Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

viernes, 31 de enero de 2020

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

Fiesta de la Presentación del Señor (ciclo A)
«Luz para alumbrar a las naciones»

Cuarenta días después de Navidad celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el templo. Aunque hace varias semanas que concluíamos el tiempo de Navidad, el carácter de este día, puesto de relieve de modo particular en el Evangelio, retoma algunas de las características resaltadas en Navidad. Al mismo tiempo, se reconocen algunos aspectos que anuncian el misterio pascual. Como nos recuerda el pasaje de este domingo, la ley prescribía la consagración al Señor de todo varón primogénito. Así pues, la entrada de Jesús en el templo manifiesta, en primer lugar, que Jesús es verdaderamente hombre, puesto que cumple con las disposiciones rituales previstas para todo primogénito. La carta a los Hebreos nos lo recuerda en la segunda lectura, cuando afirma que «tenía que parecerse en todo a su hermanos», o al afirmar que «también participó Jesús de nuestra carne y sangre», subrayando, una vez más, el realismo indudable de la Encarnación. La llegada de Jesús al templo es, pues, considerada como algo que superará la concreta realización de una ley jurídico-religiosa: todo el ser de Jesús, expresado a través de «la carne y la sangre», queda vinculado con el Padre y con nosotros. Al mismo tiempo, la entrada en el templo de Jesús anticipa su definitiva entrada en el santuario como rey de la Gloria, victorioso tras haber roto las ataduras de la muerte.

El anuncio de la misión del Señor: Salvador y Luz
La ofrenda del niño en el templo manifiesta un destino concreto de la vida del Señor: una existencia para llevar a cabo la voluntad de Dios en una completa entrega. Son significativas las expresiones del Evangelio y del resto de la Palabra de Dios que describen la misión del Señor. De entre todas destacan dos: la que se refiere a Jesús como el Salvador y la que lo señala como Luz para alumbrar a las naciones. En efecto, Jesús en medio de su pueblo tiene el cometido de liberar y expiar los pecados del pueblo. Se prevé una vida no pacífica y una aceptación de su persona que distará mucho de ser unánime, ya que será un «signo de contradicción». Su vida estará asociada a una decisión por parte del hombre y a una función de criba: «fundidor que refina la plata» o «lejía de lavandero» son algunas de las expresiones que predicen en la primera lectura, del profeta Malaquías, la misión de Cristo; algo que llevará consigo que «se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones», tal y como señala el Evangelio. En segundo lugar, el cántico de Simeón retoma el tema navideño de Jesucristo como Luz de las naciones y Gloria de Israel. Sabemos que no es esta la única vez que el Señor aparece como «Luz del mundo», ya que son varios los pasajes de la Escritura que se refieren a Jesucristo como Luz o incluso a los mismos cristianos como «luz del mundo» (Mt 5,14) o «hijos de la Luz» (1Tes 4,4-5). La liturgia de este día ha subrayado particularmente esta dimensión luminosa de Cristo con la procesión inicial de las candelas mientras se canta «Luz para alumbrar a las naciones» o un pasaje que haga referencia a Jesucristo como Luz. Esta ritualización remite inequívocamente a la liturgia de la luz de la vigilia pascual, cuando Jesucristo resucitado aparece como Luz en el cirio, al mismo tiempo que se encienden las velas de los fieles y las luces de la Iglesia, para, a continuación, escuchar el pregón pascual como anuncio luminoso.

La fiesta del encuentro
En algunos lugares esta conmemoración ha sido tradicionalmente conocida como la fiesta del encuentro, en referencia a la felicidad experimentada por los dos ancianos, Simeón y Ana, que llevaban años esperando ver lo que hoy tienen ante sus ojos. Su prolongada espera nos enseña a valorar nuestra vida como un camino hacia el encuentro definitivo con el Señor, concretada en un progreso paulatino de unión con Dios a través de la participación en la vida de la Iglesia y de los distintos acontecimientos de nuestro día a día. 


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la Ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la Ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel, y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con Él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: Luz para alumbrar a las naciones y Gloria de tu pueblo Israel».


