Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 28 de junio de 2020

sábado, 27 de junio de 2020

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA


XIII Domingo del tiempo ordinario (ciclo A)
La identificación con la vida y la misión del Señor

Si hubiera que escoger una frase significativa, a modo de titular, en el pasaje evangélico de este domingo, probablemente nos fijaríamos en la afirmación: «El que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí». La fuerza de este enunciado se encuentra en que contiene la palabra cruz, que inmediatamente es asociada por el cristiano a la mayor entrega que alguien ha mostrado por los hombres: Jesucristo dando su vida por nosotros. Pero, al mismo tiempo, la fuerza de la cruz no puede detenerse en ser un simple instrumento de tortura o el lugar físico donde Jesús muere. La grandeza del acontecimiento de la cruz está en que a través de la cruz se nos ha dado la vida. Este ha de ser, por lo tanto, el punto de partida para poder comprender lo que el Evangelio de este domingo pretende enseñarnos. Una de las claves para captar con profundidad el sentido de estas palabras aparecerá, de hecho, en la segunda lectura, tomada de la carta de san Pablo a los romanos, que identifica nuestro Bautismo con un Bautismo en la muerte de Jesús, para, más adelante, vincular con la Resurrección del Señor la vida nueva a la que se nos llama. Así pues, aunque el Evangelio de este domingo se detenga en las exigencias del discipulado, no podemos perder de vista que la meta y la recompensa, como dice el texto, de todo lo que se nos pide, ya está presente, puesto que ya disfrutamos de la vida eterna que se nos ha comunicado mediante el Bautismo y el resto de los sacramentos.

Perder y encontrar la vida
No es la primera vez que el Evangelio adopta el recurso literario de la paradoja con la finalidad de subrayar la grandeza de aquello que se nos promete. También puede resultar exagerada la alusión a dejar en segundo plano el amor a los padres o los hijos, dejando entrever una cierta oposición con el amor debido al Señor. Sin embargo, no es abolir el cuarto mandamiento lo que pretende Jesús, sino hacernos comprender que el discipulado no admite medias tintas. Debemos tener en cuenta que, en la época en la que el Señor pronunciaba estas palabras, la familia tenía incluso más importancia efectiva de la que tiene ahora. El vínculo con la familia proporcionaba no solo una estabilidad afectiva, sino, en caso de enfermedad, una atención personal, así como una defensa frente a la inseguridad reinante, difícil de obtener fuera de los padres o de los hijos. Así pues, la llamada del Evangelio no trata tanto de abandonar a la familia como de abandonarse en las manos del Señor. Perder la vida implica, ante todo, tener esta disposición interior sin buscar nada a cambio. El testimonio de los mártires y de los santos a lo largo de la historia ha dado sobradas pruebas, además, de que el abandono verdadero en las manos de Dios nunca ha ido acompañado de tristeza o sensación de haber perdido algo en la vida, sino, por el contrario, de la mayor alegría y paz que el hombre puede experimentar.

La hospitalidad hacia el discípulo
En línea con la primera lectura de este domingo, el Evangelio contiene unas significativas palabras del Señor que llaman a acoger a sus enviados, distinguiendo varias categorías: apóstoles, profetas, justos y pequeños. Todos ellos son discípulos de Cristo que, a su manera, anuncian la Buena Noticia y quieren vivir cuanto han aprendido del Maestro. Sabemos que para los pueblos orientales de esa época, la hospitalidad era un deber primario desde el punto de vista humano y religioso. Sin embargo, Jesús no se limita a valorar muy positivamente al que cumple con esta obra de misericordia, sino que, a la luz de este y otros pasajes del Evangelio, señala que quien atiende a quien necesita algo es como si lo hiciera con el mismo Jesús.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».


Mateo 10, 37-42






viernes, 26 de junio de 2020

Interesante entrevista al Ministro general de la Orden de Hermanos Menores Conventuales y 120 sucesor de san Francisco de Asís



Fray Carlos Alberto Trovarelli, ministro general de la Orden Conventual



Fr. Carlos A. Trovarelli: "El Covid-19 es una oportunidad para ser hermanos entre nosotros y con la creación"


El XXI Capítulo Provincial, que previsiblemente comenzará el 1 de julio próximo en El Pardo-Madrid, será la ocasión para la primera visita de Fr. Carlos A. Trovarelli a la Provincia de España desde que fuera elegido, el 25 de mayo del año pasado.

"He pasado la cuarentena con la actitud de quien contempla tratando de comprender lo que sucedía y de descubrir cuál era nuestro «lugar» como franciscanos en esta extraña situación".

"La hospitalidad -como lección del coronavirus- es una de las variantes de la fraternidad y del sentirse criatura".

"África, Asia y gran parte de América Latina presentan los desafíos de quien crece, y el «norte del mundo» presenta los desafíos de quien necesita reestructurarse, renovarse".

Fuente: RELIGION DIGITAL

 

26.05.2020 | Luis Esteban Larra/Antena Conventual

El XXI Capítulo Provincial, que previsiblemente comenzará el 1 de julio próximo en El Pardo-Madrid, será la ocasión para la primera visita de Fr. Carlos A. Trovarelli a la Provincia de España desde que fuera elegido, el 25 de mayo del año pasado, ministro general de la Orden de Hermanos Menores Conventuales, y como tal 120 sucesor de san Francisco de Asís. Fr. Carlos A. Trovarelli, argentino, de 58 años, es el primer ministro general de la Orden latinoamericano. En vísperas de su estancia entre nosotros, le preguntamos por la Orden, la Iglesia, la sociedad y la Provincia. Y, cómo no, por el coronavirus.

