Si nuestra vida
quiere ser auténticamente cristiana, tiene que estar presente la cruz sabiendo
que no es una maldición. Que podemos decidir activamente coger la cruz.
Hoy es sábado,
día tradicionalmente dedicado a la Santísima Virgen. También es el día del silencio,
tras la muerte del Señor. Era el día de los lamentos. Pero en medio de esa
tristeza y amargura brillaba una esperanza. Ella, que veía más allá de las
apariencias.
Cuando aparece la cruz en nuestra vida, tenemos que
saber ver más allá. Dice el refrán que todo tiene solución, menos la
muerte. Para los cristianos, hasta la muerte tiene un buen final. El Señor vino
a acabar con la muerte. Por eso es tan importante el domingo.
La fiesta
principal del cristiano es la celebración del domingo. La misa del domingo no
es para cumplir un precepto, ni por una obligación, sino a celebrar la victoria
de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. Podemos pensar que el mal es más
fuerte. Pero no es así.
Aquí estamos
para trabajar y coger la cruz; ya tendremos tiempo para descansar en el
paraíso, como decía San Juan Bosco.Siempre buscando en todo amar y servir.
Descansaremos en paz pero si tenemos por qué descansar, si hemos trabajado y
nos hemos gastado por el Reino de Dios.
Que el Señor nos
conceda disfrutar de lo que hemos esperado en este mundo. Así sea.