Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 30 de enero de 2022

Fuente: ALFA Y OMEGA

IV Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)

¿Dónde están los profetas?

 

La liturgia nos presenta en dos domingos seguidos el suceso en la sinagoga de Nazaret. El domingo pasado interrumpimos la narración de Lucas justo en el momento en el que Jesús, después de haber proclamado la lectura del profeta Isaías, afirma su cumplimiento hoy. Este domingo leemos la segunda parte del relato, que muestra la reacción de sus paisanos presentes en la oración sinagogal.

 

La maravilla inicial de la gente se transforma en desprecio, hasta el punto de expulsar a Jesús de la ciudad e intentar arrojarlo desde un precipicio. ¿Por qué esta actitud tan diversa y contrapuesta? ¿Qué les hace pasar de la admiración al rechazo? En Lucas esta reacción tan opuesta nace de la escucha de la palabra de Jesús. Hay un aspecto de esta palabra que fascina y que estamos dispuestos a acoger, pero también hay otro lado más duro de aceptar porque exige una conversión del corazón.

 

Así, el Evangelio nos presenta cómo los habitantes de Nazaret rechazan a Jesús, y lo expulsan cuando Él dice: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír». Mientras sus conciudadanos están recibiendo la profecía de Isaías no protestan, porque se trata de una palabra alejada en el tiempo. Es decir, cuando la Palabra de Dios se recibe como algo del pasado, que solo concierne para inspirar ciertos sentimientos, no es problemática. Sin embargo, cuando la Palabra de Dios viene y es leída en nuestro hoy, en nuestra hora, en nuestra circunstancia, afectándonos a todo el ser, interpelándonos, provocándonos, entonces la Palabra de Dios adquiere otra dimensión.

 

Jesús cita dos refranes: en primer lugar «médico, cúrate a ti mismo», y después «ningún profeta es bien recibido en su tierra». Se trata de dos apelativos referidos a Él: «médico» y «profeta». El primero expresa el punto de vista de la gente de Nazaret y la idea que se han formado de Jesús. El segundo indica sobre todo cómo Jesús interpreta su propia misión y desea cumplirla. Para sus paisanos Él es el médico que debe curar sus enfermedades y colmar sus necesidades. Sin embargo, Jesús se presenta como un profeta, un hombre que realiza signos y curaciones, pero no solo para apagar una necesidad, sino para revelar que la promesa de Dios, escondida en la Palabra, ha comenzado a realizarse en la historia.

 

Pero el profeta estorba. Y Jesús, el Hijo de Dios, tiene una dimensión profética muy superior, mucho más fuerte e incisiva, mucho más honda que todos los profetas juntos. Y por eso es rechazado. Por tanto, el Evangelio de este domingo nos habla de un amor que afronta el rechazo.

 

Todos los cristianos somos profetas por el Bautismo. Hemos sido elegidos y consagrados para ser profetas. Algunos piensan que ser profeta es ser adivino, es decir, pronosticar el futuro. No es verdad. Ciertamente, el profeta anuncia a veces castigos o liberaciones en el futuro, pero no como adivinación, sino como interpretación de la Palabra de Dios, que ilumina el presente en el cual ya está abierto ese camino que se va a realizar mañana. El profeta es sobre todo un intérprete de la voluntad de Dios hoy. Está presente en su presente, en el momento que le toca vivir. Es una persona verdaderamente histórica, con la capacidad de leer ese presente hasta llegar a la hondura donde Dios se revela aquí y ahora.

 

Por tanto, el profeta no adivina el futuro, no lee la Palabra de Dios en el pasado y la traslada al presente, sino que, iluminado por la Palabra de Dios, hablando con el Señor en la oración, vive el presente con toda la hondura que Dios le concede, a la luz divina, desde el amor de Dios. Y entonces capta las deficiencias y los peligros del futuro, y las promesas ocultas, sin agresión ni espíritu destructivo, aunque con gran valor. De este modo, el profeta en primer lugar escucha, ora, medita; después habla con caridad, pero con claridad, y en tercer lugar es rechazado e incluso perseguido.

 

¿Dónde están los profetas que mantengan viva la esperanza del mundo? Necesitamos profetas en nuestra Iglesia, que sean avisadores, para que los hermanos se den cuenta del momento que viven, de los signos de Dios, de las promesas soterradas, y de los peligros y amenazas si no cumplen la voluntad de Dios. Todo cristiano (el sacerdote, el religioso y el laico; hombre y mujer; joven y adulto) es profeta, cada uno en la medida que Dios le da, y en el estilo, modo y circunstancia en que el Señor le ha puesto en la vida.

