Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

lunes, 22 de agosto de 2011

"Dejo España contento y agradecido"

Fuente: El Mundo
José Manuel Vidal


Un viaje redondo, un éxito sin paliativos el de Benedicto XVI y del cardenal Rouco en la JMJ de Madrid 2011. Lo asegura el propio Rey de España, que lo califica de "éxito con repercusión mundial", y lo reconoce el propio Pontífice. En privado y en público: "Dejo España contento y agradecido", porque "esta fiesta nos permite mirar hacia adelante con confianza en la Iglesia".

Un éxito sin precedentes, porque ganan todos con la JMJ. El Gobierno, la oposición, el país y, sobre todo, la Iglesia. Especialmente la Iglesia española, necesitada de una inyección de autoestima y de orgullo creyente.

El Gobierno ha demostrado cintura y ha ofrecido una colaboración total. La oposición le devuelve los favores prestados al cardenal de Madrid, el gran hacedor de las Jornadas. Y la 'marca España' se consolida en el extranjero, publicitando a tope Madrid, El Escorial y la Semana Santa. Negocio, cultura y fe. Y a coste casi cero. Son muchos más los beneficios que los gastos. Sin contar con la ingente proyección de la imagen de España ante 600 millones de espectadores en el mundo.
Estos son los principales protagonistas del mayor éxito eclesial de los últimos tiempos:

La fe

En forma de espectáculo masivo, pero, al fin y al cabo, demostración de religiosidad. Y, aunque la fe sea un sentimiento personal, se vive en pueblo. Y aquí hubo una multitud bíblica que rezó y mucho. Y expresó su amor a Dios, fundamentalmente en varios momentos cumbres: el Via Crucis de Recoletos, las confesiones en El Retiro, la misa de clausura de la JMJ y la adoración el día de la vigilia. Más de un millón de jóvenes arrodillados en el barro adorando al Santísimo expuesto en la joya de la custodia de Arfe.

Los jóvenes

Fueron los protagonistas principales. Una juventud cristiana nada ñoña ni beata. Jóvenes normales, alegres, divertidos, multicolores, pacíficos y hasta serios y responsables. Jóvenes con ganas de encontrar sentido a sus vidas en la oferta del Evangelio. Jóvenes dispuestos a escuchar al Papa sabio y seguir sus consejos. Jóvenes con inquietudes, como los cinco que le plantearon preguntas al Papa en la vigilia. O Pablo, el chaval enfermo de cáncer que lo abordó, en el Escorial, para preguntarle: ¿Por qué Dios si es padre y bueno y omnipotente permite que haya gente inocente como yo enferma de cáncer? Unos jóvenes que comprobaron, con sus propios ojos, que son muchos, y, sobre todo, que no es raro ni anticuado ni carca ser seguidor de Jesús.

El Papa

El anciano que ha rejuvenecido. El abuelo-joven, el viejo profesor cautivó a todos. Con su eterna sonrisa y un aguante excepcional para sus 84 años. Y con sus clases magistrales y divulgativas a la vez. Sentó de nuevo cátedra doctrinal y dejó claro que el matrimonio es indisoluble, que no quiere 'manzanas podridas' en el clero, que la razón se casa con la fe, que la caridad es el distintivo de los creyentes o que la belleza conduce a Dios. Y cerró el ciclo doctrinal con un rejonazo a los que critican el excesivo poder de la Curia y del Papa: "No se puede separar a Cristo de la Iglesia" basada "en la roca de Pedro". No vino con el hacha. Ni contra el Gobierno ni contra nadie. Vino a repetir la doctrina de siempre, pero con rostro amable. Vino a seducir. Y hasta fue capaz de hacer una autocrítica indirecta a las 'manzanas podridas' del clero, al asegurar, ate miles de seminaristas, que el sacerdote no puede ser "signo de contradicción" ni de escándalo, sino santo.

El cardenal Rouco

El cardenal de Madrid se corona y se convierte en más vicepapa que nunca. Ha demostrado a su 'jefe' dos cosas: que ha sabido pararle los pies a ZP, el descristinizador, y que ha sido capaz de reunir millón y medio (más o menos) de jóvenes en una de las capitales más secularizadas de Europa. Sus enteros vuelven a subir, aunque ya esté de salida, por haber cumplido los 75 años. Nadie le toserá ni dentro ni fuera de España. Incluso se candida como papable con garantías. No tiene techo.

La JMJ

Antes de la de Madrid pocos creían en ella. La tachaban de simple espectáculo y explosión de pirotecnia religiosa. Nadie daba un duro por ésta JMJ. Fue un empeño personal de Rouco, que dedicó tres años a mover Roma con Santiago. Tres años obsesionado con la JMJ y absolutamente centrado en ella. Y, una vez más, el cardenal madrileño demuestra que, amén de ser un excelente gestor, ve lejos y apunta al futuro. De su mano, la JMJ se convierte en un potente instrumento de evangelización en el siglo XXI. Porque la nueva evangelización, en la época mediática y global, exige actos masivos de este tipo. De autoestima interna y orgullo externo. Son las nuevas misiones, macrofiestas de la fe sin límites.

La organización

Con varias decenas de profesionales y 24.500 voluntarios, que se dejaron la piel en el intento. Con algunos nombres relevantes: Yago de la Cierva, Carla Díez de Rivera, Fernando Giménez Barriocanal y el obispo auxiliar de Madrid, César Franco, que, de ésta, seguro que se gana un merecido ascenso.