Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

martes, 30 de abril de 2019

Recordatorio: Santa Misa de Acción de Gracias y Convivencia Post-Salida el próximo viernes día 3 de mayo desde las 20,30 en San Francisco





Celebraremos Santa Misa de Acción de Gracias, Deo volente, el próximo viernes día 3 de mayo del presente año a las 20,30 horas en la iglesia conventual de San Francisco.

Asimismo todos los que hayan participado en la gozosa estación de penitencia de la Madrugada del Viernes Santo están invitados a la convivencia que tendrá lugar acto seguido en la que podremos compartir con los hermanos, como viene siendo tradicional, las vivencias propias de la salida procesional. Nuestro Hermano Mayor, don Rafael Cordero, nos pide que, en la medida de lo posible, cada cual aporte comida para compartir, mientras que la Tesorería de la Hermandad se hará cargo de la bebida.



COMUNICADO OFICIAL DE AGRADECIMIENTO Y FELICITACIÓN DE LA HDAD DE LAS CINCO LLAGAS



Hermandad y Cofradía de Nazarenos de las Sagradas Cinco Llagas de Cristo, Nuestro Padre Jesús de la Vía-Crucis y María Santísima de la Esperanza

Establecida canónicamente en el Real Convento de San Francisco
Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera
Sala Capitular: C/ Diego Fernández Herrera 6 y 8, 11401 - Jerez de la Fra.
Blog oficial: http://cincollagasjerez.blogspot.com
Correo electrónico: cincollagasjerez@gmail.com
                        



«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.» (Mt. 13, 44).

Estimados hermanos en el Señor: Pax et bonum.

Poder vestir el santo hábito blanco en San Francisco es el tesoro escondido de la parábola del Señor. Sólo el que lo ha probado lo sabe. Desde que penetramos en la lúcida oscuridad de nuestra sede canónica con la única iluminación dedicada al Monumento y las andas de nuestros Amantísimos Titulares allá en la Capilla del Voto, para atender el aldabonazo constante que supone en nuestra conciencia el capítulo 12 del libro segundo de La imitación de Cristo sabemos que algo maravillosamente grande va a suceder en la noche en la que el Salvador se entrega para nuestra Redención.

Y eso independientemente de que podamos salir a la calle o no. Bien lo sabemos, aunque este año, y a pesar de la inseguridad de los partes meteorológicos que nos han tenido en jaque toda la Semana Santa, ha podido ser. Y ha podido ser poner en la calle a un cortejo que sin prisa, pero sin pausa  va creciendo en el número y en la calidad de sus vivencias. Muchos son los llamados y pocos los escogidos dice también el Señor en el Evangelio. Y si hemos sido de estos últimos , no podemos dejar de dar gracias.

La Junta de Señores Oficiales y la Diputación Mayor de Gobierno sólo tiene palabras de felicitación para todos aquellos que una vez más se han podido identificar con el  paradigma cofradiero que en su día diseñaron nuestros refundadores, con don Manuel Martínez Arce y el Siervo de Dios Pedro Guerrero González a la cabeza.

Unánime ha sido, además, la satisfacción mostrada por los hermanos que han participado como nazarenos, costaleros, monaguillos, acólitos o personal de apoyo a la Diputación Mayor de Gobierno, además de por multitud de cofrades jerezanos y foráneos que no han escatimado en parabienes y felicitaciones para con nosotros.

Desde nuestro Director Espiritual, Fray Julián Bartolomé, al P. Juan Luis Izquierdo, gratamente impresionados con la riqueza de la espiritualidad reinante, hasta muchos de los fieles presentes en las calles jerezanas en las que nuestra cofradía brilla con luz propia ante los ojos de cuantos devotos miran llenos de emoción a Nuestras Sagradas Imágenes Titulares. Hemos dado a Jerez la respuesta que de nosotros espera desde hace ya tantos años: el contundente testimonio del Silencio Blanco que proviene de la Plaza Esteve: profundo silencio en las filas de nazarenos hieráticos embelesados en la contemplación de los Misterios de la Redención. Sabedores que la salvación de muchos depende de nuestras oraciones y voluntarios sacrificios, como bien dejó escrito el Santo Papa Pío XII, que ocupaba la Cátedra de Pedro en los años de nuestra feliz reorganización.