 

El alimento y la fuerza del profeta es la oración, que es una conversación permanente con el Señor, en escucha radical a su Palabra. El profeta no reza para cumplir una obligación, sino para saber qué quiere Dios en esa circunstancia concreta, cómo ve Él una situación particular. Y en ese largo diálogo (de años y años) el cristiano, que empieza a mirar y ver como Dios mira y ve, se va haciendo apto para interpretar el momento presente, con valentía, sin estar atado al pasado ni ser preso de un sueño utópico de futuro que impida vivir con realismo y amor la situación actual.

 

Ser profetas, anunciadores del Evangelio, es ser confesores de la fe hasta el final de la vida. Que el Señor nos conceda profetas con Cristo en el corazón, con la Palabra en los labios y con un valor a toda prueba porque están conducidos por el Señor.

 

 

JUAN ANTONIO RUIZ RODRIGO

Director de la Casa de Santiago de Jerusalén

 

 

 

 

Evangelio

 

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?». Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Elíseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

 

Lucas 4, 21-30







sábado, 29 de enero de 2022

lunes, 24 de enero de 2022

Interesante ponencia del deán de la Santa Iglesia Catedral en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras




 


La conferencia «Santo Tomás de Aquino en el magisterio del Papa Francisco» con motivo de la solemne festividad de Santo Tomás de Aquino será impartida el Ilmo. Sr. Don Miguel Ángel Montero Jordi, sacerdote, doctor en Derecho Canónico y vicario judicial de la Diócesis de Asidonia Jerez. Su presentación estará a cargo del Ilmo. Sr. Don Juan María Vaca Sánchez del Álamo, académico de número y secretario general de Real Academia de San Dionisio, de Ciencias, Artes y Letras. El acto tendrá lugar en la sede social de dicha institución, sita en la calle Consistorio 13 mañana martes día 25 de enero de 2022, a las 19:30 horas, siendo transmitido a través de la web www.academiasandionisio.com y accesible mediante el siguiente enlace: https://bit.ly/3pqIW9s



domingo, 23 de enero de 2022

Nuestra Hermandad de las Cinco Llagas asiste al acto de presentación del cartel oficial de la Semana Santa 2022, obra del gran artista jerezano Julio Rodríguez




 






Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

III Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)

El programa de la misión de Jesús

 

El Evangelio de este tercer domingo del tiempo ordinario está compuesto por dos pasajes: el comienzo del Evangelio de Lucas (Lc 1, 1-4), y el inicio de la predicación de Jesús (Lc 4, 14-21). Estos dos textos, colocados uno al lado del otro, nos hacen comprender cómo la Palabra de Dios se convirtió primero en Escritura, en Libro Sagrado, y después, en cada época –también para nosotros hoy– en Palabra viva para los creyentes.

Así, en el prólogo del Evangelio de Lucas aparece una dedicatoria a un personaje desconocido, Teófilo, para mostrarle que lo que él ha oído en una primera etapa es algo serio. Quiere confirmar las noticias y depurarlas, y para eso –confiesa Lucas– ha investigado lo que vieron los primeros testigos y han transmitido a través de la predicación; lo quiere organizar para que tenga una lectura continuada, y así se lo ofrece.

De este modo, el Evangelio de este domingo une el comienzo de Lucas con una parte del capítulo cuarto: la presentación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. Después de ser bautizado por Juan en el Jordán, Jesús, lleno de la fuerza del Espíritu Santo (Lc 4, 14), volvió a Nazaret, donde participó de la liturgia del sábado en la sinagoga, en la que tantas veces alimentó su fe durante las celebraciones comunitarias. Se puso en pie y, habiendo abierto el rollo que se le entregó, leyó el pasaje de la Escritura: el capítulo 61 del profeta Isaías, en el que un personaje anónimo testimonia su propia vocación y misión. Detengámonos en algunas de las afirmaciones de este profeta:

·        «El Espíritu del Señor está sobre mí porque él me ha ungido» (Is 61, 1a). Es la unción del Bautismo. ¿Para qué le ha ungido? Toda venida del Espíritu es una misión, toda gracia de Dios es misionera. Dios agracia a alguien para el bien de aquellos que deben recibir esa gracia. Dios ama al Hijo en toda la eternidad, pero ahora la unción del Hijo es para nosotros: es para la misión. Porque no hay unción que no sea misionera.

