Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 30 de junio de 2019

El próximo viernes 5 de julio tendremos Santa Misa de Hermandad a las 20,30, y tras la misma, ofrenda floral a María Santísima de la Esperanza






Con profundo gozo la Junta de Señores Oficiales de esta Santa Hermandad anuncia que tras la Misa del primer viernes de julio, tendrá lugar la ofrenda floral a Nuestra Amantísima Titular, que podrá ser contemplada por todos sus hijos tras la finalización de su feliz proceso de restauración- el día anterior será recibida por los miembros del Equipo de Gobierno-.

A tal fin se invita a todos a participar, especialmente a los niños, trayendo flores a sus plantas. Y como feliz culminación de todo el proceso, tras este acto de ofrenda floral podremos compartir un jerez de honor.

sábado, 29 de junio de 2019

Aprobadas por unanimidad las cuentas del curso 2018-2019



Ayer viernes fueron aprobadas por unanimidad en cabildo general ordinario las cuentas del ejercicio 2018-2019 de la Hermandad de las Cinco Llagas.


Campaña de Caridad




Con motivo del día de la Caridad (Corpus Christi) y como culminación del exitoso curso de todas las delegaciones, ésta de Caridad pone en marcha una campaña de recogida de alimentos: Se pueden traer conservas, leche, aceite y alimentos no perecederos desde el 28 de junio al 15 de julio. Los lugares de recogida son la iglesia de San Francisco en horario de apertura y  la Casa de Hermandad los lunes, miércoles y jueves de 19 a 22 horas.


Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

XIII Domingo del tiempo ordinario (ciclo C)
«Te seguiré adonde quiera que vayas»

Tras la Cuaresma, Semana Santa y Pascua, retomamos el ritmo de lecturas de Lucas. Comienza una nueva y definitiva sección en la que Jesús camina con los suyos hasta la hora final de su muerte. En estos pasajes el evangelista intercalará diversos episodios y enseñanzas de Jesús. El texto de este domingo está dominado por dos temas entrelazados entre sí: la libertad del hombre y el seguimiento radical a Cristo; en torno a este eje se desenvolverán los diálogos que siguen después. El mismo Señor es desde el principio del pasaje el modelo de este ejercicio de la voluntad, enfocada en su entrega radical a la voluntad del Padre. Así lo refleja la frase «Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén». En efecto, esa afirmación no manifiesta un simple deseo de desplazarse a un lugar distinto del habitual. La ciudad santa indica ya el destino final que afrontará el Señor y su disposición para asumirlo.

«El hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»
La entrega radical del Señor a la voluntad del Padre no puede ser vista con un acto único en una fecha concreta. Salvo contadas excepciones, las decisiones más importantes de las personas no solo son tomadas con calma y detenimiento, sino que, sobre todo, son preparadas. Como ejemplo se puede enumerar el tiempo de noviazgo o de noviciado de un religioso. Sin embargo, las pautas que nos marca el Evangelio esta semana no hacen referencia únicamente a un tiempo de preparación inmediata, sino a cuál ha de ser el estilo de vida del discípulo del Señor, algo que, en cierto sentido, supera la propia voluntad. Los distintos personajes que se encuentran con el Señor son inmediatamente confrontados con lo que supone el seguimiento total a su persona. No basta con la buena disposición de ánimo. Cuando Jesús afirma que el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza, no se está lamentando de su situación. Está, más bien, diciendo que quien quiera seguirlo ha de dejarlo absolutamente todo, hasta lo teóricamente más propio, como puede ser la casa. De este modo, el no disponer de morada implica, por una parte, un despojo absoluto de las propias seguridades y, por otra, el considerar la vida como un itinerario provisional, teniendo como morada definitiva el cielo. No es sencillo un abandono tan radical. Sin embargo, la vida y la enseñanza del Señor nos permiten comprobar que no se trata de una utopía; esto se ha cumplido ya en Él. Por otra parte, la historia de la Iglesia nos presenta el ejemplo de tantos santos que han buscado vivir el abandono en el Señor no como un camino de renuncia, sino como un itinerario progresivo de confianza total en Dios: lo que a los ojos del mundo se presenta como abnegación y sacrificio, para el discípulo se convierte en un recorrido apasionante en el que las dificultades materiales y lo que se deja atrás son vividos como circunstancias menores que incluso sirven para apreciar la seriedad y gravedad del seguimiento al Señor.

