Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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domingo, 13 de mayo de 2012

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 15, 9-17



6º Domingo de Pascua

Dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más que grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

Comentario: Rvdo. P. D. Francisco Catarineu

Hoy celebramos el último domingo antes de las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés, que cierran la Pascua. Si a lo largo de estos domingos Jesús resucitado se nos ha manifestado como el Buen Pastor y la vid a quien hay que estar unido como los sarmientos, hoy nos abre de par en par su Corazón.

Naturalmente, en su Corazón sólo encontramos amor. Aquello que constituye el misterio más profundo de Dios es que es Amor. Todo lo que ha hecho desde la creación hasta la redención es por amor. Todo lo que espera de nosotros como respuesta a su acción es amor. Por esto, sus palabras resuenan hoy: «Permaneced en mi amor» (Jn 15,9). El amor pide reciprocidad, es como un diálogo que nos hace corresponder con un amor creciente a su amor primero.

Un fruto del amor es la alegría: «Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros» (Jn 15,11). Si nuestra vida no refleja la alegría de creer, si nos dejamos ahogar por las contrariedades sin ver que el Señor también está ahí presente y nos consuela, es porque no hemos conocido suficientemente a Jesús.

Dios siempre tiene la iniciativa. Nos lo dice expresamente al afirmar que «yo os he elegido» (Jn 15,16). Nosotros sentimos la tentación de pensar que hemos escogido, pero no hemos hecho nada más que responder a una llamada. Nos ha escogido gratuitamente para ser amigos: «No os llamo ya siervos (...); a vosotros os he llamado amigos» (Jn 15,15).

En los comienzos, Dios habla con Adán como un amigo habla con su amigo. Cristo, nuevo Adán, nos ha recuperado no solamente la amistad de antes, sino la intimidad con Dios, ya que Dios es Amor.

Todo se resume en esta palabra: “amar”. Nos lo recuerda San Agustín: «El Maestro bueno nos recomienda tan frecuentemente la caridad como el único mandamiento posible. Sin la caridad todas las otras buenas cualidades no sirven de nada. La caridad, en efecto, conduce al hombre necesariamente a todas las otras virtudes que lo hacen bueno».