Siguen aumentando los devotos que tras seguir al Señor de la Vía-Crucis, desean relacionarse con la realidad de nuestra corporación; siguen incorporándose monaguillos niños que se suman a nuestras filas movidos por la evidencia de la fe de sus padres; sigue habiendo costaleros que desean pertenecer a nuestras cuadrillas; y siguen aumentando los que se contagian de la claridad del testimonio corporativo.

Desde la Junta de Señores Oficiales y la Diputación Mayor de Gobierno agradecemos de corazón vuestra fidelidad a nuestra esencia y vuestro comportamiento tan ejemplar porque demuestra categóricamente la autenticidad de lo que vivimos: un amor inconmensurable al Señor de la Vía-Crucis y a nuestra Madre de la Esperanza.

Un fortísimo abrazo en Cristo Resucitado.



Vº Bº  Rafael Cordero Jaén                Fdo: Ernesto Romero del Castillo      
  Hermano Mayor                                  Secretario




Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera, a veintinueve días del mes de abril del año de Gracia del Señor de dos mil diecinueve.







viernes, 26 de abril de 2019

HDAD. DE LAS CINCO LLAGAS POR CALLE CARACUEL. JEREZ 2019

Evngelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

II Domingo de Pascua (ciclo C)
«La paz del Resucitado»

Sin duda alguna, el hecho de que Jesucristo resucitó verdaderamente ha determinado la historia del hombre. Durante estos días toda la celebración litúrgica, y especialmente la Palabra de Dios, relata la presencia del Señor vivo entre ellos, tras haber padecido y haber sido sepultado. En concreto, hoy se nos narra el pasaje en el que, por dos veces, Jesús se aparece en el Cenáculo a sus discípulos: al anochecer del primer día de la semana y una semana después. Como sabemos, las alusiones al primer día de la semana constituyen la nota típica temporal de las reuniones de las primeras comunidades cristianas, debido a que el domingo fue el día del encuentro con el Señor resucitado. De hecho, a pesar de la gran importancia que la piedad popular da en nuestra tierra a los misterios de la Pasión y Muerte del Señor, en infinidad de lugares se celebran las llamadas procesiones del encuentro con el Señor resucitado. Así pues, desde los albores del cristianismo, se quiso insistir en el comienzo de un culto nuevo y distinto de las costumbres judías. Desde el punto de vista del estudio histórico, esta es una prueba firme de la Resurrección del Señor, porque solo un acontecimiento realmente relevante y extraordinario podía inducir a los primeros discípulos a desplazar el culto del sábado por el del domingo.

«Paz a vosotros»
Con estas palabras, el Señor se presenta y se dirige a quienes estaban congregados en el Cenáculo al anochecer del primer día de la semana. La paz es uno de los conceptos que pueden ser utilizados para referirse a múltiples realidades. La acepción más común es la que indica una situación de ausencia de lucha armada o bien la relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos. Ciertamente, el deseo del Señor al saludar a sus discípulos tras resucitar no se opone a estos significados comunes. Sin embargo, hay algo que distingue la paz que Jesucristo ofrece de la meramente humana: la paz es un don de Dios y, más en concreto, del Señor resucitado. Ciertamente, las menciones navideñas a la paz no ignoran que Jesucristo, Rey de la Paz, viene a traer la paz a los hombres. Sin embargo, se olvida a menudo que la paz es también el gran don del Señor resucitado. Jesús ha vencido al mal y a la muerte y, como consecuencia, la paz que ofrece es consecuencia de una victoria. Dicho de otra manera, con el saludo «paz a vosotros» Jesús va más allá de la cordialidad, cortesía o la sincera expresión de unos buenos deseos hacia sus discípulos. Con esta fórmula está revelando que su triunfo tiene también como beneficiarios a los hombres. No será la única gracia del Resucitado. El Evangelio alude a otro fruto: la alegría de los discípulos al ver al Señor. Y el Espíritu Santo es igualmente señalado como consecuencia de la Pascua del Señor.

