Foto: N.H.D. Ernesto Romero |
Prepararse para esa Liturgia del Cuerpo y la Sangre del Señor es lo que la Iglesia hace en estos
días.
Jesús no nos quiso dejar solos en el camino de la vida. Y después de lavar
los pies a sus discípulos, instituyó una nueva presencia entre nosotros.
Santo Tomás de Aquino compuso el Pange Lingua por petición del Papa Urbano IV que fue
quien instituyó el Corpus.
Alrededor de la mesa compartimos grandes acontecimientos. Eso nos invita a
crear amigos y crear familia.
En el Deuteronomio se hace referencia al maná. Nuestras raíces vienen de
ese maná. El pan, el nuevo maná del Nuevo Testamento es la Eucaristía.
Lavarse los pies, ponerse al servicio, la vida entregada antes de ponerse a
la mesa.
Jesús hace recuerdo de aquella peregrinación del Pueblo de Israel.
La profundidad del Sacrificio Eucarístico es un misterio.
Pensemos lo privilegiados que somos para ser invitados a la mesa del Señor.
Las primeras comunidades cristianas se reunían para la fracción del pan. La Eucaristía es el lugar
por excelencia donde se vive y se fortalece la comunidad.
Quién no recuerda el momento de su primera comunión.
Que esta fiesta nos ayude a vivir mejor la Eucaristía: fuente y cumbre de
la vida cristiana.