Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

domingo, 25 de noviembre de 2012

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 18, 33-37


SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

Domingo 34º del tiempo ordinario

 Preguntó Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío?» Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí: ¿Qué has hecho?».

Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

Comentario: Rvdo. P. D. Frederic Rafols i Vidal

Hoy, Jesucristo nos es presentado como Rey del Universo. Siempre nos ha llamado la atención el énfasis que la Biblia da al nombre de “Rey” cuando lo aplica al Señor. «El Señor reina, vestido de majestad», hemos cantado en el Salmo 92. «Soy rey» (Jn 18,37), hemos oído en boca de Jesús mismo. «Bendito el rey que viene en nombre del Señor» (Lc 19,14), decía la gente cuando Él entraba en Jerusalén.

Ciertamente, la palabra “Rey”, aplicada a Dios y a Jesucristo, no tiene las connotaciones de la monarquía política tal como la conocemos. Pero, en cambio, sí que hay una cierta relación entre el lenguaje popular y el lenguaje bíblico respecto a la palabra “rey”. Por ejemplo, cuando una madre cuida a su bebé de pocos meses y le dice: “Tú eres el rey de la casa”. ¿Qué está diciendo? Algo muy sencillo: que para ella este niñito ocupa el primer lugar, que lo es todo para ella. Esta expresión popular se parece más a lo que queremos decir cuando aclamamos a Dios como nuestro Rey y nos ayuda a entender la afirmación de Jesús sobre su realeza: «Mi Reino no es de este mundo» (Jn 18,36).

Para los cristianos nuestro Rey es el Señor, es decir, el centro hacia el que se dirige el sentido más profundo de nuestra vida. Al pedir en el Padrenuestro que venga a nosotros su reino, expresamos nuestro deseo de que crezca el número de personas que encuentren en Dios la fuente de la felicidad y se esfuercen por seguir el camino que Él nos ha enseñado, el camino de las bienaventuranzas. Pidámoslo de todo corazón, pues «dondequiera que esté Jesucristo, allí estará nuestra vida y nuestro reino» (San Ambrosio).