Lucas 2, 22-32






martes, 28 de enero de 2020

El MIRA se hace eco del Ciclo Memorial Manuel Martínez Arce glosando su figura





A la memoria del jerezano Manuel Martínez Arce

Las Cinco Llagas convoca una nueva edición de su ciclo de ponencias

Manuel Martínez Arce fue un jerezano destacadísimo que prácticamente nació a la par del siglo XX. Falleció cuando estrenaba su naturaleza octogenaria. Destacó en muchas disciplinas. En el género publicitario, en el ámbito comercial de los vinos de la tierra, en el periodismo -fue un periodista que escribía como los ángeles- y sobre todo en su plena dedicación a la vida religiosa de la ciudad, que catapultó sobre todo desde el ámbito de las cofradías de Semana Santa.

Se le considera con todos los honores uno de los padres de la actual Semana Santa de Jerez. Fundó la Unión de Hermandades, la armonización del itinerario de las cofradías a través de la ahora tan traída y llevada Carrera Oficial, contribuyó a la creación del Secretariado Diocesano de Hermandades y Cofradías -hoy Delegación Diocesana- así como impulsó el florecimiento de cofradías de la época llegando a refundar la considerada Hermandad de sus amores: las Cinco Llagas, corporación de la que fue número 1 del censo de hermanos y en la que ostentó todos los cargos de la Junta de Gobierno incluso, naturalmente, el de Hermano Mayor.

Precisamente desde hace bastantes años la Hermandad de las Cinco Llagas organiza y convoca un ciclo de ponencias cofradieras – con fines formativos- denominada Memorial Manuel Martínez Arce. De entrada libre. En el diseño gráfico de cada edición siempre figura la fotografía de primer plano del recordado y admirado “don Manuel”. Con el objeto de que su memoria y su legado siempre esté -y se tenga- presente.

El programa es el siguiente: Viernes 24 de enero: ‘Proceso de restauración de María Santísima de la Esperanza’ a cargo de Cristina Espejo Segura y María José Segura Castro (S&S Restauraciones). Viernes 31 de enero: ‘La importancia de vestir la túnica nazarena’ dictada por Juan Celio Jacinto del Castillo Espinosa (Canónigo Lectoral de la S. I. Catedral de Jerez y Párroco de la de Ntra. Sra. de Fátima). Ambas ponencias comenzarán a las 20.30 horas y tendrán lugar en la Capilla del Voto de la Iglesia de San Francisco.






lunes, 27 de enero de 2020

Jerez y la túnica de Uberto


Emotivo y aleccionador artículo de N.H.D. Marco A. Velo publicado hoy en Diario de Jerez en la sección Jerez íntimo




El zigzagueo de nuestra propia cotidianidad también genera –de cuando en tarde- algún rotundo fenómeno de convergencia. Y estas causalidades jamás deben tomarse a chacota. Hace unos días se han producido, por suelto, tres hechos convergentes. Sucede que el próximo viernes Juan Jacinto del Castillo, sacerdote intelectual que es amigo y hermano, pronunciará en la Capilla del Voto de la Iglesia de San Francisco una ponencia titulada ‘La importancia de vestir la túnica nazarena’ -segunda charla del ciclo Memorial Manuel Martínez Arce organizado por la Hermandad de las Cinco Llagas-.

Bien: acontece también que el pasado jueves seleccioné -entre la documentación que manejamos Francisco Antonio García Romero, Eugenio Vega Geán, José Jácome González y un servidor de cara a un ensayo que firmado a cuatro manos nos traemos entre ídem- la fotografía luminosa del gran hombre de Dios -tan montañés como jerezano- que fue Uberto Piñán Rodríguez. Y ocurre asimismo que en el presente 2020 se cumplen cinco años -¡cómo galopa el tiempo!- de su fallecimiento a los 97 de edad.