La urgencia de la decisión
Junto a la confianza completa que Jesús pide, la llamada del Señor se plantea como urgente y no solo importante. A menudo pensamos que la vida cristiana es, claro está, una dimensión fundamental de nuestra existencia, pero algo que siempre puede esperar, porque Dios es paciente y misericordioso. Este Evangelio no pone para nada en duda la ternura o la indulgencia de Dios; nos sitúa frente a aquello que puede colmarnos y hacernos realmente felices. Ciertamente, las decisiones más determinantes de nuestra vida necesitan su tiempo. Pero el Evangelio nos está dando un mensaje claro: siempre encontrarás excusas para cumplir lo que el Señor te está pidiendo. Las expresiones «enterrar a mi padre», «despedirme de los de mi casa», «poner la mano en el arado» o «mirar hacia atrás» son el contrapunto a la vida de quienes inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. El Señor nos hace la propuesta; quienes decidimos somos nosotros.

  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

Cuando se completaron los días en que iba de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de Él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó:  «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».


Lucas 9, 51-62





martes, 25 de junio de 2019

Recordatorio: CABILDO GENERAL ORDINARIO DE CUENTAS Y CIERRE DE CURSO el próximo viernes 28 de junio



En virtud de lo tipificado en la Normativa Diocesana de Hermandades y Cofradías, esta Santa Hermandad celebrará Cabildo General Ordinario de Cuentas y Cierre de Curso el viernes día 28 de los corrientes a las 21,00 horas en primera convocatoria y media hora después en segunda con arreglo al siguiente:

O R D E N  D E L  D Í A

1.- Invocación al Espíritu Santo.
2.- Lectura del borrador del acta del Cabildo General Ordinario        anteriormente   celebrado y su aprobación si procediese.
3.- Aprobación de las Cuentas del Curso 2018-2019.
4.- Ruegos y preguntas.

Lo que comunicamos a efectos de citación y máxima puntualidad posible.


Galería del Corpus Christi

Fotos amablemente cedidas por don Fco. Miguel Pérez Aranda, N.H.D. Raúl Pérez, N.H.Dª Macarena Rozadillas y N.H.D. Ernesto Romero













Entregado el premio del sorteo del día 14 de junio celebrado por la Diputación de Caridad





El hermano mayordomo, don José Andrade Borrego fue agraciado con una medalla del Señor de la Via-Crucis  en el sorteo que se realizó el pasado día 14 de junio ¡Enhorabuena!


jueves, 20 de junio de 2019

Corpus Christi: alfombra, altar y procesión




Como viene siendo tradicional y obligado por nuestras Reglas desde nuestra reorganización allá por 1939, acompañaremos en procesión al Dios Vivo y Verdadero por las calles de nuestra ciudad desde la S.I. Catedral, tras la Solemne Misa Estacional de las 18,30 horas provistos de traje oscuro y la medalla de nuestra Corporación.

Se informa que nuestra Hermandad instalará un altar durante la mañana del domingo en la calle Lancería frente a una conocida franquicia hostelera.


Asimismo, se cita a todos los niños de  nuestra Hermandad que lo deseen a participar en la elaboración de una alfombra decorativa para el paso de Jesús Sacramentado. A tal fin, se les espera en la Casa de Hermandad a las 21, 15 horas el próximo sábado día 22 de los corrientes, donde les espera el oficial de la Junta y Diputado de Juventud don Raíul Pérez Carretero, pudiendo consultarle cualquier duda al respecto en su teléfono 605026518.

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

Solemnidad del Corpus Christi (ciclo C)
«Comieron todos y se saciaron»

Celebramos este domingo una de las fiestas más arraigadas en la tradición cristiana desde su nacimiento en el siglo XIII. La conmemoración de este día pretende colocar en primer plano la fe en la Eucaristía, como el misterio que constituye el corazón de la Iglesia y que procede del don que Jesucristo ha hecho de sí mismo, al revelar su amor infinito por cada uno de nosotros. Durante el tiempo pascual nos hemos detenido particularmente en la convicción que los primeros cristianos tuvieron de que Cristo estaba vivo realmente, así como en el cambio radical que esto supuso en su concepción de la vida y de la realidad. La certeza del Señor vivo les producía paz, alegría e impulso para comunicar lo que han visto y oído, animados por la fuerza del Espíritu Santo. Con el paso de los años la fe en el Señor presente y actuando en su Iglesia no decae, pero adquiere nuevas formas de expresión, siempre para explicitar de la manera más clara posible que Cristo está vivo entre nosotros.

