Ciclo
‘Diálogos en Bodegas Álvaro Domecq’
Entrevista con Juan Lupión Villar, Hermano Mayor
de las Cinco Llagas
Juan
Lupión representa a los cofrades denominados “de toda la vida” de su Hermandad.
Qué mejor definitoria, qué mejor galardón público y notorio, qué mejor acepción
y aceptación interna y externa. Al pie del cañón del trabajo oculto, callado,
perseverante. Hombre enemigo de fastos y protagonismos de primera fila. Sin
embargo su alto sentido del servicio institucional lo ha catapultado al cargo
de Hermano Mayor en dos épocas diferentes, así como a pertenecer a diferentes
sucesivas Juntas de Gobierno desempeñando labores tan diversas como
consiliario, secretario, mayordomo y diputado de cultos. El actual Hermano
Mayor de la Hermandad
de las Cinco Llagas –de las tácitamente apellidadas como de las “serias” al
tenor de su espíritu eclesial y de su idiosincrásico sentido penitencial-
protagoniza hoy una nueva sesión del ciclo ‘Diálogos en Bodegas Álvaro Domecq’
enmarcada en la programación cultural Cultusema. Tras un amenísimo paseo por
las instalaciones de la bodega, de la mano y la guía de su gerente, José Manuel
Anelo, comenzamos nuestra conversación –siempre enriquecedora- con este cofrade
gran amante de la Semana
Santa y de su rico acervo histórico-artístico-religioso.
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Defínase como cofrade.
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Soy un cofrade del día a día en el anonimato
del trabajo permanente a favor de la Hermandad. Poco después de ingresar en mi
cofradía de las Cinco Llagas, hace ya casi cuarenta años, siempre he estado
implicado en labores dirigentes como consiliario y secretario, mayordomo,
diputado de Cultos y Hermano Mayor en dos épocas diferentes –a principio de los
noventa y en la actualidad-. He pertenecido, por tanto, a Juntas de Gobierno
presididas como Hermano Mayor por José Pérez Raposo –que en paz descanse-,
Marco A. Velo y Francisco Barra. Mi manera de concebir la espiritualidad se
ajusta, sin duda, a la que mantiene y ofrece las Cinco Llagas. Me siento muy
identificado con el espíritu de esta señera corporación nazarena. Huimos de los
fastos y las fanfarrias. De los titulares rimbombantes. Solemos afirmar que
formamos parte de un todo. Somos enemigos de polémicas. Y de enfrentamientos.
Siempre afirmo que somos una Hermandad muy ascética, muy eclesial. Todos
semejantes en la comunión de una misma Fe.
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Las dos últimas estaciones penitenciales se han visto envueltas
en imponderables bien diferentes (y no
menos ejemplarizantes).
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En ambos casos la cofradía, nuestro
concienciado cuerpo de nazarenos, de costaleros, de monaguillos supieron
comportarse ejemplarmente ante la titubeante amenaza de lluvia y, la pasada
Madrugada Santa, tras la explosión ocurrida en el Restaurante San Francisco y
la consiguiente incertidumbre que la avalancha de la muchedumbre de público, la
estampida presa del pánico, produjo sobre el cortejo nazareno, que se mantuvo
enteramente intacto. Hemos de felicitarnos por la reacción unánime de la
comitiva nazarena y por la cohesión de los miembros que integran la dirección
de cofradía o diputación mayor de gobierno.
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Cuéntenos cómo ha planificado la Hermandad la actual
conmemoración del LXXV Aniversario de la Reorganización con
la propuesta de un brillantísimo programa de actos.
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Habría que partir de dos premisas. Somos una
Hermandad modesta de recursos humanos y sobre todo de recursos económicos. Sin
embargo la planificación de equipo, la formación y la imaginación de buena
parte de los dirigentes, han derivado en un programa que -sinceramente- yo
definiría de brillante. Hay que constatar que, en un inicio, la Junta de Gobierno u
Oficiales abrió al principio de curso un periodo de quince días para que todos
y cada uno de los hermanos de esta Hermandad pudieran aportar libremente
cuantas sugerencias, propuestas y proyectos entendieron idóneos o convenientes
de cara a la programación de actos de dicha efeméride. Es decir: se ha
democratizado al cien por cien la posibilidad de participación. La Junta de Gobierno u Oficiales
depositó posteriormente dichas propuestas en el dictamen y la experiencia y la
sabiduría de una comisión de hermanos veteranos y experimentados a fin de que
espigaran dicha propuestas y presentasen tanto al Cabildo de Gobierno como,
ulteriormente, al General aquellas convocatorias y actos más propicios acordes
con el estilo y tradición de esta Hermandad de las Cinco Llagas y asimismo con
sus posibilidades económicas, logísticas, etcétera.
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Las propuestas dimanan de
seguro del espíritu y letra de la idiosincrasia eclesial, formativa, ascética
de la Hermandad.
