Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 31 de marzo de 2019

Horario de misas y oficios de Semana Santa en San Francisco





Domingo de Ramos: 11,00 horas
Jueves Santo: 17,00 horas
Viernes Santo: 17,00 horas
Sábado Santo: 22,00 horas
Domingo de Resurrección: 11,00 horas


El Hermano Mayor, don Rafael Cordero, representó a nuestra Hermandad en la Función Principal de la del Nazareno






sábado, 30 de marzo de 2019

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA


IV Domingo de Cuaresma  (ciclo C)
«Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido»

Pocos pasajes evangélicos han suscitado más literatura que la parábola del hijo pródigo, como se la conoce habitualmente. No obstante, si es necesario buscar un título, concordaría más designarla con el nombre de parábola del Padre misericordioso, por varios motivos. Aunque el comienzo de la escena expuesta por el Señor sea la petición de la herencia y posterior derroche y alejamiento (geográfico y espiritual) del hijo menor, el pasaje estará dominado por la grandeza y acogida de un padre que revelará la misericordia como uno de los rasgos esenciales de Dios. No es la única vez que san Lucas subraya este modo de ser de Dios, ya que su Evangelio asume como tema central la misericordia divina. De hecho, en el mismo capítulo 15 del Evangelio se recogen otras dos parábolas, la de la oveja perdida y la de la moneda perdida, que, de modo literariamente más sintético, conforman una unidad con esta: las tres coinciden en recalcar la alegría de Dios por un solo pecador que se convierte. Tampoco es posible aislar esta parábola del resto de lecturas que este domingo escuchamos, donde la bondad y la reconciliación con Dios asumen el primer plano.

La parábola como respuesta a los fariseos
No puede pasarse por alto la causa de la parábola del Señor: la murmuración de los fariseos y escribas ante la acogida de Jesús de los publicanos y otros pecadores. La cercanía del Señor con ellos resulta incómoda a quienes se consideran justos y cumplidores con la ley. Desde este punto de vista, es la actitud de hijo mayor por parte de los fariseos la que desencadena esta catequesis sobre el perdón. Desde este punto de vista se establece un claro paralelismo entre lo que sucede dentro de la parábola (relación entre el padre y los dos hijos) y lo que ocurre en la realidad, donde el padre es Dios Padre; el hijo mayor sería quien ha cumplido la ley, y aquí en concreto los fariseos y escribas; y el hijo pródigo representaría a los pecadores acogidos por Jesús, verdadero rostro del Padre misericordioso.

«Ese hijo tuyo»
Es evidente que el hijo mayor, que se considera justo, muestra cierta envidia ante la, a su juicio, desproporcionada atención del padre hacia quien ha dilapidado en poco tiempo la herencia recibida y ha querido apartarse para siempre de su familia. Sin embargo, en el hermano mayor hay algo más que un problema de celos. Frente a la calurosa acogida del padre con el hijo que estaba perdido, el hijo mayor se niega a aceptarlo como hermano suyo y, por eso, se refiere a él como «ese hijo tuyo». En realidad es como si el Evangelio tratara de traer a la memoria la historia de Caín y Abel, el gran pecado de la división entre hermanos, continuación del relato del pecado original.

El Padre de todos
Con todo, aunque puede ser apropiado presentar la parábola desde diferentes enfoques, sería impropio abordarla solo desde el punto de vista de un mero conflicto entre dos hermanos o, mejor dicho, de la no aceptación del hermano menor por parte del mayor. Este hecho, ciertamente, pudo originar la parábola de Jesús, pero la intención del Señor es hacernos comprender cómo Dios es un padre acogedor de todos, de quien siempre ha estado y de quien vuelve «de un país lejano». La conclusión de la parábola con las palabras «hijo, tú siempre estás conmigo […], pero este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido» encierra la llamada a la comunión entre todos los hombres bajo un mismo Padre, sin importar el pasado de cada uno. El Padre no pretende exclusivamente que el hijo menor se reconcilie y vuelva a él. Esto es evidente. También quiere que el hijo mayor, quien, a su manera, también estaba «en un país lejano» por su incomprensión, reconozca el honor de tener un padre, bajo el cual no ha carecido nunca de nada, y un hermano con quien es posible vivir en fraternidad.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna.” El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”. Y empezaron a celebrar el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Este le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Entonces él respondió a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».