La confirmación de una identidad
Si el domingo pasado el principal indicio de la Resurrección del Señor era la imagen del sepulcro vacío, este domingo tenemos otro signo: a Jesús se le reconoce por las huellas de su pasión. De no ser porque el Evangelio lo refleja, nadie hubiera pensado en Jesucristo triunfante con signos de sufrimiento y debilidad. Sin duda, el Señor quiere insistir en que la Resurrección no ha borrado la Pasión y la Muerte, sino que estas adquieren ahora su verdadero significado. Las llagas confirman que están viendo de nuevo al mismo que padeció y murió: no se trata ni de un fantasma ni de una alucinación colectiva de los apóstoles. En el cuerpo ahora glorioso del Señor resucitado se muestra que se ha culminado lo que comenzó en la Encarnación y que el Jesús no se ha ahorrado ningún paso ni ha fingido absolutamente nada.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.» A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
  

Juan 20, 19-31






miércoles, 24 de abril de 2019

Magnífico artículo de N.H.D. Marco A. Velo sobre nuestro muy querido y recordado hermano Manolito Guerrero




Jerez: Manolito Guerrero Ramos

Fuente: DIARIO DE JEREZ   

MARCO ANTONIO VELO                      Jerez Íntimo,  22 de abril de 2019

 

Aún lo estamos viendo en los intransferibles senderos de la nostalgia. Aún lo estamos viendo en la cima del paso del Señor. Aún lo estamos viendo de acá para allá como un chiquillo revuelto de trajines. Aún lo estamos viendo cómo cruza la calle Corredera mientras arrastra dos bolsas enormes –negrísimas- de basura hinchadas de restos de flores de los altares de San Francisco después de la poda y de la coda diaria. Aún lo estamos viendo sentado en las silletas separadoras del besamanos del Señor de la Vía-Crucis, de espalda al público y de frente al Amor de sus Amores, con su traje oscuro, su piernas livianamente arqueadas hacia dentro y su friso de pañuelo blanco asomando por el bolsillo de la pechera como un signo de la bandera blanca de la paz que encaminó todas sus acciones y todas sus decisiones.


Aún lo estamos viendo –ya infartado del corazón- escapando de la vigilancia de su mujer para incorporarse a la representación de su Hermandad de las Cinco Llagas de aquel Corpus Christi de su último año de vida. Aún lo estamos viendo caligrafiando postales de consuelo y respaldo a los hermanos que habían perdido algún ser querido: aquellas letras tan donosamente redondeadas, tan pendolarias y tan artísticas como a la cervantina cortadas. Aún lo estamos viendo encima de la tarima del Patio de los Naranjos de la Santa Iglesia Catedral recibiendo la distinción de Cofrade Ejemplar, de Cofrade en Potencia, y leyendo a posteriori unos versitos de su propia cosecha como correspondencia y agradecimiento.


Aún lo estamos viendo, cada noche del 5 de enero, recibiendo a la comitiva de los Reyes Magos de su Hermandad en su domicilio de la Barriada de España, última estación de la marcha real siempre con desprendidas atenciones de raciones de quesos, choricitos, atún con mayonesa y la mesa bien regada con los más óptimos vinos de la tierra. Aún lo estamos viendo arrebatándoles los cubos de agua a las limpiadoras de la iglesia de San Francisco para ahorrarles los viajes y los trasiegos a las susodichas desde el atrio del templo hasta el grifo del patinillo interior. 


Aún lo estamos viendo limpiando la mano de su Señor en esos Besamanos que ya nunca volvieron a ser las mismas ceremonias después de su ausencia. Aún lo estamos viendo –con ojos abrillantados por la granazón de los recuerdos- rememorando las enseñanzas de los Manuel Martínez Arce o Sebastián Santaolla, por citar sólo dos de los nombres que más habitaban en la lectura de sus referencias. Aún lo estamos viendo trabajando a destajo, a deshoras, por la Hermandad de sus desvelos sin pedir cuentas a nadie, sin indagar en los añicos de los parabienes.


Aún lo estamos viendo: la sonrisa prominente, la dentadura aventajada, los ojos saltones y ahuevados, el paso saltarín y racheado a la misma vez, la voz entre temblorosa y tierna, la espalda ligeramente encorvada, las pupilas siempre bañadas como en un lagrimar de cariños a punto… Aún lo estamos viendo: la nariz esquivamente aguileña y algo porrona, como un asomo del olor a Cristo que sólo olfatean los elegidos por los emisarios, por los diplomáticos, por los embajadores de los ángeles del cielo. El jersey de lana abrochado con botones de simetría, bien ajustadito a su cuerpo menudo, las camisas a rayas de cuello duro, muy planchadas, muy alisadas, muy bruñidas y acicaladas, como si el mármol de su abrigo puliese la letra rectora y redactora de la tersura y de la lisura de la bondad humana. Manolito Guerrero fue precisamente eso que necesita –como agua de mayo, como pan del cielo- toda Hermandad y Cofradía que se precie: un hecho diferencial. Un hecho diferencial que hoy insertamos en papel prensa como signo incólume de los memoriales de quién fue quién en la Semana Santa de Jerez.


