Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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sábado, 27 de enero de 2024

Destacados del P. Juan José Rodríguez Mejías del cuarto día de Quinario



 

 ¡Qué bonitos son los viernes!

Los cristianos porque empieza nuestra alegría definitiva. Tal día como hoy, el Señor muere en la cruz. En la donación del Señor está lo gordo. Porquer nos quiere a rabiar.

 

Cuando queremos a alguien que llamamos “corazón mío” se nos va la vida. Y el Señor lo hace cada Cuaresma, cada Eucaristía… en distintos momentos de la vida. Lo hace cuando menos en gracia estemos pero más necesitados estamos.

 

El Señor nos ama tanto que no se fija en nuestros pecados, sino en lo que podemos llegar a ser.

 

En la lectura, David pasa por su peor momento. Y él sucumbe: decidió matar a Urías de la peor manera.

 

Quiero hablar del amor del Corazón de Jesús.

¿Señor, qué puedo entregarte a Ti? A Ti, donde no hay pecado. Nos dice el Señor como a San Jerónimo: “Jerónimo, entrégame tus pecados”.

Eso es amar con misericordia, meternos en el Corazón de Cristo, participar en lo más íntimo que Dios hecho hombre puede dar.

 

Todo es complicado, pero entendido desde el amor de un Dios que nos da… “yo quiero que ames con mi propio amor”.

A Jesús no se le caen los anillos. Nos sirve como el primero. La expresión preciosa del amor es el servicio. Si nosotros nos metemos en el Corazón de Cristo, estamos capacitados para servir como un a madre.

 

Nos falta una cosa: el perdón. San Juan Pablo II es el apóstol del perdón. Cuando una persona perdona, está demostrando ser más fuerte que la otra.

 

Amar, amar desde la entrega y el servicio y amar desde el perdón.

 

El Evangelio nos pone el broche de oro a esta meditación. Tenemos que hacerlo todo como si las cosas dependieran de nosotros mismos, pero sabiendo que dependen de Dios. Nosotros no somos ni los primeros ni los últimos responsables de todo eso.

 

La Madre Teresa de Calcuta ponía a sus monjas de rodillas dos horas antes de la jornada. Luego, a correr. Porque la fuerza del Corazón de Cristo se vive corriendo a servir.

 

Estamos llamados a meternos en el Corazón del Señor de la Vía-Crucis, en su costado.

Así sea.