Al proclamar Jesús la llamada del Reino de Dios, no ocupa ya la ley un puesto central.
Lo importante en el Reino de Dios no es contar con observantes de las leyes, sino con tar con hijos que se parezcan a Él.
Vivir la vida como la quiere Dios sólo es posible haciendo del Amor el absoluto. Amor a Dios y al prójimo. Porque el amor a Dios que excluye al prójimo es una mentira.
La llamada al Amor siempre es seductora. Pero de lo que no se esperaban era que hablase de amar a los enemigos.
Al hablar de amor no está hablando de sentimientos de afecto, simpatía o cariño. El enemigo sigue siendo enemigo. Amarlo es querer su bien. Es normal que no nos caigan bien, pero hemos de alegrarnos de su bien.
Jesús llama al Padre Abbá, Padre querido. El Padrenuestro es una oración breve, concisa y directa y la única enseñada por Jesús para alimentar a sus seguidores.
Jesús le expone al Padre los dos deseos que lleva en su corazón, y luego añade tres peticiones.
“Padre” es la primera palabra de Jesús al dirigirse a Dios.
“Santificado sea tu nombre” no es una petición más.
“Venga tu Reino” es una petición salvadora.
Que se haga tu voluntad y no la nuestra, que se cumplan tus deseos...
Danos el alimento que necesitamos para vivir.
Estamos en deuda con Dios. He ahí nuestro gran pecado. Necesitamos tu perdón y tu misericordia.
Somos seres débiles, expuestos a todos los peligros y riesgos. Danos tu fuerza para que en medio de la tentación podamos sentir tu ayuda poderosa.
El Padrenuestro acaba con un grito de socorro: arráncanos del mal.
Muchas veces le hemos rezado con los labios sin darnos cuenta de lo que le estamos diciendo a Dios, que es Padre Nuestro. Ojalá hoy nos demos cuenta.