 

¿Con qué ánimo y actitud ha vivido el confinamiento al que nos ha sometido el coronavirus?

Desde el inicio lo viví con serenidad y contemplación. Serenidad agradecida con Dios porque me permitía vivir esta situación en mi comunidad (la Curia general) y, sobre todo, con mi fraternidad, aunque varios hermanos quedaron bloqueados en diferentes partes del mundo. Y contemplación expectante en relación a las noticias, que eran el principal «contacto» con la realidad. Una realidad que sacudía cada vez más fuerte el corazón: familias diezmadas, personas sin atención sanitaria o muriendo en soledad, gente sufriendo toda clase de necesidad, desconcierto general, apuros por parte de todos (especialmente de los trabajadores sanitarios).

En fin, la actitud de quien contempla tratando de comprender lo que sucedía y de descubrir cuál era nuestro «lugar» como franciscanos en esta extraña situación. Inmediatamente entendimos que nuestro «primer lugar» era claramente el de la solidaridad, que comenzaba con el respeto por las reglas de prevención, pasaba por pensar en los demás, se concretaba en numerosos gestos de humanidad y animación, y tenía su momento áureo en la oración intensa.

 

¿Qué lecciones franciscanas podemos sacar para la vida después de esta pandemia?

Me resisto a pensar que cuanto ha sucedido con el Covid-19 (y en realidad con tantos otros azotes que existen en el mundo) sea concebido solo como un gran incidente y no como una verdadera lección para el mundo, para nosotros. Podemos extraer muchas lecciones, pero elijo solo algunas. Creo que la primera es la de la hospitalidad: sentirse huéspedes del mundo y ser hospitalarios unos con otros. El mundo franciscano tiene mucho que decir sobre esto, pues la hospitalidad es una de las variantes de la fraternidad y del sentirse criatura. Luego, aprender que todos somos vulnerables, pequeños y «menores», que no somos «dueños» de todo, sino que estamos unidos en el destino de la misma casa común, y que la mayor riqueza es «anonadarse», «despojarse» como sanación del «apropiarse», tendencia a la que nos ha domesticado el sistema de vida actual, hasta ahora.

                          

Otra lección es la encarnación necesaria: sentirse parte de la historia y no simples espectadores; vivir de modo encarnado en la historia, recordando (no como dato secundario) que Jesús se encarnó entre los humildes para «humanizar» (salvar) a todos. Por último, la lección de la «restitución a la vida»: debemos «restituir» a Dios la vida que hemos recibido de Él y según el modo que Él nos propuso, que es el de ser hermanos entre nosotros y con la creación.

 

Después de varios meses como ministro general, ¿con qué animo sigue afrontando su servicio a la Orden?

Si sirve la imagen, puedo decir que afronto mi servicio a la Orden con la misma alegría de los inicios, pero con un ánimo más «maduro». Obviamente, hace ya tiempo que he superado la sorpresa y la conmoción que me produjeron la inesperada elección. Ahora, desde este lugar en el que el Señor y los hermanos me han colocado, puedo conocer más a fondo la realidad de la Orden y comprender la gran exigencia del ministerio recibido. La magnitud de esta realidad me asusta bastante, y a veces me siento muy frágil para responder como los hermanos se merecen: el Señor me da la gracia de mantener la ilusión de servir y gobernar la Orden, pero con un entusiasmo más consciente de la realidad, que es muy desafiante. Es un entusiasmo de menor espontaneidad, pero mucho más «evangélico», más cercano a los sentimientos pascuales de cruz y resurrección. Y la alegría pascual es la verdadera alegría.

 

¿Qué siente cada vez que le recuerdan que es el 120 sucesor de san Francisco de Asís?

Siento al mismo tiempo honor, emoción e indignidad. Si me parece muy extraño que pueda ser ministro general, más extraño percibo lo de «encajar» el título de «sucesor de san Francisco». Pero no me engaño y me quedo en paz, pues sé que este calificativo no pretende ser la descripción de unas cualidades personales, sino un «mandato» que está dirigido, en la persona del ministro, a todos aquellos seguidores del Seráfico Padre, yo incluido. Todos estamos llamados a servir al Señor tras las huellas de san Francisco, aunque ser en esto un punto de referencia me conmueve mucho.

 

¿Y lo de ser el primer ministro general latinoamericano?

En todo el mundo hay hermanos que pueden asumir el servicio de ministro general; de todos modos, el hecho de ser latinoamericano no deja de ser una gran responsabilidad. Vengo de una «Iglesia nueva», por así decir, pues la evangelización profunda en mi región de origen (al norte de la Patagonia argentina) no tiene mucho más de doscientos años, nada comparado con los más de dos milenios de cristianismo y los ocho siglos de franciscanismo del viejo mundo (Europa). Sin embargo, no me causa temor alguno brindarme con mis propias características personales y culturales, pues en realidad la «patria grande» latinoamericana ostenta cinco siglos de presencia franciscana, y la Iglesia en este continente ha generado métodos y estilos propios de vivir y de testimoniar la fe. Esta es una gran riqueza. Si esa riqueza es parte de mi persona, con gusto la ofrezco a mis hermanos.


