, 1-12

Domingo 7º del tiempo ordinario



Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos, que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la Palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.

Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?».

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso?¿Qué es más fácil: decirle al paralítico “tus pecados quedan perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar?». Pues, para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados… entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa». Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

Comentario del Rvdo. P. D. José Pedro Manglano Castellary

Un suceso fácil de imaginar con pelos y señales: aprovecha para meterte en la actitud y sentimientos de cada uno (los amigos, el paralítico, Jesús, el gentío, el dueño de la casa…). Y las reacciones ante cada palabra o acto de Jesús. Y aprende.

Dile qué quieres hacer como unos y como otros, qué quieres que a ti te diga lo que a fulano o a mengano, y que te haga esto o aquello. El primer interés de Jesús es el del alma de aquel enfermo. Primero el alma, después el cuerpo. ¿Qué me preocupa más del prójimo, su alma o su cuerpo? ¿Y de mí mismo

miércoles, 15 de febrero de 2012

Función Principal de Instituto y homenaje a nuestro hermano don José Pacheco Millán



La Hermandad de las Sagradas Cinco Llagas celebró solemnemente su Función Principal de Instituto el pasado domingo día 5 de febrero. A las doce del mediodía del antiguo domingo de septuagésima, como marca la tradición y las Reglas de esta señera corporación, se puso en marcha la comitiva litúrgica que presidía el Rvdo. P. Francisco Varela Figueroa, que se estrenó de modo más que brillante en la predicación de unos cultos de cofradías merced a su recién estrenado sacerdocio. Como concelebrante actuó el Rvdo. P. Fray Sixto Burgos Aguado O.F.M., guardián de la Comunidad de franciscanos del Real Convento de San Francisco, sede canónica de la cofradía, así como director espiritual de la misma.

Las naves de la iglesia llenas como sólo ocurre cada año el Miércoles de Ceniza, los hermanos que se reencuentran para celebrar juntos y con sus mejores galas el día grande de la Hermandad, a la que acompañaron representaciones de todas las hermandades de la Madrugá, así como del nuevo Consejo Local representados por el Presidente, don Pedro Pérez Rodríguez, y el Vicepresidente, don José Antonio Casas Gómez. Ameniza la celebración eucarística la Coral de Ntra. Sra. del Carmen Coronada, que llega a la máxima emotividad tras la proclamación de la fórmula del juramento, y comenzar, uno a uno, los hermanos, y ante los dos sacerdotes y el evangeliario, a profesar su voto de devoción.

Recuerdo sentido en la oración de los fieles para dos ilustres hermanos que nos acaban de dejar para partir a la Casa del Padre: don Ramón Guerrero González y don Carlos González Rivero, a la sazón números uno y dos de la Corporación. Piedad y gozo vividas en una jornada que tuvo como colofón el homenaje al hermano que cumple este año las bodas de oro como cofrade de la Hermandad: don José Pacheco Millán. Se produjo momentos antes de la comida de Hermandad que tuvo lugar en la Escuela de Hostelería, y en el que el hermano mayor, don Juan Lupión Villar desgranó con un sentido discurso, la personal trayectoria cofrade de tan distinguido hermano.



domingo, 5 de febrero de 2012

Domingo de Función

Por: Ernesto Romero del Castillo, Fiscal de Reglas

El amanecer traspasa luminoso las persianas del alma. Y nos levantamos de un salto. Es el día. La suave ropa planchada incluye estrenos diversos, seguro que de reyes. Tal vez la camisa, el traje, pero, por supuesto, la corbata. Porque es un día para estrenar, al menos la ilusión de vivirlo con plenitud, y en hermandad.

Gustaremos de llegar pronto a la cafetería frente a la iglesia. Ojearemos el periódico mientras degustamos la sabrosa tostá con aceite a la que seguro nos invitará algún miembro de la corporación. Y se entablará la primera tertulia en torno a diversas cuestiones tales como alguna noticia de última hora, el pasado Quinario o el planteamiento del día de hoy.

Sin darnos apenas cuenta se echará encima la hora de la celebración, y cruzaremos la calle para adentrarnos en la ceremonia más solemne que el año nos va a deparar. Comienza la procesión. La música sacra del coro se entremezcla con el incienso que aporta el turíbulo, y que pronto lo envuelve todo. Los acólitos marchan dos a dos, precediendo a los sacerdotes, hasta llegar al altar. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…la Hermandad presenta ante el Altísimo sus intenciones, trabajos y luchas de todo un año. La Palabra de Dios se proclama… y se hace vida. La homilía es todo un programa de intenciones cristiano-cofrades.

Seguidamente, la pública profesión del voto habrá de marcar la jornada. Un año más, largas filas de cofrades aguardarán su turno para refrendar con el “así lo confieso y creo, lo prometo y juro…” la fórmula de la defensa de los más altos dogmas de la fe católica, por la que, como aquélla misma afirma, “estamos dispuestos a derramar, si preciso fuere, hasta la última gota de nuestra sangre”.