Lucas 15, 1-3. 11-32






domingo, 24 de marzo de 2019

Recordatorio: El próximo sábado día 30 de marzo, último día de entrega de papeletas de sitio en la Casa de Hermandad





REPARTO DE CÉDULAS DE SITIO:
Sábado 30 de marzo de 17,30  a 21,30 horas en la Casa de Hermandad.

Es importante constatar que las cédulas de sitio serán repartidas y despachadas de modo individual con el propósito además de que los hermanos puedan confiar y transmitir en la mayor privacidad posible aquellas circunstancias personales propias -y nunca ejerciendo de intermediario o de portavocía de terceros- que consideren de necesaria comunicación. 

Cabe recordar asimismo que la expedición y entrega de cédulas de sitio no comporta precio económico ninguno del hermano que así la retire, habida cuenta su cuantía está incluida desde el pasado año en la así llamada cuota única -cuyo pago bancario se efectúa en los meses de enero y junio-.

No obstante, y para ejercitar la teologal virtud de la CARIDAD, todo hermano se impondrá el deber de acercarse a retirar dicha cédula /papeleta junto con algún litro de leche o leche infantil para poder paliar en alguna mínima medida los siempre tristes pormenores de los más desfavorecidos.

Respecto a la petición de cruces y promesas, de todos es bien conocido que la Cofradía estacionará con un número máximo de diez cruces de penitencia y que, bajo ningún concepto o motivo aparentemente justificado, se entregará una más. En este sentido, nuestros cofrades dilucidarán que sus promesas se pueden plasmar de muchos modos o formas. Una de ellas, edificantísima, no es sino continuar aquella consuetudinaria costumbre de nuestros primeros cortejos penitenciales, cuya práctica totalidad de nazarenos tenían a bien besar con sus pies descalzos el frío asfalto de la Madrugada. Ténganse no obstante muy en cuenta las palabras del Venerable Papa Pío XII en su carta encíclica Mystici Corporis Christi: “Misterio verdaderamente tremendo y que jamás se meditará bastante: Que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo”.


Recordatorio: CABILDO GENERAL ORDINARIO ‘INFORMATIVO DE SALIDA PROCESIONAL’ el próximo viernes 29 de marzo




En virtud de lo tipificado en la Normativa Diocesana de Hermandades y Cofradías (Capítulo 6, Apartado 6.2, artículo 43), esta señera corporación nazarena celebrará, en su Sala Capitular, Cabildo General Ordinario ‘Informativo de Salida Procesional’ el viernes 29 de marzo, a las 21,15 horas en primera convocatoria y media hora después en segunda, con arreglo al siguiente:

ORDEN DEL DÍA

1.    Invocación al Espíritu Santo.
2.    Lectura del borrador del acta del Cabildo General Ordinario anteriormente celebrado y    su aprobación si procediese.
3.    Información relativa a la Estación de Penitencia de la Madrugada Santa.
4.    Ruegos y preguntas.
5.    Acción de Gracias y oración por los hermanos cofrades difuntos.

Lo que comunicamos a efectos de citación y asistencia al mismo, rogándole la máxima puntualidad.


El Hermano Mayor representó a nuestra Santa Hermandad en la Función Principal de la del Cristo de la Expiración







Nuestro Hermano Mayor don Rafael Cordero participó junto al oficial don José Soto en el encuentro entre el Ayuntamiento y las Hermandades celebrado en la sede del Consejo







sábado, 23 de marzo de 2019

El próximo lunes, día de la Encarnación, es la Jornada por la Vida







Desde la Delegación de Pastoral Familiar y Defensa de la Vida nos invitan a participar el lunes día 25 de marzo a las 19:00 horas en la parroquia San Dionisio, de la Celebración de la Eucaristía presidida por nuestro obispo Mons. D. José Mazuelos Pérez y posteriormente Hora Santa.