Resulta inevitable enlazar estas tres (unitivas) circunstancias. Quienes conocieron de cerca a nuestro ejemplarizante protagonista enseguida habrán identificado el porqué de mi aseveración. Uberto era una persona queridísima en esta ciudad de Jerez. Su inquebrantable simpatía, la locuaz espontaneidad, su don de gentes, su optimismo sonriente y, sobre todo, el alto concepto del intacto y nunca desmesurado ni desmedido ni demediado servicio institucional a la Hermandad, a la que se entregó de lleno y a la que quiso con todos los resortes del alma, retrataron genuinamente el prototipo y el paradigma de un cofrade cristiano que siempre respetó con esciente fraternidad a la práctica totalidad de sus hermanos y asimismo apoyaría incondicionalmente –sin quebraduras, sin fisuras, sin rasgaduras- a los Hermanos Mayores de esta corporación nazarena de tantísimos –para él- sentimientos encendidos. Tan profundos y profusos como la casa poética de Luis Rosales. 

Vistió la túnica de las Cinco Llagas por encima –y a través- de fechas, modismos, mediocridades y coyunturas ajenas hasta que, alcanzados los ochenta y tantos años de edad, ya las fuerzas musculares y los achaques de turno quebraron -¿mermaron?- su resistencia y su capacidad física para realizar la estación penitencial. Uberto sí entendía y somatizaba el sentido trascendental de saberse penitente de la luz. Sin faltar ninguna Madrugada Santa. Ninguna. No concebía ni por asomo la Semana Santa desertando del esparto ajustado a la cintura y del antifaz cristalizando la férula del anonimato.

Muchos nazarenos de blanco recuerdan/recordamos cómo Uberto Piñán lloró desconsoladamente –las manos temblorosas agarradas al soporte de un palco vacío de la calle Larga- cuando aquel primer aciago año (separado por prescripción médica del santo hábito nazareno) observaba -impotente, nostálgico, adolorido, las entrañas latientes, la mirada lagrimosa- el transitar de la cofradía desde el desierto de arena, desde las tierras movedizas, desde la parálisis de las aceras. Desgajado, arrancado, descarnado de sopetón, por las bravas y casi en volandas, de la carne de su sempiterna lealtad cofradiera. ¿Alguna estampa más impensable, más improbable, que la de Uberto Piñán de paisano cuando el fulgor de la Luna de Nisán anuncia la semántica de un mutismo antiguo como la sierpe de la corona de espinos incrustada en el cráneo vivo de Jesús? Recordaré a Uberto el viernes mientras escuche la docta palabra de Juan Jacinto. Sí, rememoraré a Uberto Piñán, quien marchara al encuentro del Padre amortajado por la “importancia” de su túnica nazarena... No sólo lo fugitivo permanece y dura. También el testimonio personal de un cofrade cuyo legado jamás se diluirá por el ancho embudo del olvido.


Interesante conferencia el próximo jueves día 30 en el Museo Arqueológico sobre el escultor Ramón Chaveli



Enmarcada en un ciclo sobre imaginería del siglo XX



sábado, 25 de enero de 2020

Solemne Traslado, Solemne Quinario, Solemnísima Función Principal de Instituto y Comida de Hermandad




Hermandad y Cofradía de Nazarenos de las Sagradas Cinco Llagas de Cristo, Nuestro Padre Jesús de la Vía-Crucis
y María Santísima de la Esperanza

Establecida canónicamente en el Real Convento de San Francisco
Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera
Sala Capitular: C/ Diego Fernández Herrera 6 y 8, 11401 - Jerez de la Fra.
Blog oficial: http://cincollagasjerez.blogspot.com
Correo electrónico: cincollagasjerez@gmail.com
                       



Estimado  hermano en el Señor de la Vía-Crucis: Pax et bonum.