·        «Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres» (Is 61, 1b). Presenta la concreción de la unción. Es una frase importante porque en ella están contenidas las demás. Lo ha enviado para llevar a los pobres el gran mensaje del amor de Dios. En el fondo les va a gritar: «Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios» (Lc 6, 20). El mismo Lucas va a complementar esa bienaventuranza con una amenaza: «Ay de vosotros, los ricos…» (Lc 6, 24). Anuncia la preferencia de Dios por aquellos a los que en la vida les toca sufrir hambre, opresión, desprecio, enfermedad… Son los predilectos de Dios, y son también una gracia para los demás, para despertar el amor de los demás, que los llevará a la salvación. Y todo esto se concreta en «anunciar la libertad de los cautivos, dar la vista a los ciegos, liberar a los oprimidos…» (Is 61, 1c).

·         El final de este pasaje del profeta Isaías proclamado por Jesús dice así: «Para anunciar el año de gracia del Señor» (Is 61,2a). ¿Qué pudieron entender los presentes en aquella reunión sinagogal cuando escucharon estas palabras del profeta Isaías pronunciadas por Jesús? La ley de Moisés ordenaba la celebración de un año jubilar cada 50 años en Israel. En ese año se devolvían las tierras, se perdonaban las deudas y se daba la libertad a los esclavos. Es un año de alegría, un año de gracia, de liberación (cf. Lv 25, 8-22). Es como si Israel sintiera la necesidad de romper el tiempo (atravesado por la eternidad) para entregarlo otra vez a Dios, acabar con las rutinas y empezar de nuevo.

 

 Ciertamente, lo más importante en ese momento ante la sinagoga (que fue lo que provocó después el rechazo; cf. Lc 4, 28-29) es lo que añade Jesús: «Hoy se cumple esta Escritura», es decir, ese Ungido es el que está proclamando y hablando. El profeta presentado por Isaías es el mismo Jesús. La Palabra de Dios testimoniada por el antiguo profeta y escuchada por los que están en la sinagoga se realiza en Él. Esto quiere decir que esa página bíblica de Isaías es el programa de la misión de Jesús: ahí está contenido lo que hará y dirá, la buena noticia, el Evangelio que se cumple por medio de Él...

Seamos auténticos oyentes de la Palabra para vivir continuamente de la Palabra. Nos corresponde a nosotros transmitir con nuestra vida la narración de Dios que el mismo Jesús nos entrega. Seamos testigos de esta Palabra, mensajeros de su llamada. Pidamos al Señor valentía y, por encima de todo, el valor de la caridad. Los cristianos somos a veces muy cobardes, y vivimos encerrados en nosotros mismos por miedo a que se hundan nuestros pequeños proyectos o fracase nuestra vida. Ese no es el plan de Dios. Porque esta vida es un camino para aprender a amar. Pasaremos por momentos difíciles, y tendremos que subir a nuestro pequeño Gólgota y sufrir a veces el rechazo de quienes nos rodean. Pero seamos firmes. Porque en el fondo de esta firmeza está el amor de Dios empujándonos a crecer, a aprender y a llegar un día en el que Alguien abrirá nuestro interior, y de nuestro corazón saldrán sangre y agua: agua de perdón total y absoluto, y sangre de comunión y de compartir con el otro sus fatigas y sufrimientos.

 

JUAN ANTONIO RUIZ RODRIGO

Director de la Casa de Santiago de Jerusalén

 

 

 

 

Evangelio

 

Ilustre Teófilo: puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo después he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos para proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que le ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».


Lucas 1, 1-4;  4, 14-21






viernes, 21 de enero de 2022

PALABRAS DE MONSEÑOR JOSÉ RICO PAVÉS TRAS LA AUDIENCIA CON EL PAPA FRANCISCO






 

Los niños evangelizan

 

Recomendamos la lectura de este artículo publicado recientemente por nuestro obispo.




La Jornada de la Infancia Misionera nos recuerda año tras año una verdad fundamental del Evangelio: si no nos convertimos y nos hacemos como niños, no entraremos en el Reino de los Cielos (cf. Mt 18, 3). La enseñanza de Jesucristo sobre los niños es tremendamente luminosa. Jesús nos dice que el que se hace pequeño como un niño es el más grande en el Reino de los Cielos (cf. Mt 18, 4); afirma también que quien recibe a un niño en su Nombre, le recibe a Él (cf. Mt 18, 5); pide que dejemos a los niños acercarse a Él (cf. Mt 19, 14). Y las palabras quizás más severas de la enseñanza de Jesús están dedicadas a quien escandaliza a los pequeños: más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar (Mt 18, 6).

