Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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sábado, 17 de febrero de 2018

Don David Puerto Román pronunció con gran éxito la II Meditación ante Ntro. P. Jesús de la Vía-Crucis


Compartimos algunas fotografías de N..H. D. Manuel Piñero del entrañable acto que cerró el besamanos del Señor y por gentileza del autor damos a conocer el texto íntegro por su indudable valor histórico y su contrastada calidad literaria puesta de manifiesto durante la meditación.



MEDITACIÓN AL SEÑOR DE LA VÍA-CRUCIS
Miércoles de Ceniza 2018 por David Puerto Román
14 de febrero de 2018

Nazareno silente cruz al hombro,
Dios hecho hombre en la Palabra,
Señor, en tu hechura, franciscano,
Vía Crucis de oraciones por la Plaza.
Es el Dios de los que piden,
Ante sus plantas desgastadas,
En la Capilla del Voto,
Ante Virgen Inmaculada.
Es el Dios de los pobres,
El que enseñó bienaventuranzas,
Es el Dios de los humildes,
De los sirven sin pedir nada.
Es el Dios de los niños,
El Señor de mi infancia,
De los paseos con mis padres,
Terminados ante sus plantas.
Es el Dios de los marginados,
De los que la sociedad aparta,
Es el Cristo que camina al lado,
Un amigo que nunca desplaza.
Es el Dios que nos perdona,
De corazón nuestras faltas,
Es el Dios sin rencores,
Que con cariño nos llama.
El Nazareno de los mayores,
Es el Cristo que cruz abraza,
Es Pan y Vino en la Misa,
Y es lectura, y es Palabra.
Ese Nazareno son valores,
Es sinceridad y confianza,
Es Amor y ternura,
Es perdón y es esperanza,
Es amparo y consuelo,
Es sosiego y es la calma.
Es el Dios de los silencios,
Es el rezo en la pausa,
Es la luz de la noche,
Y en el nervio la templanza.
Es el Dios de hecho hombre,
Es el Dios que él mismo manda,
Es la causa redimida,
Salvación de nuestras almas.
Ese Dios el Nazareno,
Es la fe en añoranzas,
Recordando los que se fueron,
A vivir tu Gloria en alza.
Es el Dios que mira al suelo,
Y en su hombro la cruz carga,
Es el Dios de nuestros ruegos,
El Nazareno de la Vía Crucis,
El Señor de las Cinco Llagas.

Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad y cofradía de nazarenos de las Sagradas Cinco Llagas de Cristo, Nuestro Padre Jesús de la Vía Crucis y María Santísima de la Esperanza.
Hermanos Mayores…
Presentador…
Familia, amigos y hermanos todos en Cristo Jesús.
Muy buenas noches.
Ya estamos en Cuaresma. Otro año más. 40 días de oración, reflexión y penitencia. Padre nuestro de la Vía Crucis. Padre nuestro de las Cinco Llagas. Meditando ante tu estampa doliente. Ante tu abrazo a la cruz. Ante tu silencio en el centro de esta capilla del Voto. Los silencios. ¿Guardamos los silencios que requieren tu presencia?. ¿Por qué no somos capaces de guardar el más mísero silencio de respeto en la casa de Dios? La Cuaresma ha de hacernos reflexionar una vez más sobre la importancia que le damos a Dios en cada una de nuestras vidas. ¿Es Dios el centro de nuestras vidas? O, en otras palabras, ¿sabemos de la importancia de Dios? Entiendo que la gran mayoría de los que hoy oyen esta reflexión se dirán hacia adentro. Sí. Somos cristianos y por ende, tenemos a Dios en el centro de nuestras vidas. Pero yo me incluyo entre esos pecadores que no vemos a Dios siempre. Que no le respetamos. Que no guardamos el respeto que
