Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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martes, 15 de noviembre de 2011

Rogad a Dios por el alma de doña Concepción Mendoza Guerra



En la mañana de hoy 15 de noviembre ha fallecido doña Concepción Mendoza Guerra, madre de nuestra hermana doña Conchi Gilabert Mendoza.

La Junta de Gobierno ruega a todos los hermanos eleven una oración por el eterno descanso de su alma. Las exequias por su eterno descanso se celebrarán mañana miércoles 16 de noviembre a las 10:00 h en la Iglesia de Jesús Resucitado.

ORACIÓN

Señor, ¿quién me dará que te halle solo, y te abra todo mi corazón, y te goce como mi alma desea, y que ya ninguno me desprecie, ni criatura alguna me mueva, mas tú solo me hables y yo a ti, como suele hablar el amado a su amado y conversar un amigo con otro?

Esto ruego y esto deseo, que sea unido todo a ti, y aparte ya mi corazón de todo lo creado, y por la sacra comunión y por la frecuencia del celebrar aprenda a gustar cosas eternas.

¡Oh Señor Dios mío! ¿cuándo estaré todo unido contigo y absorto en ti, y del todo olvidado de mí, y que tú seas en mí, y yo, Señor, en ti, y que así estemos juntos en uno?

Verdaderamente, tú eres mi amado, escogido en muchos millares, con el cual desea morar mi alma todos los días de su vida.

Verdaderamente, tú eres mi fuente de paz, en ti está la suma paz y el verdadero descanso; fuera de ti todo es trabajo, y dolor, y miseria infinita.

Verdaderamente, tú eres Dios escondido, y tu consejo no es con los malos, más con los humildes y sencillos es tu habla.

¡Oh Señor, cuán suave es tu espíritu, que tienes por bien para mostrar tu dulzura de mantener tus hijos del pan suavísimo que desciende del cielo!

Verdaderamente no hay otra nación tan grande que tenga sus dioses tan cerca de sí como tú, Dios nuestro, estás cerca de todos tus fieles, a los cuales te das para que te coman y gocen con gozo continuo, y para que levanten su corazón en el cielo.

¿Qué gente hay alguna tan nobilísima como el pueblo cristiano, o qué criatura hay debajo del cielo tan amada con el alma devota, a la cual entra Dios a apacentar de su gloriosa carne?

¡Oh inexplicable gracia, oh maravillosa bondad, oh amor sin medida, dado singularmente al hombre!

¿Qué daré yo al Señor por esta gracia y caridad tan grande? No hay cosa que más agradable le pueda yo dar, que es mi corazón todo entero, para que sea a él unido entrañablemente.

Entonces se alegrarán todas mis entrañas, cuando mi alma fuera unida perfectamente a Dios.

Entonces me dirá él: Si tú quieres estar conmigo, yo quiero estar contigo. Y yo le responderé: Señor, ten por bien de quedarte conmigo, que yo de buena voluntad quiero estar contigo.

Este es todo mi deseo; que mi corazón esté unido contigo.

Tomás de Kempis