III Domingo del Tiempo Ordinario (ciclo B)
“Se ha cumplido el tiempo”
Comenzamos la lectura dominical del Evangelio según san
Marcos, que solo será interrumpida durante varios domingos en verano para
escuchar el capítulo sexto de Juan, sobre el pan de vida. Para comprender a
Marcos es interesante recordar algunos datos. El primero de ellos es que sus
palabras están dirigidas a una comunidad que, por una parte, conoce la
incomprensión y la persecución del ambiente, y, por otra, experimenta
interrogantes acerca de la manera de concretar el seguimiento a Jesús, el
estilo de vida que debe llevar cualquier cristiano o el modo de organizar la
primitiva Iglesia. En resumidas cuentas, frente a una falsa idealización de las
comunidades cristianas del siglo I, el Evangelio nos permite descubrir que no
eran tiempos fáciles para vivir la incipiente fe en Jesucristo como Hijo de
Dios y Salvador del mundo. Y esto se debe no solo a las persecuciones externas,
sino también a desavenencias en el interior de las propias comunidades. A
través de sus palabras, Marcos tratará de reflejar claramente la vida de la Iglesia : sus
preocupaciones, dificultades y los esfuerzos por comprender y seguir a Jesús.
Estamos ante una visión que no difiere demasiado de la que podemos encontrarnos
actualmente: el seguimiento a Jesucristo no está exento de dificultades. Pero
al mismo tiempo las palabras del Evangelio nos muestran la belleza de caminar
de la mano de una Iglesia en la que sus miembros podemos apoyarnos mutuamente
en la búsqueda del Señor.
«Venid en pos de mí»
Un ejemplo del intento de resaltar la importancia del
seguimiento hacia Jesús por quienes se confiesan sus discípulos se contiene en
las palabras del Evangelio que este domingo tenemos ante nosotros. En todo el
Evangelio de Marcos se pretende retratar el perfil de buenos seguidores de
Jesús de sus discípulos. Por eso se describe tanto la estrecha relación de
estos con Jesús como el acompañamiento del Señor en el lento proceso de
maduración y cambio de mentalidad. De esta manera estarán capacitados para ser
enviados a una misión que prolongue la del Salvador. Uno de los signos del
interés de Marcos por resaltar la centralidad del seguimiento es la
transparencia con la que describe la llamada a los apóstoles por parte de
Cristo: si en Juan descubríamos el domingo pasado la existencia de
intermediarios a la hora de la decisión de caminar tras los pasos de Jesús,
ahora Jesús toma claramente la iniciativa: «Venid en pos de mí y os haré
pescadores de hombres».
«Convertíos y creed en el Evangelio»
Comenzamos este domingo con el inicio de la misión de
Jesús como Mesías en Galilea. Desde el primer momento, se quiere rodear de
colaboradores para la difusión del Reino de Dios. La implicación del hombre en
la obra salvadora de Dios no es en absoluto una novedad. Sobran en el Antiguo
Testamento, como esta semana vemos con Jonás, ejemplos de personas de las que
Dios se ha servido para una misión concreta. Pero antes de la llamada a los
primeros discípulos Jesús realiza un solemne anuncio: «Se ha cumplido el tiempo
y está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio». La idea de
que no hay tiempo que perder y la inmediatez con la que responden Simón y
Andrés a la elección del Señor acentúan que la llegada de Dios es real; no
admite ni espera ni vacilación. Si giramos nuestra mirada hacia la primera y
segunda lectura descubrimos que la urgencia no es una nota peculiar de Marcos,
sino que se repite en la
Escritura : en la primera lectura, Jonás se pone en marcha
tras escuchar la Palabra
del Señor y comienza a predicar la conversión a los ninivitas. En la segunda
lectura, de la primera carta de san Pablo a los Corintios, son dos las
expresiones que denotan la rapidez que exige ponerse manos a la obra: la
insistencia en que el momento es apremiante y la afirmación de que la
representación de este mundo se termina. En definitiva, la llegada del Reino de
Dios no puede ser acogida por el hombre con pasividad, sino implicándose en un
seguimiento concreto en la vida de la Iglesia.
Daniel A. Escobar Portillo
Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid
Delegado episcopal de Liturgia adjunto de Madrid
Evangelio
Después de que Juan fue entregado, Jesús se
marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el
tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y
a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran
pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de
hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante
vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca
repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre, Zebedeo, en
la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Marcos 1, 14-20