(Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo)




El dramaturgo Pedro Muñoz Seca, el sacerdote diocesano Eduardo Torres, el tendero Julián Pérez, el padre agustino Eleuterio Turrado y el abogado Ricardo de la Cierva
El 28 de noviembre de 1936 las lomas de
Paracuellos del Jarama vieron cómo moría fusilado la persona que a más
generaciones de españoles ha hecho reír: el dramaturgo Pedro Muñoz Seca. El
autor de La venganza de don
Mendo, casado y padre de nueve hijos, fue
encerrado en la cárcel de San Antón, en Madrid, al poco de estallar la guerra.
Durante cuatro meses infundió entre sus compañeros de prisión el buen humor y
el buen ánimo que desprenden sus obras. Sin embargo, a finales de noviembre,
tras entrevistarse con el director de la prisión salió exclamando: «¡Nos matan,
nos matan! Búsqueme un sacerdote». Se ve que lo consiguió, y tras confesarse,
pocas horas antes de morir, escribiría una carta apresurada a su mujer: «Cuando
recibas esta carta estaré fuera de Madrid. Voy resignado y contento. Dios sobre
todo. Voy muy tranquilo sabiendo que tú siempre serás el ángel bueno de todos.
El mío lo has sido siempre, y si Dios tiene dispuesto que no volvamos a vernos
mi último pensamiento será siempre para ti [...]. PD: Como comprenderás, voy
muy bien preparado y limpio de culpas».
Muñoz Seca y otros 43 mártires figuran en
la causa de beatificación que se va abrir el 12 de noviembre, a las 17:30
horas, en un acto presidido por el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Juan
Antonio Reig Pla, en la catedral Magistral. Son otros 44 nuevos mártires de la
persecución religiosa de los años 30 en España: 14 sacerdotes diocesanos, 14
religiosos –ocho agustinos, cinco maristas y una clarisa– y 16 laicos.
Fortaleza y perdón
Durante los primeros meses de la Guerra Civil ,
prácticamente todo el clero diocesano de Alcalá de Henares fue martirizado. En
esta Causa figura Pablo Herrero, canónigo de la Magistral que entró en el
templo, incendiado por los milicianos, para salvar las Santas Formas, pero fue
detenido y asesinado días después; o Rufo Orea, coadjutor de Villarejo de
Salvanés, a quien fueron a detener su casa, pero su hermana y su sobrina se
agarraron a sus brazos, cada una con un rosario en la mano, y dijeron que donde
le llevaran a él les llevaran también a ellas, siendo asesinados todos al poco
tiempo. Y no faltaron entre el clero testimonios de perdón, como el que dio
Adrián de Luz, párroco de Torremocha del Jarama, acribillado a balazos mientras
con un crucifijo en las manos perdonaba a sus asesinos.
Entre los laicos figura en esta lista
Ricardo de la Cierva ,
abogado y padre del historiador del mismo nombre, que era conocido por su fe y
por oponerse al incendio de la iglesia de los Jerónimos. Conducido a la cárcel
Modelo, pudo escapar de la saca que lo llevó a la muerte, pero se negó porque
no quería abandonar la galería en la que estaba encargado del botiquín con el
que ayudaba a los enfermos.
La fe del agricultor Ramón Bermejo tampoco
pasó desapercibida para los milicianos que lo llevaron al martirio; el padre
del anterior vicario episcopal para el Clero de Madrid acercó a la Iglesia a su mujer,
procedente de familia comunista, cuya hermana llegó incluso a jactarse de haber
prendido fuego al templo de Buitrago.
Otros laicos de oficios humildes son el
comerciante de ultramarinos Julián Pérez, denunciado por la Policía al encontrar en su
casa un baúl lleno de objetos religiosos; o el fotógrafo Félix Muñoz, asesinado
por haber realizado fotografías a la
Virgen de la
Victoria , patrona de Villarejo de Salvanés. A José Plaza,
guardia civil jubilado, lo mataron solo por ser padre de un sacerdote, Marcial
Plaza, a quien también acabaron matando.
Figuran también dos parejas de hermanos:
Diego y Manuel Mac-Crohon, detenidos por ser miembros de Acción Católica, de
las Conferencias de San Vicente de Paúl, de una congregación mariana y por
visitar semanalmente a los pobres; y Paula y Juana Muñoz, conocidas en
Villarejo por una fe que les llevaba a entregarse a numerosas obras de caridad:
tras ser torturadas murieron acribilladas mientras musitaban trémulamente
palabras de perdón.
El padre agustino Fernando Rojo, postulador
de esta Causa de beatificación, desvela que ya está muy adelantado el trabajo
para abrir dos nuevas causas en Alcalá: otros 95 mártires que se sumarían a los
44 cuya Causa se acaba de abrir, con una proporción equivalente de sacerdotes
diocesanos, religiosos y religiosas, y laicos. Para él, «la muerte de quienes
han dado su vida como testimonio de fe no es algo privado, sino una gracia para
los creyentes de hoy para robustecer su fe».
La victoria sobre los ídolos en San Dámaso
El lunes 7 de noviembre se celebra en
Madrid la Memoria
de todos los santos y beatos mártires del siglo XX en España, trasladada de su
fecha ordinaria, por caer este año en el domingo 6. Con este motivo, la Universidad San
Dámaso organiza a partir de las 9 horas la jornada Mártires, la victoria sobre
los ídolos, con intervenciones de los profesores José María Magaz, Andrés
Martínez Esteban, José Antonio Calvo, Amparo García-Plaza y Ángel Cordovilla, y
de monseñor Juan Antonio Martínez Camino.
El obispo auxiliar de Madrid presidirá por
la tarde la Eucaristía
de esta Memoria, en la iglesia de las Calatravas, junto al icono de los santos
mártires del siglo XX en Madrid, a las 19:30 horas.