A continuación adjuntamos un enlace para descargar información publicada por la subcomisión de familia de la conferencia episcopal para esta Jornada por la Vida.




Una devota ha sido agraciada en el último sorteo con un cuadro de la Virgen de la Esperanza






viernes, 22 de marzo de 2019

Rogad a Dios en caridad por el alma de don José Guerra Díaz, padre, suegro, abuelo y bisabuelo de hermanos de nuestra Santa Hermandad




Ha fallecido hoy a la edad de 102 años. Las exequias por su eterno descanso se celebrarán en el tanatorio de Jerez mañana sábado a las 16,00 horas, recibiendo a continuación santa sepultura.


 

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

III Domingo de Cuaresma  (ciclo C)
«Misericordia y conversión»

Nos adentramos en el corazón de la Cuaresma de un ciclo litúrgico, el de Lucas, dominado por la llamada a la conversión del hombre, como respuesta a la misericordia del Señor. Durante los dos primeros domingos de este tiempo, los Evangelios de todos los años nos sitúan ante las tentaciones del Señor en el desierto, el primer domingo, y frente a Jesús transfigurado en el monte Tabor, en el segundo. A partir de este domingo cada ciclo sigue su propio itinerario. En concreto, Lucas quiere presentar a Jesús como quien mejor refleja el rostro misericordioso de Dios. Y esto no sucede únicamente en los pasajes de la vida pública, como los que escuchamos durante la Cuaresma, sino ya desde la misma infancia del Señor: la misma Encarnación del Hijo de Dios aparece como muestra de la «entrañable misericordia de nuestro Dios», conforme descubrimos en el canto del benedictus o según se nos ha transmitido, con palabras de María, en el magníficat.

«He visto la opresión de mi pueblo…»
La historia de la salvación, que durante estos días nos es mostrada en sus puntos centrales, se detiene este domingo en Moisés subiendo a Horeb, la montaña de Dios. En la célebre escena de la zarza ardiente, que no se consumía, el Señor se manifiesta como «el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el dios de Isaac, el Dios de Jacob». La alusión a los patriarcas no pretende solo poder reconocer a Yahvé como el mismo Dios al que habían adorado sus mayores, sino, sobre todo, poner de relieve que estamos ante un Dios personal, que establece relación con el hombre. Frente a la imagen deísta de un Dios desentendido de los problemas humanos, la Biblia ofrece la visión del Señor ligado a un pueblo concreto. Este vínculo, además, no es abstracto, sino que quiere aliviar los sufrimientos y la opresión, eliminando todo aquello que impide esta finalidad.
La situación que le exponen al Señor en el Evangelio no difiere demasiado de la opresión que se vivía en Egipto antes de la liberación de manos del faraón. Aunque las circunstancias han cambiado, Israel se halla ahora a merced del ejército romano. Sin embargo, no todo el sufrimiento es provocado directamente por la maldad humana. Este es el caso de los que perecen aplastados por la torre de Siloé. Con todo, el Evangelio no pretende, en primer término, desvelar el origen del sufrimiento humano, sino fomentar la conversión del hombre. La parábola con la que concluye el pasaje evangélico de este domingo condensa la llamada a un cambio de vida. No se trata solo de hacer obras de misericordia, respondiendo a lo que Dios hace por nosotros. No se pretende únicamente que observemos, en particular durante la Cuaresma, el ayuno, la oración y la limosna. Para dar realmente frutos hace falta un cambio radical en la persona, que nace del reconocimiento del propio pecado, pues quien no se considera pecador difícilmente podrá abrirse a Dios y a su misericordia.

