Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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miércoles, 24 de enero de 2024

Destacados del P. Juan José Rodríguez Mejías del primer día de Quinario

 



Comenzamos el Quinario en el día de San Ildefonso y lo acabamos en el día de Santo Tomás de Aquino, lo cual ya es una señal.

Este año, además, se cumplen 800 de los estigmas de San Francisco, de sus Cinco Llagas, y ahora lo tenemos en este magnífico altar.

 

Muchas veces en nuestra vida confundimos la gimnasia con el magnesio queriendo vivir según nos enseñan las circunstancias olvidándonos de lo fundamental, que es Dios. Él es el primer fundamento. Ante la realeza de Dios no hay otra realidad que se le pueda comparar. El fundamento es Dios, y si no enganchamos en Él no haremos nada.

 

La Iglesia tiene un camino precioso que es el de los mandamientos y el de los sacramentos.

 

Si demostrásemos la alegría de tener a Dios en nuestra vida, no haría falta más.

 

El encuentro con Dios es el fundamento. David se había encontrado con el Señor. Le realiza una vocación a la que Dios le había consagrado. Cuando un hombre está convencido de que su realidad es Dios nos da igual todo. Porque siempre estamos pensando en qué van a decir los demás… pues que hablen todo lo que quieran, que escriban todo lo que quieran…

 

Para Dios, lo mejor y lo primero, pensaba David. Esta es otra de las claves… por eso este lujo de composición artística con este magnífico altar. Porque el Señor de lo merece todo., porque tiene que fascinar. Dios siempre tiene que fascinar. Y para eso la belleza tiene que existir a lo grande, exageradísimo…

 

En el Evangelio, el Señor pone de manifiesto que por encima de los lazos de la sangre están los de la fe. El camino del espíritu es más fuerte que el de la carne.

 

La Iglesia en la actualidad tiene muchos retos. Un cuento que se narra mucho entre los franciscanos es el de un discípulo y su maestro que llegan a un pueblo muy pobre en el que había una familia que tenía una vaca y les daba leche… aunque cada vez menos. Y el maestro le pidió al discípulo una noche que despeñara la vaca. Al cabo de los años, volvió el discípulo por el pueblo y resulta que ya era un pueblo próspero a raíz de haber vendido la familia la carne de la vaca, haber invertido y sacar adelante una empresa que mantenía a gran parte del pueblo.

 

¿Qué Iglesia queremos? ¿Qué Hermandad queremos? ¿Qué vaca tenemos que despeñar en nuestra Hermandad? Seamos valientes para hacerlo.