Un don que supera nuestra expectativa
La escena evangélica de este domingo es de las más repetidas, ya que aparece hasta seis veces en la Escritura. Esto muestra que el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, sin duda, impactó fuertemente en la primera comunidad cristiana. Para los judíos no era nueva la alusión al pan. La primera lectura, del libro del Génesis, recuerda que Melquisedec, rey de Salén y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y bendijo a Dios. En el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces Jesucristo también «alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos». Sin embargo, tanto la referencia a Melquisedec como el milagro ante la multitud están preparando la Eucaristía como alimento de vida eterna. La dificultad planteada por los doce: «No tenemos más que cinco panes y dos peces», recuerda otras objeciones presentadas a Dios en momentos de especial significado en la historia de la salvación. La más célebre es, probablemente, la pregunta de María al ángel en el momento de la Encarnación: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». También, en estrecha relación con la Eucaristía, san Juan constata que cuando Jesús pronunció el discurso del pan de vida en la sinagoga de Cafarnaún, muchos judíos se echaron atrás, ante el problema para entender que Jesús les ofrecía su carne para comer y su sangre para beber. Han pasado 2.000 años y el ofrecimiento del Señor sigue pareciendo superar las posibilidades al alcance de la razón humana; algo, por otra parte, no desligado del escándalo que suscita en quien no ha recibido el don de la fe de acercarse al misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. De hecho, la fiesta del Corpus no se comprende sin el estrecho vínculo con el Jueves Santo, momento en el que la Eucaristía aparece especialmente asociada a la Pasión y la Muerte del Señor. En el día del Corpus, en cambio, se destaca quizá más el aspecto universal de la Eucaristía. En efecto, el Evangelio insiste en que «comieron todos y se saciaron». Al igual que sucede en otros textos bíblicos, las citas a la multitud o la muchedumbre se refieren al carácter universal de la salvación alcanzada por Cristo.

Eucaristía para el camino de la vida
El carácter popular de la procesión de este día realza asimismo la dimensión de compañía de Cristo y de su Iglesia en el camino de nuestra vida. Es llamativo que los anuncios proféticos de la Eucaristía se encuadran en el contexto de un pueblo cansado: Abrahán venía cansado de una batalla, el maná se da en el desierto ante unos judíos exhaustos, los apóstoles pretenden despedir a la gente porque estaban en un descampado… Puesto que en la vida cristiana podemos sufrir una cierta debilidad o incluso agotamiento, el reconocimiento de Jesucristo que sigue dándonos su carne y está presente en medio de su pueblo puede paliar en gran medida la fatiga que todos los hombres podemos experimentar en nuestra vida.







  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino de Dios y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». Él les contestó:
«Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo esta gente». Porque eran unos 5.000 hombres. Entonces dijo a sus discípulos: «Haced que se sienten en grupos de unos 50 cada uno». Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.



Lucas 9, 11b-17






Destacados del sermón del P. Juan Luis Izquierdo Fernández en el tercer día de Triduo Eucarístico


Foto: N.H.D. Ernesto Romero


Nos hemos estado preparando estos días para la fiesta del Corpus. Una fiesta que se comenzó a celebrar en Lieja (Bélgica) en 1246 y que el Papa Urbano IV trasladó a la iglesia Universal desde el año 1264. la Iglesia acoje esta solemnidad para proclamar que Cristo está presente en el pan y vino porque Él mismo lo dijo antes de su Pasión.
La Eucaristía hemos de contemplarla como sacrificio y sacramento. Como sacrificio es memorial; todo lo latente en el Antiguo Testamento se hace presente en el Nuevo. Y Jesús se constituye como mediador de la Nueva Alianza. Como sacramento, la Eucaristía es por excelencia el signo de la presencia de Jesucristo. Sabemos que Cristo está presente porque el Espíritu Santo hace ese milagro.
Comunión es estar en sintonía con él.
En la Eucaristía se hace presente Cristo Resucitado. La presencia del Señor no es aparente, sino real. Es verdaderamente Jesús el de la última Cena.

La comunidad se siente realizada en ese Sacramento del amor. Como afirma Benedicto XVI: “la Eucaristía es el ágape que Dios nos da a compartir y que sigue actualizando en nosotros el Sacrificio del Altar”.


miércoles, 19 de junio de 2019

Destacados del sermón del P. Juan Luis Izquierdo Fernández en el segundo día de Triduo Eucarístico


Foto: N.H.D. Ernesto Romero



Pocas horas antes de su Pasión, Jesús reparte el Pan Eucarístico, su Tesoro.
El pan como alimento está presente en nuestras vidas.
Es cruel encontrarse sin pan y sin agua. 
Demos un paso más adelante: compartir el pan es el primer hecho de la solidaridad. 
Jesús multiplica el pan para dar alimento al hombre.
El mundo sería diferente si fuésemos sensibles al amor humano.
El pan tiene otro significado: el significado del encuentro. Cuando tenemos algo que celebrar, nos sentamos en la mesa y compartimos el pan.
Muchas veces perdemos el sentido y al compartir el pan en familia estamos más pendientes del televisor o del móvil que de nuestro cónyuge o hijos. Y eso no debe ser.
El pan contemplado como encuentro en la familia.
El pan también como culto religioso, de ofrecimiento al Señor. 
Jesús nos invita a su mesa para escuchar su Palabra y comer su Pan.