El tiempo de Dios y nuestro tiempo
La parábola de la higuera puede causar la impresión de que aborda la cuestión de la paciencia de Dios. Con la petición «Señor, déjala todavía este año», parece que se coloca el foco de atención en el momento en el que Dios va a intervenir, una vez que su aguante haya finalizado. Sin embargo, no escuchamos aquí la respuesta del Señor a la solicitud del viñador. Porque Jesús no pretende fijar unos límites a la paciencia de Dios, sino hacernos conscientes de que Dios nos otorga un tiempo para dar unos frutos determinados. Ese es el tiempo de nuestra vida; un camino que tiene un comienzo y un fin. Ojalá aprovechemos también estos días concretos de Cuaresma para considerarlos como un período de gracia y de paso del Señor por nuestra vida, donde tenemos la oportunidad de responder a la misericordia de Dios con una conversión profunda, es decir, con un verdadero cambio de vida.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús respondió: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos 18 sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”. Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».


Lucas 13, 1-9




miércoles, 20 de marzo de 2019

Recordatorio: El próximo sábado día 23 de marzo, entrega de papeletas de sitio en la Casa de Hermandad






REPARTO DE CÉDULAS DE SITIO

-        Hermanos que la retiraron para la estación de penitencia de la pasada Madrugada Santa de 2018 o aquellos que, no habiendo formado parte de la comitiva nazarena del pasado año, sí lo hayan hecho con anterioridad antaño–: sábado 23 de marzo en horario de 17,30 a 22,00 horas. Casa de Hermandad.

-       Hermanos de nueva incorporación para la próxima Madrugada Santa 2019sábado 30 de marzo de 17,30  a 21,30 horas. Casa de Hermandad.

-        P.S.: Todo hermano que desee participar en la estación de penitencia como monaguillo debe participarlo a esta secretaría  antes del 21 de marzo (teléfono móvil 699615525).

Es importante constatar que las cédulas de sitio serán repartidas y despachadas de modo individual con el propósito además de que los hermanos puedan confiar y transmitir en la mayor privacidad posible aquellas circunstancias personales propias -y nunca ejerciendo de intermediario o de portavocía de terceros- que consideren de necesaria comunicación. 

Cabe recordar asimismo que la expedición y entrega de cédulas de sitio no comporta precio económico ninguno del hermano que así la retire, habida cuenta su cuantía está incluida desde el pasado año en la así llamada cuota única -cuyo pago bancario se efectúa en los meses de enero y junio-.

No obstante, y para ejercitar la teologal virtud de la CARIDAD, todo hermano se impondrá el deber de acercarse a retirar dicha cédula /papeleta junto con algún litro de leche o leche infantil para poder paliar en alguna mínima medida los siempre tristes pormenores de los más desfavorecidos.


Respecto a la petición de cruces y promesas, de todos es bien conocido que la Cofradía estacionará con un número máximo de diez cruces de penitencia y que, bajo ningún concepto o motivo aparentemente justificado, se entregará una más. En este sentido, nuestros cofrades dilucidarán que sus promesas se pueden plasmar de muchos modos o formas. Una de ellas, edificantísima, no es sino continuar aquella consuetudinaria costumbre de nuestros primeros cortejos penitenciales, cuya práctica totalidad de nazarenos tenían a bien besar con sus pies descalzos el frío asfalto de la Madrugada. Ténganse no obstante muy en cuenta las palabras del Venerable Papa Pío XII en su carta encíclica Mystici Corporis Christi: “Misterio verdaderamente tremendo y que jamás se meditará bastante: Que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo”.

sábado, 16 de marzo de 2019

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

II Domingo de Cuaresma  (ciclo C)
«Sus vestidos brillaban de resplandor»

Tras escuchar la narración de las tentaciones del Señor en el desierto, este domingo Lucas nos presenta el episodio en el que el Señor se transfigura ante Pedro, Juan y Santiago. El pasaje no utiliza el término «transfiguración», sino que se refiere a lo sucedido diciendo que «el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor». Sin esperarlo, la gloria de Dios se manifiesta ante los discípulos como una realidad. Si en la descripción de las tentaciones del Señor se anticipaba, en cierto modo, el momento de la prueba de Getsemaní, ahora se presagia la gloria definitiva de Cristo tras su Resurrección.

