Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

jueves, 18 de enero de 2018

Evangelio y comentario

Fuente: ALFA Y OMEGA

III Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo B)
“Se ha cumplido el tiempo”

Comenzamos la lectura dominical del Evangelio según san Marcos, que solo será interrumpida durante varios domingos en verano para escuchar el capítulo sexto de Juan, sobre el pan de vida. Para comprender a Marcos es interesante recordar algunos datos. El primero de ellos es que sus palabras están dirigidas a una comunidad que, por una parte, conoce la incomprensión y la persecución del ambiente, y, por otra, experimenta interrogantes acerca de la manera de concretar el seguimiento a Jesús, el estilo de vida que debe llevar cualquier cristiano o el modo de organizar la primitiva Iglesia. En resumidas cuentas, frente a una falsa idealización de las comunidades cristianas del siglo I, el Evangelio nos permite descubrir que no eran tiempos fáciles para vivir la incipiente fe en Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador del mundo. Y esto se debe no solo a las persecuciones externas, sino también a desavenencias en el interior de las propias comunidades. A través de sus palabras, Marcos tratará de reflejar claramente la vida de la Iglesia: sus preocupaciones, dificultades y los esfuerzos por comprender y seguir a Jesús. Estamos ante una visión que no difiere demasiado de la que podemos encontrarnos actualmente: el seguimiento a Jesucristo no está exento de dificultades. Pero al mismo tiempo las palabras del Evangelio nos muestran la belleza de caminar de la mano de una Iglesia en la que sus miembros podemos apoyarnos mutuamente en la búsqueda del Señor.

«Venid en pos de mí»
Un ejemplo del intento de resaltar la importancia del seguimiento hacia Jesús por quienes se confiesan sus discípulos se contiene en las palabras del Evangelio que este domingo tenemos ante nosotros. En todo el Evangelio de Marcos se pretende retratar el perfil de buenos seguidores de Jesús de sus discípulos. Por eso se describe tanto la estrecha relación de estos con Jesús como el acompañamiento del Señor en el lento proceso de maduración y cambio de mentalidad. De esta manera estarán capacitados para ser enviados a una misión que prolongue la del Salvador. Uno de los signos del interés de Marcos por resaltar la centralidad del seguimiento es la transparencia con la que describe la llamada a los apóstoles por parte de Cristo: si en Juan descubríamos el domingo pasado la existencia de intermediarios a la hora de la decisión de caminar tras los pasos de Jesús, ahora Jesús toma claramente la iniciativa: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

«Convertíos y creed en el Evangelio»
Comenzamos este domingo con el inicio de la misión de Jesús como Mesías en Galilea. Desde el primer momento, se quiere rodear de colaboradores para la difusión del Reino de Dios. La implicación del hombre en la obra salvadora de Dios no es en absoluto una novedad. Sobran en el Antiguo Testamento, como esta semana vemos con Jonás, ejemplos de personas de las que Dios se ha servido para una misión concreta. Pero antes de la llamada a los primeros discípulos Jesús realiza un solemne anuncio: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». La idea de que no hay tiempo que perder y la inmediatez con la que responden Simón y Andrés a la elección del Señor acentúan que la llegada de Dios es real; no admite ni espera ni vacilación. Si giramos nuestra mirada hacia la primera y segunda lectura descubrimos que la urgencia no es una nota peculiar de Marcos, sino que se repite en la Escritura: en la primera lectura, Jonás se pone en marcha tras escuchar la Palabra del Señor y comienza a predicar la conversión a los ninivitas. En la segunda lectura, de la primera carta de san Pablo a los Corintios, son dos las expresiones que denotan la rapidez que exige ponerse manos a la obra: la insistencia en que el momento es apremiante y la afirmación de que la representación de este mundo se termina. En definitiva, la llegada del Reino de Dios no puede ser acogida por el hombre con pasividad, sino implicándose en un seguimiento concreto en la vida de la Iglesia.


  Daniel A. Escobar Portillo
 Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid




Evangelio

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre, Zebedeo, en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.



                  Marcos 1, 14-20