Destacados del tercer día de Triduo a María Santísima de la Esperanza
La tentación es ver a María como una diosa, como
algo que no es humano. Pero tenemos que reconocer que María es de los nuestros,
es humana.
Por eso, además de tenerla como intercesora y
protectora, también la debemos tener como modelo.
María tiene una tarea única que realizar. María
tiene la vocación de ser la Madre de Nuestro Señor Jesucristo. Es verdad que
tiene una vocación especial, pero sin dejar de ser uno de nosotros.
La base de nuestra piedad auténtica mariana debe ser
reconocerla como uno de nosotros. Ella ora y camina con cada uno de
nosotros.
Es madre porque quiere conducirnos a Cristo. Mirar a
María, acudir a María, para que Ella nos vaya confirmando como seguidores de
Jesucristo.
María vela por cada uno de nosotros.
El Señor ha recibido también una misión como la
recibió María. Y Él la escoge a Ella como intercesora en la misión.
Nosotros también debemos colaborar. Tenemos que
contribuir a que haya mayor unión de Cristo y nosotros. Si somos conscientes
del don de la fe.
También, cada vez que celebramos la Eucaristía
estamos acercándonos más a nuestra santificación.
Termino pidiendo a María para que interceda para que
seamos todos uno en Cristo. Y así, como dice San Pablo que Dios sea todo en
todos.