Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 25 de mayo de 2014

Evangelio y comentario

Sexto Domingo de Pascua
Guardad mis mandamientos

El Evangelio de este sexto domingo de Pascua nos introduce en un clima de despedida y promesa y, a la vez, nos presenta a Jesús mostrándonos la grandeza del misterio de la Santísima Trinidad de una forma elocuente y explícita. Jesús quiere revelarnos la esencia misma de Dios. Para eso ha venido, para mostrarnos el verdadero rostro del Padre. Para los discípulos, en la Última Cena, es difícil comprender aquello de lo que les habla el Señor. Lo comprenderán más tarde, de la mano del Espíritu de la verdad: que Dios es amor.
Dios es nada más que amor y todos los demás atributos son sencillamente manifestaciones, formas y aspectos de su amor. Ese amor se proyecta a toda la Humanidad. La unidad en el amor entre el Padre y el Hijo y la unidad en el amor entre Cristo y los hombres que aman es el Espíritu mismo. Es la Tercera Persona de la Trinidad la que crea esta unidad.

Ese misterio de amor tiene consecuencias para toda la Humanidad y, en especial, para nosotros, los testigos del Resucitado. El amor de Dios se concreta, de modo explícito, en sus mandamientos. Éstos nos vinculan existencialmente, pues son expresión de una alianza de amor que Dios ha querido establecer con todos los hombres. Dios nos ama y nos ofrece un camino para corresponderle y concretar con obras que también nosotros le amamos a Él.

El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama. Aceptar y cumplir los mandatos de Dios. Hacerlo como correspondencia a una vocación a la que Dios nos ha llamado: la vocación al amor. El primero de todos los mandamientos nos recuerda que debemos amar al Señor con todo nuestro corazón..., y al prójimo como a nosotros mismos. Dios, a pesar de nuestras flaquezas e infidelidades, se ha empeñado en no abandonar al hombre. En nuestra relación con Dios no es Él quien nos deja, sino el hombre quien olvida a Dios. Entonces, éste se vuelve incompresible para sí mismo y se diluye en su horizonte el plan que Dios tenía preparado para él. Aquello que Dios soñó para cada uno de nosotros se difumina, y el desamor dificulta el que se pueda hacer realidad.

Por eso el Salvador insiste. Cristo sabe que su partida es inminente, pero el amor hacia nosotros desborda su corazón: nos promete el don del Espíritu de la verdad. Éste nos anima y sostiene, en medio de una cultura que fácilmente se instala en la mentira y el engaño, a ser testigos de la verdad.

El amor entonces se convierte en exigencia, en norma de vida. El amor que Cristo nos propone es el amor con el que Él ha amado a su Iglesia: un amor que es donación. Cristo nos muestra que el auténtico modo de amar exige dar la vida por quienes amamos. Entrar en esa dinámica nos lleva, en definitiva, a descubrir la fuerza y la gracia que contienen los mandamientos que Jesús nos recuerda.

En este camino pascual que nos conduce a la celebración de la Ascensión del Señor y Pentecostés, vamos redescubriendo la grandeza de un Dios que ha apostado por nosotros y por todos los hombres, derramando sobre todos copiosamente su amor, y que espera una respuesta conforme a su misma invitación.

+ Carlos Escribano Subías
obispo de Teruel y Albarracín


Evangelio


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.

El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él».

Juan 14, 15-21


María Santísima de la Esperanza


Misa de Acción de Gracias por la Estacion de Penitencia 2014 y posterior convivencia de confraternización

Con una nutrida y concurrida asistencia de hermanos se desarrolló la Misa de Acción de Gracias por la Estación de Penitencia 2014 que esta Hermandad de las Cinco Llagas celebró en la Capilla del Voto el pasado viernes día 9 así como la muy agradable convivencia de confraternizacion convocada posteriormente en nuestra Casa de Hermandad


lunes, 19 de mayo de 2014

Evangelio y comentario

Quinto Domingo de Pascua
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida


