Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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martes, 15 de junio de 2021

Monseñor José Ángel Saiz Meneses tomó posesión como Arzobispo de Sevilla



Saiz Meneses, junto a sus dos antecesores, Asenjo y Amigo Vallejo. - J. M. Serrano

 

Fuente: ABC - Javier Rubio

 

«El desafío de la desvinculación y la liquidez, porque hemos pasado de una sociedad moderna que buscaba la solidez en los grandes principios, a una sociedad posmoderna líquida y voluble. Como consecuencia, la fragmentación de las vidas, la desconfianza, la precariedad de los vínculos humanos. También el nuevo desafío del enjambre digital, en que cada uno se construye su propio mundo, y acaba originándose una suma de individualidades que nunca llegan a ser un’nosotros’».


Este párrafo de Saiz Meneses señala el principal desafío –la secularización, en suma– que se le plantea a la Iglesia de Sevilla al asumir el oficio el prelado número 130 de su episcopologio.


El nuevo prelado sevillano se encargó de definir el modelo que busca para la porción del pueblo de Dios que desde ayer pastorea: «Una Iglesia que se conmueve, que se compadece y se acerca, que afronta las situaciones y aplica los remedios adecuados, que cura las heridas y ofrece calidez al corazón, como Jesús». Frente al «enjambre digital» con sus celdas independientes de la colmena, «la amistad vivida en la comunidad cristiana».


Su mensaje fue profundamente cristológico, centrado en la persona de Jesucristo, pero en la misa de toma de posesión quiso sevillanizar este mensaje y para ello se valió de los mártires (las santas patronas Justa y Rufina o la beata Victoria Díez fusilada en Hornachuelos al inicio de la Guerra Civil), los evangelizadores (San Leandro y, sobre todo, San Isidoro de Sevilla) y otros santos hispalenses como San Fernando, el beato Marcelo Spínola (el obispo de los pobres), San Manuel González (el obispo de los sagrarios abandonados) o ese joyel que atesoran las hermanas de la Cruz en las dos santas de la compañía: sor Ángela y madre María de la Purísima.


Homilía directa y sin adornos

Fue una homilía directa y sin adornos. Sin apuntes teológicos ni citas de la Escritura ni de los santos en refuerzo de sus planteamientos, muy pegados a la actualidad que se vive en los núcleos urbanos de Tarrasa, de donde procede, como de Sevilla, a la que desde ahora va a servir.


Se echó en falta, eso sí, alguna referencia más detallada de las hermandades y cofradías que constituyen un hecho diferencial de la religiosidad popular sevillana, se mire por donde se mire. Tal vez porque ese jalón del discurso le correspondió a monseñor Asenjo, que en su breve alocución al resignar el cargo dejó esta recomendación que él mismo hubiera agradecido cuando inició su pontificado: «Te esperan cerca de 700 hermandades y cofradías, una auténtica riqueza en esta Iglesia particular. Quiérelas, valóralas y acompáñalas. Que sientan tu cercanía y tu calor. Son un dique formidable contra la secularización».


Monseñor Saiz Meneses estuvo acompañado en su toma de posesión por cerca de cuarenta prelados, entre cardenales, arzobispos y obispos, algunos de ellos ya eméritos. Estuvo la plana mayor del episcopado español con el presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, a la cabeza; también el cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia y los eméritos Amigo y Rouco. Estuvieron presentes, casi al completo, los titulares de las provincias eclesiásticas de Sevilla (Cádiz, Córdoba, Huelva, Jerez a través de su administrador apostólico), Granada (con la excepción del dimisionario de Jaén) y todas las diócesis catalanas a excepción de Tarragona y Lérida.


Autoridades

En cuanto a las autoridades civiles y militares presentes, encabezaban la nutrida representación el alcalde de la ciudad, Juan Espadas, por el cabildo civil; el teniente general José Rodríguez como general jefe de la Fuerza Terrestre; y la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, por el gobierno regional.


Para la celebración eucarística en sí, se entronizó a la Virgen de los Reyes en el altar del jubileo de Laureano de Pina ante el que tuvo lugar la ceremonia, iniciada con el ingreso en la Catedral por la puerta de la Asunción o de los Reyes, acceso principal del templo metropolitano cuya apertura excepcional tiene en la entrada a la sede de un nuevo obispo uno de sus motivos.


En el introito de la ceremonia, el nuncio Bernardito Auza hizo aprecio de monseñor Asenjo como «pastor delicado solícito y cerca». Y presentó al nuevo ordinario como alguien cuyo lema episcopal ‘Duc un altum’ «es expresión de confianza en el Señor y ardor pastoral». Le exhortó a hacer de la unidad tarea de su episcopado.


La capilla musical, a cargo de Herminio González Barrionuevo y el organista Carlos Navascués, subrayó con solemnidad el acto litúrgico cantando la misa pontifical de Perosi.