Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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sábado, 18 de diciembre de 2021

Destacados del P. Santiago Gassín del segundo día del Triduo a Mª Stma. de la Esperanza






 

Este pasaje del Evangelio nos parece un poco extraño, pero es muy interesante porque San Mateo nos está hablando de la encarnación de Jesús. La genealogía llega hasta Adán para significar que nuestro nuevo Adán es Cristo.

Nos está hablando también de la maternidad divina de María. Yo quisiera proponeros una meditación de María como Madre de la Iglesia y Esposa de Cristo.

 

En 1854 se proclamó el dogma de la Inmaculada. Hasta ese momento se vio como una destrucción de la sociedad civil: los hombres habían sido más egoístas, más violentos.

 

El Cardenal italiano Gaetano Alimonda fue un gran orador y predicador, y hablaba con mucho gusto de los privilegios de María Santísima, llagando a decir que María mostró en sí misma la figura de la Iglesia, como ya apuntó San Agustín. Tanto María como la Iglesia han sido engendradas de Dios, las dos Vírgenes, las dos Esposas… de modo que en María podemos contemplar la Madre de la Iglesia y la Esposa de Cristo. María y la Iglesia están unidad las dos en las humillaciones y en los triunfos: en la cruz, en Belén, en Caná, en el cenáculo…

 

Del mismo modo , la Iglesia sufre las persecuciones de sus adversarios, y hoy no sólo desde fuera, sino desde dentro…por el pecado de las almas consagradas, incluso sacerdotes y obispos, muchos han perdido la fe. Ojalá no estemos nosotros entre ellos.

Y sin embargo, la Iglesia triunfa en la santidad de sus miembros en la pureza de la doctrina de su Tradición cuando es fiel a ella.

 

Todo esto tiene sus consecuencias para nuestras vidas: en primer lugar el amor a la Iglesia y a María, nuestra Madre.

¿Cómo es nuestro amor a la Iglesia? ¿la amáis? ¿la defendéis? ¿en sus sacerdotes y en sus religiosos? ¿en vuestros responsables como hermanos de la cofradía?

Jesucristo nos dijo: “Vosotros estáis en el mundo, pero no sois del mundo”. Por eso nuestra misión no es adaptarnos al mundo.

¿Amáis a la Iglesia con espíritu de reparación por tanta protestantización?

 

María Madre de la Iglesia y Esposa de Cristo nos recuerda este empeño que se nos encargó el día de nuestro bautismo: ser santos.

María es el modelo perfecto; la Iglesia es la copia imperfecta. María es la liuz y la Iglesia es el reflejo. No nos cansemos de imitar a María porque estarermos caminando en el sendero de la santidad.

Benedicto XVI nos dijo: “Sólo los santos son los verdaderos reformadores de la Iglesia”. Y Dios los suscita en momentos de dificultad de la Iglesia: San Juan de la Cruz, Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier, San Francisco, Santo Domingo…

 

Cardenal Alimonda: “Qué tierno y excelso es servir a María… inclinarse ante Ella es también reinar”.