 

¿En qué ámbitos y/o lugares de la Orden habría que invertir tiempo, esfuerzos y personas para abordar los desafíos mundiales de hoy?

No puedo responder de modo geográfico, pues en toda la extensión de la Orden encontramos necesidades y desafíos tales que requieren gastar tiempo, esfuerzos y personas. Ciertamente, los desafíos son diversos, ya que África, Asia y gran parte de América Latina presentan los desafíos de quien crece, y el «norte del mundo» presenta los desafíos de quien necesita reestructurarse, renovarse y reinventarse, pues las fuerzas son menores y la sociedad cambia y exige nuevas respuestas. En todo el mundo, sin embargo, tenemos ámbitos comunes como desafíos. Puedo nombrar algunos: en primer lugar, «el corazón y el espíritu» de todas las personas, en un mundo que se empeña en relegar a Dios y en desorientar el verdadero sentido de la vida; el ambiente juvenil, que es objeto de manipulación, exclusión y «mercado»; las periferias humanas, que encontramos en todos los sitios; la sociedad misma y la creación, objeto también de todo tipo de manipulación; la cultura, la educación y la sensibilidad religiosa, todos ámbitos en los que el franciscanismo y nuestra experiencia «conventual» tienen mucho que ofrecer.

 

¿Qué está pidiendo Francisco de Asís hoy a sus hermanos para responder a las necesidades que la Iglesia y la sociedad demandan en este momento?

Nos pide una existencia auténtica: ser quienes debemos ser. En el discurso de saludo al último Capítulo General (el 17 de junio de 2019), el papa Francisco resumió así nuestro ser y misión: el Evangelio (la Palabra) como fuente de vida y acción; la fraternidad como don para ser acogido por nosotros, como espacio de acogida para los demás y como lugar de «regeneración» en el silencio y la contemplación; la minoridad como opción por el no-poder, de denuncia profética y de moderación de nuestras ambiciones; la paz como reconciliación y generación de misericordia. Creo que con estas características los franciscanos conventuales podemos responder a las necesidades de la Iglesia y del mundo en todas las presencias, servicios y misiones que realizamos.


En la «cultura del descarte» de la que tanto habla su compatriota el papa Francisco, ¿qué diría a los jóvenes y a los mayores que lean esta respuesta?

La «cultura del descarte» está directamente relacionada con el consumismo. Personalmente diría a todo el mundo (como de hecho me lo repito a mí mismo cada día) que existe un modo de vivir alternativo a la lógica del consumismo y del mercantilismo, pues el consumismo es un sistema que coloniza nuestras mentes, endurece nuestros corazones, domestica nuestros gustos y adormece nuestra generosidad. La alternativa es quizás el modo franciscano del «sine proprio», que no se refiere solo al voto de pobreza, sino a un estilo de vida que no acumula y solo consume lo necesario para vivir y abordar las necesidades básicas. Un estilo simple y discreto que puede generar solidaridad, que es una de las expresiones del amor.

 

¿Qué papel tienen los laicos, en su forma de ser y de hacer, de cara a la misión compartida con los frailes?

Para empezar, los laicos son los destinatarios de nuestro amor pastoral, de nuestro testimonio de consagrados, de nuestro servicio, de nuestra vivencia y propuesta fraterna. Vivimos «para el mundo», para que los demás «tengan vida y vida en abundancia» (Jn 10,10). Pero, además, en nuestras misiones, los laicos son verdaderos «socios», hermanos de misión de igual a igual. De hecho, en la misión compartida los laicos tienen un papel especial, pues por definición se ocupan de «las cosas del mundo» y para nosotros son un verdadero «sentido de la realidad». Aportan su visión, su experiencia, su formación, la particular percepción de quien está comprometido con el mundo, con la familia, con la lucha por la subsistencia. La misión compartida prevé una siempre mayor implicación por parte de los laicos, incluso (y esto es un gran desafío aún por comprender y desarrollar) en ámbitos de decisión.

 

Y en este plan, ¿cuál es la misión de los franciscanos seglares en concreto?

Los miembros de la Orden Franciscana Secular (OFS) comparten el carisma franciscano y como tales merecen nuestra asistencia espiritual. Ellos perciben el franciscanismo desde el punto de vista laical y así complementan la visión de quienes vivimos la vida consagrada franciscana. Es toda la familia franciscana la que ofrece al mundo el mensaje y el estilo de los hijos de san Francisco. Con seguridad en el testimonio nos sentimos totalmente en misión compartida con las hermanas y hermanos de la OFS: ellos son franciscanos tanto como los miembros de la primera y la segunda Orden, y por tanto, por definición, la misión es compartida, y esta realidad debe ser cada vez más patente.

 

Desde sus conocimientos de la realidad de la Provincia de España, ¿cómo valora el camino recorrido en los últimos años?