 


sábado, 20 de abril de 2019

Evangelio y comentario

Fuente : ALFA Y OMEGA

Domingo de Resurrección (ciclo C)
«Hasta entonces no habían entendido la Escritura»

Durante la Vigilia Pascual la liturgia de la Palabra ofrece la posibilidad de realizar hasta siete lecturas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento. Aparte del dominante carácter bautismal de esa celebración, el esquema del leccionario, asentado desde antiguo, quiere presentar en la celebración litúrgica más importante del año la historia de la salvación cumplida en esta noche. Desde la creación del mundo hasta la promesa de un agua pura y un corazón nuevo, la liberación de manos de los egipcios y la alianza sellada entre Dios y su pueblo están de modo especialmente presente en este esquema. Pero tras la Resurrección del Señor será posible entender de un modo nuevo todas las acciones de Dios a lo largo de la historia de Israel y verlas también como promesa y anticipo de la salvación definitiva consumada por el Señor en la noche santa. En el pregón pascual se resume admirablemente que en esta noche se ha realizado la verdadera Pascua: el paso de la muerte a la vida que cambiaría de modo definitivo la historia.

El primer día de la semana
Sabemos que los textos evangélicos abundan en detalles espacio-temporales que no solo tratan de subrayar la realidad de los hechos que narran, sino también de remarcar datos fundamentales desde el comienzo de la vida de la Iglesia. Probablemente no existe en el cristianismo una referencia temporal más característica que la vinculación entre el primer día de la semana y el día del Señor. Las palabras que abren el pasaje evangélico de este domingo se confirman sin interrupción en el resto de escritos neotestamentarios. Asimismo, la primitiva literatura cristiana, así como las fuentes históricas no cristianas de la época confirman que desde el primer momento los seguidores de Cristo adoptaron el domingo como el día en el que celebraron, a modo de Pascua semanal, la victoria de Jesucristo sobre la muerte. Pasaría tiempo hasta hallar noticias concretas sobre la conmemoración particular de este misterio en un domingo concreto del año o sobre la Semana Santa, nacida a partir del domingo de Pascua.

La luz en la oscuridad
San Juan une el descubrimiento del sepulcro vacío con el momento en el que María Magdalena lo visita «al amanecer», «cuando aún estaba oscuro». De nuevo, estamos ante un relato de lo sucedido que cumplirá la Escritura y determinará el modo cristiano de recordar este acontecimiento: la presencia de la luz en las tinieblas. El mismo Juan pone en boca del Señor la expresión «yo soy la luz del mundo». Así pues, Jesucristo como luz del mundo es un motivo fundamental de todo el ciclo pascual con evidentes resonancias bautismales. En efecto, la primera lectura de la Vigilia Pascual relata las primeras palabras de Dios en la creación del mundo: «exista la luz». A continuación separó Dios la luz de la tiniebla. Este primer discernimiento de la historia tomará de nuevo cuerpo en el momento de la Resurrección del Señor, cuando Cristo resplandezca definitivamente, separándose de las tinieblas y apartando de la oscuridad a cuantos se unen a él. Y, precisamente, para significar de modo singular la unión con Jesucristo, luz del mundo, la Iglesia ha insistido desde el principio en que el sacramento del Bautismo consiste, entre otras cosas, en ser iluminados por Jesucristo. La tradición litúrgico-catecumenal del ciclo pascual coloca el Evangelio del ciego de nacimiento varios domingos antes de la Vigilia Pascual. De este modo, el que va a ser bautizado puede ir comprendiendo paulatinamente que su unión con Jesucristo le otorgará la capacidad para ver la realidad de un modo distinto y actuar conforme a esta novedad. En nuestros días se nos sigue animando a caminar «como hijos de la luz» cuando hemos sido bautizados.
En definitiva, cuando el Evangelio afirma que el otro discípulo «vio y creyó» está reflejando no solo una deducción racional a partir de la escena del sepulcro vacío. El acontecimiento luminoso de la Resurrección permitirá a este discípulo y al resto de cristianos a lo largo de la historia entender el sentido profundo de todo lo que había sido predicho en la Escritura.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.