El contexto de oración
El lugar escogido para esta manifestación en gloria de Dios es lo alto de un monte, y el momento es «mientras oraba». Resulta familiar en la Escritura y fuera de ella la vinculación entre la presencia de Dios y determinados lugares geográficamente elevados. Este es también el motivo por el que muchas de nuestras iglesias se ubican, si no en el lugar más elevado, sí en determinados promontorios a los que es necesario ascender para llegar a ellos, o en altozanos, cuando se trata de un terreno llano.
El diálogo con Dios en oración desencadena la transformación de aspecto en Jesús, que sus discípulos más íntimos podrán presenciar. Sin embargo, Lucas ha querido destacar el contraste entre el Señor en actitud de oración y los apóstoles, que «se caían de sueño». ¿Cuál es, pues, el significado de esta contraposición? No es la primera vez que vemos a Jesús orando, especialmente durante la noche o al alba, momentos del día que, debido a la ausencia de luz, están naturalmente destinados al descanso. Pero más allá de este dato, con esta circunstancia se quiere mostrar que el diálogo con Dios a través de la oración es capaz de mantener al hombre despierto, no solo biológicamente, sino sobre todo interiormente. En cambio, Pedro y sus compañeros permanecen ajenos al principio de la escena. Igualmente, la somnolencia refleja que más allá del agotamiento físico hay una dificultad por parte de los apóstoles para comprender lo que se les estaba revelando.

Hablaba de su éxodo con Moisés y Elías
Junto a Jesús aparecen dos personajes: Moisés y Elías; así como una conversación sobre «su éxodo, qué él iba a consumar en Jerusalén». El término éxodo, referido de modo inmediato a la Pascua, implica de nuevo una antítesis entre la gloria en la que están envueltos en ese instante y el «paso» inevitable del Señor por la muerte cuando culmine el ascenso a Jerusalén. Ciertamente se vislumbra el triunfo definitivo sobre la muerte, pero para ver esa gloria, antes habrá que padecer y morir, conforme describe el primer anuncio de la Pasión unos versículos antes del pasaje de la transfiguración. La conversación de Jesús con Moisés y Elías busca destacar que en Jesucristo se cumplen las promesas del Antiguo Testamento. En efecto, los judíos se referían a la Biblia como a «la Ley y los profetas», siendo Moisés el máximo representante de la Ley y Elías de la profecía. Pero no es esto, quizá, lo más importante, sino que ambos habían recibido una revelación y una misión por parte de Dios. Moisés pide al Señor en el monte que le muestre su gloria. De modo imperfecto es capaz de verla pero solo de espaldas, en una manifestación imperfecta. El cometido encomendado será transmitir la Ley al pueblo elegido. Elías, en cambio, descubrirá la presencia del Señor en una suave brisa, y el Señor le pide ungir a un rey y consagrar a Eliseo como profeta. También a nosotros se nos ha manifestado ahora el Padre, a través de Jesucristo, en cuyo rostro vislumbramos la belleza y grandeza de Dios. La misión que se nos encarga se encuentra al final del pasaje, cuando una voz desde la nube declara: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». La novedad que nos trae Jesucristo no supone ya simplemente una tarea concreta, como sucedía con Moisés y Elías, sino que implica una relación personal con él, en la que entra en juego nuestra libertad y voluntad, superando el carácter parcial de las teofanías anteriores.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo». Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.