¿Acaso esta enseñanza de Jesús no se refiere también a la tarea evangelizadora? El evangelizador se ha de hacer como un niño, debe recibir a los niños en nombre de Jesús y tiene que llevarlos a Él. El evangelio, que se debe transmitir con la propia vida, dará prioridad a la llamada a la conversión, recordando que convertirse significa volverse al Señor abandonando lo que nos aleja de Él para hacerse pequeño en el encuentro con Cristo. Los niños evangelizan a los niños y a los adultos porque nadie comunica con mayor espontaneidad una noticia alegre que los inocentes, aquellos cuya capacidad de asombro ante la verdad, bondad y belleza se encuentra intacta porque no ha sufrido el desgate de los años. Quien se encuentra con Cristo y se deja amar por Él descubre asombrado su corazón curado y su inocencia recuperada. Jesucristo nos llama a la conversión para que experimentemos la fuerza de su amor que cura y nos llama a hacernos como niños para que al recuperar la inocencia recibamos la inmensidad limpia de su amor que colma nuestros anhelos. Por eso, en la tarea evangelizadora es necesario hacerse como niños.


domingo, 16 de enero de 2022

Entrevista a nuestro Hermano Mayor en Diario de Jerez

 

ERNESTO ROMERO DEL CASTILLO | HERMANO MAYOR DE LAS CINCO LLAGAS

 

“El ascetismo que vivimos no quita que nos relacionemos con otras instituciones y cofradías”

 

  • El nuevo responsable de la hermandad asegura que con su llegada se cumple con el necesario relevo generacional
  • Afirma haber llegado con el fin de ser el “hermano mayor de todos”

Ernesto Romero será el hermano mayor de las Cinco Llagas en los próximos cinco años.



MANUEL SOTELINO 

Jerez, 16 Enero, 2022

 

 

—El pasado día 18, día de la Esperanza, tomaba posesión como hermano mayor de las Cinco Llagas ¿Cuáles van a ser las pautas generales para esta nueva etapa que se abre en la hermandad de San Francisco?

 

—Hemos elaborado un concienzudo y ambicioso programa cuya esencia es poner al Señor en el centro de nuestras vidas, y de la vida de Hermandad. Sabemos que no corren buenos tiempos para la Iglesia en general ni para las Hermandades en particular. Porque no todo se basa en la cantidad. A nosotros siempre nos importará más la calidad. Ya advirtió el Papa Benedicto, aludiendo a la minoría que seremos en la Iglesia respecto al mundo, que “el renacimiento será obra de un pequeño resto, aparentemente insignificante pero sin embargo indomable, pasado por un proceso de purificación”. Ello se traduce en el novedoso proyecto que hemos denominado Veritas (Jesucristo es el Camino, la Vida, y por supuesto, la Verdad; la misma que nos hace libres) y en la potenciación de la devoción a nuestros Titulares que desembocará también en la cofradía.

 

—¿Actualmente en qué momento se encuentra la corporación?

 

—La corporación se encuentra, como muchas otras hermandades, en un momento crucial, en medio de una pandemia que aún no nos ha dejado, pero a la que parece que le vemos, si no el final, al menos, un debilitamiento. Ello nos hace serenarnos un poco para poder ver el futuro con Esperanza. En las Cinco Llagas además ahora con muchísima ilusión y con una clara determinación por cumplir los objetivos que nos hemos marcado. También vemos lo positivo que nos ha dado la crisis sanitaria: nos ha hecho salir de nosotros mismos para preocuparnos por la salud y el bienestar del otro, especialmente por la precariedad económica que a no pocos les ha producido toda esta situación. En nuestra Hermandad nos ha hecho plantearnos centrar nuestra atención en el factor humano. Preocuparnos por cómo se encuentran nuestros hermanos. Y no hermanos. Ayudarlos, ponernos a la disposición del otro en una actitud de servicio y de orientación. Vamos a estar en contacto permanente con el hermano y nos abriremos a la cooperación institucional con otras entidades.

 

—Desde hace décadas, la hermandad se ha caracterizado por la presencia de dos candidaturas ¿Trabajará usted para buscar espacios en los que se pueda llegar al acuerdo entre dos formas de ver la institución?

