Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 4 de noviembre de 2012

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 12, 28B-34


Domingo 31º del tiempo ordinario

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».

El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Comentario: Rvdo. P. D. Ramón Clavería Adiego

Hoy, está muy de moda hablar del amor a los hermanos, de justicia cristiana, etc., pero apenas se habla del amor a Dios. Por eso tenemos que fijarnos en esa respuesta que Jesús da al letrado, quien, con la mejor intención del mundo le dice: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» (Mc 12,29), lo cual no era de extrañar, pues entre tantas leyes y normas, los judíos buscaban establecer un principio que unificara todas las formulaciones de la voluntad de Dios.

Jesús responde con una sencilla oración que, aún hoy, los judíos recitan varias veces al día, y llevan escrita encima: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mc 12,29-30). Es decir, Jesús nos recuerda que, en primer lugar, hay que proclamar la primacía del amor a Dios como tarea fundamental del hombre; y esto es lógico y justo, porque Dios nos ha amado primero.

Sin embargo, Jesús no se contenta con recordarnos este mandamiento primordial y básico, sino que añade también que hay que amar al prójimo como a uno mismo. Y es que, como dice el Papa Benedicto XVI, «amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero».

Pero un aspecto que no se comenta es que Jesús nos manda que amemos al prójimo como a uno mismo, ni más que a uno mismo, ni menos tampoco; de lo que hemos de deducir, que nos manda también que nos amemos a nosotros mismos, pues al fin y al cabo, somos igualmente obra de las manos de Dios y criaturas suyas, amadas por Él.

Si tenemos, pues, como regla de vida el doble mandamiento del amor a Dios y a los hermanos, Jesús nos dirá: «No estás lejos del Reino de Dios» (Mc 12,34). Y si vivimos este ideal, haremos de la tierra un ensayo general del cielo.