También nos debe dar este Pan una conciencia social para compartir con el que no tiene.


martes, 18 de junio de 2019

Destacados del sermón del P. Juan Luis Izquierdo Fernández en el primer día de Triduo Eucarístico


Foto: N.H.D. Ernesto Romero


Prepararse para esa Liturgia del Cuerpo y la Sangre del Señor es lo que la Iglesia hace en estos días.
Jesús no nos quiso dejar solos en el camino de la vida. Y después de lavar los pies a sus discípulos, instituyó una nueva presencia entre nosotros.
Santo Tomás de Aquino compuso el Pange Lingua por petición del Papa Urbano IV que fue quien instituyó el Corpus.
Alrededor de la mesa compartimos grandes acontecimientos. Eso nos invita a crear amigos y crear familia.
En el Deuteronomio se hace referencia al maná. Nuestras raíces vienen de ese maná. El pan, el nuevo maná del Nuevo Testamento es la Eucaristía.
Lavarse los pies, ponerse al servicio, la vida entregada antes de ponerse a la mesa.
Jesús hace recuerdo de aquella peregrinación del Pueblo de Israel.
La profundidad del Sacrificio Eucarístico es un misterio.
Pensemos lo privilegiados que somos para ser invitados a la mesa del Señor.
Las primeras comunidades cristianas se reunían para la fracción del pan. La Eucaristía es el lugar por excelencia donde se vive y se fortalece la comunidad.
Quién no recuerda el momento de su primera comunión.

Que esta fiesta nos ayude a vivir mejor la Eucaristía: fuente y cumbre de la vida cristiana.

viernes, 14 de junio de 2019

Recordatorio: El próximo martes día 18 en la Capilla del Voto, comienza el Solemne Triduo de Exaltación a la Eucaristía






Catorce hermanas Concepcionistas Franciscanas, martirizadas en 1936 serán beatificadas el próximo sábado día 22




Fuente: Parroquia San Antonio Abad de El Toboso

Reproducimos el texto que el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá, Javier Paredes, publicó en diciembre de 2018 en Hispanidad.com, la web decana de la prensa digital española. En este relato aparece la que será la primera beata mártir natural de El Toboso, Sor María del Santísimo Sacramento (Manuela Prensa Cano), ceremonia de beatificación que se celebrará el próximo 22 de junio en la Catedral de La Almudena de Madrid.


Madrid y 16 de julio de 1936. Festividad de la Virgen del Carmen. Las Concepcionistas Franciscanas de San José, del número19 de la madrileña calle de Sagasti, van a representar, dentro de su clausura, el martirio de Santa Inés, para celebrar la onomástica de la madre abadesa, Sor María del Carmen Lacaba. Son 18 mujeres de la Orden de Santa Beatriz de Silva, que cubren sus espaldas con una capa azul cielo, en honor de la Inmaculada.
Sor María del Santísimo Sacramento (Manuela Prensa Cano) es la directora de escena, porque tiene unas cualidades innatas de artista. Por su origen humilde, nacida en El Toboso (Toledo) un 25 de junio de 1887, carece de estudios, pero posee un don para la música y es la organista y la directora del coro. Las más antiguas de su comunidad la conocen desde niña, porque es la hija de Manuel Prensa Sánchez y de Cirila Cano Casas, los dos de El Toboso que se trasladaron hasta Madrid para trabajar como demandaderos del monasterio.

La representación fue todo un éxito, reconocido con un largo aplauso. Y tras las palmas, se hizo un silencio pesado y embarazoso. Había que ser muy superficial, y ninguna de aquellas mujeres lo era, para no ver las semejanzas del cerco, que los enemigos de la religión habían tendido contra Santa Inés, con la persecución que ellas mismas venían sufriendo desde el 14 de abril de 1931, día en que se había proclamado la Segunda República en España. Y no era un temor infundado el suyo, por eso después de la Guerra Civil, el nombre de la calle de su monasterio, Sagasti, cambió por el de Mártires Concepcionistas.
Esta comunidad fue de Concepcionistas Franciscanas solo desde el año 1878, aunque tenía detrás una historia de siglos como beaterio de la Orden Tercera Franciscana, cuyas integrantes solicitaron ayuda a Sor Patrocinio (1811-1891) para pasar a formar parte de su Orden, que era la fundada por Santa Beatriz de Silva (1437-1492) con el nombre de Orden de la Inmaculada Concepción.
El beaterio fue fundado en 1638 por iniciativa de María Antonia de Cristo Ocampo, mujer de grandes penitencias, fe y caridad, que poseía el discernimiento de espíritus y a la que se la atribuyeron algunos milagros. Tenían como finalidad “recoger a mujeres y apartarlas del pecado”. Vivían de la limosna. En 1653, el rey Felipe IV (1621-1665) mandó que el Real Consejo tomara al beaterio bajo su protección y amparo. El año 1666, su segunda esposa y reina regente de Carlos II (1665-1700), Mariana de Austria (1634-1696), le concedió una renta perpetua de tres mil ducados de vellón.
En el siglo XIX las religiosas del beaterio padecieron las leyes antirreligiosas. Fueron expulsadas de su convento y tuvieron que refugiarse en el de la Concepción Jerónima de Madrid. Y en 1877 el cardenal de Toledo, Francisco A. Lorenzana, transmitió a Sor Patrocinio el deseo de las beatas de San José de pasar a formar parte de la Orden de las Concepcionistas Franciscanas.