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En este sentido se ha pretendido y que las
razones axiomáticas que conforman la programación del LXXV aniversario
respondan siempre a fundamentaciones pastorales, formativas e históricas enmarcadas
en la justificación de una conmemoración de la idiosincrasia eclesial y
cofradiera como de hecho así se trata. No quiero dejar en olvido -porque no
responde a una cuestión banal- que la
Junta de Gobierno u Oficiales, muy a pesar de las
dificultades de tesorería por las que atraviesa la corporación nazarena, ha
optado por declinar su facultad estatutaria de instar a los hermanos al pago de
una cuota extraordinaria –al margen de la ordinaria anual- que afrontara los
gastos que conllevará el afronte contable de las actividades finalmente
seleccionadas.
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Un gesto que honra a la Hermandad.
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Consideramos que las estrecheces económicas
por las que –nos constan- actualmente atraviesan no pocos de nuestros cofrades
colocaría en un aprieto sin paliativos a buena parte del cuerpo de hermanos.
Por ende organizaremos una programación digna -muy digna- atendiendo siempre al
desecho de cualquier derroche económico y ateniéndonos en cualquier caso a la
calidad doctrinal, pastoral y fraternal por encima de otros aparentes fastos de
elevados gastos ahora quizá desproporcionados a tenor de la crisis económica
que a todos nos asola.
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¿Satisfecho, por ende, con el resultado del programa de actos,
Juan?
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No únicamente yo. El contento es generalizado,
como no podía ser de otra manera, en el seno de la cofradía. Nuestra querida
Hermandad de las Cinco Llagas encara ahora un periodo pletórico de felicidad,
de satisfacción interior. Un gozo que nos viene dado por el alto nivel
-altísimo nivel-, en categoría y variedad de contenidos, de la fecunda
programación del LXXV aniversario. Una programación de mucho caché, repleta de
muy destacadas personalidades a nivel regional y nacional e incluso
internacional. Quiero agradecer especialmente el magnífico trabajo realizado
por los miembros de la Junta
de Gobierno que tan dignamente rige los designios de esta Hermandad y asimismo
la labor de los hermanos veteranos que integran la Coordinadora asesora
de tan señalada efeméride.
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Una efeméride desprovista de salida extraordinaria.
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Así es. La Junta de Gobierno u Oficiales muestra su
satisfacción al comprobar que ninguno de los hermanos propuso una salida
extraordinaria de Nuestros Sagrados Titulares como acto culmen –ni siquiera de
menor entidad- entre las actividades aportadas. Por consiguiente ya de antemano
se descartó dicha opción de entre las posibles.
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Entre la densa y fecunda
cantidad de actos propuestos será labor harto complicada destacar algunos
principalísimos.
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Sería difícil
-sumamente difícil - destacar unos actos sobre otros, si bien existen cuatro o
cinco platos fuertes. Actos que han precisado de al menos un mes y medio de
trámites burocráticos cuya autorización y respuesta no dependía ya de la
diligencia en la acción y gestión de la Hermandad. Pero
puedo asegurar que la espera ha merecido la pena. O, por mejor decir, la
alegría. Porque, entre otras razones, hemos logrado -por ejemplo- que los
hermanos de las Cinco Llagas puedan conocer in situ y rendirle culto
-concretamente un triduo solemne- a nuestro Primitivo Titular: el Santísimo
Cristo de las Cinco Llagas. Nada hay más hermoso y emocionante que poder
rezarle -cara a cara- al Santísimo Cristo de las Cinco Llagas que da primacía
histórica al propio título de la Hermandad. Una imagen desconocida durante décadas
para el cuerpo de hermanos.
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Un logro importantísimo
sin duda de ninguna clase. Pero no ha sido el único.
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Efectivamente. Celebraremos muchísimos actos.
Entre los ponentes contamos con el cardenal Carlos Amigo Vallejo, con Ignacio
Jiménez Sánchez-Dalp, con ilustrísimos señores académicos de la ciudad y de la
provincia, con pregoneros de la
Semana Santa de Sevilla y Jerez, con expertos en Iconografía
o el acto lírico poético ‘Estampas de una vida’: el pregón del LXXV aniversario
protagonizado en la Sala
Compañía por José Luis Zarzana Palma y Enrique Víctor de Mora
Quirós (repleto de grandes sorpresas). Además solicitaremos una calle in
memoriam don Manuel Martínez Arce, colocaremos un altar cerámico de Nuestro
Padre Jesús de la
Vía-Crucis en la fachada del Convento de San Francisco,
editaremos un boletín especial y celebraremos actos de fraternidad, en tres
fechas diferentes y siempre desplazándonos a sus respectivas sedes sevillanas,
con las destacadísimas Hermandades de la Macarena , Pasión y la Amargura –cuya
conjugación y espejo sirvieron de inspiración en diferentes sentidos y
elementos para la configuración estética de nuestra reorganizada Hermandad de
las Cinco Llagas.
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Pues reciba nuestra más sincera y honesta enhorabuena.