Lucas 9, 28b-36





viernes, 15 de marzo de 2019

jueves, 7 de marzo de 2019

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

I Domingo de Cuaresma  (ciclo C)
«No tentarás al Señor, tu Dios»

Comenzamos un itinerario de 40 días, iniciando así el ciclo de la Pascua, que culminará, dentro de 90 días, con la fiesta de Pentecostés. 40 días hasta la Pascua y 50 hasta Pentecostés. Siguiendo el esquema que Lucas propone en el Evangelio, la Cuaresma puede ser comprendida a modo de ascensión hacia la cruz y la Pascua del Señor. Durante este periodo, la Palabra de Dios y las oraciones de la Iglesia pretenden no solo introducirnos en un ámbito de preparación o catequesis espiritual, o incentivar la práctica de las tradicionales costumbres encaminadas a la conversión (ayuno, oración, limosna). La Cuaresma constituye ya en sí no solo un medio, sino un verdadero momento de gracia, un auténtico sacramento, tal y como se refleja en varias oraciones de la Misa de este primer domingo. Por lo tanto, este tiempo no solo se reduce a una llamada a la conversión, a la purificación interior o al aumento de la intensidad espiritual para llegar a la Pascua con las mejores disposiciones personales. El tiempo cuaresmal goza ya, de por sí, de una eficacia propia, y el camino recorrido supone ya una efectiva configuración con el misterio pascual de Cristo, que nos disponemos ahora a celebrar y a vivir un día en plenitud.

La fuerza de la Palabra de Dios
Durante la Cuaresma la Iglesia incide especialmente en la relevancia de la Palabra de Dios para la vida del cristiano. Así se evidencia, por ejemplo, en el hecho de que las dos lecturas y el Evangelio guardan una importante relación temática. Además, las distintas oraciones de la Misa buscan de modo particular, a través de citas o alusiones, vincular oración y Palabra. Pero es en el propio Evangelio de este domingo donde el mismo Jesús recalca con fuerza el valor de la Escritura, con un dato definitivo: la respuesta del Señor al diablo es siempre con la Palabra de Dios. No existe más diálogo con el tentador que la Palabra, convirtiéndose esta en el instrumento contundente y definitivo para vencer la tentación.
Tanto la primera como la segunda lectura buscan, asimismo, destacar el valor de esta Palabra en el pasado de la historia de Israel y en el futuro de la vida eclesial: en la Antigüedad, porque se traduce en una confesión histórica de fe, es decir, en memoria viva de lo que Dios ha hecho por su pueblo. Los hebreos saben que «el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido […] y nos dio esta tierra». En la segunda lectura, san Pablo, citando la Escritura, recuerda a la primitiva comunidad cristiana de Roma que la Palabra no solo se profesa con los labios, sino que está en el corazón, es decir, en lo más íntimo del hombre.

Un anticipo de la victoria definitiva del Señor
Al resultar el Señor vencedor de las tentaciones, la ubicación de este pasaje al comienzo de la santa Cuaresma presenta anticipadamente, pero con nitidez, el poder y la gloria definitiva de Cristo sobre el mal y la muerte, que celebraremos en el Triduo Pascual. De hecho, el culto que rendimos a Jesucristo procede de esta victoria, manifestación máxima de la fuerza de Dios, que muy pronto originó entre los primeros cristianos la adoración y el culto a Jesucristo. Este hecho tiene gran interés, debido a que son precisamente estas atribuciones (poder, gloria, adoración y culto) las que Satanás, de un modo sutil, reclama para sí en las segunda y tercera tentaciones. Por el contrario, Jesús, respondiendo con la Palabra de Dios y con su propia vida nos hará ver que es el cumplimiento de la voluntad del Padre lo que lleva al poder y gloria finales. Frente a la experiencia de fracaso de Adán, del pueblo de Israel y de nosotros mismos, Jesús aparece ya como el que ha vencido. De este modo, desde el principio de su ministerio público nos enseña que es posible hacer frente a las diversas tentaciones que nos presenta el Maligno; y que para ello necesitamos conocer y recurrir a la Palabra de Dios y seguir el modelo de quien ha vencido primero de un modo nuevo y definitivo las asechanzas del enemigo.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante 40 días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer, y al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». Acabada toda tentación el demonio se marchó hasta otra ocasión.


Lucas 4, 1-13