“La reforma de la ejemplar comunidad de beatas de San José —cuenta la secretaria de Sor Patrocinio— se verificó al propio tiempo que la de Almería. Fue de abadesa la Reverenda Madre Sor María Catalina de los Dolores con dos religiosas más; una para vicaria y la otra para maestra de novicias.
Con la solemnidad que el caso requería, tomaron el santo hábito de nuestra Madre Purísima el día 8 de diciembre de 1878 las religiosas de toda aquella venerable comunidad, practicando, con edificante fervor y santo gozo, el año de noviciado y con la aprobación y bendición especial de Su Santidad, el Papa Pío IX, pronunciaron todas y cada una sus votos solemnes, profesando nuestra santa Regla y Constituciones de la Orden de la Purísima Concepción Francisca Descalza, que siempre han seguido y siguen cumpliendo exactísimamente y a satisfacción de los prelados.
Verificada la profesión solemne y perfectamente instruidas en nuestras costumbres y método de vida común, regresaron al convento de Santa Isabel de Madrid la Reverenda Madre Dolores y las dos religiosas que la habían acompañado a la reforma, quedando ya la nueva comunidad con su abadesa, vicaria, maestra de novicias y demás cargos de comunidad, todo perfectamente arreglado, con aprobación de los superiores”.
La proclamación de la Segunda República (14-IV-1931) abrió una etapa de inseguridad y de miedo por causa de la persecución religiosa, promovida y ejecutada por los socialistas y los comunistas. La madre abadesa de las Concepcionistas de San José, ante el clima de terror generado por los partidos de izquierda, decidió que todas las monjas se proveyeran de ropas de seglar, por si había que abandonar el convento sin el hábito.
Y eso es lo que sucedió el día 11 de mayo de 1931. Ni siquiera había transcurrido un mes desde la proclamación de la Segunda República, cuando los revolucionarios comenzaron a quemar iglesias y conventos. Las Concepcionistas de San José de la calle de Sagasti, tuvieron que abandonar a toda prisa el suyo y se refugiaron en una casa del número 5 de la calle Maldonado, donde permanecieron escondidas durante 26 días.
Poco después de regresar, saltaba de nuevo la alarma que indicaba que había que abandonar por segunda vez el convento. Permanecieron fuera del monasterio de cuatro a seis días. Y esta vez no eran los incendios los que amenazaban su integridad, sino la celebración de las elecciones a Cortes Constituyentes del 27 de junio de 1931, porque los socialistas y los comunistas tenían intimidada a la población mediante actos de violencia, destrozos en el mobiliario y hasta quemas de alguna iglesia y casa religiosa. Y fue en este ambiente de miedo como las izquierdas ganaron las elecciones y se hicieron con la mayoría de los escaños.
Las leyes sectarias del Parlamento y la actividad continua de los revolucionarios, en la calle hicieron que la tensión y el sobresalto se convirtieran en los compañeros inseparables de las Concepcionistas de San José de la calle de Sagasti. Una de ellas ha dejado este testimonio: «Pasábamos días frecuentes de intranquilidad y angustia, siempre que ocurría algún suceso por el cual se temiese reacciones violentas de las masas, pues la fiera estaba en casa y andaba suelta. En estas ocasiones, cuando nos avisaban de posibles peligros, toda la comunidad pasaba la noche en oración ante el Santísimo y además se hacía mucha penitencia, en privado y en público. Esto ocurrió muchas veces».
La tensión fue en aumento y los españoles respondieron en las urnas, dando la victoria a las derechas en noviembre de 1933. Pero los perdedores respondieron con un golpe de Estado. Y tras el fracaso del golpe de Estado, que dieron los socialistas en 1934, sus dirigentes por boca de Largo Caballero proclamaban con toda claridad cuál iba a ser su estrategia a seguir: “Cuando nos lancemos a la calle por segunda vez, que no se nos hable de generosidad y no se nos culpe, si los excesos de la revolución se extreman hasta el punto de no respetar cosas ni personas”.
De modo que, si ya antes había habido motivos para que las monjas abandonasen el convento vestidas con ropas de seglar, el terror generado por los socialistas y los comunistas para intimidar a los votantes en las elecciones de febrero de 1936, las empujaron de nuevo a refugiarse fuera del claustro por tercera vez. Y esta huida iba a ser la penúltima. En esta ocasión permanecieron escondidas fuera del monasterio 36 días.
La última vez que salieron huyendo de su convento fue el día siguiente de que estallara la Guerra Civil. El día 18 de julio de 1936 por la tarde habían traspasado la clausura los gritos de ¡Mueran las monjas! Al día siguiente, como era su costumbre, asistieron a la Santa Misa a las ocho de la mañana. Y, cuando iban recogidas camino del comedor, la madre abadesa les dio la orden de volver al coro para consumir el Santísimo.

