Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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sábado, 18 de febrero de 2012

Santo Evangelio según San Marcos 2, 1-12

Domingo 7º del tiempo ordinario



Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos, que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la Palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.

Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?».

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso?¿Qué es más fácil: decirle al paralítico “tus pecados quedan perdonados” o decirle “levántate, coge la camilla y echa a andar?». Pues, para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados… entonces le dijo al paralítico: «Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa». Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

Comentario del Rvdo. P. D. José Pedro Manglano Castellary

Un suceso fácil de imaginar con pelos y señales: aprovecha para meterte en la actitud y sentimientos de cada uno (los amigos, el paralítico, Jesús, el gentío, el dueño de la casa…). Y las reacciones ante cada palabra o acto de Jesús. Y aprende.

Dile qué quieres hacer como unos y como otros, qué quieres que a ti te diga lo que a fulano o a mengano, y que te haga esto o aquello. El primer interés de Jesús es el del alma de aquel enfermo. Primero el alma, después el cuerpo. ¿Qué me preocupa más del prójimo, su alma o su cuerpo? ¿Y de mí mismo