Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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sábado, 11 de abril de 2020

Carta pascual del Director Espiritual





FRANCISCO DE ASÍS RENACIÓ EN PASCUA
¿Y TÚ?

Querido hermanos: PAZ Y BIEN.

Todo el camino de preparación, que hemos realizado du-rante la “corta” Cuaresma, nos ha llevado a vivir estos días, que culminan en la Celebración Pascual, momento en que Cristo Resucitado se manifiesta como plenitud siempre nueva.
Hablar esta mañana de resurrección es descubrir el funda-mento de nuestra fe; es llegar al núcleo central de lo que creemos. Ser cristiano es creer que Jesucristo VIVE porque ha resucitado de entre los muertos. Se ha cantado en la Vigilia Pascual reiteradamente: "Cristo ha resucitado, ale-luya, resucitemos con El..." ¿Crees esto? ¿Lo vives?...
A todos se nos invita a RENACER y estrenar nuevas ilusiones, tareas y proyectos, que no sólo son nuestros sino de la Iglesia, de la que hemos recibido la misión de servir, siguiendo el ejemplo del Maestro.
No es posible volver la vista atrás y no quedar petrificado, por eso: "Despiértate, joven, Levántate, que tú eres la fuerza". La tierra nueva y los cielos nuevos han comenzado ya; esto es lo más importante de la fe. Por eso ne-cesitamos seguir unidos cada vez más, para clarificar el camino a nivel per-sonal, y, sobre todo, a nivel comunitario. No podemos olvidar lo esencial del ser y vivir del seguidor de Jesús: fortaleza en una ora-ción serena y gozosa, celebrada en un grupo de ami-gos, que disimulan los defectos de los otros, dan el perdón que han recibido gratuitamente, y emprenden la tarea de construir y transformar la realidad eclesial y social de una forma solidaria y pobre. Esto es lo propio de los que descubren en Francisco, "el Alter Cristus", que tiene la experiencia de un Cristo perso-nal que le hace exclamar: "Conozco a Cristo pobre y crucificado".
Francisco renació en Pascua porque vive y celebra la vida como "paso", de ahí que al final de su vida diga a la amplia familia franciscana: "He cumplido mi tarea, Cristo os enseñe la vuestra".
Renacer en Pascua, desde el talante cristiano, es llamarse y ser "me-nores" como forma de manifestar el mandato" de lavarse los pies unos a otros, porque "no he venido a ser servido sino a servir", dice el Señor (Mt 20,28). Me alegro de que los hijos de Dios estén entre nosotros desde el inicio como uno más. Ministro en los Escritos de San Francisco va unido a siervo. De ahí que a servir se nos invita a todos. La presencia de los herma-nos, creo yo, es una forma de bendecir nuestro trabajo. Necesitamos de su compañía, y de la de los demás hermanos, para ser fermento joven en esta parcela de nuestra Iglesia a la que queremos y evangelizamos.
Renacer, hoy, es trabajar en fraternidad, dejándonos inundar de la fuente y cima de la vida cristiana: LA EUCARISTIA. Tenemos que seguir haciéndola nuestra, con fuerza juvenil, dejando que el Espíritu hable por nosotros y actúe a su aire, hasta llegar a contagiar a los demás la fuerza renovadora e inagotable que hemos recibido abundantemente.
De todo esto se deriva el trabajo que hemos de realizar a "tiempo per-dido" en favor de la justicia, que nos lleva a la paz, y ser así instrumentos validos de liberación para responder proféticamente a los hombres de nues-tro tiempo, especialmente con aquellos que nos son más cercanos.
No tengamos miedo de cortar lo periférico de nuestra vida, y de la vida de las comunidades cristianas, para que surja lo nuevo y la primavera que estamos viviendo, enganchándose en el que SURGE LIBERANDO. Nadie libera si previamente no ha sido liberado, y también nosotros somos invita-dos a abrir las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos, partir el pan con el hambriento y hospedar a los pobres sin techo. (Is 58,6-7).
En esta Pascua -este año tan particular- segura-mente que hemos vivido experiencias fuertes; donde hemos escuchado y reflexionado sobre COMPRO-MISO, CRECIMIENTO, PROGRESO y LIBERACION: RENACER CON FRANCISCO. Todo esto supone para cada uno, según las fuerzas que Dios le dé, vivir la ALE-GRIA, en un mundo de preocupaciones y tensiones, en que se nos invita a celebrar la vida con intensidad y seriedad, dándose desde ahí motivos suficientes para esta alegría.
La UTOPÍA como realidad, que los santos hicieron posible, porque creyeron en Cristo Resucitado y en los hombres, porque esperaron en Dios y en los hombres, y porque amaron a Dios y a los hombres.
Renacer desde la Alegría y la Utopía es hacer de la Resurrección una vida abundante y presenta a nuestros contemporáneos un lugar permanente para la escucha y la acogida.
Seamos ALPINISTAS DEL ESPÍRITU y unámonos fraternalmente para conseguir los altos ideales a los que estamos llamados, favoreciendo el camino, sobre todo, a los que más necesiten de nuestro empuje.

¡¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!

R E S U C I T E M O S C O N É L,

¡¡¡ALELUYA!!!

Fr. Julián Bartolomé Rivera. OFM