Cuando era
adolescente y venía a ver la Madrugá del brazo de mi madre lo que más me
llamaba la atención era la oscuridad.
Hoy el Señor
nos viene a recordar la oscuridad de nuestra vida. Aunque nos digan que todo
tiene que ser júbilo, hay oscuridad en nuestras vidas; por no cumplir la ley
del Señor, por o tener claro el sentido
de la vida… vivimos en oscuridad.
Los
israelitas lo perdieron todo, pero lo levantaron desde cero.
A veces nos
conviene aferrarnos a la oscuridad porque no nos gusta ver cómo somos
realmente.
Pero para
disfrutar del gran regalo que es la vida nos tenemos que acercar a la luz.
Tenemos que
encender la luz de nuestra vida para que podamos ver y nos puedan ver también a
nosotros.
Que podamos
ver la gloria y la gracia de Dios.