Juan 20, 1-9







Felicitación Pascual







La Hermandad de las Cinco Llagas de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera le desea una muy feliz y gozosa Pascua de Resurrección.


jueves, 11 de abril de 2019

Recordatorio: mañana viernes día 12 de abril a las 20,30 en San Francisco, último ejercicio del Via Crucis cuaresmal





Ya están nuestros amantísimos Titulares en sus pasos procesionales

Fotos: Gentileza de N.H.D. José Soto















Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

Domingo de Ramos  (ciclo C)
«La subida a la cruz»

Aunque nos centramos en el comentario del pasaje de la Pasión del Señor, según la narración de Lucas, hay que subrayar que la celebración de este domingo incluye un pasaje evangélico anterior: el de la entrada del Señor en Jerusalén. Puede parecer difícil conjugar el clima de gozo y alegría que recuerda la aclamación al Señor en su entrada a Jerusalén con la seriedad de la narración de la Pasión. Sin embargo, hay varios puntos que marcan una unidad en esta fiesta: entre otros, el reconocimiento de Jesús como rey y la subida a Jerusalén-subida a la cruz.

El reconocimiento a Jesús como rey
A pesar de que los discípulos quieren proclamar rey a su maestro, Jesús sabe que el camino de entrega total a la voluntad del Padre no pasa por la gloria y la apariencia humana. La aclamación victoriosa a Jesucristo como rey a su entrada en Jerusalén solamente será un débil y, en cierto sentido, desfigurado presagio de la verdadera exaltación que nos narra Pablo en la segunda lectura de hoy, cuando Cristo haya resucitado y sea levantado sobre todo. No es casualidad que el relato de la Pasión se refiera también a Jesús como rey, a propósito del interrogatorio de Pilato, de la inscripción de la expresión «rey de los judíos» en la cruz, y de la petición del «buen ladrón» de estar junto con Jesús en su reino.
Si durante el tiempo de Cuaresma Lucas ha puesto ante nosotros el itinerario del Señor hacia su Pascua (Muerte y Resurrección), especialmente a través del tema central de la misericordia, este domingo se culmina esta subida hacia la Jerusalén, que el evangelista hace coincidir con la subida a la cruz. De igual modo que la Transfiguración es una muestra de que la gloria es posible, la entrada del Señor entre aclamaciones presagia que no mucho después el Señor será exaltado a la derecha del Padre, pero no sin subir antes al madero de la cruz.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, Pilatos le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le responde: «Tú lo dices». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «No encuentro ninguna culpa en este hombre» […]. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió […]. Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato […]. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré». Ellos vociferaron en masa: «¡Quita de enmedio a ese! Suéltanos a Barrabás» […]. Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» […]. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿que harán con el seco?». Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Y cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suertes (…) Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso». Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró.


Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 1-49







miércoles, 10 de abril de 2019

sábado, 6 de abril de 2019

Ya está en San Francisco: COMUNICADO DE LA COMISIÓN PRO-RESTAURACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESPERANZA





A propósito del actual proceso de Restauración de María Santísima de la Esperanza, la Hermandad de las Cinco Llagas, a través de la comisión de seguimiento designada al efecto, comunica textualmente las palabras de las prestigiosas restauradoras -Cristina Espejo y Pepa Segura- que están llevando a cabo dichos trabajos. Son las siguientes:

«Durante la intervención de María Santísima de la Esperanza, tal y como se acordó en el informe previo, se ha estudiado y valorado la recuperación de los ojos de cristal que se encuentran bajo la repolicromía. Después de comprobar el estado de los mismos, consideramos que el desarrollo de dicho trabajo necesita un  tratamiento muy complejo siendo imprescindible aumentar el tiempo de ejecución. Teniendo en cuenta la decisión de recuperación tomada por la comisión asignada, y el corto plazo que se había establecido, se decide que después de procesionar en la próxima Semana Santa, es necesario el retorno de la Dolorosa a nuestro taller y finalizar el proceso de restauración. El tratamiento consiste en la apertura controlada de la mascarilla para poder acceder a los ojos desde el interior. Tras confirmar que uno de ellos está fracturado, se comprobará si es posible subsanar los daños, o bien habrá que sustituirlo por otro de las mismas características. Una vez concluido el proceso, se volverá a cerrar y reintegrar las zonas afectadas finalizando así la restauración de la Virgen».

