Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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martes, 19 de febrero de 2013

La Hermandad de las Cinco Llagas participó en el Vía-Crucis de las Hermandades presidido por el Santísimo Cristo de la Defensión

Nuestro Hermano Mayor, don Juan Lupión Villar, formó parte de la comitiva de este acto organizado por el Consejo de la Unión de Hermandades y la cofradía de la Defensión
Fotos de N. H. D. José Soto Rodríguez


Fuente: DIARIO DE JEREZ. El Vía-Crucis de las hermandades respondió en muchos de sus aspectos a los objetivos que se perseguían cuando se decidió cambiar el formato de costumbre. Si bien no hubo multitudes en las calles, la tarde y noche tuvo un ambiente especial a lo que colaboró la solemnidad y el buen hacer por parte de la hermandad de la Defensión, que cumplió el guión trazado para que el traslado del crucificado fuera singular, sin dar espacio a la improvisación, midiendo cada metro de un cortejo serio, elegante, pleno de simbolismo y con una actitud en los hermanos totalmente comprometida con las formas adoptadas para este acto, llamando la atención la amplia participación de cofrades, jóvenes y veteranos, situados por tramos bien definidos, junto a las representaciones relacionadas con la cofradía: el estamento militar, Guardia Civil y la Compañía de María, centro educativo cada vez más unido a la hermandad. Pocos hermanos mayores acompañaron. Estuvo parte del Consejo y la Delegación de Hermandades. Todo transcurrió con normalidad excepto por la rotura de dos dedos de la imagen al chocar la mano con una rama en la plaza Plateros.

La tarde, con buena temperatura, se presentó con un cielo preocupante lleno de nubes. Los partes decían que no llovería y en esa confianza se echó a la calle, con la campanas de Capuchinos tañendo fúnebre, andando el paso con un ritmo rápido, de frente, largo 'racheao'. Sólo una parada frente a San Juan de Letrán, con El Traspaso de besamanos, y a seguir el itinerario hasta la Catedral. Allí se rezó el Via Crucis con el crucificado moviéndose según las estaciones, al mismo tiempo que la coral catedralicia interpretaba la coplas a La Defensión de Beigbeder. El templo estaba abarrotado, duró algo más de una hora para seguidamente emprender el regreso, igualmente rápido y solemne.

En los detalles y dentro de esa 'pedagogía' con la que la hermandad quería presentar el cortejo, se observó una gran simbología dedicada a la fe, desde la cruz de guía escoltada por cuatro servidores que portaron símbolos de la fe como azucenas. La cruz también estuvo revestida de signos delante de la comitiva con cuatro hermanos escoltándola. Tras el estandarte de la hermandad se situaron los hermanos más veteranos y los que han sido hermanos mayores y los Capuchinos.

El paso de Cristo, decorado con un monte de color verde y enredaderas en ese color, fue el centro de atención dada la rareza de ver al crucificado de Esteve Bonet sobre canasto, al que le hace falta urgente el brillo del oro, diseñado y creado por 'Currito el Dorador'. Estuvo precedido por doce ciriales, representando a los apóstoles, y la música fue sacra, coral y de capilla ayudó al recogimiento. Tras el paso se situó el cortejo litúrgico y un numeroso grupo de acompañantes. Otros detalles fueron que la eucaristía previa al traslado fue aplicada por Benedicto XVI y por la elección del nuevo pontífice. El hermano mayor tuvo el privilegio de portar sobre su pecho la llave del Sagrario de Capuchinos, por deseo del Guardián del convento.