 

—Las dos candidaturas que han concurrido en los últimos cuatro comicios no se traducen en dos formas distintas de ver la institución. O, al menos, no igualitarias, dada la diferencia que se ha dado en porcentaje de votos. Si bien es cierto que en cada ocasión han convergido circunstancias diferentes, esta podría ser la primera vez en que ambos candidatos tuvimos una idea similar de lo que debe ser la Hermandad, además de tener la misma edad -por lo que parece que hemos estado de acuerdo en la necesidad de un cambio generacional-. Lo que creo que nos ha diferenciado es la manera de materializar esta idea y de cuál era el equipo para llevarlo a cabo. En cualquier caso ya he mostrado tanto a nuestro hermano Jorge como a todos los miembros de la Hermandad mi disposición a contar con todos para llevar a buen puerto los fines de la Hermandad, porque quiero ser el hermano mayor de todos, puesto que veo claramente la voluntad del Señor en esta encomienda que me ha dado. Lo importante es respetar la soberanía de la Hermandad en las urnas y caminar unidos en nuestra misión evangelizadora.

 

—La juventud es una apuesta en muchas juntas de gobierno ¿Se va a trabajar especialmente en este sector tan importante para el desarrollo futuro de las hermandades?

 

—Veritas es proyecto que hemos ideado un amplio grupo de hermanos de cara al presente y futuro de nuestra institución: se trata de un plan regenerador del cuerpo social de la Hermandad. Un programa lúdico-pedagógico-formativo a favor del mantenimiento y captación de niños y adolescentes, además de un proyecto de atención a adultos desorientados o desfavorecidos. Nuestro foco principal estará en los niños. No sólo es una apuesta, sino que es nuestro futuro. Por eso queremos llegar más allá de los propios hijos de los hermanos, y por supuesto, los devotos. Y no cerrarnos a nuestro cuerpo de hermanos sino salir al exterior para captar el interés de nuevas personas que vayan incorporándose a nuestra corporación.

 

—¿Y la formación?

 

—Efectivamente, y en valores humanos y cristianos a partir de una acción transversal con centros educativos, colegios profesionales e instituciones docentes y pastorales. Poder dar razón de nuestra esperanza debe ser una preocupación de todo cristiano que se precie, como ya nos recordó el apóstol y primer Papa San Pedro. Quien dogmatiza, y quien critica al prójimo, suele evidenciar su escasa formación. La formación será un eje troncal en estos años de mandato.

 

—Otra de las características de la cofradía es un número de nazarenos muy reducido ¿Incentivará su junta la ampliación del cuerpo de hermanos tanto los existentes como los que puedan tener inquietud de vestir la túnica blanca?

 

—Aunque siempre hemos mantenido un número, podríamos decir, “discreto” de nazarenos, la cofradía se trabajará todo el año desde la diputación mayor de gobierno. Somos conscientes de que nuestro espíritu penitencial es un tesoro del que se podrían beneficiar muchas personas. Trataremos de que todos los llamados por el Señor puedan enriquecerse de esta espiritualidad vistiendo la túnica blanca en la Madrugada Santa. Al fin y al cabo, traer nazarenos a tu Hermandad es otra forma de apostolado, como un “ven y verás” que decía el apóstol para animar a otro a seguir al Señor. Cuanto experimentamos en el interior de San Francisco antes de iniciar nuestra estación de penitencia es una auténtica maravilla, comenzando por lo que en nuestra Hermandad conocemos como la “meditación”, que no es otra cosa que la lectura del capítulo 12 del libro II de La imitación de Cristo de Tomás de Kempis (hay que decir que éste ha sido el libro más leído tras los Evangelios de la Historia de la Iglesia y que ha ayudado muchísimo a la vida espiritual de muchos santos).

 

—En el 2019 la hermandad fue protagonista por el intento de eliminar la banda que lleva Jesús Nazareno antes de la cruz de guía. En estos momentos nos encontramos con nuevo presidente del consejo, nuevo obispo y nuevo hermano mayor ¿Volverá la hermandad a demandar que se cumpla la norma de no llevar bandas antecediendo en la carrera oficial?