Adjuntamos convocatoria del Solemne Traslado del Señor de la Vía-Crucis al altar mayor de cultos que tendrá lugar el próximo día 3 de febrero, Solemne Quinario del 4 al 8 y Solemnísima Función Principal de Instituto el domingo día 9. Asimismo comunicamos que, durante la celebración de la Solemnísima Función Principal, recibirá un emotivo homenaje el hermano cincuentenario don José Manuel Guerrero Gamboa.
Como viene siendo tradición en esta Hermandad, igualmente celebraremos, tras la Función Principal de Instituto, la fraternal COMIDA DE HERMANDAD en el Mesón La Alcazaba. El muy módico precio del almuerzo se concreta en 15 EUROS y presenta este contundente menú: Aperitivos: Patatas aliñadas, Paté de cabracho y Croquetas de la casa. Primer plato: Arroz meloso. Segundo plato: a elegir entre Solomillo de cerdo a la pimienta o Bacalao ‘a la Alcazaba’. E incluye postre y una jarra de refresco y una jarra de agua por cada cuatro personas (las bebidas que cada comensal pida de más serán cobradas en el mismo instante de su servicio). Todos los hermanos y cofrades que deseen sumarse a tan fraternal encuentro de convivencia han de confirmar tanto asistencia como la elección del segundo plato contactando con el hermano secretario don Ernesto Romero del Castillo (699615525). Advertimos que el miércoles de Quinario es el último día para apuntarse a la comida –debiéndose abonar en ese mismo momento y nunca después-.

Esperando contar con su fraternal presencia en estas convocatorias y muy especialmente en el más importante acto de culto de todo el año de nuestro Instituto –nuestra Solemnísima Función Principal- reciba un fortísimo abrazo en Jesucristo Nuestro Señor.


LA JUNTA DE SEÑORES OFICIALES



Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera, a veintiún días del mes de enero del año de Gracia del Señor de dos mil veinte






Más de cincuenta costaleros formarán parte de la cuadrilla del palio de María Santísima de la Esperanza


Anoche, tras la conferencia, tuvo lugar la igualá.

Foto: N.H.D. Ernesto Romero

Se llenó la Capilla del Voto para la interesantísima conferencia de Dª Cristina Espejo y Dª Mª José Segura

Fotos: N.H.D. Manuel Piñero y N.H.D. Ernesto Romero













jueves, 23 de enero de 2020

´Proceso de restauración de María Santísima de la Esperanza`


Mañana comienza el Ciclo Memorial dedicado a nuestro hermano refundador don Manuel Martínez Arce con una interesantísima conferencia ilustrada de las restauradoras de nuestra Amantísima Titular sobre su proceso de restauración.






Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA


III Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A)
«Venid en pos de mí»

El inicio de la misión del Señor está indisolublemente asociado a la llamada a la conversión y a la elección de los primeros apóstoles. Tras escuchar los pasajes de la infancia de Jesús durante el tiempo de Adviento y Navidad, retomamos las lecturas de san Mateo, que marcarán la Palabra de Dios de los domingos de este año. Tenemos ante nosotros un pasaje en el que se leen distintas escenas que, aunque aparentemente desligadas entre sí, nos dan las coordenadas de la vida de Jesús y las implicaciones que tienen para nuestra vida.

«Para que se cumpliera lo dicho»
Desde el punto de vista geográfico, el texto comienza situando al Señor en Galilea; en concreto ahora se dirige a Cafarnaún y a un grupo de pueblos ubicados en la zona noroeste del lago de Tiberíades, «junto al mar (de Galilea)», como precisa Mateo. La misión desarrollada por Jesús en este lugar corresponde a una de las ideas clave del evangelista que lo narra: «para que se cumpliera lo dicho». La acción de Jesucristo ha de ser leída siempre como la realización de cuanto desde antiguo se había anunciado al pueblo de Dios. Por eso se cita aquí al profeta Isaías, íntimamente asociado a las promesas mesiánicas. Se trata precisamente de una cita de la primera lectura de este domingo. Aunque en este tercer domingo del tiempo ordinario se percibe con mayor claridad, la primera lectura suele ser una preparación a cuanto se escucha en el Evangelio, la palabra del mismo Señor. La zona de Galilea «de los gentiles» era llamada así debido a que estaba poblada por habitantes de raza, cultura y costumbres heterogéneas, y en gran mayoría paganos. Se conocía como una zona no solo alejada físicamente de Jerusalén, el centro religioso judío, sino también despreciada por ser una región desfavorecida y periférica. Así se entiende que Isaías dijera de sus habitantes que «habitaban en tinieblas y sombras de muerte». Frente a la oscuridad y la tristeza nos encontramos con una promesa estrechamente unida a la Navidad: la luz que brilla y que es perceptible, conforme se destaca en los verbos «ver» y «brillar».

