En este segundo día de Quinario, vamos a contemplar
la segunda Llaga, la del brazo izquierdo, de donde nace la ESPERANZA, que es
causa de nuestra salvación.
La esperanza es esa virtud teologal que nos hace
aspirar al Cielo, a la vida eterna.
Los primeros cristianos tenían bien claro que eran
peregrinos hacia el Cielo, que aquí estamos de paso. Nuestros ojos están
puestos en el Cielo.
¡Cómo cambiaría nuestra vida cristiana si tuviéramos
en cuenta eso!
¡Cómo cambia nuestra vida cuando en la lucha de cada
día sabemos que estaremos con Dios y gozaremos de Él por toda la eternidad!
Esta esperanza también nos invita a poner nuestra
confianza en Cristo en la fuerza del Espíritu Santo.
Santa Teresita decía que ella había encontrado
directo el camino directo para llegar a Dios: abandonarse en las manos de Dios.
Poner nuestra confianza en Dios, dejar a un lado
nuestras seguridades terrenales.
“De los que se hacen como niños es el Reino de los
Cielos” dice el Evangelio. Y así nos pide Dios en nuestra vida, que recemos
confiados porque Él vela por nosotros.
De tu corazón nace lo bueno y lo malo. Nace lo bueno
siempre y cuando en tu corazón esté Dios.
¡Cuántos desalientos, frustraciones y miedos en
nuestra vida!
¿No será que no confiamos en Dios, que no nos
ponemos en sus manos, que no está presente en nuestro corazón?
Por la esperanza nos quiere sanar de nuestras maldades, pecados y desalientos.