Predicó Fray Julián Bartolomé Rivera, O. F. M.:
Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. Quien
enciende un candil no sólo ha de trabajar por su propia santificación sino
también por la de los demás. Porque nosotros somos la Luz del mundo.
La fuerza expansiva que ha de expandirse por
el mundo es como una luz. ¿Qué pretenderá decir Jesús con estas palabras? ¿Por
que nos lo dice ahora a nosotros? El Señor se sirve de nosotros como antorchas
para esa Luz ilumine.
No podemos olvidar nunca que el Evangelio es
un arrebato de amor que necesita pronunciarse, que necesita decirse. Y nosotros
debemos tener esos oídos para llevar la luz de Cristo.
El Señor nos quiere con una personalidad bien
definida. Si contemplamos de cerca a Jesús, podemos sentir de cerca la plenitud de lo
humano. El quiere que practiquemos todas las virtudes naturales: el optimismo,
la espontaneidad, la veracidad, y que seamos equilibrados. Lo humano es lo
primero que se ve y lo primero que atrae. El prestigio profesional. La
sencillez. La amistad. Hay que tener una conducta plenamente humana, que vive
lo que cree.
Sed misericordiosos como vuestro padre es misericordioso,
no juzgues y no serás juzgado, porque con la medida con que midáis, se os
medirá.
Sólo podemos hacer esto con el amor a los
demás.