La novedad de la salvación
La llamada a la conversión tiene una motivación explícita: la cercanía del Reino de los cielos. De nuevo se retoma, ahora ya como una invitación precisa a un cambio de vida, la temática de la cercanía de Dios con el hombre, especialmente con el más pobre y desfavorecido, ampliamente celebrada en el período navideño. Descubrimos, por una parte, que no es posible separar de modo absoluto los distintos tiempos litúrgicos, ya que «luz» y «admirable intercambio», expresiones tradicionalmente asociadas a las pasadas fiestas, son retomadas. Por otra parte, lo que está sucediendo tiene unas consecuencias claras en los testigos inmediatos de esta presencia de Dios entre los hombres: la conversión y el seguimiento. Sabemos sobradamente el significado del término Evangelio. A través de esta página advertimos que esa «buena noticia» no ha de quedar sin respuesta por parte del hombre que se encuentra con ella. La llamada de los primeros apóstoles revela varias verdades: la iniciativa de Dios en la elección; la respuesta libre y rápida a la misma por parte de los discípulos; la transformación que se realiza en ellos, sin, por otra parte, renunciar a su propio ser –pues siguen siendo pescadores, ahora de hombres–. Pero, precisamente en estas fechas, en las que se reza por la unidad de los cristianos, puede vincularse este pasaje con la atracción de Jesús hacia él. Toda la obra de la salvación tiene como finalidad la búsqueda de la unidad en torno a Jesucristo. Por lo tanto, el anuncio del Reino de los cielos ha de ser llevado a cabo sin jamás sembrar división; las rencillas y desconfianzas, originadas a menudo por el afán de brillo propio, siempre impedirán lo que nos anuncia el Evangelio: que brille la luz de Dios y que el hombre sienta a Dios cercano a él. Librar a quien se encuentra en tinieblas solo se consigue si los cristianos somos capaces de mostrar la genuina luz, que no es nuestra propia persona.



  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

En Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.



Mateo  4, 12-23






domingo, 19 de enero de 2020

Aviso importante: con motivo del Ciclo Memorial Manuel Martínez Arce, los rezos semanales de los próximos viernes 24 y 31 de enero darán comienzo a las 20,00 horas en la Capilla del Voto, comenzando las conferencias del mencionado ciclo tras los mismos







Recordatorio: El próximo viernes, 24 de enero, a las 21,15 horas en la Capilla del Voto de San Francisco tendrá lugar la igualá de la Cuadrilla del paso de María Santísima de la Esperanza








La Hermandad de las Cinco Llagas felicita a doña Mª del Carmen Alonso González por su reciente elección como Hermana Mayor de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración








Presentado el cartel oficial de la Semana Santa de Jerez 2020

Fuente: UUHH






El pasado viernes 17 de enero a las 20,30 horas y en los Museos de la Atalaya, tuvo lugar el acto de presentación del que ya es el cartel de la Semana Santa de Jerez de 2020, obra de don Manuel Cuervo.
El acto fue conducido por el periodista y cofrade don Francisco Aleu, quien fue dando paso a las distintas intervenciones, de la Banda de música Municipal de Jerez y la cantaora Lidia Hernández acompañada al piano por doña Rosario Montoya «la Reina Gitana».

Tras la presentación al público presente, de la obra dedicada a la Virgen de la Esperaza de la Yedra, con un recuerdo a su advocación de Dolores simbolizada por el corazón atravesado y un ancla que representa a todas las advocaciones marianas de la ciudad que llevan el nombre de Esperanza, ha tomado la palabra el autor, don Manuel Hurtado Hermano Mayor de la Yedra y por parte del Ayuntamiento de nuestra ciudad don Francisco Cama,s concejal de Cultura cerrando el turno de palabra, el presidente del Consejo Directivo de la Unión de Hermandades de Jerez, don Dionisio Díaz. Representó a nuestra Hermandad en el acto el Teniente Hermano Mayor don José Barrera Jiménez.


sábado, 18 de enero de 2020

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

II Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A)
«Lo he visto y he dado testimonio»