El Evangelio de este domingo nos ofrece unos versículos del discurso de la Última Cena. Contemplada esta escena desde la perspectiva pascual, enseguida intuimos que las palabras que Jesús pronuncia nos ayudan a ir preparando paulatinamente el acontecimiento de la Ascensión y el sentimiento que éste genera en el corazón de sus apóstoles.
Desde el primer momento, como hemos podido escuchar, Jesús intenta animar a sus discípulos. Aquel ánimo se prolonga en la Historia y hoy se convierte en una invitación para nosotros. Muchas veces nuestro corazón, como el de los discípulos, se turba ante los distintos avatares que nos presenta la vida. Nos preguntamos por el rumbo que es preciso tomar. En nuestra cultura actual, son muchas las invitaciones que recibimos para tomar una dirección u otra. Son cuestiones de fondo, que despiertan en nosotros una viva nostalgia de la dimensión espiritual de nuestra existencia. A estos interrogantes Jesús ya contestó cuando afirmó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».

Hoy nos corresponde a nosotros la tarea de volver a proponer, con la fuerza de nuestro testimonio, ese anuncio determinante. Es un gran reto que ayudará a nuestros contemporáneos a descubrir el verdadero rostro de Cristo o, lo que es lo mismo, a hallarle y seguirle; descubrir que sólo en Él se encuentra la plenitud de las aspiraciones humanas.

Mostrar el camino hoy, supone romper con algunas cosas que descubrimos fundamentales para nuestros contemporáneos y, en ocasiones, para nosotros mismos: el poder del dinero, el éxito a cualquier precio, el bienestar como fin último, la preocupación por lo inmediato o el egoísmo insolidario son incapaces de llenar plenamente el corazón humano. Por eso el hombre se pone en búsqueda. Y lo que es más importante: es Dios quien nos busca a nosotros, sale a nuestro encuentro. Encontrar nuestro camino significa querer dar una respuesta a nuestras necesidades, a nuestros interrogantes, a nuestra Búsqueda. Significa salir al encuentro de un Dios que nos busca con un amor tan grande que difícilmente logramos entender. Este encuentro con Dios se realiza en Jesucristo. En Él, que ha dado la vida por nosotros, en su humanidad, experimentamos el amor que Dios nos tiene. ¡Él es el Camino que nos conduce al Padre!

La experiencia nos muestra que se reproduce en nosotros el sentir de aquellos discípulos que se encontraron con Jesús camino de Emaús. Como ellos, nos sentimos incapaces con nuestras fuerzas de recorrer ese camino apasiónate, exigente y liberador que nos propone el amor de Dios. Por eso, Jesús desea acompañarnos como acompañó a aquellos hombres. El nos muestra la dirección a seguir con el testimonio de su entrega y la fuerza de su palabra.

Todo ello, en palabras de Jesús, nos invita a descubrir nuestro destino definitivo: la casa del Padre. Para alcanzar esa meta solamente hay un camino: Cristo, camino al que el discípulo ha de ir conformándose de modo progresivo. Dejar que Cristo viva en nosotros. Ése es el sentimiento que se debe engendrar en nuestro corazón en este tiempo de gracia que es la Pascua.

+ Carlos Escribano Subías
obispo de Teruel y Albarracín

Evangelio

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice: «Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?»

Jesús le responde: «Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre, y nos basta».

Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, Él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre».

Juan 14, 1-12


domingo, 11 de mayo de 2014

El Portavoz del Consejo de la Unión de Hermandades nos envía más fotografías de la Misa de Acción de Gracias que convocó el propio Consejo en nuestra Capilla del Voto

Evangelio y comentario

Cuarto Domingo de Pascua

Vida en abundancia



«He venido para que tengan vida y vida en abundancia». Este texto con el que termina el Evangelio de este domingo, nos muestra hacia dónde nos conduce el Tiempo Pascual y, a la vez, nos da la clave que debemos tener siempre en cuenta a la hora de llevar adelante cualquier acción pastoral. La vida en abundancia nos mueve al seguimiento radical de Cristo o a la santidad de vida. La vivencia intensa de la Pascua, que prepara el corazón de la Iglesia para recibir el don del Espíritu Santo en Pentecostés, nos debe mover igualmente a acoger con gratitud y generosidad esa propuesta que viene del mismo Cristo: la vida plena.

