Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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sábado, 19 de diciembre de 2020

Destacados del P. José Hachero Álvarez del tercer día de Triduo


Foto: N.H.D. Ernesto Romero

 


El pueblo estaba a la espera y preguntaban quién sería el Cristo. Primero a Juan y luego a Jesús directamente: “¿eres tú?”

¿Qué está esperando el mundo, en España, en Jerez?

El mismo Jesús planteó  a los apóstoles semejante interrogatorio. Y ¿quién digo yo que es el Señor, si es que lo digo?

La fe en Jesús no es nuestra, pues somos responsables de la fe que hemos recibido de Dios , de nuestros padres, catequistas, Hermandad…

Si no hay confianza en el Señor no hay tampoco lenguaje del corazón, es decir, oración, ¿y qué hay entonces? Una fe sin esperanza.

La esperanza nos aparece como algo pequeño, muy delicado y de color verde, como la hierba del campo. Se cultiva en el corazón como se cultiva el amor. Como un chispazo que puede convertirse en una hoguera inmensa.

Si hay obras, hay esperanza. La fe y la esperanza necesitan de la caridad.

Los sentidos interiores quedaron dañados con el pecado original. El enemigo de Dios, el diablo, te siembra la duda…y te engaña.

Pero la Palabra de Dios se cumple. Lo vemos en el ejemplo de Abrahám. Y a una muchacha de ese Pueblo de Israel le propuso que fuese Madre de su Hijo.

Cristo, por amor a nosotros se rebajó hasta hacerse uno más. El amor vence al odio, y la resurrección a la muerte.

El Señor realiza con los profetas lo que necesitan para tener valentía. Y el ángel le revela a San José la importante misión que le espera: ser en la Tierra padre del Mesías.

San Pablo nos dice que Jesús es nuestra esperanza. De ahí que la Santísima Virgen María sea la Madre de la Esperanza, como la invocamos en la nueva invocación letánica.

Esperanza aquí, pero especialmente en el más allá, en el cielo, a nuestra vida después de la muerte.