La Provincia de España en los últimos años ha hecho una serie de opciones «sencillas» pero muy importantes, y esto es un ejemplo para la Orden: la formación permanente y la planificación evangélica de la vida y la misión. La formación permanente entendida no solo ni principalmente como capacitación, sino como promoción de los espacios fraternos, de las iniciativas comunitarias, de la reflexión común, de la actualización de contenidos. Y la planificación evangélica, que es la concepción de la presencia conventual en España, es decir, la concepción de las comunidades y las obras apostólicas dentro de un proyecto común, actualizable cada cuatrienio, y con fuertes opciones de vida sencilla, cercana al Pueblo de Dios, testimonial. Esta es una característica de la fraternidad provincial, que generó experiencias nuevas en los últimos cuatrienios. Esto no quitó que se pudiera continuar con obras tradicionales, como los colegios y las parroquias.

 

¿Y qué retos cree que tiene por delante la Provincia en la próxima década?

Creo que los retos principales para los años inmediatos son dos: pensar en una reestructuración de las presencias, quizás reduciendo algunas y potenciando otras; y mantener viva la pastoral juvenil y vocacional, pues ya se ha demostrado que, con trabajo y calidad de propuesta, nuestra vida resulta interesante a los jóvenes.



jueves, 25 de junio de 2020

“MADRE DE LA ESPERANZA” ya forma parte de las Letanías Lauretanas


Imagen de la Vírgen María de Francisco Astiaso García. 

Tres nuevas invocaciones a las Letanías Lauretanas

Fuente: VATICAN NEWS

"Mater Misericordiae", "Mater Spei" y "Solacium migrantium", o el consuelo y la ayuda de los migrantes: estas son las tres nuevas invocaciones incluidas por voluntad del Papa Francisco en la lista de las Letanías Lauretanas. Monseñor Roche del Dicasterio de Culto Divino asegura que "son oraciones vinculadas a la actualidad de la vida".

Alessandro De Carolis – Ciudad del Vaticano

Un sol del que se descubren nuevos rayos de vez en cuando. Se podría pensar en las Letanías Lauretanas, las invocaciones seculares a la Virgen que tradicionalmente concluyen el rezo del Rosario. A las ya conocidas el Papa Francisco ha decidido añadir tres nuevas: "Mater Misericordiae", "Mater Spei" y "Solacium migrantium", es decir: "Madre de la Misericordia", "Madre de la Esperanza" y "Consuelo" pero también "Ayuda" de los migrantes.

 

Las nuevas invocaciones

Fue la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos la que comunicó esta disposición del Papa en una carta dirigida a los presidentes de las Conferencias Episcopales. "Son incontables los títulos e invocaciones que la piedad cristiana, a lo largo de los siglos, ha reservado a la Virgen María, camino privilegiado y seguro para el encuentro con Cristo", escribió en la carta el Cardenal Robert Sarah y el Arzobispo Arhur Roche, Prefecto y Secretario del Dicasterio del Vaticano. Ahora, especifican, "la primera invocación se colocará después de Mater Ecclesiae, la segunda después de Mater divinae gratiae, la tercera después de Refugium peccatorum".

 

Roche: oraciones nacidas de los "desafíos" de la vida

Aunque antiguas, las letanías - llamadas "Lauretanas" del Santuario de la Santa Casa de Loreto que las hizo famosas - tienen una fuerte conexión con los momentos de la vida de la Iglesia y la humanidad. Así lo afirman los dirigentes del Culto Divino, subrayando que "incluso en la época actual, marcada por razones de incertidumbre y desconcierto", el recurso "lleno de afecto y confianza" a la Virgen "es particularmente sentido por el pueblo de Dios". Monseñor Arthur Roche reiteró a Vatican News este vínculo entre la espiritualidad y la concreción del tiempo, de la vida cotidiana. "Varios Papas - recuerda Monseñor Roche - han decidido incluir invocaciones en las Letanías, por ejemplo Juan Pablo II añadió la invocación a la 'Madre de la familia'. Responden al momento real, un momento que presenta un desafío para el pueblo". "El Rosario, como sabemos, es una oración dotada de gran poder y por lo tanto -concluye el secretario del dicasterio vaticano- en este momento las invocaciones a la Virgen son muy importantes para los que sufren por Covid-19 y, entre ellos, los migrantes que también han dejado su tierra".

 

miércoles, 24 de junio de 2020

Foto de la presidencia de nuestra Hermandad de las Cinco Llagas, hace veinte años, en la procesión de Minerva organizada por la Hermandad Sacramental del Santo Crucifijo de la Salud








Veinte años hace ya de la fotografía que ilustra esta nueva publicación. En la misma pueden reconocerse, de izquierda a derecha, a nuestros hermanos don Javier Lebrero Contreras -q.s.s.g.g.-, don Marco A. Velo García, don Ernesto Romero del Castillo, don José Soto Rodríguez y don Juan Lupión Villar. 


