Domingo 4º del tiempo ordinario
Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba como los letrados, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres , El Santo de Dios".
Jesús lo increpó: "Cállate y sal de él". El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: "¿Qué es esto? Éste enseña con autoridad, es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen". Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Comentario del Rvdo. P. D. José Pedro Manglano Castellary
Un suceso que nos extraña hoy día. Para Jesús -afirma Guardini- no existe solamente la posibilidad del mal, propia de la libertad humana, ni tampoco la inclinación al mal... sino también un poder personal que quiere esencialmente el mal... Hay alguien que se opone positivamente a Dios. Quiere arrebatar el mundo de sus manos" (Esñ 201-202).
Jesús le ha obligado a detenerse. Lo ha mirado cara a cara y lo ha vencido. Cuanto más capaces seamos de mirar con los ojos de Jesús, tanto mejor veremos también al enemigo. Le dominaremos en la medida que viva en nosotros el espíritu y el corazón de Jesucristo. Es evidente que estas ideas provocarán la risa de los prudentes de este mundo" (ibídem 210-211).
Y yo, ¿creo en estas ideas?