requiere su presencia. ¿Por qué no se respeta el silencio en la casa de Dios, en los besamanos? ¿Por qué ese reguero de gente charlando, comentando, distrayendo? Por qué hay gente en este Jerez que tanto queremos que ni siquiera sabe dónde se encuentra el Sagrario de San Francisco? ¿Por qué? La Cuaresma es un buen momento para hacernos todas estas preguntas y ponerles una respuesta y asimismo una solución. ¿Por qué solo guardamos silencio en la iglesia cuando hay un culto? Sea el traslado del pasado 22 de enero (dicho sea de paso solo en el momento del traslado), en un Quinario. Dios está presente en cada uno de los minutos que pasamos en su Casa. Y nos está esperando. Esperando que vayamos a saludarle, si es con una oración mejor. Pero al menos, clavar la rodilla en el suelo ante Él. Al fin y al cabo las Sagradas Imágenes son instrumentos de fe para llevarnos a Dios verdaderamente Él. Y nos tenemos que sentir orgullosos de ser cristianos. Y gritarlo si hace falta a los cuatros vientos. Y no esconderse. Porque es precisamente el ruido que nos pide Su Santidad nuestro Papa Francisco. Hagan ruido. Pero no ruido en los templos. Que se nos escuche. Que seamos sinónimos de Cristo en cada una de nuestras vidas. Que vivamos con fe y esperanza. Que oremos y nos gloriemos de ser parte del Reino de los Cielos.
La Cuaresma al fin y al cabo es un tiempo de conversión. Es un tiempo para arrepentirse de los pecados, de ahí la
penitencia. ¿O no somos penitentes en cada una de nuestras salidas procesionales, Estaciones de Penitencia?. La Cuaresma nos invita a cambiar nuestra vida, para acercarnos un poco más a Dios a través de su Palabra, fundamentalmente cada domingo de Cuaresma. La Cuaresma es el tiempo del Perdón y de la reconciliación fraterna. Señor de la Vía Crucis, ayúdanos a vivir con oración, con ayuno y abstinencia. Qué importante es ponerse en el lugar de los pobres. Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos. El ayuno y la abstinencia son un sacrificio que hacemos ante Dios, rechazando lo terrenal ya que, como bien decía el evangelista Mateo “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". La Cuaresma con la ceniza que nos han impuesto hoy simboliza nuestro principio y nuestro fin. “Polvo eres y en polvo te convertirás”, un principio y un fin con Cristo siempre en nuestro horizonte.
Y esto es lo verdaderamente importante, y ante el Señor de la Vía Crucis, ante el Nazareno de las Cinco Llagas, le pido a Dios que nos ayude a vivir plenamente la Cuaresma, complementada con todos los actos y cultos Cuaresmales, pero sin dejar a Dios de lado. Porque una Cuaresma sin Dios, una Semana Santa sin Dios, sin Iglesia, sin Cristo sacramentado, no tiene ningún sentido.

Es ya tiempo de Cuaresma,
De reflexión y de ayuno,
Conversión y penitencia,
Es el comienzo de una época,
Con la ceniza en la cabeza.
Es el tiempo de contarlo,
Y de exaltar la grandeza,
De ser hijos de Dios,
Sin que nos dé vergüenza,
Cumpliendo con el culto,
Haciendo juntos Iglesia.
Es tiempo de besar sus manos,
De tenerlos a Ellos cerca,
Pedir perdón por los pecados,
Y cumplir la penitencia,
De rezar en el Sagrario,
Donde Dios allí espera.
Es el tiempo de Cuaresma,
Cuarenta días de Cristo,
Cuarenta días de espera,
Cuarenta días de desierto,
Tentado de distintas maneras.
Son Cuarenta días de Él,
Y ni aún así te enteras,
de los sinsabores del diablo,
que constantemente nos tienta.
Nos perdemos en los ensayos,
en las citas costaleras,
en la multitud de un besamanos,
o en el azahar de las aceras,
En Carreras Oficiales,
En saber qué es lo que estrena,
Nos perdemos en los egos,
Y donde manda don dinero,
Allí el diablo nos ciega.