Durante el tiempo de Navidad, ya concluido, las lecturas de la celebración eucarística se han tomado principalmente del cuarto evangelista. Nadie como san Juan resume con tanta claridad lo que hemos conmemorado durante las pascuas ya pasadas. La conclusión del Evangelio de este domingo vuelve a recordar la razón por la cual el discípulo amado se siente con autoridad para plasmar por escrito lo que afirma. «Yo lo he visto» es fundamental para comprender la revelación de Dios como un acontecimiento no solo real e histórico, sino también como algo de lo cual se puede dar testimonio, puesto que ha sido realizado a los ojos de todos. El carácter público de la manifestación de Dios ha influido en gran medida en el modo con el cual la Iglesia desde el primer momento desarrolló su misión. Con las naturales precauciones de los momentos de persecución, siempre se ha huido de un anuncio de Jesucristo llevado a cabo de modo secreto, oculto o únicamente destinado a una élite o a un conjunto de privilegiados. El carácter universal de la revelación es, por lo tanto, indudable, como escucharemos este domingo.

El que quita el pecado del mundo
El pasaje evangélico se encuadra entre el prólogo de san Juan, escuchado varias veces durante la Navidad, y el primero de los signos-milagros de Jesús narrados por este evangelista. Nos encontramos frente a un texto con la función de ser un puente entre el anuncio de la realidad de que el Verbo se ha hecho carne (texto que volvemos a escuchar en el versículo del Aleluya) y el comienzo de la misión pública del Señor.
Suele ser habitual representar a Juan Bautista precisamente como aquí aparece: señalando a Jesús como «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Para comprender el significado de Jesucristo como cordero tenemos que acudir al elemento sacrificial por excelencia para los judíos. La primera escena bíblica relevante del cordero la encontramos en los orígenes, cuando Abrahán, dispuesto a sacrificar a su hijo, inmola en su lugar un carnero, anticipo del único sacrificio realmente válido en Jesucristo. Pero será el cordero pascual, asociado a la liberación del pueblo israelita de Egipto, el que con mayor fuerza se vincule con Jesucristo, definitivo salvador del pecado y de la muerte. Con todo, no sería completa la comprensión de Cristo como cordero sin aludir al concepto de siervo, presente en la primera lectura de este domingo. Aunque el profeta Isaías designa como siervo a Israel, esta idea será aplicada a Jesucristo. Este es el sentido de las expresiones «por medio de ti me glorificaré» o «te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra». Estamos ante un conjunto de locuciones que retoman las fiestas que hemos estado celebrando hace pocos días: la manifestación de la gloria de Dios, tanto al pueblo elegido como a todas las naciones, a todos «los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo», como recuerda san Pablo, defensor acérrimo de la propagación de la fe a todos los pueblos.

Bautizar con Espíritu Santo
El Evangelio indica un signo de reconocimiento de Jesucristo: el Espíritu que baja del cielo como una paloma y se posa sobre Él. El carácter sacrificial de la imagen del Señor como cordero y como siervo no se acaba únicamente con su inmolación en la cruz. El Cordero es destinado por el Espíritu a quitar el pecado del mundo. Precisamente, gracias a la eficacia del definitivo sacrificio pascual de Cristo en la cruz, los cristianos, de ahora en adelante, recibiremos un Bautismo que no solo tiene un valor de purificación y de penitencia, como el que realizaba el Bautista. Jesús será quien bautizará ahora con Espíritu Santo. Para nosotros eso implicará algo que sobrepasa un simple lavado de nuestras culpas; significará que somos hechos hijos adoptivos del Padre gracias a que se nos asocia a su Hijo único Jesucristo.
En este domingo, en el que escuchamos la Palabra de Dios por boca de algunos de los testigos más señalados de Cristo –Juan Bautista, Juan Evangelista, Isaías o Pablo–, se nos anima, en definitiva, a proseguir la cadena de testimonios que aseguran que Jesucristo es quien nos libera del pecado y nos incorpora a su propia vida de íntima unión con el Padre.



  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».