 

—Aclarando de antemano que en nuestro ánimo nunca estuvo la intención de “eliminar” ningún elemento característico de ninguna otra Hermandad, sí queríamos defender nuestro modo de hacer penitencia, nuestro silencio. Y a tal fin solicitamos que se cumpliera una normativa que existía, o que se hiciese cumplir, y no por ninguna Hermandad en concreto, sino por todas. No obstante, aquello se solucionó por la buena disposición de las Hermandades de la Madrugada llegándose a aceptar una de las alternativas que propusimos. Si hubo algo de desencuentro en aquel episodio, nosotros ni lo recordamos. Profesamos muchísimo cariño, respeto y admiración por todas las Hermandades, comenzando por nuestros hermanos de Jesús Nazareno. Por cierto, ya que los mencionas, quiero aprovechar para comentar que el nuevo obispo ha sido una bendición para la diócesis e igualmente estoy muy contento con el hecho de que mi hermano José Manuel García Cordero presida la Unión de Hermandades. Es un cofrade muy auténtico.

 

—Y hablando de bandas, se dice por los mentideros cofrades de que esta junta puede ser la que coloque música tras el palio de la Esperanza ¿Tiene fundamento este comentario?

 

—Este comentario no tiene fundamento a día de hoy. Primero porque no he incluido este pormenor en mi proyecto. La otra candidatura tampoco lo hizo. Sí es verdad que no puedo negarme a aceptar un cabildo extraordinario -si llegara el caso- en que se planteara este punto de acuerdo a la Normativa Diocesana en cuanto a la convocatoria de cabildos. Esto es, que si una mayoría de hermanos de las Llagas piensa que la Esperanza debe ir con marchas fúnebres, pues habría que iniciar un proceso de cambio estatutario en este sentido. Yo estaré satisfecho de que se lleve a efecto, lo mismo que lo estaré si sigue bajo el único sonido del racheo de los costaleros y el roce de las bambalinas con los varales.

 

—Otro capítulo sería el mantenimiento del rico patrimonio de la hermandad. El paso de misterio no llegó a culminarse su restauración y el manto de María Santísima de la Esperanza necesitaría una intervención ¿Se va a trabajar en estos aspectos de mantenimiento patrimonial?

 

—Aunque insisto en que lo prioritario es nuestro patrimonio humano, el mantenimiento del patrimonio material -especialmente si es tan valioso como el que hemos heredado de nuestros mayores en nuestro caso particular- es más que una obligación. Para ello haremos un estudio a fin de poner nuestro objetivo en lo verdaderamente más urgente. Así ha sucedido en la anterior legislatura, por ejemplo, con la exitosa restauración de la Virgen de la Esperanza.

 

—Quizá en los últimos tiempos la hermandad ha estado demasiado sumida en su vida interior ¿Su labor como hermano mayor estará encaminada en un cierto aperturismo de la hermandad?

 

—La riqueza de la vida interior no debe ser nunca excusa para descuidar la exterior. Son como los dos famosos métodos de oración que entre sí se complementan: el contemplativo y el discursivo-afectivo. O la labor de las amigas del Señor y hermanas de Lázaro Marta y María: que ésta hubiera escogido la mejor parte no quita el que la de aquélla no fuese también importante. Concluyendo: somos conocidos por el ascetismo que vivimos, pero eso no quita que nos relacionemos con otras instituciones y otras cofradías. Y abundaremos mucho en ello. De hecho, en el proyecto Veritas han colaborado y van a colaborar destacados cofrades de nuestra ciudad. Tenga en cuenta, Manuel, que, como bien sabe, y siguiendo la estela de Martínez Arce, hemos sido muchas veces referente y, otras tantas, colaboradores de muchas Hermandades. Si ahora proponemos a muchos que compartan con nosotros lo que en otros tiempos dimos a sus antecesores, esto va a crear muchos lazos de unión y confraternización que nos harán más fuertes a todos.

  


Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

II Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C)

El reino del vino nuevo

 

Comenzamos con este domingo el tiempo ordinario, ese tiempo litúrgico en que no celebramos un misterio aislado de la vida del Señor (como en el Adviento, la Navidad, la Cuaresma o la Pascua), sino que celebramos la normalidad, el día a día, la globalidad, de ese misterio.

El Evangelio de este domingo, el relato de las bodas de Caná, podría formar una unidad con el Evangelio de la Epifanía (manifestación de Dios a los pueblos gentiles) y con el del Bautismo (el comienzo de la misión y la presentación por parte del Padre en público del Enviado). Los tres son como el nacimiento a la vida pública, a la misión, del que ha nacido en Belén.