Estamos perdidos en la ignorancia,
En una fe que se estropea,
Dios ocupa segundo plano,
Y acudimos a lo mundano,
Mientras el diablo nos envenena.
Es el día a día de los cofrades
que no se sienten Iglesia,
Que prefiere no ir a Misa,
Que los cultos no prioriza,
Y que ni va ni se le espera.
Es la Cuaresma conversión,
El momento de quien acerca,
A un alma perdida hacia Dios,
En un Vía Crucis de Amor
Que camina con cruz a cuestas.
Es la Cuaresma reflexión,
Encontrar luz entre tinieblas,
Es el tiempo del perdón,
Y la reconciliación fraterna.
Es la Cuaresma conversión,
Reflexión, ayuno y penitencia,
Un camino limpio a Dios,
Que en el Sagrario nos espera.
Vía Crucis. El Vía Crucis es quizás la oración más rezada en los cuarenta días de Cuaresma. Es el Vía Crucis la advocación de nuestro Señor, el Señor de la Vía Crucis. Y es el vía Crucis el resumen de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Sí, y de Resurrección de Cristo porque desde 1991, el Viernes Santo de aquel año, San Juan Pablo II rezaba e instauraba un nuevo Vía Crucis que comenzaba en la Oración en el Huerto y finalizaba en la Resurrección de Cristo. Y esto me hace reflexionar ante el Señor. ¿Por qué los cofrades no damos la importancia que tiene el Domingo de Resurrección en nuestra tan querida Semana Santa?. ¿Por qué pasa desapercibida, por qué no es un día de Gloria y Alabanza?. Si es lo que sostiene nuestra fe, es el verdadero sentido de la Semana Santa. ¿Por qué nos quedamos en la Pasión y en la muerte de Nuestro Señor, si al mirarle no contemplamos al Resucitado?. Es una paradoja la de nuestra querida Semana Santa, que sí tiene muchos condicionantes para que nos atraiga tanto…entre otras cosas esa manifestación de fe que nos hace salir a la calle y decir con nuestra penitencia, aquí estamos, somos cristianos, no nos da vergüenza y así lo manifestamos. Pero, pensadlo. ¿Qué sentido tendría todo si acabara en la Muerte del Señor?.
Por eso y ahora más que nunca, ya que volvemos como siglos después de la muerte de Cristo a ser perseguidos como antaño…nos tenemos que enorgullecer de ser
seguidores del Resucitado. Ahora, hoy mismo, mueren cristianos en Oriente por su fe. Aquí en España, se eliminan los crucifijos de los colegios, se quiere eliminar el sentido católico de nuestra vida…y en Jerez sin ir más lejos y sin entrar en tintes políticos, cada vez hay más pegas y más crítica a los cristianos y, sin ir más lejos, hemos perdido para este 2018 el día de nuestro Patrón, el seguidor de Jesucristo, San Dionisio.
Es por ello que cuando vengo a rezarle al Señor de la Vía Crucis le estoy rezando al Cristo que cargó la cruz, al Cristo que murió por nosotros y al Cristo que venció a la muerte. Estoy rezando al nazareno que camina por la plaza Esteve en silencio, al Resucitado que carga con nuestros pecados cada Madrugá, cada día. El Vía Crucis es un puente que nos lleva a Dios a través de su Pasión, su Muerte y su Resurrección. Porque gracias a que Dios resucitó al Tercer día, Cristo vive entre nosotros, y por ende cuando a través de la devoción le rezamos al Señor de la Vía Crucis, el Señor está escuchando, aquí en su casa, entre nosotros.
Se rasga la noche en la saeta,
Nazarenos de blanco caminan
En la noche, Nisán ilumina,
Y humedad empapa las aceras.
Llega mi Dios cargando madera,
En una cruz Él se humilla,
La abraza por Santa María,
Aun sabiendo lo que le espera.