Juan  1, 20-34





sábado, 11 de enero de 2020

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

Solemnidad del Bautismo del Señor (ciclo A)
«Este es mi Hijo amado»

Con la fiesta del Bautismo del Señor cerramos el tiempo litúrgico de Navidad, un período en el que hemos celebrado ante todo la manifestación del Hijo de Dios como Salvador de los hombres, tanto de los pertenecientes al pueblo de Israel como de los gentiles. A través de distintas escenas, durante estos días hemos visto al Niño siendo visitado, reconocido y adorado por los pastores o por los Magos. Todos estos pasajes han pretendido mostrar una primera realidad: para descubrir al Salvador es preciso encontrarse con Él. Creer como consecuencia de ver forma parte de un acontecimiento que celebramos gracias a que existen testigos que nos lo han contado. A pesar de que, tras la celebración de la Epifanía, han pasado muchos años hasta encontrar a Jesús junto al Jordán para ser bautizado por Juan, conmemoramos un mismo acontecimiento: el comienzo de la salvación de Dios a los hombres, con el acento puesto ahora en su función como Mesías.

«Conviene que así cumplamos toda justicia»
Aunque los tres Evangelios sinópticos contienen el pasaje del Bautismo de Jesús en el Jordán, únicamente Mateo incluye un diálogo entre Jesús y Juan Bautista, en el que se muestra la resistencia de este último a bautizar al Señor. La razón que Jesús aduce para ser bautizado es que «conviene que así cumplamos toda justicia». Para comprender esta afirmación es preciso concebir a Dios como el justo. Esto significa no solo una condición de su ser, sino algo que afecta a los hombres: hace justicia o justifica a quienes confían en Él, como nos recuerda principalmente san Pablo. Para llevar a cabo esta justificación Jesús pasará por un bautismo, que tiene el significado de inmersión. La imagen inmediata asociada a este término es el sumergirse en el agua. Sin embargo, el Bautismo del Señor es el anticipo de una realidad muy profunda, que se concretará en el introducirse hasta las últimas consecuencias en nuestra propia realidad de pecadores para, de este modo, hacernos partícipes de su misma vida. Se trata de una consecuencia más de la Encarnación de Dios, del descendimiento de Dios hacia los hombres, del acercamiento y cercanía máxima entre el Señor y nosotros. Junto con esta dinámica de abajamiento y solidaridad con el hombre va unida la completa obediencia del Hijo hacia el Padre. En realidad, toda la vida de Jesucristo estará marcada por la confianza y la disposición a realizar cuanto desea el Padre. Por eso escuchamos, como primera lectura de este domingo, el primero de los cánticos del Siervo, de Isaías, donde se anuncia la misión que ha de llevar a cabo del Siervo de Yahvé.

Jesús, ungido por el Espíritu Santo
El Evangelio de este domingo llega a su punto culminante con la manifestación del Espíritu de Dios sobre Jesús, en forma de paloma, y la voz que afirma: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco». Aparte de recordar y ver cumplido, de nuevo, el canto de la primera lectura, Jesús aparece como ungido por el Espíritu Santo. Desde antiguo la unción iba aparejada a la misión que debían cumplir determinadas personas relevantes, especialmente los reyes y los sacerdotes, quienes realizaban un designio divino. Jesús no será ya ungido por nadie, sino por el mismo Espíritu Santo, que desciende en forma de paloma. Y por esta unción recibirá la misión de introducir a los creyentes en el conocimiento de Dios para dar acceso a la vida divina a quienes recibirán el nuevo bautismo inaugurado por la Muerte y Resurrección de Cristo. Por eso, en la fiesta del Bautismo del Señor, los cristianos hacemos memoria de nuestro propio Bautismo. Este recuerdo se puede enfatizar este día y todos los domingos al comienzo de la celebración eucarística con la bendición y aspersión del agua bendita. Con ello somos conscientes de que también nosotros participamos en la misión del Señor y hemos sido ungidos por el Espíritu Santo.