Vocación al martirio, muy oportuna, mas muy exigente en tiempos difíciles. ¡Vaya paradoja! Cuando el hedonismo y el relativismo parecen ganar la partida en nuestra sociedad, aportando un dios a la medida del propio egoísmo, en nuestros templos los cofrades juran por cientos creer firmemente lo que el mundo rechaza. Motivo de alegría, y de esperanza. Y de orgullo para cualquier dirigente el contemplar, vara en mano desde ese mismo altar -humilde pero insigne en la representatividad que le corresponde- cómo cada cofrade profesa su voto rodilla en tierra y con la mano derecha sobre el Santo Evangelio. No es una apariencia, es una realidad; no un fingimiento, sino una proclamación sincera.

Y ese sano orgullo se redobla si son familias enteras las que suben a ese altar. Transmisión de la fe de padres a hijos, de sentir cofradiero de abuelos a nietos. La familia como protectora de tan altos valores.

Nos unimos al Jesús que luego acompañamos en Semana Santa mostrándolo a la ciudad. Participaremos del banquete de la Eucaristía para luego poder participar en el de la convivencia de la cofradía. Reencuentro y copa con hermanos a los que no vemos, que están fuera. Homenajes a los que cumplen aniversario. Respeto y veneración por nuestros mayores –los mismos que esta perversa sociedad trata con tanto desdén-. La hermandad que se une, la hermandad que se quiere. Palabras de aliento del hermano mayor. Sonrisas cómplices y satisfacción cumplida de compartir un año más el misterio del gozo que acabamos de comenzar.

Cae la tarde. Despedidas hasta pronto y mejores deseos para la estación de penitencia. Todo eso y mucho más da de sí una Función Principal de Instituto. Comienza la cuenta atrás y sólo se espera la coherencia que ante Dios y ante los hombres nos queda todo un año por demostrar.

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 1, 29-39

Domingo 5º del tiempo ordinario

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: “Todo el mundo te busca”. Él les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido”. Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios

Comentario del Rvdo. P. D. Francisco Catarineu

Hoy, contemplamos a Jesús en Cafarnaúm, el centro de su ministerio, y más en concreto en casa de Simón Pedro: «Cuando salió de la sinagoga se fue (...) a casa de Simón y Andrés» (Mc 1,29). Allí encuentra a su familia, la de aquellos que escuchan la Palabra y la cumplen (cf. Lc 8,21). La suegra de Pedro está enferma en cama y Él, con un gesto que va más allá de la anécdota, le da la mano, la levanta de su postración y la devuelve al servicio.

Se acerca a los pobres-sufrientes que le llevan y los cura solamente alargando la mano; sólo con un breve contacto con Él, que es fuente de vida, quedan liberados-salvados. Todos buscan a Cristo, algunos de una manera expresa y esforzada, otros quizá sin ser conscientes de ello, ya que «nuestro corazón está inquieto y no encuentra descanso hasta reposar en Él» (San Agustín).

Pero, así como nosotros le buscamos porque necesitamos que nos libere del mal y del Maligno, Él se nos acerca para hacer posible aquello que nunca podríamos conseguir nosotros solos. Él se ha hecho débil para ganarnos a nosotros débiles, «se ha hecho todo para todos para ganar al menos algunos» (1Cor 9,22).

Hay una mano alargada hacia nosotros que yacemos agobiados por tantos males; basta con abrir la nuestra y nos encontraremos en pie y renovados para el servicio. Podemos “abrir” la mano mediante la oración, tomando ejemplo del Señor: «De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración» (Mc 1,35).

Además, la Eucaristía de cada domingo es el encuentro con el Señor que viene a levantarnos del pecado de la rutina y del desánimo para hacer de nosotros testigos vivos de un encuentro que nos renueva constantemente, y que nos hace libres de verdad con Jesucristo.

miércoles, 1 de febrero de 2012

En su altar de cultos...

Fuente: www.cofrademanía.com (por Andrés Cañadas Salguero)



Pasaban pocos minutos de las ocho y media de la tarde de ayer, cuando desde la sacristía de San Francisco partió una luminaria comitiva compuesta por Cruz de Guía, dos filas de hermanos con luz, y cuerpo de acólitos, aquellos que tenían como única misión recoger al Señor de la Vía Crucis en la capilla del Voto, para acompañarlo silente, hasta el presbiterio del convento franciscano.

Un silencio escalofriante sólo roto por los leves pitidos y chasqueos de las cámaras digitales, inundaba los espacios absolutos, y fue entonces que la coral compuesta por integrantes de la del Carmen, entonó el famoso "No me mueve mi Dios, para quererte..."

Así comenzó un traslado que ya se ha convertido en una de las antesalas, una más, de nuestra cercana Cuaresma, un traslado que hoy dejará paso al quinario de la cofradía de las Sagradas Cinco Llagas, una de esas hermandades habitualmente más preocupadas del fondo que de las formas, como así fue siempre, como así deberá seguir siendo.

Al final, claveles rojos en las manos de casi todos los que se marchaban para casa, anónimos acompañantes de un Nazareno que ayer volvió a trazar esa senda por la que todos tarde o temprano caminamos.

Ya está el Señor en el altar mayor de San Francisco. Como todos los años...