Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera

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lunes, 9 de abril de 2012

Saetas en Carpintería Baja


Artículo extraído del blog del periodista y académico Andrés Luis Cañadas Machado. Redacta y firma Andrés Luis Cañadas: Madrugada de Viernes Santo del año del Señor 2012. Por la esquina con Plaza Peones - son poco mas de las cinco y media - asoma la plateada Cruz de Guía de la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud y el silencio en la estrecha y recoleta calle, se escucha. Se hace leve roce de sandalias sobre las piedras del suelo, repetitivo golpeo de varas que apenas quiebran el respetuoso sosiego de la noche, apagadas órdenes del Capataz dirigiendo a los Costaleros para que el "paso" supere las dificultades de la calle, los balcones, las cornisas, incluso alguna reja de ventanas y de pronto, una plegaria cantada, enciende el fervor de los corazones arracimados a ambos lados de Carpintería Baja, muy pegados a las paredes, que es muy poco el espacio... Una voz afilá se eleva desde el suelo al pie de la Cruz del Santo Crucifijo, para ofrendarle su oración sencilla y directa, espontánea, en una letra hecha expresamente para este Crucificado - el de la Salud - que pone sordina a los sonidos de Jerez, en la Madrugada Santa. Es Luís Lara, "el de Pacote", que ante el Señor de la Vía Crucis, ese Nazareno que vemos caminar sobre su paso, con rítmica y poderosa zancada, cargado con el madero, volverá a cantar otra Saeta dedicada a tan venerada Imagen y que minutos más tarde, ante el Nazareno de Jerez, ese que nos bendice desde San Juan de Letrán, el que ha dado nombre a esta jornada cofradiera, a la que aquí, precisamente por Él llamamos "La noche de Jesús" manifestará todo el sentimiento que nace de lo más profundo de su ser para rezarle con versos que describen toda la grandeza de lo que esta representación plástica de Cristo atesora. Por eso, en un instante apenas expresado y acallado enseguida por el silencio más reverente, estalla el ¡ole! en los Cargadores del "paso", provocado por una emoción incontenible. Después, trabajo esforzado de quienes portan sobre sus hombros - a la jerezana manera - a Jesús - y cerrando esta morada luciérnaga de faroles que conforman un cortejo único y singular, la Madre del Traspaso, cargada también de la forma que nunca debe perder nuestro pueblo, que al doblar al final de la calle Carmen hacia Plateros - toda la negrura de la noche en el cielo - va dejando el mismo resplandor de la Gloria sobre la cal de las paredes... Despuntaba el alba cuando el Cristo de la Buena Muerte, que deja en torno a si un halo de paz, doblaba la misma esquina, tras quedar prendida a los pies de la Cruz otra nueva saeta que Lara le dedicaba, completando una ofrenda devocional íntima, hermosa, emotiva, inolvidable para quienes estuvimos allí, participando en uno de los instantes más especiales de esta Semana Santa que si se vio, en muchas ocasiones, alterada por las inclemencias del tiempo, nos proporcionó momentos entrañables, irrepetibles, como el que acabo de recordar aquí.