Como introducción, UN RECORDATORIO:
La cofradía es responsabilidad de
todos, absolutamente de todos sin excepción alguna. Incluso de su sostenimiento
económico. No podemos plantear exigencias sobre una realidad –LA COFRADÍA EN LA CALLE- sobre la que ni
participamos presencialmente ni tampoco aportando una colaboración o aportación
económica. Ya desde el año pasado la
Junta de Gobierno ha dispuesto la posibilidad de la retirada
de la cédula de sitio solidaria de cuantía además libre.
Destaquemos a continuación algunos fragmentos de recomendable lectura en
alta voz:
Espiritualidad del cofrade que participa en su cofradía. Del latín spiritualitas,
el término moderno espiritualidad tiene que ver, como la propia
palabra indica, con la vida espiritual. Es la ciencia práctica de la perfección
evangélica. La forma de llegar a esa perfección.
Cristo nos llama a la santidad (“Sed perfectos como vuestro Padre
Celestial es perfecto”), y para ello nos da una serie de medios.
La vida
espiritual no es algo alejado de la realidad, no es algo inmaterial. La vida
espiritual es dejar cabida a Dios en nuestra vida. Es dejarse guiar por el
Espíritu. En la persona donde hay un lugar importante para Dios, ahí hay
espiritualidad cristiana.
Los elementos fundamentales en la
espiritualidad cristiana son la renuncia interior y exterior a la que el
evangelio nos invita; pero no todos los cristianos estamos llamados a hacer
dicha renuncia en igual intensidad. Dice el Concilio Vaticano II en la
constitución Lumen Gentium en los números 40 y 42: “Todos los fieles, de
cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de
salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección
de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre”. Nuestro camino: son
las cofradías.
Definitivamente podríamos decir que sin la salida
procesional la cofradía no existe. Debemos acompañar a la cofradía
revestido del santo hábito nazareno. El sufrimiento voluntario permite al
hombre recuperar el estado de primera inocencia, y lograr una libertad de
espíritu.
Hay toda una
teología sobre la reparación de los pecados y el reato de culpa y el reato de
pena. Ejemplo: la puntilla clavada en la madera como pecado (que se perdona al
ser desclavada –confesión sacramental- pero que hay que reparar , arreglar ese
agujero que queda)…, o del robo y la reparación (se nos puede perdonar un robo,
pero hay que devolver/reparar lo sustraído)… SE PUEDE PERDONAR UN ROBO, PERO QUE HAY DEVOLVER LO SUSTRAÍDO. EN UNA
HERMANDAD SE PUEDE –O NO- PERDONAR UN ROBO PERO EL HERMANO PERDONADO EN SU
MOMENTO DEBE DEVOLVER O REPARAR LO SUSTRAÍDO.
Y para eso está
la purificación del purgatorio: para lo que no se termina de pagar en esta vida…
por eso los sufrimientos y actos de caridad y misericordia de la vida nos
purifican: ¿nos suenan las indulgencias, verdad? Son otro medio de
purificación.
Por poco que se haga, siempre se sufre vestido de nazareno. El peso de la
túnica y la incomodidad de la misma, del fajín, del capirote, el cirio o el
elemento que se porte, el estar todo el rato con una compostura que en algunas
Hermandades es la práctica inmovilidad…y luego aguantar una serie de horas…
Respecto a la túnica nazarena mucho se ha dicho. Hace poco, el pasado 11
de septiembre, y en uno de los múltiples actos que celebramos para conmemorar
el LXXV aniversario de la reorganización de esta Hermandad de las Cinco Llagas tuvimos una interesantísima mesa redonda
donde se afirmaron verdades como éstas:
“Vestir la túnica es imbuirse de una fuerza interna hacia lo externo,
encarnándome no estando con ella sino en ella. En efecto es una negación a sí
mismo. Es la unión de algo espiritual. También nos vestimos y también
simbolizamos un color y unos signos. Y una dimensión de compromiso. La Hermandad se hace
comunidad pública en la calle”.
