Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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viernes, 11 de marzo de 2016

Reflexión leída en el último Cabildo Capitular Ordinario de Salida

Como introducción, UN RECORDATORIO:  La cofradía es responsabilidad de todos, absolutamente de todos sin excepción alguna. Incluso de su sostenimiento económico. No podemos plantear exigencias sobre una realidad –LA COFRADÍA EN LA CALLE- sobre la que ni participamos presencialmente ni tampoco aportando una colaboración o aportación económica. Ya desde el año pasado la Junta de Gobierno ha dispuesto la posibilidad de la retirada de la cédula de sitio solidaria de cuantía además libre.

Destaquemos a continuación algunos fragmentos de recomendable lectura en alta voz:

Espiritualidad del cofrade que participa en su cofradía. Del latín  spiritualitas, el término moderno espiritualidad tiene que ver, como la propia palabra indica, con la vida espiritual. Es la ciencia práctica de la perfección evangélica. La forma de llegar a esa perfección.
Cristo nos llama a la santidad (“Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”), y para ello nos da una serie de medios.

La vida espiritual no es algo alejado de la realidad, no es algo inmaterial. La vida espiritual es dejar cabida a Dios en nuestra vida. Es dejarse guiar por el Espíritu. En la persona donde hay un lugar importante para Dios, ahí hay espiritualidad cristiana.

Los elementos  fundamentales en la espiritualidad cristiana son la renuncia interior y exterior a la que el evangelio nos invita; pero no todos los cristianos estamos llamados a hacer dicha renuncia en igual intensidad. Dice el Concilio Vaticano II en la constitución Lumen Gentium en los números 40 y 42: “Todos los fieles, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre”. Nuestro camino: son las cofradías.

Definitivamente podríamos decir que sin la salida procesional la cofradía no existe. Debemos acompañar a la cofradía revestido del santo hábito nazareno. El sufrimiento voluntario permite al hombre recuperar el estado de primera inocencia, y lograr una libertad de espíritu.

Hay toda una teología sobre la reparación de los pecados y el reato de culpa y el reato de pena. Ejemplo: la puntilla clavada en la madera como pecado (que se perdona al ser desclavada –confesión sacramental- pero que hay que reparar , arreglar ese agujero que queda)…, o del robo y la reparación (se nos puede perdonar un robo, pero hay que devolver/reparar lo sustraído)… SE PUEDE PERDONAR UN ROBO, PERO QUE HAY DEVOLVER LO SUSTRAÍDO. EN UNA HERMANDAD SE PUEDE –O NO- PERDONAR UN ROBO PERO EL HERMANO PERDONADO EN SU MOMENTO DEBE DEVOLVER O REPARAR LO SUSTRAÍDO.

Y para eso está la purificación del purgatorio: para lo que no se termina de pagar en esta vida… por eso los sufrimientos y actos de caridad y misericordia de la vida nos purifican: ¿nos suenan las indulgencias, verdad? Son otro medio de purificación.


Por poco que se haga, siempre se sufre vestido de nazareno. El peso de la túnica y la incomodidad de la misma, del fajín, del capirote, el cirio o el elemento que se porte, el estar todo el rato con una compostura que en algunas Hermandades es la práctica inmovilidad…y luego aguantar una serie de horas…

Respecto a la túnica nazarena mucho se ha dicho. Hace poco, el pasado 11 de septiembre, y en uno de los múltiples actos que celebramos para conmemorar el LXXV aniversario de la reorganización de  esta Hermandad de las Cinco Llagas  tuvimos una interesantísima mesa redonda donde se afirmaron verdades como éstas:

“Vestir la túnica es imbuirse de una fuerza interna hacia lo externo, encarnándome no estando con ella sino en ella. En efecto es una negación a sí mismo. Es la unión de algo espiritual. También nos vestimos y también simbolizamos un color y unos signos. Y una dimensión de compromiso. La Hermandad se hace comunidad pública en la calle”.

