Una de las imágenes que participó fue la de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias, de la Hermandad de la Candelaria de Jerez. El Señor, junto a la Mujer Verónica, encarnó la Octava Estación: La Verónica enjuga el rostro del Señor.
Transcribimos aquí esta estación completa que puede visualizarse en el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=4ZfZ1Pjxsqw&feature=related

OCTAVA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
«Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos”» (Lc 23, 27–28).
«El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos» (Sal 41, 3).
Le seguía una multitud del pueblo y un grupo de mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban llorando. Jesús se volvió y les dijo: «No lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos».
Llorad, les dice el Señor no con llanto de tristeza que endurece el corazón y lo predispone a producir nuevos crímenes… Llorad con llanto suave de súplica al cielo, pidiendo misericordia y perdón.
Una de las mujeres, conmovida al ver el rostro del Señor lleno de sangre, tierra y salivazos, atravesó valiente por entre los soldados y se acercó hasta Él. Se quitó el pañuelo y le limpió la cara suavemente. Un soldado la retiró con violencia, pero, al mirar el pañuelo, vio que llevaba plasmado el rostro ensangrentado y doliente de Cristo.
Jesús se compadece de las mujeres de Jerusalén, y deja impresa sus facciones en el paño de la Verónica. Esas facciones nos recuerdan las de tantas personas que viven bajo regímenes ateos que las destruyen y las desfiguran privándolas de su dignidad.