Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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jueves, 3 de junio de 2021

Destacados de don Antonio Salguero Collantes del tercer día de Triduo Eucarístico


Foto: N.H.D. José Soto

 


Hoy vamos a hablar de la Preciosísima Sangre del Señor.

El Jueves Santo se instituye la Eucaristía. Se celebraba con la especie del pan. Y con la Preciosísima Sangre hacemos referencia a la que procede del vino que se consagra. Porque igual que el pan se convierte en el Cuerpo del Señor, el vino se convierte en su Sangre.

El culto a la Sangre es tan antiguo como el Cristianismo, y  está ligado a la Cruz.

Nosotros somos redimidos por su Sangre (que proviene del vino).

Los judíos hacían muchos sacrificios con animales, pero con el Sacrificio deJesús se invalidan todos los sacrificiod. Su Pasión y su Muertese renuevan en la Santa Misa, pero de forma incruenta.

Este sacrificio que se inició en el Calvario se sigue realizando, con lo cual, el vino que se echa en el cáliz se convierte en la verdadera Sangre de Cristo. Y nos hace participar de ese Sacrificio que nos salvó del pecado.

Sobre el pan y el vino se efectúa una separación entre el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En ellos se constituye la esencia del Sacrificio Eucarístico. Esto es lo que hace posible que lo podamos comulgar en la Misa y que podamos disfrutar de Él también en el Sagrario.

La Iglesia, con buen criterio y sabiamente, restringió que para la comunión –y también para la adoración- se consumiera ordinariamente sólo el pan eucarístico, excepto los sacerdotes que consumen ambas especies. Pero también hay ocasiones especiales en los que los fieles pueden comulgar bajo las dos especies, sobre todo en el rito latino.

Aunque la devoción de la Sangre de Jesús siempre ha estado latente, prefigurando la sangre de los mártires, y aunque tuvo su apoyo en los primeros siglos por San Agustín, no es hasta Pío IX en 1849 cuando se admite como motivo el poder adorar a Cristo en su Sangre. Y hasta 1933 no se extiende a la Iglesia universal como culto de primera categoría. Y hasta 1960 no se inserta la invocación “Bendita sea su Preciosísima Sangre” dentro de la adoración eucarística.

Se insertó su celebración en el mes de julio, de modo que este mes está dedicado a la Preciosísima Sangre de Cristo.

No olvidemos que en esas Sangre de Cristo fuimos salvados todos; la que nos da la oportunidad de disfrutar de la vida eterna.

Preparando estos sermones encontré una oración preciosa: “Eterno Padre, te ofrecemos los méritos de la Preciosísima Sangre de Jesús, tu Hijo amado y divino redentor nuestro, por todos aquellos que aman tan gran tesoro, por todos los que se han unido con nosotros a adorarlo y honrarlo, y por todos aquellos que se ocupan de propagar esta devoción. Sea por siempre bendito Jesús y démosle gracias porque con su Sangre nos ha salvado”.