“El santo
hábito nazareno es testimonio externo, valentía interna, radiografía de la
conciencia, humildad del alma, herencia y legado, mortaja y renacimiento,
negación a sí mismo y amor sin cotos al prójimo”. Muy importante esto de
la mortaja. Es un hábito de difuntos. Lo que llevaremos puesto cuando nos
presentemos ante nuestro Padre del Cielo.
“Vestiré la
túnica mientras Dios me dé vida. No es cuestión de crisis si no de sentimientos.
Lo hacemos por verdadera Fe y devoción hacia nuestros Titulares. Toda la crisis
de los tiempos actuales no va a poder con eso”.
“La familia es
fundamental para la concienciación de la trascendencia de vestir el hábito
nazareno, que tiene mucho de tradición y de preparación familiar. Todo en la
familia tiene mucho de tradición y de comportamiento de futuros nazarenos”.
“Mis túnicas me
emocionan cuando las veo planchadas y colgadas justo antes de cada estación
penitencial. Yo rezo ante ellas porque doy gracias a Dios por concederme un año
más. Vestir la túnica es revestirse de Cristo”.
“No sabemos la
responsabilidad que tenemos de vestir la túnica hasta que ya no podamos. Soy de
la época en la que los hermanos se vestían hasta que podían. Hombres, sí, de la
procesión a la muerte, hasta la muerte”.
“En efecto
vestir la túnica es revestirse de Cristo. Es revestirse de aquel Nazareno que
murió por nuestros pecados y eso compromete mucho”. Llevamos una túnica
semejante a la vestimenta que en Galilea se llevaba en la época de Jesús.
“Es curioso
cómo en una sociedad que se aleja más de los sentidos cristianos, se siga la
tradición de los nazarenos de nuestras cofradías. Todo lo tenemos a mano en
esta sociedad de confort y no obstante se siguen sacando papeletas de sitio y
se siguen padeciendo las insufribles caminatas de nuestros itinerarios. Es la
grandeza de nuestra Semana Santa.”.
“El gran
triunfo de las cofradías no es que se hayan adaptado a los tiempos sino que son
los tiempos los que se han adaptado a las cofradías. Todo cambia menos las
cofradías. Y es porque Dios así lo quiere”. ¿Cuántos van a ver a sus hijos y
nietos vestir la túnica, la misma, que ellos han vestido? También compartir
esta experiencia es algo lleno de grandeza.
“Cada vez que
uno sale de nazareno ahí está el pasado, el presente y el futuro de la Hermandad. Cuando vemos
un nazareno de las Llagas vemos al nazareno de las Cinco Llagas de siempre. No
sabemos si es el último en incorporarse o el más antiguo, si es fulanito o
zutanito. Cuando vemos un nazareno de las Cinco Llagas, ahí está el nazareno de
las Cinco Llagas por antonomasia, el nazareno de siempre de esta Hermandad. Por
eso compromete mucho. Porque representa la Historia , los que fueron, los que vendrán, un
paradigma”.
“Hay muchos que
no nacen en familia cofrade pero sí han nacido con el pellizco de ser cofrade
aunque vivan incluso en un entorno adverso. ¿Donde pueden encontrar el
apoyo que no hallan en la familia, en los amigos, en su círculo? Sin duda en
los hermanos de su Hermandad”. Porque no sabemos –no sólo con los pasos y su
exorno, sino con el mismo cortejo, cuántos corazones vamos a tocar, a cuántas
personas va a convertir el Señor por medio de nuestro testimonio.
Repetimos:
La cofradía es responsabilidad de todos,
absolutamente de todos sin excepción alguna. Incluso de su sostenimiento
económico. No podemos plantear exigencias sobre una realidad –LA COFRADÍA EN LA CALLE- sobre la que ni
participamos presencialmente ni tampoco aportando una colaboración o aportación
económica. Ya desde el año pasado la
Junta de Gobierno ha dispuesto la posibilidad de la retirada
de la cédula de sitio solidaria de cuantía además libre.