N. H. Dña. María José Sánchez Setó, oficial de la Junta de Gobierno, representó a nuestra Hermandad en la Función y Procesión Claustral de Minerva del pasado domingo

Fotos: N.H.Dña Mª José Sánchez









lunes, 22 de junio de 2020

Recomendación libresca: Gran diccionario de la Semana Santa de don Juan Carrero Rodríguez






 Este Gran Diccionario de la Semana Santa es una obra monumental que recoge casi 5000 voces específicas del mundo cofradiero de Sevilla, Andalucía y España en una edición aumentada, corregida y puesta al día. La obra, que incluye casi 3000 imágenes y más de 1000 reseñas de personajes de la Semana Santa de Andalucía y otros lugares de España, pretende ser una edición definitiva de los trabajos del autor desde que en 1981 diera a la imprenta su primera edición del Diccionario Cofradiero, publicación que conoce tres ediciones posteriores que se han ido aumentando de forma sostenida. La obra actual que presentamos, que haría la IV edición, conoce un incremento de voces sin igual, con casi 1000 términos nuevos y la incorporación de 200 personajes y casi 200 voces específicas de la Semana Santa de otros lugares de España. El Gran Diccionario de la Semana Santa es la culminación de un trabajo infatigable de Carrero como cronista y notario de la festividad con tan marcadas raíces en Sevilla, Andalucía y España. Presentada en un nuevo formato, con nueva y más lujosa presentación, su vocación es la de ser una obra editorial sin igual e imperecedera.



Juan Carrero Rodríguez (Sevilla, 1934 - 2006), el autor, comenzó a participar en el mundo cofradiero en el año 1953. Desde entonces ha recibido sus enseñanzas de los talleres dedicados a la artesanía propia de estas corporaciones, que le ha servido para conocer sus entresijos y forma de trabajar: imaginería, batihojas, bordados, orfebrería, pasamanería, talla y otros gremios afines. Es autor de libros fundamentales de la Semana Santa, como Anales de la Cofradías sevillanas (2 ediciones); Diccionario cofradiero (3 ediciones y la presente, primera en Almuzara); Índice del Boletín de las Cofradías de Sevilla, Historia de las Cofradías de Sevilla, Enciclopedia de la Semana Santa de Sevilla (20 tomos), Esperanza Elena Caro, maestra del bordado en oro o la Hemeroteca cofradiera (con 2 tomos publicados y 9 que quedaron en proyecto).



domingo, 21 de junio de 2020

Obra social de nuestra Hermandad de las Cinco Llagas durante el estado de alarma




Aunque en su momento lanzamos Notas de Prensa de la labor de ambas cuadrillas nuestras, un hermano nuestro ejerció de cocinero en «Costaleros por nuestros mayores», hemos colaborado con la divulgación y difusión de «Mascarillas de la Paz», ayudado a varios hermanos  necesitados con la compra de alimentos a cargo de la Hermandad, entregado un número considerable de litros de leche al comedor El Salvador, lo que no hemos dejado de hacer desde hace años).

Aparte, la cuadrilla del Señor ha colaborado con la Universidad de Cádiz y la Cruz Roja en el traslado de elementos para la fabricación de determinado material sanitario (pantallas) y la de la Virgen ha hecho la compra de hermanos de más edad y situación de riesgo.

Concretado en números y a petición expresa del Consejo Directivo de la Unión de Hermandades, durante el confinamiento la obra social de la Hermandad de las Cinco Llagas ha sido así :


Han participado 28 voluntarios en distintas labores, hemos donado 550 kgs de alimentos/litros de leche al Comedor de El Salvador,  hemos aportado 500 euros para la manutención de familias (100 de ellos para el Hogar San Juan). Los voluntarios mencionados han participado en compras de medicinas y alimentos para mayores e impedidos,  traslados de elementos de fabricación de pantallas, llamadas telefónicas a personas qué viven solas, y hasta explicación de tareas escolares mediante llamadas o whatsapp,  sumando un total de 176 acciones concretas.


sábado, 20 de junio de 2020

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA


XII Domingo del tiempo ordinario (ciclo A)
La confianza frente a la contrariedad

Tras las fiestas pascuales y los domingos que las desarrollan, retomamos la lectura de Mateo, el evangelista cuyos textos contemplaremos hasta la conclusión del año litúrgico. El pasaje de este domingo pertenece al llamado discurso de la misión, un conjunto de enseñanzas que comenzaba con la constatación por parte de Jesús de la necesidad de enviar trabajadores a la mies, puesto que las muchedumbres andaban abandonadas «como ovejas sin pastor» (cf. Mt 9, 36). De este modo, el Señor llamaba a los doce con la misión de ir y proclamar la llegada del Reino de los cielos con el mandato de curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos y expulsar demonios. Concluida esta exposición, el relato de este domingo se centra en exponer las dificultades que los discípulos encontrarán en esta apasionante tarea y, por otra parte, en subrayar la confianza que han de tener en quien les ha elegido para esa misión.

«No tengáis miedo»
Al oír esta expresión, seguramente más de uno recuerda la voz de san Juan Pablo II, que insistentemente hacía uso de estas palabras de confianza que han marcado para siempre cuál debe ser la actitud del cristiano al afrontar las angustias o temores con los que se encuentra en su vida diaria, ya sea para vivir su propia fe de modo coherente, ya sea para dar testimonio explícito de la misma. Sabemos sobradamente que el día a día de los cristianos nunca ha venido exento de dificultades, sobre todo cuando han tratado de ser fieles a la misión recibida por su propio Bautismo o por una vocación específica de entrega a Dios, dentro de la vocación bautismal. Ocurrió así en los primeros siglos y sigue siendo así también hoy. Por eso Mateo, que anima a una segunda generación de cristianos, rememora estas afirmaciones del Señor en las que domina la fórmula «no tengáis miedo». Aunque breve, se trata de una de las expresiones más tranquilizadoras y que mayor paz puede infundir en los cristianos, debido a que implica arrojarse por completo en las manos de Dios.

