Hoy concluimos estas cinco jornadas con la última llaga. La última Llaga
del Señor es la del costado, la del Sagrado Corazón de Jesús.
La que vamos a ver es la desatención a los necesitados.
Hoy también celebramos la fiesta de la Virgen de Lourdes. Los enfermos y los pobres son
los que ocupan lo más recóndito del Corazón de Jesús.
Dios no hace distinciones entre aquellos que son sus hermanos. Para Él
todos somos iguales.
Siempre ocupan en sus desvelos, un lugar especial en su corazón para
aquellos que más lo precisan. Como Padre que es.
La experiencia del hambre y de la enfermedad, de la precariedad, es a la
que le dedica el Señor más atención.
El Señor sintió compasión en el Evangelio en la multiplicación de los
panes y los peces. Hambre corporal; y también tiene en cuenta el Señor el
hambre espiritual.
También celebramos el día de Manos Unidas. El lema de este año tiene que
ver con lo que desperdiciamos: “1/3 de nuestros alimentos acaba en la basura”.
Nada de lo que sea prolongación de la Cruz de Cristo nos puede ser ajeno.
A los cristianos lo que nos tiene que distinguir es que nos amamos como
hermanos.
¡Qué importante perder nuestro tiempo y nuestro dinero con aquellos que
lo necesitan! Es una misión sagrada. El acompañar a los enfermos, el ayudar a
los pobres.
El Señor nos tiene reservado un tesoro en la gloria.
En eso consiste la Ley
y los profetas. Que nuestro corazón se vaya transformando a semejanza del
Corazón de Cristo. Hay que llenarse del Señor para darse a los demás. Ese amor
que necesita el mundo lo pueden poner los cristianos.
Por eso hoy le pedimos al Señor que nos enseñe a amar como Él nos ha
amado.