Carta
del Sr. Obispo con motivo del Adviento 2012
«Oíd
la Palabra de Dios y anunciad a los confines de la Tierra: ¡Ánimo, no temáis!
Dios viene, nuestro Salvador» (Cf. Jr 31, 10; Is 35,4)
Queridos
diocesanos:
Una
vez más comenzamos el nuevo año litúrgico con la llegada del Adviento, el
período que nos prepara para celebrar la venida de Dios entre nosotros: «Porque
tanto ha amado Dios al mundo, que le ha dado a su Hijo unigénito» (Jn 3, 16).
En
este Año de la Fe, el Adviento reviste para nosotros un atractivo más profundo,
porque a todos se nos invita a cruzar la puerta de la fe acogiendo, con corazón
limpio y libre, abierto y sediento, la Palabra de Dios, llena de su gracia
transformadora.
El
Adviento nos llama a contemplar al Señor presente entre nosotros y a entrar por
la “puerta” de la vida verdadera que es Cristo. Como nos recuerda
insistentemente la liturgia, es un tiempo de vigilancia para recibir al Señor.
Otro
elemento fundamental del Adviento es la “espera”, una espera que es al
mismo tiempo esperanza. El Adviento nos impulsa a entender el sentido del
tiempo y de la historia como “kairós”, como ocasión propicia para
nuestra salvación. Y para vivir alegres y gritar con fuerza: ¡Ven Señor Jesús!
En
este Adviento marcado por el paro y la inquietud que siembra por doquier la
crisis económica, tenemos la posibilidad de convertirnos en testigos de
esperanza. En unos momentos tan recios como los actuales, la Iglesia por boca
de su pastor, nos recuerda que la fe sin la caridad no da fruto. La fe y el
amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su
camino. Gracias a la fe podemos reconocer en quienes nos piden un gesto de amor
el rostro del Señor crucificado. «Cada vez que lo hicisteis con uno de
estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 40).
Sostenidos por la fe, afrontamos con esperanza nuestro compromiso en el mundo
aguardando «unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la
justicia» (cf. Ap 21, 1).
De
hecho, ya hay motivos para la esperanza al comprobar con agradecimiento tantos
gestos de caridad y de generosidad que se están multiplicando en estos días.
Las puertas de muchas casas se han abierto para acoger a familiares
desahuciados, la mesa familiar se ha hecho más grande para que en ella puedan
sentarse los familiares y vecinos en paro, las pensiones de los abuelos
suavizan las necesidades de los hijos, etc. Una vez más resuenan con fuerza las
palabras del evangelio «venid benditos de mi Padre porque tuve hambre y me
disteis de comer…».
Al
mismo tiempo, la Iglesia nos sigue invitando en este Adviento a vivir con más
intensidad la oración para seguir haciendo presentes las primicias de ese cielo
nuevo y esa tierra nueva donde reine el amor. Nos llama a una verdadera
conversión interior preparándole caminos al Señor para que venga a nacer “en” y
“entre” nosotros; y al mismo tiempo compartir nuestros bienes con los más
necesitados, ayudando a Cáritas a redoblar sus esfuerzos para salir al paso de
la situación acuciante en la que se encuentran tantos afectados por la crisis
económica.
Por último,
es necesario en este Adviento contemplar a María en el misterio de la
salvación, amarla e imitar su fe y virtud. A Ella, la mujer escogida para ser
Madre de Dios, le pedimos que nos acompañe para recorrer este camino y tiempo
de salvación y como Ella, a estar dispuesto a acoger a Jesús, hecho Niño por
amor a los hombres.
Que
Dios os bendiga.
+
José Mazuelos Pérez
Obispo
de Asidonia Jerez