Según el cuarto Evangelio, la actividad pública de Jesús comienza con un signo, una acción que, a primera vista, podría parecer extraña. En Caná, un pequeño pueblo de Galilea, se está celebrando una fiesta de bodas –que según la costumbre de la época se prolongaba durante varios días–, en la que está presente la madre de Jesús. Llega también Jesús con sus discípulos. Pero, ¿quiénes son los esposos? ¿Por qué no se dice nada sobre ellos? ¿Por qué no intervienen? Este extraño silencio nos invita a comprender en profundidad la historia: se trata de un mensaje presentado en un lenguaje simbólico.

En la celebración de este matrimonio falta el vino, y esto amenaza seriamente la alegría de la fiesta. La madre de Jesús, por tanto, se vuelve hacia Él y le dice: «No tienen vino». No pide nada, no impone al Hijo lo que debe hacer; simplemente le expone la situación, respetando plenamente su libertad y apelando a su iniciativa. Jesús reacciona con dureza. La llama «mujer», como si fuera una extraña para Él, y se distancia de ella diciendo: «¿Qué tienes tú conmigo?». De nuevo encontramos cómo Jesús, en el momento de emprender su misión, había dejado el hogar y a su madre, formando una nueva familia con sus discípulos (cf. Mc 3, 31-35).

Jesús añade en su respuesta: «Todavía no ha llegado mi hora», una expresión enigmática, anticipo de otro tiempo que está por llegar, de su hora (cf. Jn 12, 23; 13, 1; 17, 1): aquella en la que a través de su muerte y resurrección se celebrarán las bodas definitivas entre Jesús, que es el Esposo, y toda la humanidad. Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él diga», mostrándose totalmente obediente al Hijo y pidiendo que su Palabra sea escuchada y acogida. Inmediatamente el agua presente en unas ánforas para un ritual de purificación se transforma en abundante vino. Y entonces es posible la fiesta plena, comienza el tiempo de los desposorios entre Jesús y su comunidad, su esposa (cf. Ef 5, 31-33), anticipo de su matrimonio con toda la humanidad.

Podríamos hacer una doble lectura sobre este signo que nos relata Juan. En realidad se trataría de dos niveles de lectura (una técnica propia de Juan, que suele presentar el acontecimiento histórico, y este da paso a una reflexión sobre el significado del hecho histórico más allá de él).

La primera lectura que podríamos hacer es elemental y evidente. Nos encontramos ante el matrimonio, el amor entre un hombre y una mujer, para formar un hogar, recibir la vida y ser un lugar donde se acoge la Gracia del Señor. Este pasaje de Juan (el teólogo de la carne, de la Encarnación, del Verbo Creador) corroborará lo que Dios hizo en el principio: «Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó» (Gn 1,27). El relato evangélico de las bodas de Caná es la presencia confirmativa de Cristo en el matrimonio. Y no solo de Jesús, sino de la Virgen María. Ellos están al servicio de la familia. Toda la Iglesia, desde Jesús y María, hasta el último cristiano (y, sobre todo, el sacerdocio) están al servicio del matrimonio, procurando que nos les falte el vino, tratando de que ese matrimonio sea para siempre y en verdad sea morada y albergue de vidas nuevas con nombres propios.

La segunda lectura también se puede ver con facilidad. El que aparece como el esposo es sin duda Cristo. Jesús y María (el nuevo Adán y la nueva Eva) van a ser el origen de la nueva humanidad. Es el Esposo que trae el vino nuevo, el Espíritu Santo.

De este modo, el Evangelio nos presenta la conversión del agua en vino. Es el comienzo de una nueva era. El final de la espera ha terminado. Ahora se abre el Reino de los Cielos: el reino del vino nuevo, el reino del Espíritu.

 

 

JUAN ANTONIO RUIZ RODRIGO

Director de la Casa de Santiago de Jerusalén

 

 

 

 

Evangelio

 

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevádselo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y le dijo: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en Él.

 

Juan 2, 1-11








sábado, 15 de enero de 2022

domingo, 9 de enero de 2022

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

Domingo del Bautismo del Señor (ciclo C)

Ungido para la misión

 

