Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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martes, 5 de mayo de 2020

Sobre la devoción de las Sagradas Cinco Llagas


Fuente: ADELANTE LA FE





La devoción a las Sagradas Cinco Llagas de Cristo se remonta a la reflexión de san Pedro ante las heridas de Cristo crucificado: “el mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas habéis sido curados”. (I Pe, 2:24). Más aún, los Padres de la Iglesia entendieron que fue intención de Cristo que nos acercáramos a Él a través de sus sagradas llagas. San Agustín describió las heridas de Cristo resucitado como “el resultado de su poder, no de ninguna necesidad” (Carta 95, 7). San Ambrosio también escribe que Nuestro Señor eligió conservar sus heridas en su cuerpo glorificado:

“Escogió llevar al Cielo esas heridas que sufrió por nosotros, declinó quitárselas, para poder mostrar a Dios Padre el precio de nuestra libertad. El Padre le coloca en este estado a su derecha, abrazando el trofeo de nuestra salvación: tales son los testimonios que la corona de cicatrices nos enseña ahí” (San Ambrosio).

¿Por qué quiere Cristo que nos acerquemos a Él a través de sus santas llagas? De esta herida fluyeron sangre y agua de su Sagrado Corazón, lo que tradicionalmente se ha entendido como la apertura de la gracia santificante a través de los sacramentos. San Agustín escribió: “Ahí se abrió de par en par la puerta de la vida, por la cual han fluido los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se puede entrar en la vida que es la vida verdadera” (Homilías de san Juan Evangelista, 120, 2). Al comentar las prácticas devocionales medievales, el profesor Duffy escribe que la santa llaga del costado de Cristo “tenía una fascinación particular y un poder devocional, pues daba acceso a su corazón y, por lo tanto, se convirtió en un símbolo de refugio en su amor” (Desnudar los altares, p.244).

La devoción a las llagas de Cristo como refugios, o lugares donde esconderse, era una importante expresión y símbolo de esperanza del pecador penitente al enfrentarse a la lucha contra la arremetida de tentaciones del demonio, así como ante la perspectiva de ser un pecador ante el Juicio de Dios. Podemos escondernos en las heridas de Cristo para buscar protección ante el demonio y podemos buscar a través de las cinco Sagradas Llagas curación misericordiosa de las heridas que nos infligimos a nosotros mismos por el pecado.

La antigua oración cristológica, el Anima Christi, expresa esta idea de las llagas de Cristo como un refugio protector contra el demonio:

Oh buen Jesús, óyeme
Entre tus heridas escóndeme
No permitas que me separe de Ti
Del maligno enemigo, defiéndeme

La famosa oración a las cinco llagas de santa Matilde (1240-1298) se acerca a cada herida de forma individual como fuentes de medicina sanadora en las que sumergir los pecados y los deseos pecaminosos, como en este extracto:

“Os doy las gracias, oh Señor Jesucristo, por la dolorosa herida de vuestro pie izquierdo, del que manó la Preciosa Sangre que lava nuestros pecados. En ella me hundo y escondo todos los pecados que he cometido”.

Julián de Norwich (1342-1416) describe la herida del costado de Cristo con el mismo sentido de infinita capacidad de traer alivio al hombre que vimos en la apreciación de una sola gota de la Preciosísima Sangre de Cristo como capaz de borrar todos los pecados de la humanidad:

“Con amable semblante, nuestro buen Señor miró a su lado y vio con alegría y, con su dulce mirada, acercó el entendimiento de su criatura a su costado por la misma herida. Y ahí reveló un lugar justo y delectable, lo bastante grande para que toda la humanidad sea salvada y descanse en paz y amor.” (Texto Largo, visión diez).

Tomás de Kempis (1380-1471) también vio las heridas de Cristo como un refugio de consuelo:

“Descansa en la Pasión de Cristo y vive voluntariamente en sus sagradas llagas. Ganarás una fortaleza maravillosa y consuelo en las adversidades” (La imitación de Cristo).

Dicho esto, las llagas de Cristo también expresan las dos polaridades de la escatología, la ira divina y la divina misericordia. Escribe el profesor Duffy:

“… se creía que, cuando Cristo viniera como juez, mostraría sus heridas a los elegidos como promesa de su amor por ellos; a los pecadores como un reproche amargo, “mirarán al que traspasaron”. De este modo, la misma imagen que hablaba de la ternura de Cristo y de su compasión por el pecador se volvería una terrible imputación contra el impenitente” (Desnudar los altares, p.246).

Hacer de la devoción a las Cinco Santas Llagas parte de nuestra vida de oración es muy útil. Primero, para alcanzar la disposición idónea para recibir las gracias del arrepentimiento y la salvación que brota de sus heridas en esta vida y, en segundo lugar, para que sean prendas de amor en nuestro juicio después de la muerte.



Artículo completo en el siguiente enlace:

https://adelantelafe.com/guia-de-supervivencia-catolica-3-devociones-que-nos-preparan-para-los-novisimos-muerte-juicio-cielo-infierno/