En este mundo estamos para servir, para darnos.
Según los nutricionistas, tu dieta no va a ser
efectiva mientras tú pienses que tienes que comer. Cuando tu cuerpo te lo pide
es porque lo necesitas. Lo mismo nos tiene que pasar con la Eucaristía y la
adoración al Santísimo: hasta que no tengamos la necesidad de comulgar todos
los días no estaremos realmente en comunión con Él. Cuando tenga esa necesidad
de vivirlo en mí y de sentirlo en mí.
No puede haber nada mejor para nosotros que
comulgar al Señor.
Jesús es la cabeza de la Iglesia, pero nosotros
somos sus extensiones. Para los que lo quieren y los que lo rechazan.
Con esa tarea os dejo -y es para la vida
eterna-. Esa es nuestra dieta.