El capellán, con rostro de grave preocupación, distribuyó todas las sagradas formas a las religiosas. Y al finalizar, se dirigió a ellas en voz alta y las hizo esta pregunta: “Si las circunstancias lo pidieran, ¿estaríais dispuestas a dar la vida para manteneros fieles a vuestros compromisos de almas consagradas?”




Todas contestaron un sí firme e incondicional, y marcharon apresuradamente a quitarse el hábito, para vestirse de seglar. Hicieron unos hatillos con lo más imprescindible y se dispusieron a abandonar el monasterio por grupos y espaciadamente. Por la tarde, las 18 Concepcionistas de la calle de Sagasti estaban todas reunidas en el número 45 de la calle de Manuel Silvela, un piso con una capacidad para una familia de cinco o seis personas, que tenían alquilado desde las elecciones de febrero de 1936.
Madrid y 19 de julio de 1936. A primera hora de la mañana, las Concepcionistas Franciscanas de la madrileña calle de Sagasti, vestidas de seglares, ya están dispuestas para abandonar el monasterio. A una de las mayores hay que explicarle lo que de verdad está pasando. En su cabeza no hay espacio para concebir la existencia del mal, porque se le había inundado el alma de bondad, después de toda una vida de clausura y contemplación de Dios. Por eso, al oír unas voces en las que no distingue bien lo que se dice, se acerca a una ventana, mira a través de la celosía y exclama:  
-Hay grupos de hombres armados, que están custodiando el convento para que no nos pase nada ¡Son nuestros verdaderos ángeles de la guarda!
Pero no… Eran milicianos armados con pistolas y fusiles, que con blasfemias e insultos soeces amenazaban de muerte a las monjas, por lo que de haber salido en esos momentos con toda seguridad que las hubieran linchado en la puerta del monasterio. Las monjas tuvieron que esperar para poder salir hasta que se despejara la calle, lo que no pudieron hacer hasta las siete de la tarde.
Durante tantas horas de tensa espera, rezan continuamente, y hablan muy poco, porque todo se lo dicen con la mirada. El centro de atención de todas era Sor María de la Asunción, una segoviana de 72 años por la que sus hermanas sienten una especial preocupación, ante el futuro tan incierto al que se van a enfrentar.
Sor María Asunción estaba afectada desde hacía veinte años por un proceso reumático muy fuerte y degenerativo que le había incapacitado de tal modo, que necesitaba ayuda para todo. La cuidaban con un cariño exquisito y tenían que bañarla muy a menudo. Necesitaba ayuda para cualquier necesidad que le sobreviniera, y muchos días hasta había que darle de comer, porque no podía llevar el alimento a su boca.
Después de asearla, la dejaban quietecita en un sillón. “De la mañana a la noche -escribe una de sus hermanas, Sor Corazón de María- era la viva imagen de una persona doliente en extremo, pero llena de paz. Pude observar que todo el día se lo pasaba en oración. Este clima, en el que estaba siempre inmersa, lo reflejaba en las conversaciones en las que de manera habitual y con toda naturalidad hacía recaer sobre el sentido sobrenatural de la vida, miraba todas las cosas siempre desde una perspectiva de fe, de Dios, la esperanza en la otra vida y el valor religioso del sufrimiento”.
Las monjas se refugiaron a 500 metros del monasterio, en una casa situada en la séptima planta de la calle Francisco Silvela número 45. La estancia ni era espaciosa para albergar a18 mujeres, ni tampoco confortable. Apenas estaba amueblada, y entre otras muchas cosas faltaban camas, por lo que la mayoría tenían que dormir en el suelo, abrigándose con lo que podían, ya que del monasterio salieron con lo puesto y un pequeño hatillo con las cosas de uso inmediato y personal.
La inactividad obligada la aprovecharon para fortalecer su vida espiritual, que fue sin duda la mejor preparación para afrontar lo que estaba por venir. Una de las monjas dejó por escrito que en comunidad rezaban las Horas litúrgicas, recitaban las ciento cincuenta avemarías de los quince misterios del Rosario, hacían las lecturas espirituales y dedicaban dos horas diarias a la oración mental. Y, desde luego, nunca se interrumpía la presencia de Dios.