Alcanzar la vida plena surge de renovar nuestro encuentro con Cristo, que en este tiempo de Pascua se convierte para nosotros en un gozoso reto que nos llena de alegría. Como nos recordaba el Papa Francisco: «Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor» (Evangelii gaudium, 2).

El modo de alcanzar la vida plena viene expresado de manera elocuente en los versículos anteriores. Cristo se presenta como la puerta que da acceso a la salvación, al encuentro real y plenificante con Dios. Sólo quien es consciente de la realidad que nos ofrece esta imagen comprende de verdad la impronta de la presencia del Resucitado que ha vencido definitivamente a la muerte y nos ha regalado la Vida.

También Jesús se nos presenta como el Buen Pastor que espera que escuchemos su voz. El tema de la voz del Señor evoca algunos episodios del Antiguo Testamento en los que Dios manifiesta un especial interés en que le escuchemos: «Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto» (Salmo 94). ¡No endurecer nuestro corazón ante su propuesta! Él es el pastor solícito que nos llama por nuestro nombre. Esa expresión de cercanía nos ayuda a percibir el deseo de mutuo conocimiento que Dios tiene respecto a cada uno de nosotros. En la cultura hebrea, el nombre de una persona estaba estrechamente relacionado con el individuo, con su presencia, carácter y personalidad. Cuando Él pronuncia nuestro nombre, define lo que somos para Él. Nos conoce y nos revela lo que nos tiene preparado: la vida en abundancia. A partir de ese momento, nuestra vida se convierte en respuesta ante ese reto que Dios nos propone. Y en esa apasionante tarea se basa la vida cristiana.

La voz del Buen Pastor pronuncia el sonido único e inconfundible de la Palabra de Dios. Ésta tiene un sonido totalmente distinto al de todas las visiones del mundo, religiones o ideologías puramente humanas. De ahí debe surgir nuestro interés para percibir de verdad la Verdad: el Buen Pastor es el amor absoluto, es quien da la vida por amor a sus ovejas. Y no existe ninguna verdad superior ni comparable a ésta.

Escuchar su voz. Entrar por su puerta. Renovar nuestro encuentro con Cristo. Alcanzar la vida en abundancia. Buenos propósitos para hacerlos realidad en esta cuarta semana de Pascua que vamos a comenzar.


+ Carlos Escribano Subías
obispo de Teruel y Albarracín

Evangelio



En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos:

«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:

«Os aseguro que soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».


Juan, 10, 1-10


miércoles, 7 de mayo de 2014

Recordatorio: Este próximo viernes, a las 20.30 horas y en la Capilla del Voto, celebraremos Misa de Acción de Gracias de la Hermandad de las Cinco Llagas por la Estación de Penitencia de la pasada Madrugada Santa. Al término de la misma, y ya en la Casa de Hermandad, se ofrecerá un ágape y un jerez de honor

Hondo pesar por el fallecimiento de María Francisca Palomino

Con hondo pesar hemos recibido la tristísima noticia del fallecimiento –en circunstancias también trágicas- de María Francisca Palomino, madre de nuestro querido hermano Juan  Carlos Soto (que en paz descanse). La Hermandad ha transmitido su pesar a las hijas de María –una mujer noble, buena y entrañable- al tiempo que ruega a todos los cofrades de esta institución cofradiera una oración por el eterno descanso de su alma.