Temor de Dios y providencia
El contenido del Evangelio se condensa en tres afirmaciones. La primera nos da la seguridad de que el anuncio del Reino de Dios es imparable. A pesar de las tribulaciones que puedan experimentar los evangelizadores, todo será descubierto y todo llegará a saberse. Ningún aspecto de la salvación realizada por el Señor y continuada por sus discípulos quedará oculto. Aunque a menudo veamos lo contrario, en último término el tiempo juega a nuestro favor. La segunda afirmación enuncia la cuestión del temor de Dios. Hace tiempo, el Papa aclaraba qué significa el temor de Dios, un concepto que, aun siendo un don del Espíritu Santo, corre el riesgo de ser malentendido. Francisco nos recordaba que no se trata de «tener miedo a Dios», sino de reconocernos pequeños ante Él y ante su amor, «adquiriendo forma de docilidad, de reconocimiento y de alabanza». Pero también «es una alarma ante la pertinacia del pecado que nos impulsa a reconocer, no solamente que no podemos ser felices viviendo anclados en el pecado, sino también que un día todo acabará y que debemos rendir cuentas a Dios». La tercera afirmación nos permite ver a Dios como alguien cercano y providente. Una imagen hermosa de esta confianza es la que relata la primera lectura, mostrando a Jeremías acorralado incluso por sus propios amigos. Esta circunstancia, en cambio, no le lleva a otra disposición que la de reconocer la fuerza del Señor, que lo libera, desencadenando por parte del profeta un canto de alabanza a Dios. A pesar de que Jeremías puede ser visto como modelo de quien sufre el acoso por ejercer un encargo del Señor, busca la venganza sobre los que desean su mal. Por el contrario, el cristiano no seguirá en este punto la postura de Jeremías, sino que, a ejemplo del Señor, sufrirá la persecución perdonando a sus enemigos. El ejemplo más logrado a lo largo de los siglos ha sido el del mártir, alguien que, imitando a Cristo, ha interiorizado hasta el extremo estas tres convicciones: la victoria está asegurada; solo debe rendir cuentas ante Dios, y Dios providente cuida «hasta de los cabellos de la cabeza».


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse, ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».


Mateo 10, 26-33







viernes, 19 de junio de 2020

Feliz día del Sagrado Corazón de Jesús





Historia de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús 

La devoción al corazón herido de Jesús tiene sus orígenes en el siglo XI, cuando los cristianos piadosos meditaban sobre sus Cinco Llagas.
En aquel tiempo creció entre los fieles las oraciones al Sagrado Corazón, a la llaga del hombro de Jesús, entre otras devociones privadas. Todas ayudaron a los cristianos a enfocarse en su Pasión y Muerte, de tal manera que lograran crecer en el amor hacia Él.
Sin embargo, no fue hasta 1670 que el sacerdote francés P. Jean Eudes celebró la primera fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

Casi al mismo tiempo, una religiosa conocida por su piedad, Sor Margarita María Alacoque, empezó a informar que tenía visiones de Jesús. Éste se le aparecía con frecuencia y, en diciembre de 1673, le permitió –como había permitido una vez a Santa Gertrudis– descansar su cabeza sobre su corazón.

Mientras experimentaba el consuelo de su presencia, Jesús le habló de su gran amor y le explicó que la había elegido para dar a conocer su amor y su bondad a la humanidad.
Al año siguiente, en junio o julio de 1674, Margarita María informó que Jesús quería ser honrado bajo la figura de su corazón de carne. Pidió a los fieles que lo recibieran con frecuencia en la Eucaristía, especialmente el primer viernes de cada mes, y que practicaran una hora santa devocional.

En 1675, durante la octava al Corpus Christi, Margarita María tuvo una visión que posteriormente se conoció como la “gran aparición”.
En ella, Jesús pidió que la fiesta del Sagrado Corazón sea celebrada cada año el viernes siguiente a Corpus Christi, en reparación por la ingratitud de los hombres hacia su sacrificio redentor en la cruz.

La devoción se hizo popular después de la muerte de Santa Margarita María en 1690. Sin embargo, debido a que la Iglesia siempre es cuidadosa en aprobar una aparición o devoción privada, la fiesta no se estableció como oficial en toda Francia hasta 1765.
El 8 de mayo de 1873 la devoción al Sagrado Corazón fue formalmente aprobada por el Papa Pío IX, y 26 años después, el 21 de julio de 1899, el papa León XIII  recomendó urgentemente que todos los obispos del mundo observaran la fiesta en sus diócesis.

