Domingo
30º del tiempo ordinario
Jesús
se detuvo y dijo: «Llamadlo». Llamaron al ciego diciéndole: «Ánimo, levántate,
que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:
«¿Qué quieres que haga por ti?». El ciego le contestó: «Maestro, que pueda
ver». Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado». Y al momento recobró la vista
y lo seguía por el camino.
Comentario: Rvdo. P. D. Antonio Rivero L.C.
La situación del ciego es
penosa y triste, como toda vida sin Jesús:
a) Es triste el destino de los
ciegos. Su ceguera, su tiniebla continuada, el abandono que solían padecer en
la sociedad, les obligaba casi siempre a la vida de mendicantes. Era un vivo
retrato de la miseria humana y de la marginación social.
b) Pero esta ceguera de los
ojos del cuerpo es símbolo de otras clases de ceguera. Hay personas que gozan
de muy buena vista física, pero se puede decir que están ciegas
espiritualmente. Esa parece ser la intención de que San Marcos sitúe este
milagro en medio de otras escenas que subrayan la incredulidad de los judíos y
la torpeza de entendederas de los apóstoles. Otros que se creían con más vista,
no siguieron a Jesús. Bartimeo, sí.
c) Un poco nos podemos sentir
todos representados por Bartimeo. Como cuando vamos al oculista a hacernos un
chequeo de nuestra vista, podemos reflexionar sobre cómo va nuestra vida
espiritual. Tal vez suframos de ceguera, o de miopía, o de astigmatismo, o de
daltonismo o de presbicia espiritual. No vemos la mano de Dios en todo. No
vemos la imagen de Cristo en el prójimo. Vamos como ciegos por la vida sin
trascendencia, sin ilusión, sin amor. Vista cansada. Vista borrosa. Vista que
confunde los colores.
Hoy Cristo se acerca, como se
acercó a este ciego Bartimeo y nos pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti? Para
que Cristo realice este milagro, pide unas condiciones:
- Acercarme a la oración y a
los sacramentos con fe, confianza, humildad, confesando la divinidad y el
poderío de Cristo: Cristo puede y quiere curarme, pues es Dios.
- Ser valiente como este
Bartimeo, que aunque le decían que se callase, él seguía gritando más fuerte,
exponiéndose a golpes. Tenemos que hacer frente a tantas dificultades de
personas que tal vez se rían de nosotros o nos echen en cara cosas.
- Y después de curado, seguir
a Cristo e invitar a otros a acercarse a Él. ¡Hay tantos ciegos en nuestros
caminos! Llevémosles a Cristo.