Interesante artículo sobre la española que será beatificada mañana sábado 18 de mayo
Guadalupe, una mujer que se
adelantó a su tiempo
Fuente: DIARIO
DE JEREZ
JUAN LUIS SELMA, SACERDOTE
17 de mayo de 2019
¿Qué es un santo? Este
próximo sábado el Palacio Vistalegre Arena de Madrid va a ser testigo de un
acontecimiento poco frecuente, la beatificación de una mujer, de Guadalupe
Ortiz de Landázuri. Todo un ejemplo que se adelantó a los tiempos, y que hoy la Iglesia nos pone como
modelo e intercesora. En palabras del prelado del Opus Dei, Guadalupe vivió una
vocación apasionada, sencilla y alegre.
Un santo
para la Iglesia
es alguien que ha vivido su fe. Que ha dejado crecer en su vida el amor de
Dios. Una persona de carne y hueso como todos, pero que no se ha quedado ahí.
Que siendo humano reacciona de otro modo. Por ejemplo, Guadalupe asistió a la
ejecución de su padre en la
Cárcel Modelo. Escribe su hermano Eduardo: "Mucho se
podría contar de aquella noche que pasamos juntos mis padres, Guadalupe y yo -;
de la entereza de mi padre no aceptando un indulto que le colocaba frente a sus
compañeros del Cuerpo de Artillería, del valor de Guadalupe, que externamente
no se inmutó, dando fuerzas con su serenidad a mi madre y, desde luego, a
mí". Esto no le dejó ningún resquemor, perdonó y durante su estancia en
México frecuentó, hizo favores y amistades entre la colonia de republicanos que
allí estaban exiliados, alguno responsable de esta muerte.
El santo
es fruto de su tiempo, pero va más allá. Guadalupe hija de militar, la única
mujer entre sus hermanos, con sólo cuatro compañeras en las aulas donde estudió
Ciencias Químicas, no se conformó con el papel que le marcaba la sociedad. Fue
una mujer que más allá de su época. Valiente, independiente, aventurera,
apasionada y decidida. Una soñadora inconformista.
Ser santo
es lo más moderno y progresista. Es no actuar como dicta la moda, lo que hacen
todos, lo políticamente correcto. Es no ver imposibles, no pararse ante las
dificultades. Es un superarse constante sin ceder al desánimo, sin pararse ante
los obstáculos y limitaciones. El santo deja obrar a Dios y hace milagros.
Apasionada,
sabía amar. Notaba una inquietud en su alma y le preguntó a un antiguo
compañero de químicas por un sacerdote que le pudiera aconsejar. Le dio la
dirección de Josemaría Escrivá y en su primer encuentro le dijo: "Creo que
tengo vocación". La respuesta acerca de su posible vocación fue también
sencilla: "Eso yo no te lo puedo decir. Si quieres, puedo ser tu director
espiritual, confesarte, conocerte". Era exactamente lo que ella buscaba.
"Tuve la sensación clara de que Dios me hablaba a través de aquel sacerdote,
no sólo con sus palabras, sino con su oración de petición por mí", comentó
después. Y al poco, el 19 de marzo de 1944 descubrió su vocación al Opus Dei.
Desde
entonces supo hacer compatible el ejercicio de su profesión de química, la
investigación, las tareas del hogar, los apostolados con mujeres jóvenes. Fue
de las primeras que comenzaron la labor del Opus Dei en México. Allí llegaron
con nada y con muchas ganas de hacer apostolado y de servir. Cuenta en una
carta a san Josemaría: "No sé si le dije que tres de nosotras estamos
haciendo un curso de campo y granja que da un ingeniero agrónomo en el Colegio
Francés; es muy práctico todo lo que enseña, y así tendremos más idea cuando
empiece a funcionar la casa de campo Montefalco". Puso tanto entusiasmo en
su labor que en poco tiempo surgieron muchas vocaciones e iniciativas
apostólicas y sociales. El trabajo de promoción de las campesinas le llenaba de
ilusión.
El santo
es el líder, el libertador y revolucionario. El que arrastra a otros para
cambiar el mundo. Los demás le siguen porque es asequible, atrayente,
auténtico. Se saben seguros a su lado, se sienten queridos, valorados e
importantes. El santo sabe sacar lo mejor de los que le rodean, y estos confían
en él. Siempre anima, comprende, disculpa y entusiasma. Nunca te deja en la
estacada, si caes te levanta, y si hace falta te lleva en hombros, pero no te
deja tirado. Reza por ti, te hace feliz. El santo quiere y se hace querer. De
Guadalupe decía una alumna suya: "Nos imantaba con su modo de hacer y de
hablar". Nos enseñó a compaginar los distintos aspectos de la vida: el
trabajo, la familia… "Lo tenía todo: guapa, bella, elegante, siempre
alegre, buena compañera, santa. Para nosotras era santa, por la naturalidad con
la que vivía su fe".
Un santo
es feliz. Es alegre porque se sabe en buenas manos, en las de Dios. Contagia
gozo a los demás. Cuando te mira te sonríe, te ve con esa chispa que dice que
eres bienvenido, que le interesas. Te sientes dichoso. Y eso tiene un valor
incalculable. Todo lo solventa con una sonrisa o una carcajada.
¿El
secreto del santo? Quizá la mejor respuesta la ofreció Guadalupe al escribir:
"Casi constantemente encuentro a Dios en todo; esa seguridad de Dios en mi
camino, junto a mí, me da ilusión en todo".
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