Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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martes, 23 de noviembre de 2021

CARTA DIRIGIDA A LOS HERMANOS DE LAS CINCO LLAGAS DE VUESTRO HERMANO MAYOR ELECTO ERNESTO ROMERO DEL CASTILLO

 





Estimados hermanos y hermanas: hoy, más que nunca, ¡PAZ Y BIEN!


Quiero transmitiros en primer lugar mi felicitación por la gran participación en un Cabildo tan importante como el de elecciones. Por haber ejercido el derecho de voto libre y responsable. Un fortísimo aplauso para todos vosotros.

 

Agradezco también el haber confiado en mi persona y haber apostado por el proyecto que ya todos conocéis. Estoy muy contento, lleno de felicidad y al mismo tiempo de responsabilidad. Pondré toda mi voluntad en el empeño. Quiero ser un Hermano Mayor según el Corazón de Cristo. Os lo merecéis.

 

Me habéis encargado una misión, el desarrollo de un proyecto, que pondremos en marcha con fuerza y con motivación porque pensamos beneficiará mucho a la Hermandad. Y lo haremos sin dudas, sin descanso y sin complejos. El cuerpo de hermanos, que es la soberanía de la Hermandad, ha hablado y nos ha traslado el mensaje implícito del fuerte respaldo a unos objetivos muy definidos.

 

Estoy convencido que ha llegado el momento de la regeneración del cuerpo de hermanos en la apuesta decidida por los niños y por los jóvenes. Y por centrar la atención en el hermano desfavorecido. O desanimado. O desorientado. Escucharemos las inquietudes y las necesidades. E igualmente las ilusiones. Dedicaremos un tiempo semanal a reunirnos con hermanos, en cercana cordialidad, con empatía, para conocer en qué podemos ayudarles. La comunicación debe ser recíproca. Y también nos dedicaremos a los devotos: a ellos nos acercaremos decididamente. Queremos saber de ellos.

 

Se va a poner en marcha Veritas, eje principal del proyecto social que deseamos para la Hermandad y por el que los hermanos han apostado con amplio apoyo. Veritas inculcará en nuestra Hermandad una dimensión humana muy novedosa.


Ha llegado el momento de los jóvenes. De las relaciones institucionales. Ha llegado el momento de una formación permanente. De escuchar y hacer partícipes a todos los hermanos y no hermanos que deseen cooperar y trabajar por la Hermandad y de ayudar a aquellas personas que precisen cualquier tipo de ayuda que esté a nuestro alcance. Fortaleceremos muchísimo el contacto humano y los lazos fraternales. Tanto de manera interna como externa.

 

Como Hermandad franciscana que somos en el espíritu, y con el título a punto de concedérsenos, toca aplicar con celo la riqueza tan inmensa del carisma del seguidor más fiel a Cristo que pisó nuestro mundo.

 

El saludo de «Paz y Bien» es una invitación a abrir el corazón a la paz, fuerza interior y principio de renovación y de bien moral y social. Por eso, San Francisco de Asís pedía a sus hermanos que no quería que se mostrasen tristes ni enojados, sino, más bien, gozosos en el Señor, alegres y con un trato dulce y agradable.

 

Los primeros franciscanos basaban su pedagogía de pacificación en la verdadera paz con uno mismo y con la fraternidad, con el grupo, transmitiendo serenidad y alegría contagiosa. Decía San Francisco: «La paz que proclamáis con la boca, debéis tenerla desbordante en vuestros corazones, de tal manera que por vuestra paz y mansedumbre invitéis a todos a la paz y a la benignidad».        

 

La paz, fruto de la justicia, abre el camino a la bondad, lluvia fecunda del Dios que es bien, todo bien, sumo bien, y que se concreta entre los hombres en la concordia y la reconciliación.

 

Como Hermano Mayor electo, una vez concluido el Cabildo de Elecciones, transmití al otro candidato, tras su felicitación, mi intención de tener la Hermandad siempre abierta para todo el que desee construir, sumar, trabajar por nuestra corporación y mantener la unidad. Puesto que el mismo San Pablo en el Nuevo Testamento apelaba también  a la misma “esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef. 4, 3); y que hasta el primer Papa en su primera carta instaba a ello concluyendo “sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde” (1Pe. 3, 8).

 

Para poder edificar y crecer en el tesoro que hemos recibido de nuestros mayores, creo necesario que nadie desentone, que todos rememos juntos, que todos aportemos, evitando la habladuría y la crítica indirecta. Evitando a su vez la acusación y el fomento la desconfianza.

 

Ha llegado el momento además de aparcar las diferencias personales o de criterio. La armonía ambiental depende de todos y cada uno de los hermanos. Evitar la murmuración es esencial. Si alguien tiene algún problema personal con otro hermano, debe acudir a él en actitud cristiana para procurar conciliar posturas. Y hacerlo directamente, frente a frente, para dialogar, para aclarar malentendidos, para nunca incentivar la distancia y así erradicar la intoxicación en terceros, o en grupos de terceros, actitud tan perjudicial para la fraternidad. La crítica negativa no tiene sentido, es un absurdo, un grave pecado y una pérdida de tiempo y una contradicción inútil en una institución cristiana como la nuestra.

 

Somos muchos los hermanos que vamos a trabajar duro por nuestra Hermandad. Pero en la línea que nos marca el Evangelio. Quiero ser el Hermano Mayor de todos, sin excepción ninguna. Tras las elecciones, ya se cierran los meses de dos candidaturas y, tras el resultado del escrutinio, se abre una nueva etapa donde ya no existen vencedores ni vencidos. Ha ganado la Hermandad, que ha hablado. Nada ni nadie ha perdido. Todos somos hermanos con unos mismos fines y una misma meta: la que nos marca a mayor gloria de Dios nuestras reglas.

 

Ningún hermano debe sentirse abatido o defraudado por no haber salido elegido de los comicios celebrados. Voy a crear una comisión de trabajo para procurar la unidad que a veces se rompe por temas muy personalistas, por un erróneo concepto del poder (o de un cargo) y  por el establecimiento de una o más candidaturas de cara a las elecciones. Todos debemos negarnos a nosotros mismos para que el único protagonista de la vida de Hermandad y de nuestras conversaciones sea el Señor. Y el júbilo por trabajar juntos y lograr éxitos para nuestra corporación.

 

Nadie es más que nadie, todos somos iguales, nadie tiene potestad para hablar mal de nadie, todos estamos capacitados para la suprema grandeza de la fraternidad. Nuestra Hermandad es grande en la calidad humana de los hermanos que la integran. De ello puedo dar fe con conocimiento de causa.

Una Hermandad como la nuestra, crecerá además en hermanos. Lo hará con total seguridad. En ello redoblaremos nuestros esfuerzos. Que todos los que el Señor llame puedan disfrutar de nuestra espiritualidad sin provocar escándalos, sino desde una auténtica fraternidad en la que la caridad no sea solamente el nombre de una Diputación concreta, sino la virtud reina que nos abrirá a todos las puertas del Cielo.

 

Un abrazo enorme a todos en el Señor de la Vía Crucis y María Santísima de la Esperanza.

 

Vuestro hermano Ernesto

 

22 de noviembre de 2021