En Vía Crucis cumple la pena,
Aquel que rezó en Sinaí,
El que quito a hombres ceguera,
Quien abrazó a los leprosos,
Y les hizo sitio a su vera.
Aquel que defendió a la mujer,
Y que tiren la primera piedra,
Quien esté libre de pecado,
Y quede libre en su condena.
Aquel que dictó bienaventuranzas,
El hombre Salvador de la tierra,
Quien convirtió agua en vino,
Y pan y peces multiplicó sus piezas.
El que instauró Eucaristía,
Entre amigos en su última Cena,
Aquel que vino a entregarse,
Por Amor en el cielo y en la tierra.
Y tras más de dos mil años,
La fe nos lleva a tu puerta.
Porque tú eres Resucitado,
Vencedor de muerte y tinieblas,
En tu Vía Crucis de amor entregado,
Veo al Dios que me plena de fuerzas,
Veo a Cristo de mi presente y pasado,
Y al futuro que contigo se queda.
Verdadera luz de tu amor
Que me trae día a día a tu vera,
Es la luz de tu Resurrección,
En Vía Crucis que oye mis penas,
Cuando llego a San Francisco,
Y vuelvo a sentir el pellizco,
Por darnos tu gracia eterna.
María, nuestra Santísima Madre es nuestro reflejo para llegar a Cristo. No hay mejor camino para llegar a Dios que por María. Que por la Virgen. Y en ella, en su humildad, en su entrega desde su más pura y limpia Concepción, encontramos la Esperanza. Por eso, en esta capilla donde se juró el Voto de la Inmaculada Concepción de María en Jerez, tenemos a una Madre que no solo nunca nos abandonará, sino que a través de Ella llegaremos a ver la Gloria de Dios, de Cristo y del Espíritu Santo. Por eso ella es la Esperanza. Todo lo que Dios nos dicta lo podemos contemplar en la Virgen en María. Y refugiarse en una Madre, imagino que a todos os pasará, siempre es un poco más sencillo. Es la Virgen la que intercede por nosotros ante Dios y es la Virgen María la que a través de su dolor nunca dejó de creer en la fe de Cristo. Porque hasta cuando se encontró con su Hijo cargando la cruz, camino del Gólgota, no dejó de creer. Ni tampoco cuando lo acunó en sus brazos, desclavado de la cruz. Ni siquiera cuando su Hijo fue amortajado y enterrado en el Sepulcro. María es nuestra Esperanza. Porque Ella creyó en el Resucitado. El puente que siempre nos acerca a Dios es María. La Virgen es la luz que nos guía a Cristo. Su Santo Nombre es el patrocinio de nuestra vida. Ella que fue elegida sin mancha por Dios. En María contemplamos la misericordia de Dios. Y llegar a Él a través de la Esperanza de la Virgen, siempre es un camino más limpio y más puro.
Cuando no hayas el consuelo,
Y la mente se queda vacía,
Cuando pasa lento el tiempo,
Y el alma se te enfría,
Cuando tienes el momento,
De llorar sin compañía,
Allí es cuando la encuentro,
Y en sí nace la poesía,
De escribir alegre el verso,
Junto a ti Virgen María.
En ti nacen los besos,
El fervor y las alegrías,
Tu nombre es el primero,
Y en la vida eres pañuelo,
En las idas y venidas,
en los pesares de tu pueblo,
por tu pía soberanía.
Eres tú amor verdadero,
Y eres faro y eres guía,
Trovadora de los sueños,
Y del cantar la melodía.
Veo en tu vida el reflejo,
En las noches y en los días,
Espera paciente en ejemplo,
En una estrecha letanía,
Que reza tranquila y sin miedo,
En vida contemplativa,
Poniendo a Dios al centro,
Y que Él gobierne en la vida.
Es la Virgen semejanza,
A Dios y faro que guía,
Es bendita cercanía,
Amparo y manos que abrazan,
Es la eterna compañía,
Y Madre de enseñanzas,
En ella el mundo descansa,
Con Ella el pueblo confía,
Es la fidelidad infinita,
Y lealtad que no te falta.