Pero desgraciadamente estaban instaladas en uno de los peores barrios de Madrid, atenazado por el terror rojo, impuesto sobre todo desde el Ateneo Libertario de Ventas, donde se concentraban los elementos más sanguinarios del barrio. Uno de sus dirigentes se llamaba Juan Carmona Campillo, al que los suyos le conocían por el alias de “el matón” y los del barrio por “el verdugo del Ateneo”. Tal atracción tenía para Carmona lo de apretar el gatillo, que ni siquiera los suyos podían sentirse seguros. Así, en cierta ocasión asesinó a tiros a un ateneísta sin mediar palabra, porque, según él, era homosexual.
Pero Juan Carmona no era ni el peor de la barriada ni el peor del Ateneo. Le superaba en maldad Pablo Sarroca Tomás y su presencia y actividad en el barrio de Ventas era lo peor que le podía suceder a las concepcionistas o a cualquier católico, porque Pablo Sarroca era un sacerdote que había renegado de su condición. Y lamento desmentir esa idea, tan extendida, de que en el clero español no se produjo ninguna apostasía durante la Guerra Civil. El sacerdote Pablo Sarroca, además de renegar de su fe, también traicionó a los suyos y persiguió a los católicos. Por otra parte, la existencia de apóstatas entre el clero durante la Segunda República y la Guerra Civil valora todavía más a los mártires españoles, porque los clérigos apóstatas, como Pablo Sarroca, ponen de manifiesto que entonces se podía evitar el martirio, todo era cuestión de elegir: o tronos en el Cielo o poltronas en esta tierra.
En 1917, Pablo Sarroca había aprobado una oposición al Cuerpo Eclesiástico del Ejército. Fue capellán castrense de distintas unidades en África y en la Península. Consiguió el grado de comandante y llegó a ser Vicario General de la Primera Región Militar; es decir, de Madrid y el centro de España. En 1932, publicó un folleto con este título “Al Gobierno Provisional de la República”, que exhibía en la portada el siguiente subtítulo: “En testimonio de profunda admiración y de adhesión sincera”. A partir de entonces estableció relaciones con los más altos dirigentes republicanos. Azaña le incorporó al Gabinete militar, conocido como el Gabinete Negro, presidido por el general Hernández Saravia.
El 13 de septiembre de 1936, el socialista Largo Caballero, que además de presidente de Gobierno era ministro de la Guerra, firmaba una circular en la que se podía leer: “Por las excepcionales circunstancias que concurren en el excapellán mayor del ejército, don Pablo Sarroca Tomás y su reconocida adhesión al régimen, he tenido a bien disponer pase agregado a la Sección de Información de este Ministerio”. A partir de este nombramiento, Pablo Sarroca se convertía en un policía, al servicio del régimen de terror implantado por el socialismo.
Inmediatamente, Pablo Sarroca se incorporó al Ateneo Libertario de Ventas, que estaba cerca de donde vivía. Y era público y notorio que allí tenía a su entera disposición a dos mujeres, Gregoria Rubio Acosta, apodada “La Huesos” y Julia Redondo que, además de entretenerle, eran las encargadas de llevarle los partes de las personas que asesinaban en el Ateneo. Pablo Sarroca también tuvo como amante a Julia Sanz, treinta años más joven que él, que fue condecorada por el Director General de Seguridad, Manuel Muñoz.
Pero oficialmente con la que hacía vida marital era con Flora García Martínez. Unos vecinos suyos declararon que Pablo Sarroca solía emborracharse con frecuencia y entonces las discusiones entre ellos eran muy frecuentes, profiriendo palabras soeces y blasfemias y que, en cierta ocasión, escucharon a Flora reprocharle a Sarroca que había violado a su madre, que también la había deshonrado a ella y que, además, pretendía abusar de una hija de Flora, que se llamaba Teresa.
Haciendo uso del poder con el que le respaldaba Largo Caballero, Pablo Sarroca saqueó y robó las casas de muchos de sus vecinos, presionándoles con darles el paseo si no le entregaban lo que les pedía, que solía ser dinero, joyas o el coche si lo tenían, productos con los que después traficaba para su enriquecimiento personal. Y las amenazas de Pablo Sarroca no se quedaron solo en palabras, porque fue acusado de varios asesinatos, hasta el punto de que tuvo que intervenir la Dirección General de Seguridad de la República y fue detenido.
Una vez en prisión, inmediatamente hizo valer las relaciones que tenía con Azaña, Prieto y Largo Caballero, además de esgrimir en su defensa los servicios que él había prestado a la República, entre otros como él decía el de haber dado el paseo a doscientos fascistas, además de prometer que, si le dejaban libre, gracias a los conocimientos que tenía por el ejercicio de su sacerdocio, podría dar el paseo a otras trecientas personas más. Y, en efecto, le soltaron y Pablo Sarroca siguió sembrando el terror en el barrio de Ventas hasta el final de la Guerra Civil.
Y como sabemos, en este barrio, controlado mediante el terror por Sarroca, estaban escondidas las Concepcionistas Franciscanas, concretamente en la séptima planta del número 45 de la calle Francisco de Silvela. Ante el portal de esta casa aparcaron varios coches la noche del 7 de noviembre de 1936. De las 18 monjas que componían la comunidad, ese día solo quedaban 10 en el piso pues los ocho restantes se habían acomodado en casas de amigos y familiares de Madrid. La madre Carmen, que era la abadesa, aunque la invitaron a ir a una de las casas, se negó porque quería estar junto a su comunidad hasta el final.

