En el himno Stabat Mater llega un momento en que se pregunta "¿Cuál es el
hombre que no llora?".
¿Qué corazón duro hay que no se
conmueva con las lágrimas del Señor?
¿Quién no llora al ver al Señor en
Getsemaní?
Hay que tener el corazón duro como una
piedra para no conmoverse ante el Prendimiento ¿O quién no contempla a Jesús
con la cruz a cuestas y no se conmueve?
¿Y crucificado? ¿Y puesto en el
sepulcro?
Aquí se han plasmado los episodios de la Pasión en preciosas
imágenes devocionales.
Hay un teólogo que dice que Cristo sigue sufriendo su Pasión hasta el
fin del mundo; en los sufrientes.
Donde hay un hombre sufriendo estamos
llamados a contemplar la Pasión
sufriente de Jesús.
¡Qué fácil es emocionarse ante la
imagen de Jesús Prendido! Pero qué pena que no nos emocionamos de la misma
manera ante los hermanos sufrientes. Y no vamos a la cárcel a ver la cara de
Cristo allí, en los presos.
Por eso cada vez que voy a la cárcel
digo que voy a entrar en contacto con Cristo.
O ¡qué fácil es emocionarnos ante Jesús
Flagelado¡ Pero no nos emocionamos por los hermanos que hay flagelados por la
crisis económica. Por los que no tienen para comer o para pagar el recibo de la
luz.
O ¡cuánto nos emocionamos por el Cristo
Coronado de espinas! Pero no nos emocionamos con los cristos -nuestros
hermanos- abandonados.
Y aunque nos emocionamos con el Señor
de la Vía-Crucis ,
no nos emocionamos con los hermanos que cargan con la cruz de le exclusión y la
marginación.
Sin embargo, nosotros los cristianos
estamos llamados a ver a los cristos sufrientes.
En las Hermandades, cuántas veces
hacemos donaciones para nuevos enseres... pero no colaboramos para paliar las
necesidades de los más pobres.
El
Señor te va a preguntar cuánto has amado.
“Porque tuve hambre y me disteis de
comer...” que le pregunten a esta Europa que cierra las puertas.
Por eso, no perdamos nunca de vista el origen caritativo de las Hermandades.
Luego ya vinieron las imágenes. Primero fue contemplar al Cristo sufriente
vivo, y luego ya vino la contemplación a través de las imágenes. Y puede ser
que hayamos pasado de la devoción verdadera a una afición.
San Juan de Dios recogía a los enfermos
abandonados y moribundos por las calles. Y como sería delgadito, cuando cogía
sobre sus hombros a un enfermo le decían
que lo dejara que se iba a reventar. Él respondía que no le pesaba, porque era
su hermano.
Así, una vez, mientras lavaba las
llagas de un enfermo vio que le había cambiado la cara y era Cristo.
La madre Teresa de Calcuta, ante la
pregunta de una periodista de cuánto tiempo del día dedicaba a la oración, ella
respondió que se llevaba las 24 horas del día orando. La periodista le dijo que
era imposible porque no la había visto. Pero Madre Teresa adujo que todo lo que
ella hacía era oración, pues continuaba la misma cuando atendía a los enfermos,
viendo a Cristo en ellos.