“El santo hábito nazareno es testimonio externo, valentía interna, radiografía de la conciencia, humildad del alma, herencia y legado, mortaja y renacimiento, negación a sí mismo y amor sin cotos al prójimo”.  Muy importante esto de la mortaja. Es un hábito de difuntos. Lo que llevaremos puesto cuando nos presentemos ante nuestro Padre del Cielo.
       
“Vestiré la túnica mientras Dios me dé vida. No es cuestión de crisis si no de sentimientos. Lo hacemos por verdadera Fe y devoción hacia nuestros Titulares. Toda la crisis de los tiempos actuales no va a poder con eso”.

“La familia es fundamental para la concienciación de la trascendencia de vestir el hábito nazareno, que tiene mucho de tradición y de preparación familiar. Todo en la familia tiene mucho de tradición y de comportamiento de futuros nazarenos”.

“Mis túnicas me emocionan cuando las veo planchadas y colgadas justo antes de cada estación penitencial. Yo rezo ante ellas porque doy gracias a Dios por concederme un año más. Vestir la túnica es revestirse de Cristo”.

“No sabemos la responsabilidad que tenemos de vestir la túnica hasta que ya no podamos. Soy de la época en la que los hermanos se vestían hasta que podían. Hombres, sí, de la procesión a la muerte, hasta la muerte”.  

“En efecto vestir la túnica es revestirse de Cristo. Es revestirse de aquel Nazareno que murió por nuestros pecados y eso compromete mucho”. Llevamos una túnica semejante a la vestimenta que en Galilea se llevaba en la época de Jesús.

“Es curioso cómo en una sociedad que se aleja más de los sentidos cristianos, se siga la tradición de los nazarenos de nuestras cofradías. Todo lo tenemos a mano en esta sociedad de confort y no obstante se siguen sacando papeletas de sitio y se siguen padeciendo las insufribles caminatas de nuestros itinerarios. Es la grandeza de nuestra Semana Santa.”.

“El gran triunfo de las cofradías no es que se hayan adaptado a los tiempos sino que son los tiempos los que se han adaptado a las cofradías. Todo cambia menos las cofradías. Y es porque Dios así lo quiere”. ¿Cuántos van a ver a sus hijos y nietos vestir la túnica, la misma, que ellos han vestido? También compartir esta experiencia es algo lleno de grandeza.

“Cada vez que uno sale de nazareno ahí está el pasado, el presente y el futuro de la Hermandad. Cuando vemos un nazareno de las Llagas vemos al nazareno de las Cinco Llagas de siempre. No sabemos si es el último en incorporarse o el más antiguo, si es fulanito o zutanito. Cuando vemos un nazareno de las Cinco Llagas, ahí está el nazareno de las Cinco Llagas por antonomasia, el nazareno de siempre de esta Hermandad. Por eso compromete mucho. Porque representa la Historia, los que fueron, los que vendrán, un paradigma”.

“Hay muchos que no nacen en familia cofrade pero sí han nacido con el pellizco de ser cofrade aunque vivan  incluso en un entorno adverso. ¿Donde pueden encontrar el apoyo que no hallan en la familia, en los amigos, en su círculo? Sin duda en los hermanos de su Hermandad”. Porque no sabemos –no sólo con los pasos y su exorno, sino con el mismo cortejo, cuántos corazones vamos a tocar, a cuántas personas va a convertir el Señor por medio de nuestro testimonio.

Repetimos:

La cofradía es responsabilidad de todos, absolutamente de todos sin excepción alguna. Incluso de su sostenimiento económico. No podemos plantear exigencias sobre una realidad –LA COFRADÍA EN LA CALLE- sobre la que ni participamos presencialmente ni tampoco aportando una colaboración o aportación económica. Ya desde el año pasado la Junta de Gobierno ha dispuesto la posibilidad de la retirada de la cédula de sitio solidaria de cuantía además libre.