Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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lunes, 28 de junio de 2021

Destacados de Fray Julián Bartolomé Rivera, O.F.M., en la charla de formación franciscana del pasado viernes



Foto: N.H.D. José Soto

 

Una Hermandad tiene que ser fundamentalmente una fraternidad (el término latino del que procede – frater- significa hermano).

San Francisco siempre consideró a sus hermanos como un don del Señor.

Él insiste en la Eucaristía como centro de la fraternidad. Francisco se hizo hermano porque en todas las criaturas descubrió al Altísimo.

La fraternidad es un lugar hecho para servir. Servir es una de las claves de la espiritualidad franciscana.

La hermandad a la que nos lleva San Francisco es abrirse a lo universal, ya que no se puede vivir el Evangelio en soledad.

Pero cuidado, porque la maledicencia mina la fraternidad.

Hay que creer en el hermano, porque su progreso y su conversión siempre es posible.

La alegría de Francisco consistió  en ayudar a cada uno a llegar a todas sus posibilidades.

Ser hermano es buscar la paz. Haber hecho de la paz una opción de vida. Dejamos todavía bastante que desear a nivel de paz.

La fraternidad ora y busca al Señor por encima de todas las cosas. Seguir las huellas de Cristo consiste en vivir siempre movidos por ese espíritu.

¿Qué implica ser franciscano? Es vivir el Evangelio; y eso no se lo puede apropiar nadie, porque es universal. Vivir el Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo como anuncio gozoso del Señor para con todos nosotros. La llamada que escucharon Francisco y Clara continúa siendo actual.

Los puntos fuertes de la espiritualidad franciscana son la centralidad del misterio de Dios y la misión por la vida fraterna. El sacramento del hermano está en el corazón de la identidad franciscana. Todo hombre es para mí un hermano. Si vivimos nuestra fe profunda que de sentido a nuestra existencia , en comunidad de fiesta y de perdón, siendo distintos del mundo, nos presentaremos como hermanos y servidores, como menores.

La misión está en respetar todo lo que existe, aportando serenidad, paz y alegría franciscanas, la felicidad y el gozo de vivir. Y como decía San Francisco: “comencemos, hermanos, que hasta ahora poco o nada hemos hecho”.