El Papa León aprobó las siguientes indulgencias por la devoción:

• Por realizar la devoción pública o privada, siete años y siete cuarentenas (la remisión de castigo temporal equivalente a lo que se concedería por cuarenta días de penitencia) cada día.
• Si la devoción se práctica diariamente en privado, o si una persona asiste por lo menos diez veces en una función pública, una indulgencia plenaria (remisión de todo castigo temporal por pecados) en cualquier día de junio o entre el 1 y el 8 de julio (según el Decreto urbis et Orbis, 30 de mayo de 1992).
• La indulgencia 'toties quoties' (para las almas del Purgatorio) se puede ganar el 30 de junio o el último domingo de junio en aquellas iglesias donde el mes de junio se celebra solemnemente. Pío X instó a un sermón diario, o al menos durante ocho días en forma de una misión.
• A los sacerdotes que prediquen los sermones en las celebraciones solemnes de junio en honor del Sagrado Corazón, y a los rectores de las iglesias donde se celebran estas ceremonias, el privilegio del Altar Gregoriano el 30 de junio.
• Una indulgencia plenaria para cada comunión en junio, y para aquellos que promueven la solemne celebración del mes de junio.

(Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en National Catholic Register)


jueves, 18 de junio de 2020

Fotos históricas del Domingo de Resurrección de 1952 compartida por N.H.D. José Soto Rodríguez en las redes sociales



Corresponden a la salida de nuestros dos pasos de la antigua Iglesia Colegial.







miércoles, 17 de junio de 2020

Formación cofrade: ¿Sabes qué es la ADORACIÓN?



El término latino adorare procede de orare, expresión religiosa que significa “dirigir la oración a alguien”. En las grandes religiones del Mediterráneo , el ser humano reconoce la presencia de Dios, su gloria y sui santidad al mismo tiempo que se confiesa pecador. Si el reconocimiento por ir dirigido a Dios es verdadero, culmina en la adoración. Adorar es reverenciar a Dios como único Señor. A los santos se les venera, no se les adora. La adoración se manifiesta con diversos gestos: esencialmente arrodillarse, pero también inclinar el cuerpo, extender o alzar las manos, darse golpes de pecho, postrarse total o parcialmente, besar el suelo. Por ejemplo, con un beso adoramos la imagen del niño Jesús en Navidad y la Cruz en Viernes Santo. Naturalmente, de nada sirven los gestos si no adora el corazón. Según Santo Tomás, la adoración  es la virtud de la religión que sigue en importancia a la devoción y  a la oración. Jesús anuncia la adoración del Padre “en espíritu y en verdad”. No es un gesto externo, sino una entrega. En los evangelios de la infancia encontramos dos adoraciones: la de los pastores en Lucas y la de los magos en Mateo.
(Fuente: Diccionario de Liturgia)




martes, 16 de junio de 2020

domingo, 14 de junio de 2020

El Corpus Christi en el Magisterio de los Papas: un camino de salvación




Fuente: VATICAN NEWS



Un milagro conmovedor llevó a un Papa del siglo XIII a instituir la Solemnidad del Corpus Christi a la luz del dogma de la transubstanciación. Es así como esta Solemnidad se ha desarrollado en el Magisterio de los Papas en las últimas décadas.

Laura De Luca – Ciudad del Vaticano

1263. Un sacerdote bohemio en peregrinación a Roma se detiene a celebrar la Misa en Bolsena. Al partir la hostia, se ve invadido de la duda sobre la presencia real de Cristo en ese pequeño pedazo de pan. De repente, unas gotas de sangre cayeron de la hostia, manchando el corporal de lino y algunas piedras del altar. Ya en 1215, en el IV Concilio de Letrán, la transubstanciación se había convertido en un dogma de fe. Pero después del milagro del corporal, el Papa Urbano IV decidió extender la Solemnidad del Corpus Christi a toda la Iglesia, con la Bula Transiturus de 1264, colocando la fiesta el jueves siguiente al primer domingo después de Pentecostés.

Todo comienza, se podría decir, desde el corazón de Cristo, que en la última cena, en la víspera de su pasión, agradeció y alabó a Dios y, al hacerlo, con la fuerza de su amor, transformó el sentido de la muerte a la que iba. El hecho de que el Sacramento del altar haya tomado el nombre de "Eucaristía" – acción de gracias – expresa precisamente esto: que el cambio de la sustancia del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo es el fruto del don que Cristo hizo de sí mismo, el don de un Amor más fuerte que la muerte, el Amor divino que lo resucitó de la muerte. Por eso la Eucaristía es el alimento de la vida eterna, el Pan de Vida.

Benedicto XVI: camino salvífico de Cristo a través de la historia

El Papa Benedicto XVI en la Misa de Corpus Christi del 23 de junio de 2011: en la segunda década del siglo que comenzó con el impactante acto terrorista contra las Torres Gemelas y con una miríada de guerras olvidadas, la presencia real del cuerpo y la sangre se convierte en la paradójica confirmación de un amor más fuerte que la muerte, de un amor que supera el pecado, todo pecado. Pero en el plan de Dios esta historia comienza antes de la historia, comienza con el hombre mismo...

La Solemnidad del Corpus Christi de hoy nos invita a meditar sobre el único viaje que es el itinerario salvífico de Cristo a través de la historia, una historia escrita desde el principio, de manera contextual, por Dios y el hombre. A través de los eventos humanos, la mano divina traza la historia de la salvación.

Es un viaje que comienza en el Edén, cuando, siguiendo el pecado del primer hombre, Adán, Dios interviene para dirigir la historia hacia la llegada del "segundo" Adán. En el Libro del Génesis está la primitiva proclamación del Mesías y desde entonces, a lo largo de la sucesión de generaciones, como se narra en las páginas del Antiguo Testamento, se ha ido desarrollando el viaje del hombre hacia Cristo.