Padre Manuel Lozano: “Yo he vivido la Madrugada con esta Hermandad de las Cinco Llagas y puedo deciros que es una experiencia extraordinaria y muy edificante”

Publicamos un par de instantáneas de la Santa Misa de Acción de Gracias que el Consejo Local de la Unión de Hermandades de Jerez celebró este pasado sábado en la Capilla del Voto de la Iglesia de San Francisco con asistencia de la práctica totalidad de los Hermanos Mayores de las cofradías de Jerez. Oficiada por el padre Manuel Lozano –quien dedicó especialmente palabras de elogios y enaltecimiento a esta Hermandad de las Cinco Llagas-, la Eucaristía contó –además de con unas palabras finales del propio presidente del Consejo Pedro Pérez Rodríguez- con la participación directa de nuestros hermanos Juan Lupión Villar y Ernesto Romero del Castillo. Finalmente, y a iniciativa de nuestro hermano Jesús Escudero Torres, se repartieron unas reliquias de la túnica del Señor de la Via-Crucis. El acto concluyó con un ágape y jerez de honor en un conocido club de pádel y tenis de la ciudad.


lunes, 5 de mayo de 2014

Hermandad de las Cinco Llagas: Felicitación y agradecimiento. Misa de Acción de Gracias.

Queridos hermanos y hermanas en el Señor: ¡Dios os bendiga a todos!

Son muchas, muchísimas, las expresiones de gratitud y de felicitación que podríamos utilizar para definir del modo más exacto posible vuestro modélico comportamiento en la calle, durante la pasada Madrugada Santa, a lo largo de toda la estación penitencial pero, sobre todo, en la desagradable y desconcertante vivencia del suceso que tuvo lugar en la Plaza Esteve justamente cuando la cofradía estaba protagonizando el comienzo de nuestra anual catequesis plástica. Son numerosas las frases que os podríamos dedicar (con los sentimientos de admiración que os merecéis) pero existe una palabra que encierra todo el sentido de nuestro mensaje unánime: ¡Gracias!

Gracias, hermanos y hermanas, porque con vuestro ejemplar comportamiento habéis tenido el honor de dar continuidad a aquel memorable temple nazareno –así, textualmente, quedó titulado en la prensa local de la época- que hace varias décadas impresionó al Jerez cofrade cuando un fortísimo aguacero no logró descomponer en ningún instante a la cofradía perfectamente formada.

Gracias por hacer prevalecer el compromiso al que os comprometisteis con Dios y con la cofradía, muy por encima incluso de la propia seguridad personal: en efecto Nuestro Padre Jesús de la Vía-Crucis (que ya “pisaba la calle”, que también estaba en la Plaza Esteve) “hizo el primer milagro, nada más salir” en palabras tanto del capataz del Señor como del propio presidente del Consejo Local de la Unión de Hermandades. Y Él nos protegió, sin duda, y también protegió enormemente a todos los devotos y jerezanos –adultos, jóvenes y niños- que lo estaban contemplando.

Gracias por vuestra fidelidad, a los hermanos de mayor edad, y por tanto aquejados de más achaques, y a los que permanecéis, pese a las dificultades personales y de salud, en las filas nazarenas, y también a los que, tras alguna anterior Madrugada sin estar en San Francisco, habéis tenido a bien volver a formar parte de esta casta de elegidos del Señor.

Gracias a los hermanos que por primera vez han vestido el santo hábito blanco, por vuestra entrañable sensibilidad, por vuestra delicadeza, porque habéis respondido a una llamada del Señor que Todo lo Puede, y que seguro hará que vuestra vida de un fruto más abundante del que jamás pudisteis pensar.

Gracias a los monaguillos, quienes, a pesar de su corta edad, han demostrado una madurez y un saber estar dignos de sus predecesores en nuestra cofradía.

Gracias a los acereros que, en una noche especialmente complicada, estuvieron en todo momento sincronizados y atentos a las indicaciones de los diputados y celadores.

Gracias al grupo de acólitos El Cirial, porque han demostrado de nuevo el carisma que les avala y caracteriza, aun en las más imprevisibles circunstancias.

Gracias a los capataces y sus equipos de auxiliares, por seguir demostrando esa sintonía existente con el espíritu de nuestra cofradía y por estar más que nunca atentos a las indicaciones de los fiscales.