  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una luz de los cielos que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco»


Mateo 3, 13-17







viernes, 3 de enero de 2020

El próximo viernes, 10 de enero, a las 20,30 horas en la iglesia conventual de San Francisco celebraremos Santa Misa de Hermandad







Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA


II Domingo después de Navidad (ciclo A)
«Y habitó entre nosotros»

La profundidad de la celebración del acontecimiento de la encarnación y el nacimiento del Salvador nos lleva no solo a celebrar el día de Navidad con hasta cuatro formularios de Misas distintas, dependiendo de las distintas horas a las que tienen lugar. Durante más de dos semanas prolongamos un tiempo en el que, incluso, algunas lecturas se repiten. Es el caso del pasaje evangélico de este domingo, que corresponde al comienzo del Evangelio de san Juan, escuchado ya en la Misa del día 25 de diciembre. ¿Por qué, a pesar del interés de la liturgia actual por variar las lecturas para ofrecer una imagen más amplia de la vida y de la misión del Señor, repetimos en tan poco tiempo un pasaje bíblico? Sin duda, por la profundidad de lo que ese texto encierra. Pero no únicamente por eso: una de las expresiones más comunes en los textos litúrgicos de estos días es la contemplación y otros vocablos más o menos vinculados con este término, como admiración, admirable, en un contexto que hace alusión al asombro que provoca la visión de lo que ha sucedido. Pero, ¿cómo es posible descubrir, ver o asombrarse por algo? Aquí aparece el otro gran término de estos días: la luz.
Tenemos las calles, las casas y las iglesias llenas de luces. Hasta en lugares donde el cristianismo no constituye, al menos en la práctica, la confesión mayoritaria, se siguen iluminando las ciudades para señalar que estamos inmersos en unas fiestas que guardan una fundamental relación con la luz. Desde que el cristianismo se fue extendiendo en el primer milenio, se quiso enfatizar que esa luz es Jesucristo, el Verbo de Dios hecho carne. El texto evangélico de este domingo afirma con rotundidad: «El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo viviente». Sabemos que la celebración más importante del año, la Vigilia Pascual, tiene lugar en la noche, y que, desde el punto de vista popular, la Misa del Gallo, ha constituido durante siglos el punto culminante de las celebraciones de estos días. No podemos olvidar, pues, que la afirmación «la luz brilla en la tiniebla», del prólogo de san Juan, constituye el fundamento bíblico de la mayor presencia de luz de estas fechas.

La cercanía de Dios con el hombre
Si la verdadera luz, que es Cristo, posibilita poder ver, descubrir, admirar y sorprenderse por lo que Dios ha hecho en el hombre, lo que ha sucedido, el admirable intercambio, tiene aún mayor relevancia. El Evangelio comienza situando el Verbo, la Palabra, junto a Dios y siendo Dios; y concluye señalando que Jesucristo, Dios unigénito, es ese Verbo y quien nos ha dado a conocer al Padre. En definitiva, durante estos días estamos relatando a través de distintas imágenes –algunas más tiernas, como el belén, y otras más profundas, como el Evangelio del próximo domingo– la realidad de un acercamiento unilateral de Dios hacia el hombre. La función de ese Verbo, de esa Palabra, no es otra que hablar al hombre. En medio del silencio –otro de los temas tradicionalmente unidos a la noche santa de la Navidad– Dios se ha aproximado al hombre. Ello ha supuesto un gran paso en el vínculo entre Dios y el hombre. La relación de Dios con su pueblo hasta entonces consistía en una constante alternancia de encuentros y desencuentros, de fidelidades e infidelidades del hombre hacia Dios. Ahora estamos celebrando que Dios ha dado ya un paso que ha cambiado para siempre el vínculo entre Dios y el hombre: Dios ha venido a habitar entre nosotros. De ahí la gran relevancia que tiene la imagen del niño en el pesebre. Un recién nacido es la descripción más precisa del tomar carne, del encarnarse para que se pueda producir el admirable intercambio: Dios se hace hombre para que el hombre pueda alcanzar a Dios, para darnos «el poder de ser hijos de Dios», como señala san Juan.
En suma, se trata de un texto repleto de conceptos menos concretos que en los acostumbrados Evangelios dominicales, pero que es un resumen del alcance de la salvación de Dios que nos ha venido con Cristo, y cuyo comienzo celebramos de modo especial en Navidad.



  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia de Madrid




Evangelio

En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Juan 1, 1-18