Cuando los milicianos aporrearon la puerta de la casa, todavía tuvo tiempo la madre Carmen para dirigirse a sus monjas: «- ¡Hijas mías! Ha llegado la hora de dar testimonio de que somos almas consagradas, confiemos en la ayuda del Señor que no nos faltará»
Los milicianos les ordenaron que salieran en grupos de tres y que subieran a los coches que les esperaban en la calle. En la última expedición la madre Carmen quiso acompañar a Sor Asunción, que imposibilitada como estaba, apenas se podía mover. Y ante los lentos movimientos de la anciana monja, uno de los milicianos la emprendió a patadas contra ella y propuso al resto de los verdugos arrojarla escaleras abajo para acabar de una vez por todas. Pero gracias a los ruegos de la abadesa y a la intervención del portero, los milicianos permitieron que la anciana impedida bajara en el ascensor. La madre Carmen que cerraba la comitiva se despidió de los porteros, dio un par de besos a Teresita Alcaraz, la hija de los porteros, y al tiempo que la besaba y la estrechaba las manos, depositó en ellas 150 pesetas.
No se sabe a ciencia cierta si las diez concepcionistas fueron asesinadas en Paracuellos o en los descampados de la plaza de toros de Ventas, justo donde hoy se encuentran los chiqueros. Partidario de que fueron martirizadas en este último lugar es José Manuel Ezpeleta, un hombre bueno y generoso, incansable investigador desde hace años, con quien estamos en deuda los españoles, por proporcionarnos tantas informaciones de cómo miles de nuestros antepasados dieron su vida por defender nuestra fe.
Javier Paredes (16.12.2018)
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá
Fuente:
1.- https://www.hispanidad.com/la-resistencia/martires-concepcionistas-i-la-ii-republica-instauro-un-regimen-de-terror-en-las-calles-a-las-religiosas-se-les-perseguia-con-especial-sana_12006066_102.html (visto el 01.02.2019)
2.- https://www.hispanidad.com/la-resistencia/martires-concepcionistas-y-ii-pablo-sarroca-el-terror-de-las-ventas_12006252_102.html (visto el 01.02.2019)





Presentada la Festividad del Corpus Christi 2019



Cartel oficial del Corpus 2019, obra de Inmaculada Peña



Fuente: UNIÓN DE HERMANDADES


El pasado miércoles día 12 de Junio, fueron  presentados los actos con motivo de la festividad del Corpus Christi. La presentación fue conducida por el cofrade de Buena Muerte, Consuelo y Sacramental de Santiago, D. Antonio Montoro, comenzando a las 20:30 horas en la Santa Iglesia Catedral.

En dicho acto se dio a conocer tanto el cartel anunciador, una obra de Dña. Inmaculada Peña Ruiz, artista jerezana licenciada en Bellas Artes, como a la persona que tendrá a bien ser la exaltadora del Corpus, Dña. Rocío López González, dama del Capítulo de Nobles Caballeros y de Isabel La Católica y Secretaria del Proceso Diocesano para la Beatificación de la Sierva de Dios, Dña. Teresa Enríquez de Alvarado, fundadora de las Hermandades Sacramentales.


D. Ángel Hortas Rodríguez-Pascual, organista titular de la Catedral de San Salvador de Jerez, amenizó interpretando varias piezas a órgano.