Gracias a los costaleros miembros de ambas cuadrillas, por prestar atención y mostrar cumplida obediencia a las órdenes de los capataces, también en los extremos incidentes mencionados: a los del Señor que aguantaron valientemente bajo las trabajaderas a instancias del capataz y a los de la Virgen de la Esperanza, quienes acudieron al lugar de los hechos utilizando enseguida, eficaz y providencialmente, el extintor que la Señora albergaba bajo su protector manto.

Gracias a la mayordomía, por haber trabajado denodadamente para que nuestros pasos y enseres hayan lucido en todo su esplendor.

Y gracias a los miembros de la dirección de cofradía, que en todo momento y sin descanso velaron por la protección y la seguridad del cuerpo de nazarenos, cumplieron con exactitud los horarios oficiales, y han sido referencia y ejemplo ante la ciudadanía y el Jerez cofrade de cómo se trabaja desde el anonimato para que todos hayamos podido disfrutar, pese a los inimaginables sucesos, de una histórica Estación de Penitencia.

También os trasladamos las abundantísimas felicitaciones y muestras de cariño que hemos recibido y seguimos recibiendo de numerosas instituciones de toda índole y género y de cofrades particulares, de sus legítimos representantes, entre los que cabe destacar al Consejo de Cofradías (cuyo presidente, a la menor oportunidad, no ha dejado de dar cumplida cuenta de la rotunda satisfacción que le ha producido nuestro comportamiento y así lo ha manifestado en repetidas ocasiones de manera pública), al Ayuntamiento de la ciudad, a quienes externamente repartieron calma y tranquilidad, y a las Fuerzas de Seguridad -que siempre han estado a nuestra entera disposición-, y a los medios de comunicación, especialmente a los profesionales de más amplia trayectoria en el mundo de las cofradías, que, avalados por la experiencia que atesoran, son los que más han puesto de manifiesto su sorpresa y orgullo por el comportamiento corporativo de una cofradía que ha sabido responder -¡y de qué ejemplarizante forma!- al ya popularmente conocido como “el gran susto de la Madrugada”.

¡Gracias, hermanos, por ser como sois!

Informamos que la Misa de Acción de Gracias por la Estación de Penitencia de la pasada Madrugada Santa tendrá lugar el viernes 9 de mayo, a las 20.30 horas en la Capilla del Voto, coincidiendo con la mensual Misa de Hermandad. ¡Os esperamos!

Un fuerte abrazo en Cristo Nuestro Señor.

Fdo.: Ernesto Romero del Castillo
Secretario interino

VºBº Juan Lupión Villar
Hermano Mayor


Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera, a 30 días del mes de abril del año de Gracia del Señor de 2014.


jueves, 1 de mayo de 2014

La Iglesia de San Francisco -“por el milagro del Señor de la Vía-Crucis en la pasada Madrugada”- acoge este sábado la anual Misa de Acción de Gracias de las Hermandades de Jerez, organizada por el Consejo tras cada Semana Santa, a las 13.00 horas. Igualmente la Misa de Acción de Gracias propia de esta Hermandad de las Cinco Llagas por la Estación de Penitencia 2014 tendrá lugar el viernes 9, a las 20.30 horas, en la Capilla del Voto coincidiendo además con la mensual Misa de Hermandad

El Consejo Local de la Unión de Hermandades de Jerez ha decidido celebrar este año la anual Misa de Acción de Gracias de las cofradías de Jerez, tras la Semana Santa 2014, en la Iglesia de San Francisco, sede canónica de nuestra Hermandad de las Cinco Llagas. Al decir de su presidente Pedro Pérez Rodríguez, se ha elegido San Francisco “por el milagro del Señor de la Vía-Crucis en la pasada Madrugada”. Esta Eucaristía tendrá lugar, por tanto, pasado mañana sábado día 3 de los corrientes mes y año, a las 13.00 horas. Asimismo cabe informar que la Misa de Acción de Gracias propia de nuestra Hermandad por la Estación de Penitencia 2014 se celebrará el próximo viernes día 9, a las 20.30 horas y en la Capilla del Voto, coincidiendo además con la mensual Misa de Hermandad.