Este domingo celebramos el Bautismo del Señor y, por lo tanto, la culminación y el cierre del ciclo de Navidad. El Evangelio de Lucas nos presenta la escena del Bautismo de Jesús en el Jordán. El pueblo está expectante, y la gente se pregunta si Juan es el Mesías. Pero el Bautista responderá que su Bautismo es con agua, mientras que el Bautismo real será con Espíritu de Dios, será una unción divina. Señalará que no le toca a él, sino que viene Otro, que está muy por delante de él, al que no merece ni siquiera «desatarle las correas de las sandalias». Quitar las sandalias al señor de la casa era tarea de esclavo, y Juan Bautista no se sentía digno ni de ser siervo de Jesús. Jesús ha vivido en el silencio y en el ocultamiento de Nazaret, como un ciudadano privado. Tenía su familia y su oficio, pero no tenía una misión pública. Jesús, el Hijo, que desde los 12 años es consciente de que debe dedicarse a los asuntos de su Padre (cf. Lc 2, 49), de que tiene una misión muy especial, tiene algo claro desde aquel momento: hasta que no llegue la hora marcada por Dios, Él seguirá siendo persona privada, viviendo en una aldea perdida, ignorada, que se llama Nazaret. Solo cuando llegue al Jordán, hable Dios y baje el Espíritu, Jesús iniciará su misión. El Bautista está predicando un Bautismo de penitencia, para pedir perdón, porque está ya próximo el día del Señor, ese día anunciado por todos los profetas, el día del juicio y la destrucción de la maldad. Jesús pasa, y se mezcla en la multitud. Él se pone en la fila de los pecadores para recibir un Bautismo general. Si Dios ha puesto al Profeta, Él obedece, de la misma manera que obedeció a sus padres cuando tuvo aquella experiencia tan fuerte en el templo de Jerusalén, y, sin embargo, cuando ellos le ordenaron que se marchara a Nazaret, se fue con ellos (cf. Lc 2, 51). Ahora va a obedecer y se va a mezclar con la muchedumbre, con la multitud, con el pueblo. Jesús no recibe el Bautismo como un rito sin más, sino en un clima de oración personal. Lucas señala que el Bautismo de Jesús acontece en la oración. ¡Qué importante es esta indicación! Porque lo que le va a suceder a Jesús inmediatamente es el cambio total en su vida: el paso de la privacidad a la vida pública. Es el inicio de la gran misión, que ya estaba dada desde el comienzo, pero que tenía que publicarse, legitimarse. Así va a acontecer: Juan Bautista será quien dé fe de ello, pero él no le da la misión, sino que se la da el Padre, con esas palabras que recoge de la tradición de Isaías sobre el primer canto del Siervo (Is 42,1), aunque sustituyen la palabra siervo por la palabra Hijo. El Padre está presentando ante el Bautista y ante el pueblo a alguien que es su «Hijo, el amado, el predilecto». No es un profeta más, no es un anunciador, no es simplemente un siervo: es el Hijo. De este modo, la palabra hijo aplicada a Jesús va cargada ya con toda su hondura y contenido. Es una confesión de fe. El Evangelio señala que el Espíritu descendió en forma de paloma (cf. Gn 1, 2). El Espíritu mismo baja a ungir. Es una unción profunda, que penetra hasta el corazón. De este modo, el Hijo de Dios será ungido para la misión. Es la hora: el momento en que es legitimada la misión de Jesús, dada por el Padre. El Bautismo de Jesús es un gran signo que abre la vida pública de Jesús, marcando ya el sentido desde el comienzo. Será una misión pacífica, de perdón, llevada a cabo por alguien, que es Dios, el Hijo, pero que se ha hecho uno de tantos. ¿No es este acaso el profundo significado de la Navidad: un hombre, uno de tantos, pero Hijo de Dios y Enviado? Celebremos la fiesta del Bautismo del Señor, y recordemos nuestro Bautismo, el día de nuestra apertura a la voluntad de Dios. Pensemos en la vocación, que es estar abiertos, en oración, para que Dios nos identifique, nos ponga nombre y nos envíe. La oración tiene muchos matices, pero un aspecto fundamental es este: mientras oramos nos estamos identificando como hijos, y en conversación con el Padre estamos recibiendo la misión, es decir, la vocación de nuestra vida, que es nuestra identidad definitiva. La vocación es la culminación de un camino de obediencia y de discernimiento sobre la voluntad de Dios en cada uno de nosotros. No se puede ser cristiano sin una vida vocacional. El reto del creyente de hoy es descubrir esto con toda su hondura. Nos hemos apropiado de la vida, de los hijos, de los bienes, de nuestra persona. Emprendemos tantos y tantos caminos. Pero, atrevámonos a preguntarnos: «¿Señor, qué esperas de mí?».

 

JUAN ANTONIO RUIZ RODRIGO

Director de la Casa de Santiago de Jerusalén

 

 

 

 

Evangelio

 

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías; Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco».

 

Lucas 3, 15-16.21-22