Lo que comunicamos para información general.

Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera, a cinco días del mes de abril del año del Señor de 2019.








jueves, 4 de abril de 2019

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

V Domingo de Cuaresma  (ciclo C)
«Tampoco yo te condeno»

A través del motivo central de la misericordia de Dios, la liturgia nos prepara gradualmente a una comprensión más profunda del significado del misterio pascual. De modo particular en este domingo, la Palabra de Dios está dominada por la novedad del encuentro con Cristo por parte del hombre pecador, como se observa con claridad en el Evangelio de la mujer sorprendida en adulterio. Pero no es este un pasaje desgajado del resto de lecturas. En la primera, a través de una descripción cargada de alusiones al retorno a una idílica tierra prometida, Isaías nos invita a no pensar en lo antiguo, a mirar hacia adelante. Mediante las continuas alusiones al agua, bien especialmente preciado en la sequedad del desierto, cobra gran fuerza la esperanza en la fecundidad del pueblo que se confía a la acción del Señor. Nada de lo ocurrido anteriormente tiene comparación con lo que Dios hará con su pueblo en el futuro. Siglos después, san Pablo constatará, en la carta a los filipenses, cuyos versículos hoy escuchamos, que, en efecto, con la irrupción de Cristo en su propia vida solo tiene sentido lanzarse hacia lo que está por delante, olvidándose de lo que queda atrás. De este modo, la novedad anunciada para un pueblo se ha convertido en salvación concreta para una persona. Sin embargo, es en el Evangelio donde descubrimos con fuerza la intensidad de la renovación interior que el Señor suscita.

Un cambio de mentalidad
Prosiguiendo con el estilo polémico que destaca en estos días –más acentuado cuanto más nos acercamos a la Pascua– el origen del pasaje de hoy procede no ya de unas preguntas de los observantes teóricos de la ley, sino de un caso dramático y real: la inminencia de una lapidación, pena establecida por la ley de Moisés a quien cometía adulterio. Sin embargo, la primera parte del Evangelio se convierte en realidad en un juicio al mismo Jesús, como refleja Juan al decir que «le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo». Conforme caminamos hacia Jerusalén van apareciendo diversas ocasiones para tratar de condenar a quien resultaba incómodo a los planteamientos y prácticas preestablecidos por los escribas y fariseos. Aun así, al igual que en otras escenas, de nuevo el Señor da la vuelta al «juicio» contra él. Jesús no entra en valorar la oportunidad o no de la validez de la ley de Moisés, sino que irrumpe en el corazón de los acusadores, pasando de ser juzgado a juez.
Se ha discutido mucho sobre las misteriosas palabras que el Señor escribía con el dedo en el suelo, mientras insistían en interrogarle. Aunque no abunden los detalles de este pasaje, esta escena en sí sugiere un fuerte contraste entre el corazón pacífico y misericordioso del Señor y la actitud soliviantada y dura de los acusadores. En cierta medida, por un momento, da la impresión de que si el Señor se hubiera equivocado en su respuesta, hubiera sido, no juzgado, sino inmediatamente lapidado.
Pero el giro radical se producirá con la célebre frase «el que esté sin pecado, que tire la primera piedra». El Señor muestra así que no ha venido a condenar a nadie, sino a poner al hombre frente a su propia realidad.

Todos se marcharon, salvo Jesús y la mujer
La grandeza de este episodio está en dar a la vez una lección a quienes se consideraban justos, removiéndoles el corazón, así como a la mujer pecadora, a quien salva, perdona, pero indicándole al mismo tiempo el camino que ha de seguir. En este sentido, son significativas las palabras «en adelante no peques más». La acogida de la novedad de la salvación de Dios exige un verdadero propósito de cambio de vida. Las palabras de Cristo son de acogida y de perdón incondicional, pero también de fuerte exigencia. Implican la seriedad de la vida y el fuerte compromiso por parte del hombre para no mirar atrás. Las llamadas de Isaías y Pablo a no recordar lo de antaño y correr hacia la meta se concretan aquí en la necesidad de caminar hacia el Señor desde el momento en que hemos recibido su perdón.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor».
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».



Juan 8, 1-11