Cuando entonces, en la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios encarnado derramó la sangre en la Cruz por nuestra salvación y resucitó de entre los muertos, la historia entra, por así decirlo, en una dimensión nueva y definitiva: se realiza la nueva y eterna alianza de la que Cristo crucificado y resucitado es el principio y el cumplimiento. En el Calvario el camino de la humanidad, según los designios divinos, conoce su decisivo punto de inflexión: Cristo se pone a la cabeza del nuevo Pueblo para guiarlo hacia su meta definitiva. La Eucaristía, sacramento de la muerte y la resurrección del Señor, constituye el corazón de este itinerario escatológico espiritual.

Juan Pablo II: una globalización del amor

Del mismo modo, se expresó Juan Pablo II en la Solemnidad de Corpus Christi de 1998, el 11 de junio, dos años antes del año 2000. Ya se hablaba de la globalización y la Eucaristía, el don por excelencia, es una promesa desde el principio de la historia de la humanidad e incluye a todos los pueblos, todos los tiempos. Una globalización del amor. Este aliento universal de la Solemnidad de hoy también impregna las palabras de Juan XXIII en la víspera del Concilio, en el Corpus Christi del 21 de junio de 1962...

Oh Jesús, alimento sobrenatural de las almas, a ti llega este inmenso pueblo. Se vuelven para penetrar en su vocación humana y cristiana de nuevo impulso, de virtud interior, con disposición al sacrificio, del que Tú diste inimitable sabiduría y ejemplo, con la palabra y el ejemplo.

Hermano nuestro primogénito, Tú has precedido, oh Cristo Jesús, los pasos de cada hombre, has perdonado las faltas de cada uno; a todos y cada uno los elevas a un testimonio de vida más noble, más convencido, más activo.

Oh Jesús, panis vere, único alimento sustancial de las almas, reúne a todos los pueblos alrededor de Tu mesa: es la realidad divina en la tierra, es una prenda de los favores celestiales, es la seguridad de la justa comprensión entre los pueblos y de la competencia pacífica para el verdadero progreso de la civilización.

Alimentados por Ti y de Ti, oh Jesús, los hombres y mujeres serán fuertes en la fe, alegres en la esperanza, activos en las muchas aplicaciones de la caridad.

Pablo VI: una fiesta de comunión fraterna

Caridad. Si con el don de su cuerpo y su sangre Dios nos ha amado hasta el punto de borrar nuestros pecados, este amor también se extiende horizontalmente, entre todos los hombres. La sexta década del siglo XX parece particularmente receptiva al ideal de paz y amor universal, especialmente entre las generaciones más jóvenes. 1969, el año de Woodstock, de las protestas, de la conquista de la Luna que por un momento hace sentir a todos los hombres como hermanos en nombre de la ciencia... Corpus Christi del 5 de junio: así habla un Papa en esos años efervescentes y difíciles:

La comunión con Cristo, por lo tanto, la Eucaristía, como sacramento y sacrificio; pero también la comunión entre nosotros, los hermanos, con la comunidad, con la Iglesia: y es todavía la Revelación la que nos dice, en palabras de Pablo: "Puesto que hay un solo pan, nosotros, que somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos participamos de este único pan" (1 Cor. 10, m). El Concilio Ecuménico Vaticano II sacó esta realidad a la luz profundamente cuando llamó a la Eucaristía "una fiesta de comunión fraterna" (Gaudium et Spes, 38); cuando dijo que los cristianos, "alimentándose del cuerpo de Cristo en la Santa Comunión, muestran concretamente la unidad del Pueblo de Dios, que se expresa adecuadamente y se realiza admirablemente por este augusto sacramento".

Pío XII: el inestimable don de la Eucaristía

Las voces de los Papas. Corpus Christi. La verdadera presencia del Cuerpo de Cristo en la hostia consagrada, alrededor de la cual giraron las dudas del sacerdote bohemio que presenció el milagro de Bolsena, se confirma por la vitalidad del amor cristiano, por las obras de caridad inspiradas en la Eucaristía. En este sentido, las palabras del Papa Pío XII en su mensaje radiofónico al final del Congreso Eucarístico de Asís, el 9 de septiembre de 1951. A mediados del siglo pasado hay una cierta ansiedad de recuperación después de la tragedia de la guerra:

Si en los estrechos términos de este Congreso Eucarístico la fe y la ciencia, la cultura, la elocuencia, el arte y la historia han traído en fraternal armonía, un regalo de bienvenida a Jesús Eucarístico, el agradecido tributo del ingenio humano, aunque sea tan apropiado al objeto de sus especulaciones y sus multiformes manifestaciones; mucho más y mejor hacer esta noche la docta teología, la profunda filosofía, el arte del pensamiento, de la palabra, del canto, postrándose en tácita adoración ante el Dios oculto para exaltar en la fe del humilde creyente el inestimable don de la Eucaristía.

El don es Él mismo – Jesucristo – personalmente presente para obrar en nosotros, si seguimos su amor, las maravillas de la vida cristiana, de una vida que, ordenada según el Evangelio, mantiene ferviente en sus aún tibios hijos la estima por la virtud, la conciencia del bien y del mal e impide que sean definitivamente abrumados por la avalancha de errores y corrupciones que dominan el mundo.