Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 24 de noviembre de 2013

Evangelio y comentario

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
CICLO C

Evangelio (Lc 23,35-43): En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». También los soldados se burlaban de Él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!». Había encima de él una inscripción: «Éste es el Rey de los judíos».

Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
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COMENTARIO

Me gustó mucho este comentario del Rev. D. Joan GUITERAS i Vilanova (Barcelona, España), y lo comparto aquí.

Hoy, el Evangelio nos hace elevar los ojos hacia la cruz donde Cristo agoniza en el Calvario. Ahí vemos al Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Y, encima de todo hay un letrero en el que se lee: «Éste es el Rey de los judíos» (Lc 23,38). Este que sufre horrorosamente y que está tan desfigurado en su rostro, ¿es el Rey? ¿Es posible? Lo comprende perfectamente el buen ladrón, uno de los dos ajusticiados a un lado y otro de Jesús. Le dice con fe suplicante: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23,42). La respuesta de Jesús es consoladora y cierta: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).

Sí, confesemos que Jesús es Rey. “Rey” con mayúscula. Nadie estará nunca a la altura de su realeza. El Reino de Jesús no es de este mundo. Es un Reino en el que se entra por la conversión cristiana. Un Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz. Un Reino que sale de la Sangre y el agua que brotaron del costado de Jesucristo.

El Reino de Dios fue un tema primordial en la predicación del Señor. No cesaba de invitar a todos a entrar en él. Un día, en el Sermón de la montaña, proclamó bienaventurados a los pobres en el espíritu, porque ellos son los que poseerán el Reino.

Orígenes, comentando la sentencia de Jesús «El Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21), explica que quien suplica que el Reino de Dios venga, lo pide rectamente de aquel Reino de Dios que tiene dentro de él, para que nazca, fructifique y madure. Añade que «el Reino de Dios que hay dentro de nosotros, si avanzamos continuamente, llegará a su plenitud cuando se haya cumplido aquello que dice el Apóstol: que Cristo, una vez sometidos quienes le son enemigos, pondrá el Reino en manos de Dios el Padre, y así Dios será todo en todos». El escritor exhorta a que digamos siempre «Sea santificado tu nombre, venga a nosotros tu Reino».

CRISTO ES REY

1. Su trono: la cruz.

2. Su corona: de espinas.

3. Su cetro: unos clavos.

4. Su manto: la pobreza y desnudez.

5. Su ley: el amor.

6. Su escolta real: los dos ladrones.

7. Su imperio: cada corazón.

8. Sus súbditos: los pobres, los humildes, los mansos, los puros, los pacíficadores, los misericordiosos, los perseguidos por su causa, los hambrientos y sedientos de su Voluntad.

9. Su arma: el Evangelio.

10. Su bandera: con los colores azul de la fe, verde de la esperanza y rojo del amor.

11. Sus exigencias: "quien me quiera seguir, renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame".

12. Su premio: aquí el cien por cien, con tribulaciones, y después la vida eterna.

13. Su mayor enemigo: Satanás y sus secuaces, los ángeles malos que vagan por el mundo para ganar adeptos entre los hombres y mujeres, redimidos con la sangue de Cristo Rey.

¿A quién quiero seguir? ¿Por quién quiero luchar?

Yo y mi familia luchamos en el bando de Cristo. Y tú, ¿dónde lucharás?

¡¡Viva Cristo Rey!!

Vivamos ya ahora el Reino con la santidad, y demos testimonio de él con la caridad que autentifica a la fe y a la esperanza.

Con mi bendición, P. Antonio Rivero, L.C.