Reliquia de la primera túnica del Señor de la Vía-Crucis

Evangelio y comentario

Tercer Domingo de Pascua

Camino de Emaús



¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba...?Contemplamos este domingo la escena de los discípulos de Emaús. Aquellos dos hombres, el día de la Resurrección, el primero de la semana según el relato de San Lucas, abandonan Jerusalén y al grupo con el que han compartido las experiencias de una fe incipiente. Aunque no lo notan, el alejarse de la comunidad les va cerrando el corazón y el entendimiento a la posibilidad de acoger el acontecimiento que acaba de suceder en la Ciudad Santa: la resurrección de Jesús.

E irrumpe Cristo. La pregunta que les lanza en aquel momento a aquellos hombres embargados por las dudas, es bueno que también nosotros la hagamos nuestra. Tú que eres un hombre o una mujer creyente, ¿de qué hablas habitualmente? En tu modo de vida, en tus conversaciones, en tus cosas, ¿aparece alguna vez Jesús?

La respuesta trasparente de aquellos discípulos permite a Jesús mostrar, una vez más, su corazón misericordioso. Describen muy bien los hechos, pero... no han sido capaces de adentrarse lo más mínimo en el misterio que tenían delante. Pueden ser la imagen de nuestro discipulado. Merodeamos muchas veces por los suburbios de Dios, pero no acabamos de dar el paso que nos lleva a saborear la presencia misma de Dios en nuestra vida.

Llama la atención la actitud de Jesús. Creo que marca el modus operandi al evangelizador de hoy. El Señor no da nada por supuesto. Ante la dureza de corazón de aquellos hombres, comienza desde el principio a explicarles las Escrituras. Hermoso modo de actuar. Muchas veces también nosotros nos encontramos en esa tesitura al intentar dar a conocer el Evangelio. Son tantas las pegas, las dificultades, es tanto el desconocimiento. Cuesta tanto hacer comprender el mensaje del Evangelio. No dar nada por supuesto, sabiendo que la creatividad auténtica la da el amor por las personas a quienes pretendemos trasmitir el mensaje. Y de eso el Resucitado sabe mucho, pues ha dado la vida por ellos. E intenta que también nosotros nos asociemos a su propuesta.

La hospitalidad propia de la cultura oriental hace el resto. El Señor habla en la historia y en la cultura de los pueblos. Aquellos hombres invitan al peregrino a hospedarse en su casa: Quédate con nosotros, la tarde está cayendo. Al sentarse a la mesa y partir el pan, le reconocen por fin. Él se nos presenta también hoy en nuestras vidas, pero espera que le dejemos entrar. La Pascua nos invita a dejar que nuestro corazón se afiance en la presencia del Resucitado. Quizá nos sorprenda que eso tenga poca incidencia en nuestra vida, pero en ocasiones la culpa es nuestra, pues no hacemos nada por buscarle en la intimidad de la oración ni en el servicio a los hermanos.

El encuentro con el Señor, engendra la misión. Han visto el rostro del resucitado y ya no lo pueden ocultar. Retornan a la comunidad que habían abandonado y se convierten ellos mismos en bastiones de una historia que perdura hasta hoy.

El camino de Emaús es el camino de nuestra vida. Es el encuentro con el Resucitado que llena de sentido todo lo que hacemos y somos. Abramos nuestro corazón y nuestro entendimiento.

+ Carlos Escribano Subías
obispo de Teruel y Albarracín

Evangelio


Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?» Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?» Él les preguntó: «¿Qué?» Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, y no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y lo encontraron como habían dicho; pero a él no lo vieron». Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció. Comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba y nos explicaba las Escrituras?» Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once, que decían: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo reconocieron al partir el pan.

Lucas 24, 13-35


Recordatorio: mañana viernes, a las 20.30 horas, rezos semanales en la Capilla del Voto