En el cielo primera santa,
Que rendimos pleitesía,
Quien conoce tu valía,
Para amar en su bonanza.
Es la Madre de alegría,
Y hoy le rezo ante sus plantas,
Que no nos falte su nombre,
Que no perdamos la calma,
Que su estela es el camino,
Que nos lleva a la Esperanza.
Y solo nos queda aceptar y seguirle. Porque es la enseñanza que nos deja Dios en este misterio, en esta Imagen del Señor de la Vía Crucis. Del Señor a secas como muchos que pasan día a día por San Francisco lo conocen. ‘coge tu cruz, déjalo todo y sígueme’. Es la frase de la Cuaresma y la frase de nuestra vida. Porque al fin y al cabo, Dios nos está llamando constantemente a su camino. Preparándonos para la vida eterna en su comunión. Él abrazó su muerte. Dios pagó con su propio Hijo el Perdón de nuestros pecados. Y nos enseñó la grandeza de Dios con la Resurrección. Nos mostró el camino de la Vida. Y no hay ningún camino dibujado hacia la Vida eterna sin pasar por la cruz. Meditando ante el Señor de la Vía Crucis, a veces pienso. En muchos momentos de nuestro día a día nos preocupamos por tonterías. Damos importancia a lo que no la tiene y lo peor, por nuestra cobardía hemos soltado nuestra cruz y nos hemos dejado guiar por el diablo. Es ahora un buen momento para pedir perdón, y volver a abrazar la cruz. Como lo hizo Cristo. En esa cruz está nuestra Salvación. Por eso la cruz no puede desaparecer de nuestra vida. Por eso la cruz es tan importante y por eso la cruz nos marca y nos lleva a Cristo. Soportar nuestras cruces diarias, es caminar a nuestra propia Salvación en comunión con Dios. Por eso, le tengo te tengo tanta devoción Señor de la Vía Crucis, porque cuando te miro, me vuelvo a dar
cuenta, que no abrazo lo suficiente mis cruces, y eres un nuevo aliento para volver a agarrarla y seguirte.
En tu cara nazareno,
Se reflejan nuestras vidas,
La Palabra prometida,
Tu camino como anhelo,
Vía Crucis de partida,
Con la cruz que lleva al cielo.
A ti te veo en las caídas,
Y eres luz de los enfermos,
Eres llama que ilumina,
A mayores y pequeños,
Es tu cruz la que nos guía,
Soporta nuestro madero,
Y nos hace que abracemos,
Los pesares que lastiman.
En tu Cruz está la vida,
Forma parte de mi credo,
Y con ella está la mía,
Pa’ que juntos caminemos.
Y Si Dios sufrió en vida,
Hecho hombre el infierno,
La traición y la desidia,
El abandono de su pueblo,
Para morir crucificado,
Entre ladrones como un reo,
Qué esperamos nosotros,
En un camino sin dueño,
Si Dios no tenemos al lado,
Y no abrazamos el leño,
Que al final nos trae la vida,
Como en Cristo al Tercer día,
Tras vencer a los infiernos.
Es en nuestro día a día,
El cargar con el madero,
Perdonar a quien te falla,
Y acompañar a los abuelos,
El Honrar a nuestros padres,
dar de comer al hambriento,
Lealtad entre los hermanos,
Y acercar a Dios al sediento,
Portar una fe sin fisuras,
Sin que quiebre nuestro templo,
Contagiar sonrisas sinceras,
Aunque haya contratiempos,
Y ser portavoz de esperanza,
Donde beban los enfermos.
En tu cruz identifico,
Mi Señor, mi luz y mi credo,
Y en las Llagas de tu vida,
Los temores los reflejo.
Danos luz de tu dicha,
Para dejar de ser ciegos,
Y poner sentido a la vida,
En el Vía Crucis de partida,
Donde el Amor es lo primero.
AMEN